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Capítulo 22: Revelaciones VI Esa misma noche. Irasue permanecía en su alcoba, mirando por la ventana. Estaba algo preocupada por el tema del territorio a ceder, y también por cómo decirle a Lord Kiba que debía cooperar en esto. Soltó un largo suspiro y se dirigió a su lecho, ya pensaría en algo más adelante. Después de todo, existían muchos registros y documentos que pertenecieron a InuTaisho y sólo era cuestión de buscar la información adecuada que pudiese ayudarles. Tomó la piedra Meido entre sus manos y se entretuvo mirando el suave destello. Aunque fue necesario rememorar cosas tristes, ahora se sentía mucho más desahogada. Quizás el dolor no desaparecería pronto, pero sabía que esto era un gran avance. Jamás perdonaría a InuTaisho, pero tampoco se permitiría caer presa del rencor pasado. —Fuiste un maldito ambicioso— sonrió un poco. —Hiciste muchas cosas para ganar el poder y casi lo conseguiste en su totalidad… casi— acarició la amatista y su gesto se volvió sutilmente burlón. —Pero esto jamás fue tuyo, y no sabes cuánto disfruté tu frustración al no poder obtenerlo, bastardo. — Su mente viajó al pasado en un instante.:*=*=*=*=*=*=*:
Irasue no estaba de buen humor. Su esposo la había hecho enojar con el tema de Oyakata y los clanes leopardo. Ella no podía creer que él le hubiese propuesto semejante idea: Hacer que los Nekomata no sólo fuesen intermediarios con otras especies, sino que también actuaran como agentes de “convencimiento forzado” para aquellas criaturas que no aceptasen las órdenes del Lord. —¿Cómo se te ocurre tan desagradable idea?, los Nekomata jamás usarían sus poderes para afectar a otros youkais— había dicho ella. —No puedes siquiera insinuarle eso a Oyakata, él es un demonio muy respetable, y aunque esté dispuesto a seguir tus órdenes, no estará de acuerdo con esto. — —Es sólo una idea, después de todo, él me debe obediencia, así como todos los demás nobles— respondió indiferente InuTaisho. —Además, es para el beneficio del Oeste, necesitamos extender las fronteras. — —Por favor, reconsidera tus métodos, Oyakata es muy leal a la casa InuYoukai, y los felinos son importantes para el territorio, no los obligues a realizar cosas deshonestas— pidió Irasue, intentando ser diplomática. —Lo pensaré— dijo el Lord. —Pero ten en cuenta que, todo lo que hago, es para el beneficio del mandato Inugami. Recuerda que yo le prometí a tu padre llevar al Oeste a lo más alto. — En ese instante, ella pudo notar el cinismo y la ambición en sus palabras. InuTaisho tenía un objetivo muy claro para el futuro de la zona cardinal, y también dejaba entrever que nada lo detendría. La señora de Occidente no podía hacer gran cosa al respecto, a pesar de tener poder. Para despejarse del mal trago, decidió salir un rato a pasear. No tenía pendientes por revisar, y tampoco quería verle la cara a su marido por un buen rato. Así que, transformándose en su forma bestial, se alejó volando del palacio. … Un par de horas después, se encontraba en los límites del territorio que colindaba con las tierras del dragón Ryukotsusei. El señor del Este no se había dejado ver desde hace algunos años, y ella no estaba segura si aceptaría la invitación que InuTaisho le había hecho a él y a los otros Lores, para ver la posibilidad de una coalición. Ya se lo había dicho en el cortejo, el Inugami planeaba una poderosa alianza con todos los gobernantes para obtener un beneficio mayor. Poder. El poder lo era todo para el gran demonio canino. Y evidentemente, una asociación con los otros señores cardinales era una forma de obtenerlo. Después de todo, si había fallado al robar las habilidades del Shinigami, buscaría el modo de conseguir otro tipo de ventajas. Eso era algo que Irasue debía reconocerle a su segundo esposo: Él jamás desistía de sus propósitos y ambiciones. Cosa que la enfurecía hasta cierto punto, porque era muy consciente de lo que el Inugami era capaz de hacer. Apenas