ID de la obra: 1271

OBSESIÓN

Het
NC-17
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
90 páginas, 38.597 palabras, 10 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
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1. Estro Inugami

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Buenas noches: Aquí estoy con otro fanfic Lemon. Es la tercera y última parte de las desventuras de Diana y el sexy demonio Sesshomaru. Les agradezco mucho a todas aquellas personas que, con mensajes, comentarios, insinuaciones, peticiones y amenazas, me convencieron de escribirlo. Aunque también lo hago por gusto propio, no lo voy a negar. Advertencias: *A los que leen esto por primera vez, los invito a que pasen antes por los fanfics INSTINTO y DESEO, para entender la trama general de esta historia. *Éste fanfic gira en torno a Sesshomaru y un OC de mi autoría. Simplemente es un capricho de mi loca mente escribir esto, así que me reservo el derecho de hacer sufrir a mi personaje como se me pegue la regalada gana. NO lo lean si sólo prefieren lo canon. *Contiene Lemon explícito, tensión sexual y violenciaNO es una historia para todos, si ya me leyeron antes, sabrán que esto es sólo entretenimiento morboso para quienes gustan de esta temática. NO existe ninguna relación sentimental entre el demonio y la humana, sólo se trata de un obsesivo apetito carnal llevado al límite. *Por favor, NO lo lean si no toleran éste tipo de relatos. Aunque sé que existen otros mucho más fuertes escritos por ahí en FFnet. Después de estos avisos, son libres de continuar con la lectura o cerrar la página. De antemano les doy las gracias por su tiempo y sus comentarios. Kitty: Éste fanfic te lo dedico a ti, ya que me brindaste la idea inicial para crear esta tercera parte y me apoyaste con tus puntos de vista y opiniones. Aunque me tardé más de un año, aquí lo tienes. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

OBSESIÓN

Cuando algo es placentero, ¿Por qué no repetirlo?

