XV
13 de octubre de 2025, 19:01
CAPÍTULO 15: LA NOCHE MÁS OSCURA, EL MAÑANA MÁS BRILLANTE
«Tú eres ese mañana brillante que he estado esperando ahnelante. La luz que vendrpia a rescatarme de la noche que me encerró en su oscura tristeza».
La mayoría de las personas piensan que una enfermedad mental se produce por culpa de quien la padece. Es habitual escuchar a los demás ofrecer palabras de ánimo y consejos innecesarios al paciente, como si se pudiera tratar un trastorno mental a pura fuerza de voluntad. Pero no es así, lo sé muy bien. Aunque a diferencia del resto, yo nunca tuve muchas cosas a las que aferrarme ni personas que pudieran advertirme o señalarme que estaba caminando al borde del abismo. Al fin y al cabo, toda mi vida hemos sido solo mi abuela, la pobreza y yo. Por lo tanto, nunca hubo espacio ni tiempo para sumergirme en esos pensamientos que amenazaban con derribarme y arrojarme para siempre a la eterna oscuridad.
¿Pero de dónde surgían estos pensamientos? ¿De dónde provenía esta profunda tristeza que siento? Supongo que todo comenzó cuando nací. Más bien, desde que comprendí que era así. En el barrio donde vivíamos, mi abuela era muy respetada, pero eso no quitaba el hecho de que era una persona cuidando al hijo de alguien más. Un niño huérfano, un niño que bien podría no ser parte de su familia. Siendo sincero, los adultos nunca tuvieron cuidado al hablar de mí, por lo que pronto entendí que era mi culpa no tener padres. Después de todo, yo no era más que un niño maldito que mató a su joven madre al momento de nacer. Un niño maldito que bien podría haber sido fruto de un engaño, como solían aventurar por ahí...
Ah, mi abuela sufrió mucho por esos rumores. Su único hijo siempre estuvo enamorado de una compañera de clases, que con los años se convirtió en su mejor amiga. Después de cumplir la mayoría de edad y salir de la escuela, este le confesó sus sentimientos y le propuso tener una relación formal. Mi abuela siempre me contaba que ellos realmente se amaban. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con su amor. Mi abuelo paterno nunca los dejó estar juntos en paz. De hecho, llegó al punto de obligar a mi padre a alistarse en el ejército para obtener su bendición. Convencido de que eso sería suficiente para obtener su aprobación, ya que su suegro era un militar reconocido, lo hizo sin pensarlo.
No obstante, había un factor que nadie había considerado ni mucho menos esperado. Para cuando mi padre ingresó al ejército, mi madre ya tenía seis semanas de embarazo. Él intentó desertar al enterarse, pero mi abuelo puso el grito en el cielo y lo envió a un pelotón lejos de Seúl. Después de todo, sería una deshonra para él ser señalado por los demás porque su yerno desertó. Mientras tanto, mi madre pasó todo el embarazo encerrada y vigilada en su casa. Mi abuela apenas podía visitarla, y para cuando me dio a luz, ella ya estaba sumida en una inmensa tristeza y había perdido su voluntad de vivir. Mi abuelo materno le había contado muchas mentiras sobre mi padre, y por más que mi abuela le dijera lo contrario, no podía creerle al no poder contactarlo.
Mi padre, al saber que mi madre murió durante el parto, se sintió culpable por no haber estado a su lado y terminó suicidándose en el ejército. Mi abuelo paterno declaró que lo hizo porque no pudo aguantar la presión del ejército, y la gente pensaba que fue porque mi madre lo había engañado. Pero mi abuela sabía que lo había hecho porque no pudo soportar el hecho de haber perdido al amor de su vida. Como en mi familia materna nadie me quería, mi abuela me llevó con ella sin que nadie se lo impidiera. Fue difícil para ella criarme completamente sola. Sin embargo, dio todo de sí para que nunca pasara hambre o me sintiera solo. Por eso, cuando fue mi turno de cuidarla, no dudé en hacerlo.