habían pasado dos años desde que ella se casó con él, y poco a poco empezaba a ver los progresos en el Oeste. El territorio ya era próspero cuando sus padres gobernaban. Pero, una vez que InuTaisho empezó a dirigir, los cambios se hicieron notar rápidamente. Negociaciones con algunas ciudades del continente que trajeron nueva riqueza. Alianzas benéficas con ciertas comunidades visitantes, que terminaron asentándose en estas tierras y compartiendo sus conocimientos agrícolas. Tratados de paz con razas agresivas de youkais que aceptaron unirse al ejército Occidental a cambio de techo y comida fijas. Y, por último, la reciente expansión de las fronteras, gracias a más pactos elaborados con otros pueblos. Todo aquello era una evidente muestra de poder y liderazgo. Lo malo era que, el señor de Occidente no siempre hacía todo por el buen camino. Y el hecho de que pretendiera usar a los Nekomata para forzar a otros seres a ceder sus tierras, era un ejemplo de ello. Irasue no estaba segura de lo que sucedería en el futuro, pero en verdad deseaba que InuTaisho recapacitara. —No es tan fácil como deseas, y no siempre podrás obtener todo lo que quieres— murmuró por lo bajo, mientras caminaba por un paraje. —Eres un buen líder, pero no tienes tacto alguno con quien expresa la más mínima muestra de oposición a tu forma de pensar. — Avanzó hasta llegar frente a un lago, tras lo cual, buscó un lugar para sentarse. Una vez lo halló, se quedó mirando a la nada, distrayéndose brevemente con la hermosa vista y los sonidos cotidianos del bosque. —No me imagino de lo que serías capaz si hubieses conseguido el poder de Narashinki— sujetó su collar y observó la amatista. —Tanto poder en las manos de alguien como tú, sería un grave error. — Acarició la gema con sus dedos y ésta comenzó a brillar, proyectando un suave halo de luz que comenzó a crear un portal frente a ella. La fisura tenía forma circular y no rebasaba el metro de diámetro, convirtiéndose inmediatamente en una “ventana” hacia el inframundo. Irasue se quedó mirando dentro del vórtice, donde se podía apreciar un paraje similar a una costa con un océano en constante movimiento. Sin embargo, el agua era rojiza y la arena de la playa tenía un color metalizado. El ambiente era extraño, la luz crepuscular permitía ver claramente un “cielo” de tonalidades negras, rojizas y violáceas, salpicado de titilantes “estrellas”. El inframundo era un lugar extraño y misterioso. Esta no era la primera vez que la joven demonesa hacía algo así. Tiempo después de que la esencia de Narashinki se “despidiera”, Irasue comenzó a prestar más atención a la gema y lo que podía hacer con ella. Luego de la revelación de Totosai, supuso que dicho mineral era especial, así que investigó acerca del mismo, aprendiendo lo valioso que podía llegar a ser por su capacidad sobrenatural de almacenar poder. La amatista espectral guardaba las habilidades del Shinigami, por lo tanto, estaban disponibles para su uso. Y eso lo aprendió por mero accidente: Tocando la joya y pensando en él al mismo tiempo. Aquella ocasión, consiguió que un diminuto portal se abriera en la pared de su habitación. Al principio se asustó, pero no tardó demasiado en razonar de que se trataba. Con sólo pensarlo, y acariciando todavía la gema, consiguió cerrarlo. Repitió la acción varias veces, hasta lograr entender un poco cómo funcionaba dicho poder. Y con el paso de los meses, su habilidad para manipular los portales se perfeccionó, logrando abrir vórtices de mayor tamaño y complejidad. Incluso llegó a descubrir cómo usar dichas “puertas” para ir de un lugar a otro, empleando el inframundo como un puente dimensional. Evidentemente, nunca se adentró más de lo necesario, y siempre realizó sus prácticas lejos del palacio y de las miradas indiscretas de cualquiera. En especial de InuTaisho. Irasue no estaba dispuesta a compartir éste conocimiento con nadie, y mucho menos con él. Jamás. … Ahora estaba aprendiendo a contrarrestar la