ID de la obra: 1260

Jaekyung y Dan: ¡Hazme algo! (Jinx)

Slash
PG-13
En progreso
0
Tamaño:
planificada Midi, escritos 164 páginas, 57.286 palabras, 17 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

XVI

Ajustes de texto
CAPÍTULO 16: LAS SECUELAS DEL AYER «No se trata de olvidar, se trata de seguir adelante a pesar del pasado que nos lastima». La noche llegó a nosotros sin que nos diéramos cuenta. A pesar de haber hablado con Kim Dan y con papá sobre lo ocurrido, todavía no era capaz de comprender del todo lo que había sucedido en estos últimos tres días. Supongo que algo en mi interior se resistía a aceptar que estuve a punto de morir porque pensé que vivir ya no valía la pena... Recordar ese momento exacto, la sensación del frasco en mis manos, las pastillas atorándose en mi garganta... Aún no me atrevía a reconocer que había tomado la decisión más valiente y más cobarde de mi vida. Tampoco que la razón por la que pensé que yo ya no tenía ni salvación ni escapatoria se debía a que, después de todo el daño que le había hecho, era evidente que Kim Dan nunca me querría ni llegaría a querer. Y si así era, ¿qué iba a hacer con todo lo que sentía en mi corazón? Una presión en mi pecho me hizo recordar que no debía pensar ni sentir demasiado todavía. Estaba delicado física y mentalmente, por lo que tenía que ser cuidadoso para no provocarme algún tipo de crisis mientras me recuperaba de lo que hice. Aun así, me di la oportunidad de sentirme sobrecogido por los sentimientos que me generaba su sola presencia. Kim Dan se había dormido en el sofá para visitas hace algunos minutos, y no he podido apartar mi vista de su rostro tranquilo. Mi querido Dan...  Dios mío, ¿de verdad será así? ¿Acaso me volveré como el idiota de Heesung cuando se enamora? ¡No puede ser! Bueno, es que Dan... Está bien, lo admito, está siendo difícil para mí reconocer la profundidad de mis sentimientos. Y es que sentir demasiado da miedo. Ciertamente, todos los sentimientos y emociones que me provocaba el haberme enamorado de Kim Dan me daban una sensación indescriptible de vulnerabilidad. No obstante, debo reconocer que esto también era lo más real que había sentido en mucho tiempo. Supongo que el amor, que había sido tan esquivo conmigo, me golpeó con todas sus fuerzas esta mañana y no quería abandonarme. Primero fue Kim Dan, luego el entrenador Park, después mis pequeñas Minji y Minha; incluso Yoongu obtuvo algo de mi afecto tan escaso durante el día. Maldición, creo que hasta el idiota de Heesung podría haber obtenido un poco si tan solo se hubiera dignado a dirigirme la palabra... Supongo que tendré que arreglar mi relación con él más tarde. Alguien golpeó la puerta, interrumpiendo el curso de mis pensamientos. Se trataba del psiquiatra que nos había atendido esta tarde... Es decir, el psiquiatra que atendió a Kim Dan hace tres días... —Disculpe, vengo a hacer la ronda correspondiente. —Me encuentro bien. —¿Tiene problemas para dormir? —Supongo que mi cuerpo piensa que ya durmió lo suficiente. —Es una posibilidad. —¿Debería intentar dormir? —Sí, sería lo más conveniente —revisó unos documentos que traía consigo—. Su tutor nos indicó que tiene problemas de insomnio. —Así es. —Podríamos darle algún inductor del sueño, pero sería peligroso considerando que usted utilizó esos medicamentos en exceso hace poco... —Comprendo —posé mi mano sobre mi estómago—. ¿Puedo tomar algún tipo de infusión? Recuerdo que Kim Dan me solía preparar... —Una infusión de valeriana, ¿no? —¿Cómo lo sabe? —Hace un par de horas me lo crucé en uno de los pasillos y me preguntó si podía darle valeriana para ayudarlo a dormir. —¿De verdad? —asintió. Por la expresión del psiquiatra, supuse que debía tener una sonrisa tonta estampada en la cara. Su acción me hacía sentir querido y cuidado. Después de todo lo que había