Por supuesto, todo lo que tuve que escuchar sobre mis padres mientras crecía me termino afectando. Después de todo, si los adultos no eran capaces de cuidar lo que decían, los demás niños no tenían razón alguna para ser amables conmigo: un niño maldito. Por eso mismo, crecí siendo señalado, juzgado y apartado. Al menos, hasta que llegué a la preparatoria. Ahí demostré ser muy inteligente y dedicado, por lo que atraje la atención de los profesores, lo que hizo que las palabras crueles y los malos tratos disminuyeran por un rato. Así fue hasta que algunas niñas comenzaron a frecuentarme, lo que me hizo un blanco fácil para quienes estaban supuestamente enamoradas de ellas.
Ahora que lo pienso, la primera vez que me acosaron sexualmente fue cuando estaba en la preparatoria. Cuando las niñas me hicieron pasar de ser un niño maldito a ser un niño bonito. Como nunca había llamado la atención de buena manera, pensé que eso sería un buen cambio para mí. No obstante, eso solo me atrajo problemas con los demás chicos a los que rechazaban, y me hizo obtener una atención indeseada... Al principio, solo me molestaban como cuando era niño, incluso me golpeaban, pero entonces... hubo algunos chicos a los que realmente les parecía bonito. Al inicio, pensé que solo lo decían para molestarme. Sin embargo, cuando uno de ellos intentó besarme a la fuerza, supe que debía cuidarme y alejarme.
Por lo mismo, pedí mi baja en la escuela para terminar mis exámenes en casa, alegando que debía comenzar a trabajar para ayudar a mi abuela. Hacerlo me quitó algunos de los créditos necesarios, por lo que no pude postular a la universidad para estudiar medicina. De todas formas, no tenía modo de financiarla, así que no importaba mucho que tuviera la capacidad para estudiar la carrera. Por ese motivo, encontré una variante técnica que me pudiera dar un certificado en menos tiempo y que me diera un buen empleo. Ser fisioterapeuta no había sido mi primera opción, pero mientras estudiaba, me fui enamorando de la profesión. Todo había resultado relativamente bien, hasta que ese enfermo intentó abusar de mí y me señaló como el agresor en lugar de la víctima.
Supongo que ya debía de estar cursando un cuadro depresivo, pero decidí ignorara mis sentimientos. Trabajaba medio tiempo en varios empleos, llegaba a casa solo para dormir, y me pasaba casi todos los días bebiendo. Para mi mala fortuna, me siguieron acosando en otros empleos, pero como ya conocía su modo de pensar, lograba desaparecer antes de que sucediera algo similar a lo del médico. A veces, mientras dormía, seguía teniendo pesadillas respecto a los recuerdos de ese día. Era como si todavía pudiera sentir su respiración sobre mi cuello y sus manos acariciando mi cuerpo mientras me mantenía arrinconado contra su escritorio. Si tan solo mi cuerpo no se hubiera paralizado en ese momento, podría haberlo golpeado o gritado por ayuda. No obstante, para cuando fui capaz de reaccionar, él ya había arreglado todo a su favor.
Pasó el tiempo y yo seguía viviendo una vida que no era vida. Sin embargo, debía resistir y seguir porque alguien dependía de mí. Mi abuela era mi mayor alegría, por lo que le oculté todo lo que me sucedía y no le di problemas más allá de los que causaba estando ebrio. Entonces llegó la oferta de tratar a Joo Jaekyung, porque al colega que me recomendó le daba miedo atenderlo. Y la vida, que parecía no guardar nada para mí, todavía me tenía reservada otra estancia por el infierno. Al principio, soporté todo por dinero, pero luego, como un ingenuo, permanecí a su lado porque me había hecho ilusiones con las migajas de su afecto.
Después de marcharme de su lado, creí que ese capítulo de mi vida se había cerrado. Si bien seguía uniéndonos la deuda que todavía tenía con él, ya no quedaban vínculos afectivos que me ataran a él. Y, de cierto modo, hallarme así de vacío de nuevo me llevó al colapso total. Si no fuese por mi abuela, habría terminado en el mar mucho antes. Ah, por más que quisiera negarlo, sí recordaba esa noche, porque estaba medio consciente mientras me dirigía hacia allá. De hecho, mientras me hundía, recuerdo que pensé que sería un consuelo morir, siendo abrazado por las olas y observado por la noche con sus estrellas. Al menos moriría después de observar que sí existía belleza en el mundo.