muerte. Cerró la “ventana” hacia la extraña costa del inframundo y se puso de pie con un claro objetivo en mente. Miró de un lado a otro y olfateó el aire en busca de algo. Y para su buena suerte, detectó el aroma de un par de ciervos no muy lejos de donde estaba. Se encaminó al lugar hasta llegar a una hondonada no muy profunda. Manteniendo oculta su presencia sobrenatural, la joven Inugami observó la escena: Un cervatillo trataba con insistencia de “despertar” a su madre, la cual yacía tirada en el suelo, con la cabeza sangrando todavía. Al parecer, no vio por dónde andaba y cayó en el gran hoyo, golpeándose contra las rocas del fondo. La cría buscó la forma de bajar por otro lado para alcanzarla, pero era evidente que no podía hacer nada, la cierva ya estaba muerta. Irasue decidió intentarlo. Se aproximó despacio y descendió hasta donde estaba el cuerpo del animal, pero no pudo evitar que el cervato se asustara y huyera, aunque sin alejarse completamente del lugar. Pudo ver que la sangre aún no se coagulaba, lo que significaba que tenía poco tiempo el accidente. Se quitó el collar y colocó la piedra Meido sobre el cuello de la gacela. —Por favor, ayúdame a revivir a esta criatura— susurró en voz baja, mientras acariciaba la gema. Sus pensamientos se enfocaron en traerla de nuevo a la vida, sintiendo claramente que la amatista comenzaba a “latir” con suavidad, desprendiendo su curioso brillo. Pasaron unos cuantos segundos y la Inugami pudo notar que los párpados del animal se abrían despacio, revelando unos oscuros ojos que se percibían muy vivos. Después, notó la sacudida de su cuerpo y el reinicio de su respiración, para finalmente, incorporarse sobre sus cuatro patas con un poco de torpeza. La cierva estaba viva una vez más. Ésta la contempló brevemente y después se dio la media vuelta, alejándose tranquila, mientras emitía un berrido para llamar a su cría. El cervatillo llegó de inmediato, restregándose contra ella en lo que parecía un cálido saludo. Ambos animales subieron por el tramo de tierra que los sacaría del barranco, e Irasue no pudo evitar sonreír ante lo que había conseguido. —Esto es sumamente valioso— murmuró, recogiendo el medallón del suelo y colocándoselo de nuevo. —Gracias Narashinki. — … Después de aquella experiencia, a la señora del Oeste le quedaron en claro dos cosas: La primera, ahora podía manejar el poder del Shinigami. La segunda, absolutamente nadie debía saberlo. Ella no estaba segura de sí lo que hizo con la cierva tendría consecuencias, o si alguien se percataría de que utilizó dicha habilidad sobrenatural para abrir portales. No obstante, con el paso del tiempo, comprendió que no había nada que temer, y sí mucho que resguardar. Semejantes habilidades no podían ser usadas a diestra y siniestra. Narashinki se lo dijo una vez, era una gran responsabilidad el poder manipular la muerte y abrir caminos al inframundo. Y aunque, en un principio, Irasue pensó en utilizar esto contra InuTaisho para vengarse, tomó la decisión de no hacerlo. El poderoso Inugami ahora tenía un puesto en la jerarquía del Oeste que no podría ser cubierto tan fácilmente si llegase a faltar. Además, dicho escenario implicaría un riesgo para ella misma, debido a que muchos nobles y generales la verían con malos ojos si de pronto quedase viuda por segunda vez y en tan poco tiempo. Y es que era innegable, todo lo que hacía InuTaisho, simplemente lo encumbraba más y más. No había posibilidades de atentar contra él y salir bien librada. Irasue tuvo que resignarse y tragarse su dolor para continuar con la fachada de esposa digna y así conseguir disimular ante los demás. Ella era la consorte del Lord, todo estaba bien. Y quizás lo único que la consolaba era que, él jamás podría esgrimir semejante poder.:*=*=*=*=*=*=*:
Su remembranza finalizó. Suspiró con cansancio y se recostó, mañana debía continuar revisando con el escribano el tema de los tigres blancos y buscar la mejor manera de solucionarlo.:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:
Al día siguiente. Irasue se encontraba de nuevo en el despacho junto con la vieja comadreja. Continuaban examinando algunos escritos y actualizando la documentación que le permitiría entregar las tierras solicitadas por el pueblo Tora. Mientras ella revisaba la información legal, el Kamaitachi terminaba de actualizar la cartografía del Oeste. —Mi señora, ¿Puedo preguntarle algo? — interrogó, mientras dejaba a un lado el mapa. —Dime— respondió ella sin voltear a mirarlo. —Sé que no viene al caso en éste momento, pero quisiera saber si ha pensado en una forma de lidiar con los humanos más adelante. Es decir, creo firmemente que, en la próxima reunión de Lores, podrá solucionar el conflicto con la casa ToraYoukai. Pero, aquellas criaturas rencorosas, son un caso aparte. — La demonesa exhaló antes de contestar, sabía perfectamente que no sería tan fácil tratar con los humanos. —Es una gran pregunta— dejó de leer su pergamino para mirarlo. —Y me temo que aún no tengo la respuesta— tomó un vaso con agua que tenía cerca y bebió un sorbo. —Es probable que Sesshomaru continúe resistiéndose a la idea de hablar con ellos, como sugirió Lord Ryujiro. — —Comprendo, es un tema difícil en verdad— confirmó el escribano, haciendo un gesto meditabundo. —Es una verdadera lástima que la mayoría de los felinos Nekomata hayan sido expulsados del territorio, ellos serían muy útiles en una situación tan tensa como esta. — —¿Tú lo crees así? — preguntó Irasue. —Sí mi Lady, yo tuve la oportunidad de trabajar con ellos hace tiempo, mucho antes de que su difunto marido los expulsara— hizo un gesto desanimado. —El señor InuTaisho ya me había dado órdenes específicas para infiltrarme entre sus filas como espía. Él no confiaba en los Nekomata y quería saber qué murmuraban a sus espaldas. — La Inugami escuchaba atentamente. Ya sabía que InuTaisho nunca fue del agrado de Oyakata desde que se casó con ella. Sin embargo, el felino nigromante se mantuvo fiel, tratando de llevar una relación pacífica con él. Funcionó por algunos años, InuTaisho sólo les pedía apoyo para negociar con los youkais ajenos a la región. Pero, conforme crecía el poder del territorio, su ambición lo hacía también. —No obstante, cuando estuve viviendo un tiempo con ellos en su comarca, me di cuenta de que eran bastante pacíficos y razonables— prosiguió el escribano. —Los felinos tenían una facilidad innata de convencer a otras criaturas para hacer negocios, para formar alianzas y para que aceptasen unirse a la zona cardinal y accedieran a vivir bajo el gobierno Inugami, con todos los beneficios que eso implicaba— resopló un poco y se rascó la nuca. —Incluso fui testigo de su capacidad diplomática cuando empezaron a hablar con los humanos que vivían en los límites del Este. — —Vaya, no sabía eso— mencionó la demonesa. —Pensé que los Nekomata no trataban con humanos. — —Así era antes, desde la antigüedad se estableció que los youkais debían mantenerse a distancia de esas criaturas, para evitar conflictos. Pero en aquellas épocas no consideraron que las poblaciones crecerían y se propagarían, así que los encuentros fueron inevitables. En ese entonces, los Dragones fueron los primeros en pensar que lo mejor sería sobrellevar una buena relación con ellos, y estas ideas también fueron aprendidas por los antiguos Nekomata— hizo una mueca de decepción. —Lamentablemente, los demonios más poderosos de otras especies no estaban de acuerdo, así que los felinos mantenían a raya sus interacciones con los humanos. — —¿Y llegaste a descubrir algo más viviendo entre ellos? — inquirió la soberana. Su pregunta tenía implícita otra intención que el viejo youkai comprendió de inmediato. La miró por un par de segundos y luego desvió la mirada con cierta vergüenza. El Kamaitachi también guardaba un par de secretos respecto al fallecido Lord, y quizás había llegado el momento de revelarlos. Ya no tenía nada que perder y al menos su conciencia