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Capítulo 2: Efímera Esperanza Anochecía cuando la pequeña procesión llegó al valle. Habían estado viajando por dos días a través de caminos poco transitados, evadiendo poblados y viajeros. La peregrinación de la princesa Izayoi debía pasar desapercibida y si los rumores decían que ella había muerto en el incendio del palacio, era mejor que siguieran así por ahora. Finalmente llegaron a lo que parecía ser una casa de campo o, mejor dicho, una mansión de campo. Evidentemente la construcción pertenecía a gente noble, ya que no era pequeña, tenía un gran muro rodeándola y en el portal de entrada, un par de guardias les dieron la bienvenida. El soldado que encabezaba el grupo desmontó y se dirigió a ellos. Después de un momento, hizo una señal para que avanzaran. La carreta entró a un gran patio y las puertas se cerraron detrás de ellos, resguardándolos de cualquier mirada indiscreta. La princesa y su hijo estaban a salvo por el momento. … —Bienvenida querida— dijo una elegante mujer, sentada en el centro de una sala. Permanecía recargada entre cojines y una sirvienta estaba a su lado. —Gracias… gracias por tu ayuda, tía Nozomi— contestó Izayoi, haciendo una respetuosa reverencia. —No tienes nada que agradecer niña, sabes que siempre tuve una buena relación con tu padre— dijo la mujer. —Y comprendo que buscases mi ayuda, estoy enterada de lo que sucedió en tu palacio y del conflicto que se avecina en tus tierras— explicó. —Tía… no sé qué decir, no quería ser inoportuna, pero eres la única familia que tengo ahora— habló Izayoi con un nudo en la garganta. —No tienes de que preocuparte, sabes que siempre te he querido como a una hija. Pero debo advertirte algo, si piensas quedarte aquí, tendrás que permanecer oculta. Nadie debe saber que la única hija del terrateniente está escondiéndose en éste lugar, no deseo tener conflictos— indicó la mujer mayor. —Sí, comprendo tus palabras y prometo que mi hijo y yo no seremos una carga, no estaremos mucho tiempo aquí. Además, estoy consciente de lo difícil que es para ti sobrellevar las cosas desde que eres viuda— respondió Izayoi. —Efectivamente, y a pesar de ser viuda, no he dejado de ser pretendida por algunos estúpidos nobles que intentan cortejarme. Mi difunto esposo dejó un gran título nobiliario y sus tierras son las mejores de esta región. Pero nadie hará que yo comparta esa herencia y como no tengo hijos, sólo me quedas tú, Izayoi— explicó Nozomi. —Por esto mismo, es importante que permanezcas escondida, no deseo que te acosen, o peor aún, que algún enemigo de tu padre venga a buscarte para acabar con tu vida— finalizó. La princesa se mantuvo en silencio y una tímida lágrima corrió por su mejilla antes de hablar. —Comprendo perfectamente, gracias de nuevo. — En ese momento, el bebé comenzó a llorar. La joven madre lo arrulló un poco, pero no dejaba de quejarse. —Tu hijo debe tener hambre, mi sirvienta te mostrará tus aposentos, ve y aliméntalo— indicó la tía. —Pero antes, permite que lo vea— solicitó, al tiempo que se incorporaba. Izayoi tragó saliva nerviosamente, su tía Nozomi sabía que ella había tenido un idilio amoroso y como resultado, un hijo. Pero no estaba enterada de que el padre fue un demonio. Era un riesgo, pero no tenía caso intentar ocultarlo, si su pariente le permitía quedarse ahí, debía ser sincera desde el principio. Nozomi se acercó y destapó a la criatura, que hacía muecas de molestia. La madre aguantó la respiración por un par de segundos, hasta que la señora la miró con gesto de sorpresa. —¿Cómo es posible Izayoi?, ¿Acaso te enamoraste de un monstruo? — preguntó con seriedad. Ella había identificado rápidamente que la cría era un mestizo de razas muy distintas. —Yo… Yo no espero que lo comprendas tía, pero sí, me enamoré del señor del Oeste. Amé y siempre amaré con toda mi alma al gran InuTaisho— dijo la princesa con gran convicción y seguridad en la