Pero entonces, volví a estar entre sus brazos. Unos brazos que me sujetaban, desesperados. Al verlo en el hospital, esperaba que me pidiera perdón por lo que sucedió después de la pelea, pero, incluso si lo insinuó, se comportó igual de arrogante e insensible que siempre. Durante los tres días que permanecí internado, comprendí que lo que hice sería una excusa perfecta para obligarme a volver con él. Por lo mismo, no me sorprendió cuando mi médico preguntó si estaría dispuesto a seguir un tratamiento estando bajo su cuidado. Quizás lo sobornó, o tal vez lo amenazó, no lo sé, pero era claro que no tendría otra manera de salir del hospital si no era con Jaekyung. Así que acepté su oferta, con la idea de escaparme en cuanto estuviera afuera, pero mi abuela cambió mis planes con su petición.
En fin, dentro de lo perdido que estaba en mi mente, no pude evitar sentirme conmovido por lo delicado y considerado que llegaba a ser en algunas ocasiones. Siendo honesto, Jaekyung seguía siendo una bestia en términos de empatía, pero era manso al momento de brindarme el cuidado adecuado. Ah, pero eso no me hizo nada bien; muy por el contrario, llegué a pensar que quizás había cosas que él decía o hacía que no eran reales. Ya no solo tenía depresión: estaba desarrollando un poco de paranoia y despersonalización. Entonces llegamos a un punto crítico cuando me lastimé con el vaso y terminé durmiendo en su cama otra vez. Sostener su mano mientras dormía me devolvió algunas de las esperanzas que creía perdidas.
Por lo mismo, me alegré mucho cuando a la mañana siguiente sugirió que Yoongu viniera a visitarme. Ese niño era mi primer amigo en la vida, por lo que sentía que su compañía sería importante en mi proceso de recuperación. Además, que Jaekyung estuviera dispuesto a ser señalado por los demás como el culpable de mi estado hablaba de un avance considerable para un tipo como él. Todo iba bien durante el almuerzo, nos divertíamos y charlábamos sobre las personas del gimnasio, hasta que algo se desconectó en mi mente y terminé contando más de lo necesario. Al saber toda la verdad, Yoongu no encontró nada mejor que atacar a Jaekyung cuando este volvió a casa. Dios, que ese niño me defendiera me hizo sentir como una persona que sí valía la pena.
Sin embargo, esa sensación se desvaneció al ver las cosas desde su perspectiva. Sentí mucha pena por Yoongu, quien admiraba a Jaekyung. Al pobre debió dolerle demasiado descubrir que no era, en realidad, la persona que él creía. También sentí cierta lástima al ver a Jaekyung recibir golpes sin defenderse y mirarme como si todo eso no hubiera sido suficiente para reparar el daño que me había causado. Mientras lo curaba, pensé en mil formas de decirle que no necesitaba verlo sufrir para poder perdonarlo, pero no pude. De todos modos, al día siguiente iríamos al médico y debíamos acostarnos temprano, por lo que tendríamos que hablarlo al regresar. Sí, era mejor que pasara un tiempo y pudiéramos conversarlo estando más calmados.
A decir verdad, fue realmente extenuante pasarme todo el día en el médico, más cuando Jaekyung tuvo ese arrebato durante mi sesión con el psiquiatra. Bueno, entiendo que se preocupara después de mi reacción, pero, al igual que otras veces, sentí que exageraba en su cuidado debido a la culpa que sentía. Por lo mismo, quise sincerarme en ese momento respecto a nuestra relación, hacerle entender que había sentimientos de mi parte, que la culpa que sentía era en su mayoría por algo que él mismo se imaginaba. Entonces, al ver su rostro al dejar la consulta, comprendí que debíamos hablar esa noche con la mayor honestidad del mundo. Solo así podríamos intentar... volver a vincularnos de alguna manera.