descansaría un poco. —Tienes algo que revelar, ¿No es así? — insistió ella. —¿Tal vez acerca de Oyakata? — Irasue se refería a lo sucedido con el felino nigromante: El macabro estado de momificación en el que permaneció luego de su pelea contra InuTaisho. —Sí mi señora— suspiró con cansancio la comadreja. —Hay un par de verdades relacionadas a los Nekomata y su líder supremo, de las cuales fui testigo silencioso sin querer. — La demonesa ya lo presentía. Era de esperarse, después de todo, el viejo escribano ya llevaba mucho tiempo sirviendo a la casa InuYoukai, y evidentemente, también se vio obligado a presenciar las acciones del poderoso Inugami. —Como usted sabe— prosiguió él. —Yo era un youkai nómada que iba de un lado a otro, recorriendo el mundo. Hasta que un día llegué al Oeste, cuando ya gobernaba Lord InuTaisho, y por buena suerte, conocí a Rokubi, el antiguo Kitsune que servía en su corte. — —Sí, recuerdo tu llegada, por ese entonces, el viejo zorro ya pensaba en retirarse, así que te dio la oportunidad de convertirte en su aprendiz— confirmó la soberana. —Después de que Rokubi dejase el puesto, tú te encargaste de todo lo relacionado a la política interna, leyes, decretos y papeleo administrativo. — —Efectivamente mi Lady— confirmó el escribano. —Y con el paso de los años, tuve que adaptarme a la forma de trabajar del señor InuTaisho. Él era alguien a quien le gustaba llevar el control puntual de sus asuntos, y eso incluía vigilar a cierto youkai felino y sus seguidores, quienes le daban algo de… problemas. — Irasue comprendió que se refería a los Nekomata. En aquella época, ya habían pasado muchas cosas en el Oeste, entre ellas, el nacimiento de su hijo Sesshomaru, y el comienzo del desmoronamiento de la buena relación que tenían los Inugami con la casa NekoYoukai. —Claro, InuTaisho a veces era paranoico con los demonios a los que no podía borrar del mapa sin levantar sospechas— mencionó ella. —Existían varios nobles a los que no podía tocar, porque tenían mucha influencia en la sociedad youkai del territorio, Oyakata y Arashimaru eran dos de ellos. — La comadreja asintió. —Precisamente, lo que voy a decirle, está relacionado con ellos— hizo un gesto agobiado. —No te contengas, di lo que tengas que decir, yo no te juzgaré— habló la Inugami. —Tienes mi confianza, yo sé muy bien que sólo obedecías órdenes. — —Gracias mi señora— hizo una reverencia. —Aunque, en éste caso, no se me dio ninguna orden tajante, simplemente fui un testigo silencioso. —:*=*=*=*=*=*=*:
Tierras del Oeste, comarca de los Nekomata. El Kamaitachi había recibido instrucciones de Lord InuTaisho para espiar a los felinos en sus dominios. El motivo se debía a que Oyakata y su subordinado más próximo, el dirigente de los clanes leopardo, Arashimaru, estaban tomando una actitud poco servicial para con el Inugami. En un inicio, los felinos casi siempre conseguían generar buenas relaciones sociales con muchas criaturas. Pero eso no siempre funcionaba, y no todos los youkais estaban interesados en negociar con el Oeste. Al ver que esto se repetía más a menudo, InuTaisho le pidió a Oyakata que hiciera lo posible por convencerlos, empleando las habilidades sobrenaturales de los clanes leopardo. El Nekomata nigromante estuvo de acuerdo en parte, dado que dichos negocios beneficiaban a los habitantes de la zona cardinal. Por lo que siguió las órdenes del gobernante, permitiendo que sus subordinados, manipuladores de la naturaleza, asustaran un poco a los youkais que no aceptaban las primeras propuestas pacíficas del Oeste. Lo cual funcionó por un tiempo sin necesidad de llegar a la intimidación seria. Pero, a fechas recientes, el Lord de Occidente había comenzado a tener ideas mucho más ambiciosas, posando sus ojos en tierras ajenas a su potestad. Así que le exigió mucho más a Oyakata y Arashimaru, lo que finalmente generó desacuerdos y la molestia de los felinos. —Te infiltrarás en la casa NekoYoukai como un ayudante de Arashimaru, quiero