voz. —¿InuTaisho?, ¿El gran demonio de las tierras Occidentales? — preguntó desconcertada Nozomi. La joven asintió con la cabeza, mientras abrazaba con fuerza a su hijo. —Esto es inesperado, jamás lo imaginé— la mujer mayor seguía asombrada. —Bueno, ahora no es el mejor momento para esta plática, dejémoslo para mañana. Retírate, alimenta a tu hijo y descansa. — —¿Y mis sirvientes? — interrogó Izayoi con timidez. —Ya se les asignó un lugar en los dormitorios con el demás personal, no te preocupes. — La princesa hizo otra reverencia y después se retiró, siguiendo a la sirvienta. Nozomi la miró alejarse, soltó un gran suspiro y tomó asiento de nuevo. Esta situación era complicada, pero jamás dejaría desamparada a su sobrina. La noche continuó su marcha.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Por otro lado, en tierras lejanas, se daba una extraña situación. Una hermosa mujer de elegante porte y aire soberbio, miraba a la lejanía del cielo desde el barandal de un gran balcón. Su mirada era serena y no expresaba absolutamente nada. De pronto, se escucharon pasos muy ligeros, alguien estaba subiendo las escaleras que llevaban al palco. —Por fin has vuelto, ¿Dónde estabas? — preguntó ella sin voltear a ver. —Buscando— contestó secamente el recién llegado. —Pregunté dónde estabas, no lo que hacías— increpó la mujer. —Estaba en las tierras del Este. — La elegante dama se giró despacio para encararlo, dirigiéndole una mirada autoritaria. —Deja de hacer eso, ya no eres un niño, ahora tienes una gran responsabilidad y debes afrontarla. — —¡No quiero dejar esto así, no es justo lo que hizo! — alzó la voz el hombre de fría estampa. El gesto de ella se endureció. —¡La vida no es justa, ya deberías saberlo! — pronunció con voz severa, casi represiva. —Ahora, escucha con atención, no pienso tolerar tus caprichos, no ahora que tú padre ha muerto y todo el peso del reino se viene encima de nosotros. Es tiempo de que te encargues de tus obligaciones, ya tienes edad para ello— sentenció. —Pero… ¡Maldita sea, ¿Por qué tengo que aceptarlo así nada más?! ¡Debo de arreglar esto, es una deshonra dejarlo así y mi orgullo no estará satisfecho hasta limpiar con sangre tal insulto! — gruñó con enojo. —¡Retírate, no quiero seguir escuchando tus rabietas! — ordenó la mujer. Su mirada fue tan gélida e inflexible, que terminó por someter a su interlocutor. Éste bufó con molestia antes de darse la media vuelta y marcharse del lugar. Ella lo observó alejarse, hizo un gesto de negación con la cabeza y de nuevo dirigió su atención al cielo. —Sí que fuiste un estúpido al tomar esa decisión, ahora que ya no estás aquí, tengo que lidiar con los problemas que dejaste y los berrinches de éste mocoso inmaduro— pensó para sí misma.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ha pasado una semana desde que Izayoi y sus sirvientes llegaron a la casa de Nozomi. Amanecía y todo estaba tranquilo, hasta que el llanto de un bebé se escuchó en una de las habitaciones. —Por favor InuYasha, qué deseas— dijo Izayoi, arrullando a su hijo. —Ya te cambié, ya te alimenté, ¿Qué es lo que te molesta? — se preguntaba la joven madre. —Debe tener aire en el estómago— declaró Nori, la fiel nana de la princesa. —Tiene que hacer esto… — Tomó al niño y lo colocó sobre su hombro para darle unas ligeras palmaditas en la espalda. Entonces, se oyó un pequeño eructo, al mismo tiempo que el bebé se iba calmando. —Gracias Nori, no sé qué haría sin ti— agradeció la joven con una sonrisa. A pesar de todo, seguía dependiendo bastante de sus sirvientes, incluso para atender a su hijo. —Princesa, ya sabe que nosotros estamos para servirle— indicó la señora. En ese momento, tocaron a la puerta de su habitación. —Princesa Izayoi, traigo noticias— se escuchó una voz masculina. —Adelante Yosuke. — El exsoldado de la escolta real entró al cuarto e hizo una reverencia. —Mi señora, le tengo buenas noticias, por fin hemos localizado el mejor lugar