pasado, él seguía estando preocupado por mí. —Pero me temo que no es una opción para usted. Por algunos días debe permanecer alejado de las medicinas con facultades de sedación, no importa si estas son sintéticas o naturales. —Bien. —Además del insomnio, ¿siente algún otro malestar?, ¿ha podido identificar algún indicio de una posible crisis de ansiedad o crisis de pánico? —No, me siento tranquilo —lo pensé detenidamente—. Demasiado tranquilo. —Puede ser que aún haya efectos sedantes en su sistema o también sea un tipo de respuesta ante el trauma. De todas maneras, lo tendremos en observación durante una semana. —Pero a Kim Dan lo dieron de alta en tres días, ¿no me puedo ir mañana? —Lo lamento, señor Joo, pero en el caso del señor Kim hubo una serie de errores de procedimiento. —Yo insistí en que podía tratarlo en Seúl, fue por eso que... —No, fue un error de praxis —observó un instante a Kim Dan y luego a mí—. Según mi criterio, él debería estar internado por un tiempo. —Entonces, ¿por qué está acostado en mi cuarto? ¡Hágalo! ¡Intérnelo! Yo pagaré todos los gastos... —No se trata de un problema económico, señor Joo. Es algo más complejo. —¿De qué se trata entonces? —La única manera en que podamos internarlo es voluntariamente. Ese día... conversamos de la posibilidad después de que usted se fuera. Él la descartó de inmediato... —Pero él no puede cuidarse a sí mismo, y yo... yo ya no confío en que pueda cuidarlo. —Debido a la negligencia del personal de urgencias, perdimos la oportunidad de gestionar una internación cerrada. Estas se realizan cuando el paciente se encuentra en un estado mental que puede ser peligroso para su integridad, como un intento de suicidio... —Si es así, ¿no deberían internarme también...? —Su caso es distinto. Nunca ha presentado ideación suicida, según los informes psicológicos que presentó su entrenador, y podemos suponer que no fue premeditado. —¿Y eso significa que...? —El equipo de salud mental del centro ha declarado su caso como autolesión provocada por una crisis de pánico fuera de control, más que como intento de suicidio. El informe realizado en la tarde respalda nuestra hipótesis... —Entonces, luego de una semana, podré volver a casa sin problemas... ¿No es así? —Sí. Pero deberá asistir regularmente al psicólogo y al psiquiatra. También podría indicarse que sea derivado a algún tipo de terapia ocupacional durante un tiempo. —¿Y qué hay de Dan? —quise saber con preocupación—. ¿Cómo lo puedo ayudar? —Convénzalo de programar una internación voluntaria. Nosotros nos encargaremos del resto. Dicho esto, el psiquiatra registró en mi ficha los indicadores de mi monitor y continuó con su ronda. En cuanto se fue, mi mirada se dirigió a Kim Dan de nuevo. Él se veía algo incómodo en su sueño, lo suficiente como para pensar que estaba teniendo una pesadilla. Por más que quisiera dejarlo dormir por más tiempo, sus suaves quejidos me hicieron levantarme de la cama para ir a despertarlo. Entonces, pude entender que no se estaba quejando, sino que estaba murmurando algunas incoherencias... Eso despertó mi curiosidad, así que me quedé muy cerca de él para poder escuchar qué decía en realidad. Pero solo pude captar algunas palabras: abuela, trato, mar, Jae... —¡Kim Dan! —¿Señor Joo? —preguntó confundido. —¿Qué estabas soñando? —Yo... Espera... Creo que no lo recuerdo. —¡No me mientas! —¿Por qué lo haría? —Estabas murmurando algo y... ¡Esto es mi culpa! —No sé de qué estás hablando. —No puedes olvidarlo... Lo que te hice... Te sigue atormentando. —Jaekyung, cálmate. —Tú no puedes perdonarme. No debes hacerlo. —Jaekyung... —Tampoco debes amarme. Es un error. Ante la perspectiva de que Kim Dan pudiera dejarme en realidad, comencé a hiperventilar. —Jaekyung, mírame, debes intentar tranquilizarte. No sé qué estás pensando, pero no soñé nada... Al