que me mantengas informado de todos sus movimientos— había ordenado el demonio canino. —Esos malditos gatos han comenzado a mostrarse recelosos de mis decisiones y no pienso tolerarlo. — Ya habían pasado dos meses desde aquella orden. El Kamaitachi fue bien recibido por el youkai de ojos verdes. A decir verdad, Arashimaru le tomó confianza rápidamente, sin sospechar que todo era un plan de InuTaisho para mantenerlo vigilado. Durante todo ese tiempo, el escribano apoyó de forma administrativa al felino, poniendo mucha atención a lo que se decía y murmuraba por ahí. Sin embargo, no escuchó nada en verdad importante. Únicamente lo más común que podría esperarse de unos subordinados que no estaban de acuerdo con los “locos” mandatos del gobernante Occidental. El escribano siempre mantuvo una actitud imparcial a pesar de tener órdenes fijas. Él no opinaba nada a favor ni en contra de todo lo que ocurría, sólo se mantenía al margen, y sus comentarios eran del tipo: Hagan lo que dice el señor InuTaisho, de esa manera se evitarán problemas. Algunos felinos no tenían problema con eso, es decir, no les molestaba demasiado intimidar un poco a otras criaturas, con tal de seguir viviendo con privilegios en el Oeste. Pero otros, no estaban de acuerdo con dichas acciones. En especial cuando éstas comenzaron a tornarse peligrosas, como, por ejemplo, alterar el clima de manera excesiva para hacer huir a los habitantes de una zona. Esto provocaba caos y conflictos con esos youkais, además de los heridos y una que otra muerte como daño colateral. Pero a InuTaisho no le importaba, a pesar de los reclamos de Arashimaru, quien era el que dirigía las misiones. La última de éstas había sido bastante problemática, ya que un grupo de demonios reptil se había negado a pagar más impuestos por permitirles vivir cerca de un lago con agradable clima. Debido a su natural sangre fría, el castigo fue congelar el agua y crear una tormenta de nieve para someterlos. Murieron de hipotermia al menos ocho lagartos. El Nekomata se sintió culpable y ya no estaba dispuesto a seguir con esto. —InuTaisho es muy negligente— se expresó enfadado. —No le importan los daños colaterales ni los rencores que puedan generar sus acciones. — —Comprendo cómo se siente señor Arashimaru, pero no hay nada que hacer— respondió el Kamaitachi, mientras acomodaba unos papeles. —Ya sabe lo autoritario que es el Lord. — —La verdad, no comprendo cómo es que un Inugami puede llegar a ser tan ambicioso— resopló con resignación el felino, sobándose las sienes. —El antiguo gobernante era mucho más moderado. — En ese instante, la puerta del despacho se abrió y una niñita parecida a Arashimaru entró corriendo. —¡Papá, ¿Ya nos vamos?! — interrogó emocionada. —¡Quiero jugar con Sesshomaru! — Él la miró con una sonrisa y le alborotó el cabello azul. —Está bien Toran, vamos a visitar a Sesshomaru y su madre. — Desde hace un par de años, los hijos de Arashimaru e Irasue se conocían. Los cachorros se habían llevado bien desde un principio y jugaban juntos en los jardines del palacio cuando el Nekomata visitaba a su querida “hermana”. Aunque, a fechas recientes, había comenzado a sentirse incómodo con esto, debido a las fricciones con InuTaisho. Pero con tal de que su hija tuviera un amigo para jugar, estaba dispuesto a tolerarlo. —Bueno, escribano, te dejo a cargo de los registros faltantes, regresaré más tarde— se despidió el felino, cargando en brazos a su hija y saliendo del despacho. —Claro que sí, no se preocupe— dijo la comadreja, regresando a sus actividades. … Más tarde. Casi anochecía cuando el Kamaitachi sintió la llegada de Arashimaru, su aura sobrenatural se percibía bastante alterada. Se asomó con discreción por la ventana del lugar, la cual daba al patio. Pudo ver que el Nekomata regresaba con su hija, pero su gesto era sumamente serio. —Toran, ve con tu madre, dile que tengo una reunión con Oyakata y que volveré más tarde. — —Está bien— respondió la pequeña