Al terminar con Lee, quien me dio miles de indicaciones y consejos, retiré mis documentos y los medicamentos que me habían recetado. Algunos eran suplementos alimenticios, otros estabilizadores de ánimo, ansiolíticos y pastillas para dormir. No me gustaba la idea de estar medicado, pero no tenía más opción que obedecer para estar bien. Al ver que Jaekyung no se encontraba en la sala de espera, supuse que había ido a buscar a Yoongu, así que me dirigí a la salida para que pudiéramos ir pronto a la cafetería. Sin embargo, al llegar me encontré con una escena inesperada. Heesung estaba con ellos. Yoongu me había mencionado algo de su relación, por lo que no me sorprendió que estuviera ahí del todo. No obstante, no parecía un encuentro muy agradable.
Y, en efecto, no lo era, puesto que Yoongu tenía rastros de haber estado llorado. No entendía nada de la conversación, por lo que nunca esperé lo que pasó a continuación.
—¿De verdad no piensan decírselo?
—¡Heesung! Realmente no es el momento —intentó intervenir Yoongu—. Si lo sabe ahora, podría...
—Jaekyung me hizo ver cómo tú y él estaban teniendo relaciones sexuales para alejarme de ti... Y ahora está seduciendo a Yoongu para alejarme de ti.
Heesung habló tan rápido que nadie pudo detenerlo. Al escuchar esas crueles palabras, dejé caer las bolsas de mis manos y la carpeta con mis archivos médicos. Sentí como si estuviera en el mar otra vez, siendo arrastrado por la fuerza indescriptible de las olas. Me sentía vacío, sin rastros de emoción. Estaba a medio colapso mental cuando me di cuenta de que Jaekyung recogió todo del suelo y luego puso una mano sobre mi hombro para que pudiera reaccionar. Sin embargo, yo seguía viendo a Heesung, intentando comprender en qué momento y en qué lugar nos vio. Si fue más de una vez, si él también... Pero entonces, Yoongu derribó a Heesung con un puñetazo en el rostro.
—¡Maldito bastardo! —le acertó otro golpe—. Él me prometió que le diría todo cuando Dan estuviera bien. Jaekyung tenía que hacerlo...
—Yoongu...
—Y no me está seduciendo, me está pidiendo que lo ayude a cuidar de Dan.
—Yoongu...
—¿Acaso no puedes ver que estamos fuera de una clínica? Mi hyung está enfermo, y tú te atreviste a decirle algo como eso...
—Yoongu, por favor... —siguió suplicando Heesung.
—Si le pasa algo a Kim Dan, nunca te lo perdonaré...
—Jaekyung...
Heesung le pidió ayuda con su mirada. Yoongu seguía golpeándolo mientras hablaba —lo que sin duda se merecía—, pero ya había sido más que suficiente. Él ya había cruzado el límite de lo tolerable, por lo que podía meterse en problemas si continuaba. Por lo mismo, no me sorprendió que Jaekyung usara toda su fuerza para alejarlo del actor, cuyo rostro estaba completamente ensangrentado.
—Yoongu, ya fue suficiente...
—Pero Jaekyung, él no tenía derecho...
—También estoy enojado, sin embargo, lo estás lastimando demasiado. Sé lo fuerte que puedes golpear, él tardará más que yo en recuperarse...
—También dijo cosas horribles sobre mí...
—Terminaste ayer con él, ¿no? —supongo que por eso estaba llorando—. Está dolido, ebrio y acaba de armar un malentendido... Trata de comprenderlo...
—No necesito que me defiendas... —señaló Heesung, todavía en el suelo.
Señaló su rostro. —¿Decías?
—¿Hyung?
Evité mirarlo. Si lo hacía, toda la determinación que había reunido durante la pelea se esfumaría ante las lágrimas de ese niño. Este era el momento que había estado esperando. La posibilidad de un cierre definitivo... Después de todo, nunca debí tener esperanzas desde un principio.
—Está en trance todavía —supuso Jaekyung al ver que no contestaba—. Deberías entrar y pedirle a alguien que llame al psiquiatra para que nos ayude...
—No.
—¿Dan?
—Ya no quiero más ayuda.
—Acabas de tener una impresión fuerte, sería mejor que...
—No quiero nada más que provenga de ti...
Al pronunciar esas palabras, una parte de mí se rompió al ver su expresión.
—Dan, eso sucedió hace mucho tiempo, me equivoqué y me arrepiento mucho, de verdad... pero ahora debemos preocuparnos de tu bienestar.