menos, no lo recuerdo. —Yo... Te lastimé... Debes odiarme... Lo sé. —Sí, es verdad que te odio —confirmó mis peores temores—. Sin embargo, comprendí que te amo más de lo que te odio. Por eso estoy aquí. —Pero yo... No lo merezco... No te merezco. —Me lastimaste, sí. No obstante, ahora te estoy dando la oportunidad de redimirte. —¿Cómo...? —me esforcé en tranquilizarme—. ¿Qué quieres que haga? Kim Dan se me quedó mirando un instante antes de tomar mi mano y responder con su rostro completamente sonrojado: —Demuéstrame que me amas. —Está bien, lo haré. Puedes pedirme lo que sea y te lo daré... —¿Por qué suenas como si me estuvieras ofreciendo dinero? —Porque es lo único que tengo para dar... Si quieres, todo lo mío puede ser tuyo. —Eso no es lo que quiero, Jaekyung. —Entonces... —Te quiero a ti —apretó mi mano—. Solo quiero al tipo rudo que estuvo a punto de llorar por confesar sus sentimientos. —¿Quieres que me vea patético? —No, quiero que seas fuerte, pero también vulnerable. Así entenderás cuánto me lastimaste, y también podrás protegerme cuando vengan los fantasmas y temores a intentar derribarme... Las lágrimas que comenzaron a caer lentamente por sus mejillas me confirmaron que Kim Dan recordaba lo que estaba soñando. Y que, en su inconsciente, yo no podía ser realmente digno de su afecto. Por más que me quisiera, lo había lastimado tanto que su amor se había contaminado. Y él no lo merecía. Dan debía ser amado y amar sin preocupaciones ni temores. Mis sentimientos no podían opacar sus propias necesidades. Él necesitaba sanar, y no lo haría estando conmigo. Esperé a que se calmara un poco para poder hablarlo. —¿Dan? ¿Ya estás mejor? —Sí, lo siento. —No te disculpes —le pedí, soltando su mano—. No cuando todo fue mi culpa. —¿Seguirás con lo mismo? —Sí, voy a seguir. Lo haré hasta que entiendas que no debes estar conmigo. —No será que tú no quieres estar conmigo, ¿o me equivoco? —¿Qué quieres decir? —Te confesaste, me confesé... Eso debería bastar para que decidamos estar juntos... Pero tú sigues insistiendo en que no deberíamos... —Es que yo te lastimé demasiado... —Ya parece excusa... —su voz volvió a sonar temblorosa—. Quizás te da vergüenza estar con alguien como yo... alguien que se vendió y... —No, Dan, no sigas... —¿Entonces qué esperas que piense? —Yo solo estoy pensando en tu bienestar. —Y me estás lastimando en el proceso... Deberías pensar más antes de hablar. —Lo siento. —Será mejor que me vaya... —¿Y dónde te quedarás? —lo detuve, sujetando su mano—. Recuerda que no puedes quedarte solo... —¿Y qué te importa a ti? No quieres escucharme, así que no tengo la obligación de escucharte... —Es distinto. —No lo es. Te estoy diciendo que te amo, que quiero estar a tu lado, que voy a dejar atrás nuestro pasado y tú insistes en que no debería darte una oportunidad... Ya sé que no debería, me duele cada vez que me recuerdas lo que hiciste, pero me temo que me dolería más renunciar a ti... Nuevas lágrimas cayeron por sus mejillas. Me faltará vida para compensarle todas las veces que lo he hecho llorar. En lugar de limpiarlas con mis manos, cedí ante mis instintos y deposité suaves besos en sus mejillas, capturando el sabor salado de sus lágrimas en mis labios. Él no dijo nada, solo se limitó a controlar su respiración y a reprimir sus fugaces suspiros. —¿Por qué me haces esto? —Solo estoy pensando en lo mejor para ti. —¿Qué hay de ti? ¿Qué quieres de mí? —Quiero que seas feliz —deposité otro beso, ahora en su frente—. Y no lo serás si estás junto a mí. —¿Cómo puedes estar tan seguro? —Porque yo siempre seré parte de un pasado que no quieres recordar... Conmigo será más difícil que logres sanar y... —¿Piensas que todo se solucionará renunciando a mí? —No, pero deberías priorizarte a ti por sobre los demás... —Pero me amas, ¿no? —Así es, lo hago. —Demuéstramelo, pídeme