La repetición crea el deseo… y el deseo crea obsesiones

Capítulo 1: Estro Inugami Se dice que cuando llega el periodo de celo en los animales, no hay nada que los detenga para cumplir el mandato de la naturaleza. Cuando se presenta el estro Inugami, los demonios de esta especie se vuelven más peligrosos de lo que ya son. Por lo regular, los machos buscan a las hembras receptivas y ellas deciden si aceptan la cópula, o buscan a un mejor candidato. Existe un caso aparte, los machos alfa. Estos ejemplares son tan poderosos y tienen tanto dominio sobre su territorio, que pueden darse el lujo de escoger a la hembra con la cuál van a aparearse. Incluso si ella no está convencida, no podrá oponerse al deseo del macho. Pero es muy raro que esto suceda, ¿Quién rechazaría a un alfa? Los Inugami de noble linaje pregonan que los comportamientos instintivos son vulgares y que alguien perteneciente a la aristocracia no debería dejarse dominar por ellos en la época de celo. Al menos eso es lo que opinan los más viejos. Pero, a pesar de todo, numerosos machos jóvenes caen presas de los primitivos deseos de su verdadera forma. Un demonio canino que habita en su interior y al cual, no le importa en lo más mínimo las reglas. No hace mucho, el poderoso señor de Occidente casi perdió el control de sí mismo, a causa de una extraña humana venida de algún lugar desconocido. Ella despertó el instinto de apareamiento en él, a pesar de no ser la época del estro Inugami. El frenesí alcanzó tal grado, que le impidió a Sesshomaru razonar mejor sus acciones, llegando a encapricharse con la mujer y marcándola como de su propiedad en aquel primer encuentro. No conforme con ello, unos meses después, y en acuerdo con su bestia interna, la obligó a regresar por segunda vez. En esa ocasión, la hizo beber un poco de su sangre, creando un vínculo y reforzando su posesión sobre ella. Sin embargo, medio año después, le sucedió algo extraño al soberano del Oeste. El enlace creado con la mujer le permitía sentir su deseo, percibiéndolo como una irresistible invocación. El llamado ocurrió, instándolo a buscarla en su lugar de origen, a través de la enigmática cueva de la Luna. No se sabe qué ocurrió cuando él se fue. Pero a su regreso, algunos de sus sirvientes se percataron de que había sufrido algún tipo de “daño”, ya que su aspecto debilitado indicaba una gran pérdida de energía. No obstante, se recuperó en un par de días y nadie supo lo que realmente sucedió. Porque jamás se atreverían a interrogar a su señor. Hay quienes afirman que la misteriosa gruta en el territorio occidental tuvo la culpa. Ese extraño sitio permanece envuelto en un aura siniestra, incluso para los demonios o cualquier otra criatura que no sea un simple humano. No en vano su leyenda cuenta que sólo éstos débiles seres pueden cruzar su misterioso túnel. Cualquier otro que lo intente, se arriesga a perder la vida y nadie sabe el porqué. Lord Sesshomaru lo hizo y la única razón por la que sigue vivo, se debe a su inmenso poder. Realmente no le importó, el insistente deseo que siente por la hembra humana, incrementado por el peculiar aroma que despide, justifica el riesgo. La mujer nunca tuvo la intención de incitarlo, la culpa fue del demonio por no poder controlar sus ferales apetitos. Han pasado doce lunas desde la última vez que la poseyó. A pesar de no tolerar a su especie, terminó aceptando que fue una experiencia realmente placentera. Pero, aunque hizo a un lado su orgullo, no era capaz de reconocerlo ante nadie, ni siquiera frente a su bestia interna. … Mansión del Oeste. El gran salón conservaba un tenue silencio, quebrantado de vez en cuando por el gobernante del lugar. Sesshomaru permanecía hundido e inquieto en su elegante diván, manteniendo un estresante monólogo consigo mismo. —Te llamó y fuiste sin dudarlo— murmuró en su mente la bestia de ojos rojos. —¿Quieres saber por qué?, yo te diré la respuesta que los dos ya conocemos… Obsesión— sonrió maliciosamente. —¡Silencio! — gruñó el Lord. —No importa que no lo quieras aceptar, mis palabras son verdad… — —¡Ya basta, deja de decir estupideces!, ¡Lo que deberías hacer es dormir! — increpó con enojo. —Dormir… ¿Por qué quieres que duerma?, ¿Será porque se acerca el estro? — El señor del Oeste guardó silencio, manteniendo un gesto impasible, tratando de no delatar el nerviosismo provocado por esas palabras. Era cierto, el estro Inugami estaba por llegar. En otros años, esto no le hubiera importado. Pero ahora, la bestia blanca en su interior comenzó a manifestarse con demasiada anticipación, desafiándolo y haciéndole perder el control. Cada día que pasaba, le resultaba más difícil lidiar con ella y en éste preciso momento, sentía que estaba llegando al límite. —Tienes miedo de perder el control, ¿Verdad? — se burló la criatura. —¡Cállate, no me cuestiones!, el gran Sesshomaru no le teme a nada ni a nadie— su ira empezó a crecer. —Sólo a ti mismo y a lo que eres capaz de hacer. No olvides que soy la personificación de tu lado más salvaje— le respondió con altivez. —Sabes que no podrás contenerme cuando llegue la fecha… entonces, iré por ella— amenazó. —¡No te atrevas siquiera a insinuarlo!, ¡Esa maldita cueva es peligrosa! — contestó aún más irritado. —La única vez que la atravesé, afectó demasiado mi fuerza y me obligó a volver antes de lo esperado. — —Eso no me detendrá… — sonrió nuevamente. —¡No pienso seguir discutiendo esto!, además, es probable que ella se haya alejado lo suficiente como para debilitar el vínculo, ya no puedo llamarla— justificó el señor del Oeste. —Yo me encargaré de encontrarla, nada evitará que volvamos a deleitarnos con su cuerpo y su sangre— se expresó con apetito. —¡Maldita sea, ya es suficiente!, ¡No te atrevas a desobedecerme! — gritó tajante Sesshomaru, al mismo tiempo que su energía demoníaca se expandía lentamente por todo el recinto. —¡No puedes detenerte a ti mismo!, ¡Soy la proyección de tus oscuros deseos!, ¡No se te olvide que somos el mismo ser!, ¡Lo que yo quiero, tú lo anhelas!, ¡Lo que tú disfrutas, yo lo gozo aún más! — pronunció su sentencia con fuerza y en ese instante, una lucha interna por el dominio se desató. El despliegue de energía sobrenatural se volvió asfixiante en el gran salón. Sesshomaru se llevó una mano al rostro y su respiración se aceleró. Trataba de controlarse, pero su propia ira lo traicionó. Un mareo le nubló la vista y de repente, sus ojos ambarinos cambiaron, la bestia se reveló con roja mirada. Su expresión se tornó siniestra al mismo tiempo que exhalaba pesadamente. Se levantó de su asiento y, gruñendo por lo bajo, se encaminó a la salida de su morada. Momentos después, se alejó en busca de alguna distracción para tratar de liberar su estrés. Los primeros síntomas del estro Inugami comenzaban a manifestarse. … Todos en la residencia estaban alerta, atentos a las reacciones de su señor. Sabían que el periodo de celo estaba cerca y, por lo tanto, el Lord cambiaría su forma de actuar. —El amo está alterado, olvidé que éste año se cumplía un nuevo ciclo. Esto será un problema si no llegan cuanto antes las hembras al territorio— pensó Jaken, mientras recorría un pasillo. El pequeño sirviente llevaba demasiado tiempo con Sesshomaru y sabía que dicha fase era muy estresante para un Inugami. Anteriormente no lo había sido tanto para su señor, debido a su frío comportamiento. Por lo regular, el proceso acontecía sin gran atención por parte del Lord. Sin embargo, en esta ocasión, Jaken notó que su amo mostraba signos de mucha ansiedad. Las pocas hembras que llegaban a pasar por su territorio casi siempre lo hacían de largo, ya que le temían a pesar de su noble linaje. Los otros machos se mantenían a distancia, pues conocían bien su lugar en la jerarquía y casi siempre bordeaban las tierras occidentales. No obstante, algunas veces una que otra demonesa se cruzaba en el camino del gobernante y ambos cumplían con el mandato de la naturaleza. Nada más allá de lo meramente carnal y placentero, sin ningún resultado de procreación. Sesshomaru siempre ha sido intratable, egocéntrico y solitario. Las únicas muestras de vínculo afectivo que ha manifestado en su larga existencia, son con su sirviente Jaken y con la cría humana llamada Rin. … El pequeño demonio observó el regreso de su señor. Su aspecto era temible y la sangre impregnada en sus garras y atuendo, empeoraba el cuadro. Seguramente había salido a cazar para tratar de serenar su estresante situación. —No, definitivamente no, mi amo bonito no lo está pasando bien— meditó Jaken al ver su expresión. El Lord pasó a su lado sin siquiera mirarlo, así que solamente hizo una sumisa reverencia. Sabía que, en ese estado de exacerbación, sería capaz de matar a cualquiera que se atreviera a irritarlo tan siquiera un poco. Y todavía no iniciaba el estro.

***

Continuará… Sí, tengo pensamientos muy pervertidos, y a veces los escribo.
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