para que usted esté a salvo. Se encuentra en los límites del Norte— explicó rápidamente. —Así es princesa, ese sitio se localiza en tierras pacíficas, nadie la podrá amenazar ahí— dijo otra voz, proveniente del hombro del guardia. —Myoga, ¿Estás seguro de que ese sitio es el mencionado por InuTaisho? — preguntó Izayoi. —Sí, en aquel pueblo podrá vivir en paz. Pero debemos hacer los preparativos para el viaje lo más pronto posible, las revueltas civiles amenazan con alcanzar el territorio por donde debemos pasar— explicó la pulga. —Princesa, comenzaré a preparar todo, usted deberá avisarle a su tía que pronto partiremos— mencionó Yosuke, haciendo otra reverencia y saliendo de la habitación. Izayoi hizo un gesto de asentimiento y volteó a ver a su hijo, el cual ya dormía. Su tierna expresión indicaba que nada en el mundo le preocupaba. —Hablaré hoy mismo con mi tía Nozomi— dijo con resolución. … Más tarde. —¿Ese lugar es seguro?, ¿En serio no quieres quedarte más tiempo aquí? — preguntó la mujer mayor. —Agradezco toda la ayuda que me has brindado tía, y principalmente, que me hayas aceptado con mi bebé. Pero ahora debo hacerme responsable y seguir adelante, no quiero que tu noble apellido caiga en habladurías por mi presencia— dijo Izayoi. —Eso no me importa, lo que me preocupa es que estés a salvo tú y tu hijo. Sé que has escuchado los rumores de que te están buscando los enemigos de tu padre, pero no te preocupes, de mi boca no saldrá nada— habló la señora, condescendiente. —Y si piensas marcharte, al menos permite que te ayude con víveres y una escolta. — —Eres muy amable tía, pero sólo podría aceptar los víveres, no podemos viajar con una guardia rodeándonos, sería muy llamativo— señaló la princesa. —¿Y cómo piensan afrontar los peligros del camino? — preguntó Nozomi. —Yosuke y Myoga se encargarán de la ruta de viaje, ellos saben por dónde ir sin llamar la atención. — —Está bien querida, sólo te pido que tengas mucho cuidado, porque no sólo los enemigos de tu padre están buscándote— advirtió la tía con gravedad. Izayoi palideció ante esas palabras. —¿Qué quieres decir? — —Después de que me dijeras quién fue el padre del niño, le pedí a mi capitán de guardia que investigara con sus contactos un poco sobre él y las consecuencias de su muerte— explicó la mujer mayor. —Izayoi, los enemigos de ese poderoso demonio también buscan cobrarse viejos rencores y otras afrentas. Saben que tuvo un hijo con una humana, así que es probable que estén buscándote a ti y al bebé. — La princesa bajó el rostro y se mantuvo en silencio por un momento. —Por eso debo alejarme de aquí, no deseo que corras peligro por mi culpa— indicó, tratando de modular la voz, no quería llorar nuevamente. Nozomi se acercó a ella y la abrazó. —No permitas que te encuentren, no permitas que nada ni nadie te detenga. Demuestra que eres una mujer fuerte— pronunció las palabras con ánimo, alentando a su sobrina a no rendirse. —Así lo haré tía, gracias— confirmó Izayoi, alzando el rostro con determinación.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
En tierras lejanas. El enojo de la aristócrata no podía ser más evidente. —¡¿Dónde está mi hijo?! — preguntó con irritación. —Mi señora, el joven amo salió esta mañana del palacio y no ha vuelto— contestó un viejo demonio con apariencia de escribano, quien llevaba cargando varios pergaminos, algunas plumas de ave y un contenedor de tinta. —Espero que regrese pronto, es necesario que comience a revisar estos registros y firme los acuerdos pendientes, de lo contrario, los señores del Sur se molestarán y podrían dejar de comerciar con nosotros— explicó nervioso. —Maldita sea, se comporta como un cachorro idiota, aún no entiende lo grave de esta situación. Lleva todo eso a la estancia, yo misma lo revisaré— indicó la mujer, encaminándose a otro pasillo, rumbo al patio del lugar. Llegó a un área de entrenamiento, donde un grupo de soldados practicaban. Tan pronto la