felina. —Oye papá, ¿Por qué se enojó el señor InuTaisho, dije algo malo? — El mencionado negó rápidamente y medio intentó sonreír. No podía explicarle a la niña un conflicto tan serio como el que se presentó entre él y el Inugami. El Lord Occidental había amenazado con dañar a su cachorra si ésta volvía al palacio para jugar con Sesshomaru. Arashimaru ya conocía bastante bien los comportamientos oscuros de InuTaisho y no se arriesgaría a exponer a Toran. —No cariño, tú no tienes la culpa de nada, simplemente el papá de Sesshomaru es un idiota al que no le agrada nuestra especie— suspiró cansado. —Pero no te preocupes, quizás podamos visitarlo la próxima semana, ahora ve con tu madre— le sonrió un poco más. Toran asintió y se marchó al interior de la residencia donde vivía con su familia, mientras Arashimaru salía de nuevo. Se dirigió al final del pueblo, donde se ubicaba la morada de Oyakata. En silencio, el escribano lo siguió y, empleando su habilidad natural para esconderse, se aproximó lo más que pudo al lugar, ya que no podía perderse esta conversación. Dado que también había estado al servicio del felino nigromante algunas veces, conocía bien su casa y la ubicación del salón de reuniones. Así que se escabulló por los jardines, y una vez que estuvo en posición, afinó sus sentidos. Oculto entre los arbustos, con su presencia camuflada, miró y escuchó la situación que se desarrollaba dentro de la estancia, a través de un ventanal que permanecía abierto. —Buenas noches, gran Oyakata— hizo una inclinación respetuosa ante su líder supremo. —Bienvenido Arashimaru, dime a qué se debe tu visita— respondió el felino, sentado sobre unos cojines, en posición de meditación. La forma humana del Nekomata nigromante se asemejaba a la de un militar de rango elevado. Un hombre alto de apariencia madura y severa, vestido con armadura en colores negros, rojos y grises. Su piel era levemente bronceada y su cabello era de color café claro, corto y con algunos mechones en la frente. Sus ojos amarillos eran penetrantes y en general, su porte era muy rígido. —Mi señor, traigo malas noticias… es respecto a InuTaisho— dijo con fastidio. —Te escucho, ahora qué rayos quiere el gran perro. — —Lo que sucedió fue que… — Arashimaru relató los últimos eventos que más le preocupaban: La misión en contra de los youkai reptil y sus nefastas consecuencias. La visita a Lady Irasue y su hijo. La discusión con el Lord y la amenaza de agresión hacia Toran si volvía al palacio. —Maldita sea— gruñó molesto Oyakata. —¿Cómo se atreve a decirte eso?, amenazar con lastimar a un cachorro es caer demasiado bajo. — —No sólo se trató de mi hija, señor— resopló el youkai de cabello azul, frotándose el puente de la nariz con frustración. —También me amenazó con lastimar a… Irasue. — —¡¿Que?! — El Kamaitachi abrió los ojos en grande al escuchar semejantes palabras. La misma reacción desconcertada tuvo el Nekomata líder. —Sí señor, lo que escuchó— continuó el padre de Toran. —Después de que Irasue me pidió que no enfrentase más a su marido, fue por los niños al salón— apretó los puños con rabia. —En ese breve instante, cuando me quedé solo, InuTaisho volvió y me amenazó en voz baja. — —Estoy al tanto de que tú y mi esposa se conocen desde niños, y sé que le tienes mucho aprecio, así que diré esto sólo una vez: Si no te largas del Oeste y dejas de inmiscuirte en mis asuntos, le haré daño a ella. Ten por seguro que puedo hacerlo y nadie podrá decirme nada si de pronto me quedo viudo, después de todo, los accidentes ocurren— había sentenciado el Inugami. Nuevamente el Kamaitachi se quedó atónito. En cambio, Oyakata, permaneció en silencio con una expresión sombría en el rostro. —¡El muy bastardo no se inmutó en lo más mínimo al decir esas palabras! — siseó furioso Arashimaru. —¡Él sabe que quiero a Irasue como si fuese mi hermana!, ¡Por eso lo hizo, porque ya no quiere que siga oponiéndome a sus órdenes!, ¡Y en vez de intentar asesinarme, me obliga a exiliarme