que me quede, suplícame por la oportunidad que tanto te has esforzado en desperdiciar... —No puedo... —tomé su rostro para acercarlo a mí—. Porque te amo, puedo renunciar a ti. Lo besé. Lo besé como si no hubiera un mañana. Lo besé como si no se estuviera derrumbando mi mundo mientras nuestras bocas saboreaban la mezcla de nuestras propias lágrimas. Deseaba tanto poder aferrarme a él como me pedía, pero yo ya no quería ser ese ser egoísta que siempre fui. No, Kim Dan debía ser mi prioridad, incluso si eso significaba tener que lastimarme. Nos separamos porque a ambos nos faltaba la respiración. —¡Jae...! —lo dijo con tan cariño, con tanto dolor, que me arrepentí de inmediato. —Perdóname, no quiero seguir lastimándote. —Entonces aférrate a mí, no me sueltes nunca. —Pero yo soy... —¡No importa! ¡No me importa! —Dan... —Solo quiero que estés junto a mí. —Oye... —Encontremos el modo de superar lo que nos pasó, tanto tú como yo, encontraremos la forma de amarnos sin importar las secuelas del ayer. —Está bien. —Lo haremos juntos. —Por supuesto. —Entonces, no me vuelvas a pedir que me aleje de ti. Recordé lo que me dijo su psiquiatra. Haría todo lo que Kim Dan me pidiera desde ahora, pero eso era algo que no podía dejarlo pasar. Si lo íbamos a intentar, debíamos hacer todo nuestro esfuerzo para mejorar... y eso significaba que se tenía que internar. —Yo... solo déjame hacerlo una última vez. —¿Qué? —Tu psiquiatra vino hace poco y me contó... —No digas más —se separó de mí—. No pienso hacerlo. —Pero lo necesitas... —¡No es cierto! —Si quieres que esto funcione, debes tratarte... yo haré lo mismo. —No es lo mismo. —Lo sé. —No sabemos cuánto tiempo necesite estar internado, tampoco si me dejarán salir cuando pida el alta voluntaria... Y si en ese tiempo mi abuela... —No pienses negativamente. Además, yo cuidaré de ella. —¿Lo harás? —Sí. —Yo... necesito pensarlo un poco más. —Un mes... aunque sea, hazlo por un mes. —¿Y si necesito más? —Dependerá de ti. Su expresión reflejaba la contradicción que le provocaban mis palabras. En el fondo,  Kim Dan sabía que necesitaba internarse por su propio bien, pero aceptarlo debía sentirse como haberse rendido ante sus problemas mentales. Yo mismo me sentía derrotado por lo que había hecho, así que podía ponerme en su lugar sin dificultad. Por lo mismo, volví a mi camilla con la esperanza de que él decidiera hacerlo. Ya era demasiado tarde y sería mejor que lo meditáramos más tranquilos en la mañana. —Será mejor que lo conversemos con más calma cuando amanezca. —Supongo. —Deberías acostarte también. —Sí. Observé cómo se acomodaba en el sillón para las visitas. Su mirada perdida estaba puesta en la noche que se asomaba por la ventana. —Lamento haberte hecho llorar. —Ya estoy acostumbrado... —Dan... —Lo siento, no quería sonar así... —Tranquilo, me lo merezco... —No, yo... —suspiró—. Tienes razón, no estoy bien. —Entonces, ¿lo harás? —Creo que sí. —¿Cuándo? —Después de que te den de alta. —¿Por qué? —Quiero ir a visitar a mi abuela antes de hacerlo... —¿Y quieres que te lleve? —No, puedo pedirle a Heesung que me lleve... o a Yoongu. —Entonces, ¿por qué esperar? —Porque quiero que me lleves a la clínica, Jaekyung. No quiero ir solo a hacer los papeleos ni llevar mis cosas. —Comprendo. —Y luego de ese mes, volveremos a estar juntos... ¿No es así? —Sí, estaremos juntos. Al escucharme, volvió su vista hacia mí y capturó mi mirada. Por un breve instante, pude ver en sus ojos algo más que lágrimas. Había un cierto brillo de esperanza oculto en sus pupilas cafés. Él seguía estando roto, pero después de varios días, por fin pude ver que se estaba aferrando a algo... Y me llenaba el corazón saber que ese algo era yo. Ambos nos estabamos aferrando al otro, y eso era todo lo que necesitábamos.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)