vieron, todos hicieron una reverencia. —Envía a uno de tus hombres al territorio del Este, rastreen a mi hijo. Que no se dé cuenta y, tan pronto lo localicen, quiero que me avisen de inmediato— ordenó a uno de los soldados. Éste asintió de inmediato y se marchó. … Más tarde, la mujer revisaba a detalle un pergamino. Pero al paso de los segundos, su gesto fue cambiando y, en un parpadeo, lo rompió en varios pedazos, los cuales arrojó al suelo con enojo. —Estúpido InuTaisho, algunos de tus gestos amables dejaron consecuencias muy desagradables— gruñó con fastidio. —Y estos idiotas creen que pueden verme la cara, porque no hay un “hombre” haciéndose cargo. Pobres ignorantes, no saben que conmigo no se juega— sonrió altiva. Entonces hizo sonar una pequeña campana que se encontraba en un mueble cercano a su diván. Inmediatamente apareció el escribano, haciendo una reverencia. —¿Llamó usted, mi señora? — —Quiero que redactes una solicitud de aplazamiento para los señores del Sur— indicó la mujer. —Pero, mi señora, eso generaría tensiones políticas con el territorio del Sur— dijo tímidamente el anciano. —No me importa, mi hijo es quien debe encargarse de esto, no tengo porque solucionarle la vida. Así que, tan pronto regrese, tendrá mucho trabajo por hacer. Y si esos estúpidos tienen alguna objeción, que me lo digan de frente— habló con arrogancia, al mismo tiempo que sus ojos destellaban en un escarlata amenazante. El sirviente asintió sin decir palabra alguna. No por nada Irasue seguía siendo la soberana de aquellas tierras y aún conservaba el mismo poder y dominio que su fallecido esposo. Nadie se atrevería a llevarle la contra, pero era necesario recordarles a los miembros de la nobleza, que ella seguía al mando. Al menos hasta que su caprichoso hijo tomara el poder por completo.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Mientras tanto, en la mansión de Nozomi, el grupo ya estaba listo para partir al día siguiente. Sin embargo, esa noche todo el lugar era acechado por siniestros ojos y ninguno de los residentes estaba preparado para lo que sucedería. La mayoría de los habitantes dormían tranquilamente, excepto los guardias que patrullaban el perímetro. De pronto, se empezaron a escuchar gemidos ahogados, quejidos de dolor y estertores de muerte. Un grupo de criaturas sobrenaturales habían iniciado un ataque a la mansión de Nozomi y los primeros en morir fueron los vigilantes desprevenidos. Todo ocurrió en un instante, los rugidos provocaron un enorme sobresalto y las bestias comenzaron a atacar. La gente del lugar despertó a una pesadilla y el caos se hizo presente. Los hombres que servían en la mansión y los demás soldados no eran suficientes para defender el sitio. Alguien gritó. —¡Protejan a la señora Nozomi y a la princesa Izayoi! — Los alaridos aumentaron, perturbando la noche. Aquellos demonios tenían un objetivo muy claro: Buscar al hijo de InuTaisho y asesinarlo junto con su madre. … La puerta de la habitación se abrió de golpe, Izayoi sintió que el corazón se le detenía. —¡Rápido princesa, están atacándonos, sígame por favor! — gritó Yosuke, entrando precipitadamente al cuarto. —¡No es posible, nadie sabía que estábamos aquí! — contestó sobresaltada, mientras abrazaba a su hijo. —No son enemigos de usted princesa— explicó el soldado. —Son demonios los que han venido a buscarla— su gesto se ensombreció. La joven palideció y sintió como sus piernas amenazaron con dejar de sostenerla. Sin embargo, no tuvo tiempo de pensar, inmediatamente el tirón del guardia la sacó de su estupor. El hombre casi la llevó arrastrando fuera de la habitación. —Tenemos que salir de aquí, pero no podemos hacerlo por el frente— indicó él. —¡¿Cómo saldremos de aquí?, ¿Dónde está mi tía Nozomi?! — preguntó con desesperación la joven. —No lo sé princesa, cuando empezaron a entrar los monstruos, solamente corrí hacia acá— reveló Yosuke. De pronto, un grito desgarrador se escuchó en una