Ya era muy tarde para arrepentimientos, había cosas que ya no tenían arreglo y Jaekyung debía comprenderlo. Sabía que lo que diría lo heriría, pero era necesario que entendiera las cosas desde mi punto de vista, aunque sea una vez.
—¿Mi bienestar? ¿Después de todo lo que me has hecho?
—Dan, sé que estás molesto, pero no es el momento...
—Y yo pensando que podía haber sido todo muy distinto, que mis recuerdos no eran tan malos como pensaba, que de algún modo yo sí te interesaba más allá de tu superstición y nuestro trato...
—Así es, por eso hice esa tremenda estupidez... Estaba celoso, tenía miedo de que un tipo como él te alejara de mí...
—¿Y era necesario humillarme de esa forma?
—No, por supuesto que no...
—Ahora que sabes por todo lo que he pasado, ¿cómo crees que me siento al saber que te atreviste a exponerme de esa manera?
—Yo...
—Me siento sucio —reconocí con lágrimas en los ojos—. Más sucio que cuando te vendí mi cuerpo por dinero por primera vez...
Así fue como perdí el control por completo.
—Dan, lo siento, yo...
—¿Y qué hay de ti, Yoongu? ¿No se supone que somos amigos?
—¡Lo somos!
—Entonces, ¿por qué no me lo dijiste?
—Recién me enteré ayer. Quería saber qué te decían los médicos antes de contarte algo así... No tenía el valor de decírtelo después de verte tan mal.
—¿Tenías miedo de que me intentara lastimar?
—Sí.
—¿Y para qué hacerlo si ustedes ya me lastimaron?
Las lágrimas corrían desenfrenadas por mi rostro. Yoongu, en un acto desesperado, se arrodilló junto a mí y se abrazó a mis piernas como si estuviera suplicando perdón. Sabía que él no tenía la culpa de nada, pero ya estaba cansado de tener que soportarlo todo sin cuestionarlo. Cuando ya estuve más calmado, Heesung se levantó del suelo, queriendo que Yoongu hiciera lo mismo.
—Yoongu... vamos... suéltalo.
—No lo haré.
—Él ya está más calmado, intentemos hablar...
—No pienso hablar contigo.
—Kim Dan... yo...
—¡Tampoco le hables!
—Yo no sabía que estaba enfermo.
—Aun así, tampoco deberías habérselo dicho así como así.
—¿Pero qué querías que hiciera? Te vi junto a Jaekyung y pensé que me habías dejado porque ahora tenías una oportunidad con él...
—Ya te dije que Jaekyung nunca me gustó —declaró con firmeza—. Lo supe cuando comprendí la forma en que Dan lo miraba. Yo nunca lo vi así...
Ah, entonces él también lo sabía. Lágrimas comenzaron a caer de nuevo por mi rostro.
—¿Hyung?
—Tú siempre me comprendiste, ¿no es así?
—¿Qué quieres decir?
—¿Recuerdas cuando luché con él? —asintió—. Pedí que entrenara contigo porque pensé que a ti te gustaba. En ese momento, todavía no entendía mis sentimientos, pero tú viste a través de mí, ¿no?
—Sí.
—Entonces, ¿entiendes por qué es tan doloroso para mí?
—Lo siento, hyung, si pudiera hacer algo para...
—No, tú no —acaricié su cabello antes de pedirle que se levantara—. De todos nosotros, eres el único que nunca se equivocó.
—Dan, lo siento. No debí decírtelo así. Tampoco debí ocultarlo tanto tiempo...
—Heesung, por lo que entendí, ¿tenías una relación con Yoongu? —asintió—. Y él terminó contigo por esto, ¿no es así?
—Sí. Por eso he estado tomando desde ayer... Y en verdad, perdóname.
—Lo siento, no puedo perdonarte. Y no lo digo porque decidieras callar lo que sucedió ese día... sino porque dudaste de Yoongu.
—¿Hyung?
Ese niño no merecía estar pasando por todo esto, menos estar con personas que solo le traían problemas y sufrimiento. Él también debía aprovechar la oportunidad y alejarse.