bajo amenaza de lastimarla! — —Tranquilízate— pidió el líder supremo de los felinos. —Comprendo tu frustración, InuTaisho es un desgraciado capaz de hacer cualquier cosa— resopló lento, poniéndose de pie y acercándose a su subordinado. —Sin embargo, no es tan fácil que haga algo en contra de Lady Irasue, eso sería demasiado sospechoso y arriesgado. — Colocó una mano sobre su hombro en gesto de apoyo, pero su subordinado no daba muestras de serenarse. —Lo estuve pensando en el camino de regreso, no deseo poner en riesgo a mi familia ni a Irasue— lo miró a los ojos con total seriedad. —Señor Oyakata, quiero apartarme de todo esto por un tiempo. Ya no soporto a ese maldito perro, ni lo que hace con las criaturas más débiles. Si no me alejo, podría ser catastrófico, y no deseo traerle problemas a usted ni a los clanes. — El nigromante lo observó por algunos segundos, notando que su lugarteniente se expresaba con total sinceridad y preocupación. —Comprendo, si esa es tu decisión, yo la respeto— asintió, mientras palmeaba su hombro. —Te propongo lo siguiente: Tú y tu familia váyanse una temporada al reino de Joseon. Ahí existe una comunidad de Nekomatas que me conocen, allá podrán vivir tranquilamente todo el tiempo que desees, y regresar aquí cuando quieras. — —O cuando InuTaisho esté muerto— murmuró desganado Arashimaru. —Esa es una idea interesante, pero que nadie te escuche decirla en voz alta— Oyakata sonrió un poco. —Recuerda que los clanes leopardo llevamos mucho tiempo viviendo aquí, y no podemos arriesgarnos a perder todo lo que hemos conseguido gracias a la alianza con la casa InuYoukai. — —Lo sé, pero es tan frustrante el tener que someternos ante ese desgraciado Inugami. Si tan sólo Narashinki siguiera vivo, esto no estaría pasando. — Oyakata asintió y ambos se quedaron en silencio, era evidente el desasosiego que sentían. Arashimaru sabía que debía marcharse para no poner en riesgo a nadie, y el nigromante aceptaba tolerar al Lord por el bien de su gente. El viejo escribano comenzó a retroceder entre los arbustos cuando los vio despidiéndose, la conversación había finalizado. Decidió mantenerse en silencio y no reportar nada de esto a InuTaisho, después de todo, la idea de que su señor pudiera hacerle daño a la soberana del Oeste, le molestó mucho.:*=*=*=*=*=*=*:
El Kamaitachi suspiró con lentitud. Revelar semejante secreto le quitaba un peso de encima. Aunque todavía se sentía un poco culpable por no haberlo dicho antes y no haber puesto en sobre aviso a su señora. —Ya veo, así que fue eso lo que sucedió con Arashimaru— murmuró ella con gesto triste. —Mi Lady, lamento no haber dicho nada antes— bajó el rostro. —Temía que su difunto esposo me cortara la cabeza si hacía mención de algo, o que la dañase a usted. — —No hay problema escribano, comprendo tu inquietud y agradezco tu sinceridad y preocupación— mencionó Irasue. —Pero InuTaisho no hubiese podido hacerme nada. Por el contrario, me hubiera gustado que lo intentara, de esa manera, yo habría tenido la oportunidad de ponerlo en su lugar— acarició con disimulo la piedra Meido. La demonesa no se sorprendió al escuchar que su difunto esposo podría haber intentado algo contra ella. Eso se podía esperar de un bastardo como él. Pero, a pesar de todo, el poderoso Inugami nunca lo hizo, y siempre mantuvo cierto “respeto” hacia ella. Al menos en aquellas circunstancias, porque en otras, le quedó a deber. La vieja comadreja no comprendió del todo las últimas palabras de la soberana, pero decidió dejarlo pasar, después de todo, aún le faltaba otro secreto por revelar. —Mi señora, si usted lo desea, puedo investigar qué sucedió con el señor Arashimaru. — —Me gustaría que lo hicieras, pero después de que termine toda esta situación— pidió ella, guardando una esperanza de volver a saber de su “hermano” felino. —Por el momento, prosigue con tu verdad, quiero conocer los detalles de lo acontecido con Oyakata. —***
Continuará… Gracias por leer. 11/Abril/2022