habitación cercana. Izayoi sintió que le atenazaban el estómago al reconocer la voz de su tía. El soldado empuñó su katana hacia el frente, al tiempo que avanzaban despacio por el pasillo. Pasaron frente a la entrada de la habitación, todo estaba destrozado y el fuego comenzaba a crecer. La figura de un enorme ogro les daba la espalda, de sus garras pendía el cuerpo agonizante de Nozomi. Le había trozado la garganta de una mordida y la sangre escapaba de su cuello con grotesca facilidad. Su rostro miraba hacia ellos. La princesa pudo ver la muerte reflejada en sus ojos y estuvo a punto de gritar. Yosuke le tapó la boca en menos de un segundo, empujándola para alejarla de tal escenario. La criatura acercó el cuerpo a su rostro, quedando embadurnado de tinte carmesí. Entonces, comenzó a cebarse con voracidad, tanto así, que no se dio cuenta de los otros humanos, ni siquiera del olor del pequeño cachorro. Izayoi sentía que la cabeza le daba vueltas y su llanto escapó sin poder contenerse, había perdido al único familiar cercano que le quedaba y esas imágenes jamás se borrarían de su mente. El guardia permanecía en silencio, pero con los sentidos agudizados, no permitiría que su ama muriera de esa forma, aunque le costara la vida a él. Llegaron a la parte trasera de la residencia. —Tenemos suerte, esos malditos aún no llegan aquí— se expresó con agitación. —Por favor princesa, no puede quebrarse en éste momento, su hijo depende de usted— declaró, tratando de calmarla. —Yo… ¡Yo no puedo, ella… ella murió por mi culpa! — intentó hablar en medio del llanto. —¡No hay tiempo para esto! — indicó Yosuke, mientras pateaba una parte del muro, consiguiendo aflojar unas rocas. —¡Bien, el pasadizo aún funciona, ese guardia no me mintió! — dijo emocionado. Izayoi miró atónita como se revelaba un túnel que atravesaba el muro y llegaba al otro lado, donde se podía ver el bosque. Era una ruta de escape que sólo la guardia de ese lugar conocía. Por fortuna para ellos, Yosuke se había ganado la confianza de algunos soldados para que compartieran esa información con él. Ambos salieron lo más rápido posible y corrieron a la seguridad de los árboles. Llegaron a un espacio tupido de arbustos, los cuales formaban un buen camuflaje. La princesa se adentró en ellos y se acurrucó junto con su hijo. Acto seguido, el soldado tomó una pequeña bolsa de su cinturón y comenzó a derramar un polvo marrón alrededor de los matorrales. —Esto la protegerá, no podrán detectar su aroma. No salga de aquí por favor, espere a mi regreso y guarde silencio— pidió Yosuke, para luego mirar hacia el hombro de Izayoi, donde ya estaba la pulga. —Señor Myoga, lo dejo a cargo— finalizó, encaminándose de regreso a la mansión, la cual ya ardía en llamas. —Sí, no te preocupes— confirmó el pequeño demonio. La princesa quiso gritarle al hombre, pero no pudo, el nudo en su garganta y el llanto se lo impidieron. Ella comenzó a temblar y el bebé sintió su temor, provocando su agitación y un atisbo de llanto. —Por favor princesa, tranquilícese, si nos descubren será nuestro fin— solicitó la pequeña pulga. —Lo siento… esto es demasiado… es horrible— masculló con dificultad, al tiempo que arrullaba a su hijo para que no llorara. —Mi señora, debe ser consciente de que esto podía suceder, mi amo InuTaisho era el demonio más poderoso de Occidente y tal vez de todo Japón. Y así como era respetado, de la misma forma era odiado, sus enemigos no se iban a quedar con los brazos cruzados al enterarse de su muerte— explicó Myoga. —A veces, el destino se ensaña con los más débiles… — sollozó por lo bajo. A lo lejos, los gritos de los humanos se perdían en la noche y el fuego consumía lo último de ellos.***
Continuará… Lamento dejarlos en esta parte tan tensa, pero es para mantener la emoción y porque no quiero que los capítulos sean tan largos. De antemano agradezco sus comentarios y su valioso tiempo para leer éste fanfic y lo que he escrito antes.