—Yoongu, tú eres la persona más leal, honesta y amable que he conocido. Nadie que te quiera de verdad debería dudar de ti, jamás.
—Pero yo tendría que habértelo dicho en cuanto me enteré...
—Aún eres muy joven y no supiste qué hacer, no te voy a juzgar por eso...
—¿Y qué hay de mí? —me interrumpió Jaekyung—. ¿Me juzgarás?
—Ni siquiera vale la pena.
—Puedes gritarme, golpearme, decirme lo que quieras...
—Eso no cambiará lo que ha sucedido entre los dos... Además, yo ya no quiero nada de ti...
—¿Qué estás diciendo?
Cierto, ahora era el momento. Decir la verdad para nunca más volver a verlo.
—El deseo de mi abuela era que me diera la oportunidad de ser feliz junto a ti. Pero yo ya no espero nada de ti... No tiene sentido que siga estando junto a ti si es así...
—Dan... No... Por favor.
—Si alguna vez sentí algo por ti, hoy todo se acabó.
Después de decir esas últimas palabras, me di media vuelta para irme de allí, pero algo realmente inesperado ocurrió. Jaekyung comenzó a hiperventilar, como si estuviera sufriendo un ataque de pánico. Podría haberme marchado y dejarlo ahí, sin embargo, corrí a ayudarlo. No obstante, por más que intenté hacerlo volver en sí, él siguió ahogándose hasta que sus piernas cedieron y cayó al suelo. Su respiración se había calmado un poco, aunque comenzó a murmurar algunas cosas sin sentido. Al verlo más calmado, supusimos que ya se estaba recuperando, así que no intervenimos... Nunca esperamos que, en un descuido de nuestra parte, abriera uno de los frascos con pastillas del suelo y se las tragara sin dudarlo. No pude hacer nada para evitarlo. Y entonces, el mar volvió por mí. Pero esta vez era Jaekyung quien se estaba hundiendo en la oscuridad de la noche.
Reaccioné un poco al ver la desesperación de Yoongu al intentar ayudarlo. El niño lo había arrojado con fuerza lejos de los demás fármacos y estaba presionando con fuerza su estómago para que vomitara lo que alcanzó a tragar antes de que lo detuviera en el acto. Heesung estaba petrificado viendo lo que sucedía. Al estar borracho todavía, no era de mucha ayuda, por lo que tuve que presionarme a mí mismo para volver a la clínica a pedir ayuda. Al ver la situación, lo médicos lo ingresaron de inmediato y le dieron los primeros auxilios. Mientras esperábamos noticias sobre su estado, nadie se atrevió a hablar sobre lo que hizo Jaekyung frente a nuestros ojos. Al menos, hasta que una hora después llegó el entrenador Namwook, seguido de Yosep.
—¿Mi hijo? —nos gritó desesperado—. ¿Cómo está mi hijo?
—¿Quién?
—¡Jaekyung! —reparó en mi presencia—. Kim Dan... Dime, ¿qué le pasó a Jaekyung?
—Bueno...
—¿Por qué no me contestas? —insistió, sacudiéndome al tomarme de los hombros—. ¿Qué le pasó? ¿Le hicieron algo? ¿Es muy grave?
—¡Cálmate, Park! —le pidió Yosep—. Kim Dan tampoco luce muy bien que digamos.
Cuando el entrenador Namwook me soltó, pude darme cuenta de que me estaba presionando demasiado fuerte. Mi contextura era débil, pero se notaba que él también había sido un luchador por la fuerza de su agarre.
—Jaekyung está en medio de un procedimiento... Él...
—No te preocupes, hyung, yo le contaré lo que sucedió.
—¿Seguro?
—Sí. Debió de ser muy fuerte para ti enfrentarte de nuevo a algo así... Deberías ir con el psiquiatra para asegurarte de que no vayas a tener algún problema por ver...
—Pero me quiero quedar a esperar aquí.
—De acuerdo —aceptó Yoongu—. Pero si veo el menor cambio, iremos con el psiquiatra en seguida.
—¿Qué está sucediendo, Papita?
—Señor Yosep, creo que lo mejor es que el entrenador Namwook se siente para que pueda decirle lo que ocurrió.
—¿Es tan grave? —los tres asentimos—. Ya escuchaste, Park, prepárate para lo que viene.
Ambos se sentaron a un lado nuestro, mientras Yoongu permanecía de pie, intentando encontrar las palabras correctas para decir lo que hizo Jaekyung... sin hacerlo sufrir.
—Entrenador, sé que usted sabía que Kim Dan está enfermo, Jaekyung me lo comentó...
—Así es, ¿pero eso qué tiene que ver?
—Él lo ha estado cuidando porque se siente culpable... porque hizo cosas horribles mientras estaban juntos y hoy... mi hyung se enteró de algo más...
—¿Qué te hizo, Kim Dan? —quiso saber Yosep.
—Será mejor que no lo sepan —declaró Yoongu sin dudar—. El tema es que comenzamos a discutir los cuatro, entonces mi hyung le dijo que ya no quería volverlo a ver y él... sufrió un ataque de pánico.
—Oh, pensé que ya los había superado.
—¿Cómo? —Namwook y Yosep se miraron—. ¿No es la primera vez que sufre un ataque de pánico?
—No. De hecho, los tiene desde que tenía ocho años. Pero a él nunca le ha gustado estar medicado y abandonó la terapia cuando tenía dieciocho. ¿Por eso lo hospitalizaron?
—No, entrenador —siguió explicando Yoongu—. En medio de su colapso, tomó las pastillas que le habían recetado a Kim Dan y se las tragó sin pensarlo... Él intentó suicidarse.
Yoongu tenía razón. Si no hubiese sido porque estaba sentado, el entrenador Namwook se habría golpeado contra el suelo al haberse desmayado. Yo sabía que Jaekyung tenía una relación algo compleja y cercana con el entrenador, pero nunca me esperé que realmente lo quisiera como a un hijo. Tampoco que supiera cosas como esas, cuando Jaekyung es reservado y no le gusta demostrar ningún tipo de debilidad. Al ver que el entrenador todavía no se recuperaba de la impresión, Yosep fue a buscar ayuda de una enfermera. Lo atendieron de manera ambulatoria y lo conectaron a un suero para que no volviera a perder la conciencia.
Mientras tanto, Yoongu y Heesung se apartaron para discutir sobre algo. Yo no me acerqué por miedo a empeorar la situación entre ambos, pero a lo lejos se notaba que Heesung ya había recuperado su sobriedad y estaba intentando dimensionar lo que provocó su arrebato de ebrio. Luego de su conversación, el actor se marchó sin despedirse de nadie, para luego regresar en la noche, declarando que se hizo cargo de cualquier grabación o registro que pudiera existir de lo sucedido. Como Yoongu había estado pendiente de todos, lo enviamos a su casa, siendo acompañado por los entrenadores. A pesar de haberse quedado conmigo, Heesung no se atrevió a entrar al cuarto de Jaekyung para verlo, por lo que se quedó en la sala esperando por noticias.
No recuerdo muy bien qué hice mientras lo estuve esperando. Recuerdo que muchas veces pensé en irme sin despedirme, pero también hubo ocasiones en que lloraba aferrado a sus manos, pidiéndole que despertara para hablarlo. Sé bien que él me había lastimado demasiado; sin embargo, al verlo así de desesperado y necesitado, me permitió comprender que mis sentimientos no eran solo una ilusión de mi parte. De alguna forma, él me quería. Es más, podría incluso amarme más de lo que él mismo querría. Así que ya no podía abandonarlo, no sin antes darme la oportunidad de profundizar en la razón y profundidad de su afecto. También para que me explicara sobre su incapacidad para recibirlo y ofrecerlo.
Luego de tres días, Jaekyung recuperó la conciencia y despertó siendo un hombre nuevo. Sus palabras estaban llenas de heridas, miedos y arrepentimientos. Parecía un niño perdido, confundido, pero con ganas de ser abrazado por alguien hasta sentirse en casa. Todavía no podía permitirme aferrarme a su declaración, aunque eso significara una alegría para mi corazón. Aún nos quedaba mucho camino por recorrer; sin embargo, después de haber estado tanto tiempo en la noche más oscura, ambos nos pudimos encontrar en una mañana más brillante.