ID de la obra: 1273

INSTINTO

Het
NC-17
Finalizada
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
62 páginas, 23.408 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
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8. Mestizo

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Hola: Aquí les dejo otro capítulo de esta historia, que sólo debía durar cinco, pero como ya se extendió, hay que continuarla. Pasen a leer y gracias por sus comentarios. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo 8: Mestizo La noche avanzaba tranquilamente, pero Diana no podía dormir del todo. Volteó a ver a Rin, quien reposaba con una calma envidiable. —¿Qué haces con estas criaturas, niña?, ¿Acaso no convives con humanos?, ¿Dónde está tu familia? — pensó la mujer. Minutos después, salió de la habitación en silencio y comenzó a recorrer los pasillos vacíos. Llegó a la parte del jardín interno y volteó a mirar el cielo despejado. —¿Dónde estoy?, no reconozco las constelaciones… o debería preguntarme, ¿Cuándo estoy?, porque todo lo que he visto, me dice que es otra época— siguió caminando con precaución, tratando de memorizar el lugar y buscando la salida. —¡Humana, deja de andar husmeando por todos lados, Hip! — habló Jaken con voz graciosa, asustando a Diana. —Yo que tú, regresaba a la habitación y dejaba de dar problemas. Los humanos son tan molestos, ¡Hip! — Era evidente que el pequeño demonio había bebido algo embriagante y ahora no coordinaba muy bien. —Si eso es cierto, ¿Por qué Rin está aquí? — preguntó ella después del susto inicial, poniendo atención al estado etílico del sirviente, tal vez podría obtener algo de información. —Eso no es de tu incumbencia, esa traviesa niñita sólo está de visita, ¡Hip! — dijo Jaken, tratando de parecer serio. —Mañana vendrán por ella y yo podré descansar, no sé por qué el señor Sesshomaru la trae a veces, ¡Hip!, creo que no le gusta visitar tan seguido la aldea de Kaede, ¡Hip!, pero la mocosa debe regresar para continuar con su aprendizaje, ¡Hip!, de todas formas, no te diré nada, ¡Hip!, no me agradan los humanos preguntones, ¡Hip! — terminó por explayarse totalmente. —¿Dónde está la salida de éste lugar? — cuestionó la joven. —¿Qué tan lejos está el bosque donde nos encontramos? — —No me engañas humana, ¡Hip!, tú sólo quieres molestar a mi amo Sesshomaru, es más, vete ahora mismo, ¡Hip! — reclamó Jaken, señalando con el bastón que portaba, un pasillo y unas escaleras. —Ustedes son tan molestos con sus olores, ¡Hip!, vete a buscar la cueva que dices, el bosque está a un par de kilómetros hacia el este, espero que te devoren las bestias, ¡Hip! — El pequeño demonio no estaba razonando lo que decía. Pero Diana le creyó, así que caminó rumbo al sitio indicado, dándose cuenta de que, efectivamente, era la salida a un enorme patio. Más allá, se podía distinguir un gran pórtico hacia el exterior. Pero había un problema: Dos enormes bestias con apariencia de osos, vigilaban la entrada. —Esto no se ve bien, tengo que pensar en algo— murmuró, mientras regresaba a la habitación. Pasó al lado de Jaken, que parecía divagar entre sueños, recostado contra el muro, babeando feliz. —Vaya, los demonios también se embriagan. — … El día comenzó a tomar el lugar de la noche y el sitio inició actividades. Diana se despertó pensando en cómo escapar. Volteó a ver a Rin, quien ya se incorporaba. —Buen día Rin, oye, ¿Crees que puedas acompañarme a buscar la cueva? — cuestionó disimuladamente. —Claro que sí, pero primero desayunamos— respondió la jovencita. A Diana no le quedó más que aceptar. Si lograba salir en compañía de la niña, podría buscar la cueva. Por otro lado, Jaken seguía durmiendo en el pasillo sin darse cuenta de nada. Rin se aproximó con gesto travieso y le colocó el pequeño sombrero sobre los ojos, para después alejarse entre risitas. … Un par de horas más tarde, salían volando en lomos del dragón bicéfalo. Diana estaba aterrada al principio, ya que nunca había montado sobre ningún animal y menos uno como ese. Rin, con su despreocupación habitual, trató de calmarla y hacerle plática en lo que se acercaban a la parte del bosque donde se conocieron. —Entonces, si entras a esa cueva, ¿Podrás volver a tu casa? — preguntó la chiquilla. —Eso espero, ojalá pueda hacerlo— contestó Diana. —Si no funciona, puedes venir conmigo a la aldea de la señora Kaede, son muy amables ahí— declaró Rin con una sonrisa. —El señor Sesshomaru me visita algunas veces y otras me deja venir con él, tú podrías hacer lo mismo. — Diana tragó saliva con nervios, realmente no quería decir nada al respecto. La niña no lo entendería, así que sólo atinó a sonreírle. —Gracias Rin, pero yo espero poder regresar, seguramente mis amigas estarán preocupadas. — Minutos después, bajaron a tierra, cerca del arroyo donde Diana vio por primera vez a la niña. Comenzaron a recorrer el sendero, en dirección a donde debía estar la misteriosa gruta. De repente, una figura saltó de entre el follaje de los árboles, quedando frente a ellas. —Oye Rin, ¿A dónde vas? — cuestionó. —¡Hola señor InuYasha!, ¿Ya es hora de regresar a la aldea? — se expresó familiarmente la pequeña. —¿Quién es ella?, ¿Por qué no estás con Sesshomaru?, ya sabes que es un problema localizarte cuando vienes con él y yo pierdo tiempo buscándote. Sería mejor que te quedaras en la aldea, así no tendría que andar de niñera— dijo el mestizo. Diana permaneció quieta, sin embargo, las orejas de perro sobre la cabeza del extraño individuo la alertaron. Los ojos dorados, el pelo blanco y las garras le decían que algo tenía que ver con el otro demonio. —Ella se llama Diana, y sólo le estaba ayudando a encontrar una cueva, porque se extravió al entrar en ella— explicó inocente Rin. —¿Una mujer perdida en el territorio de Sesshomaru?, que extraño, por lo regular los aldeanos se mantienen lejos de… de… ¿Qué es eso? — preguntó InuYasha, quien empezó a olfatear el aire rápidamente, acercándose a la joven. Ella palideció de inmediato al ver el gesto del recién llegado. Éste se aproximó a ella y, violando todo espacio personal, quedó cara a cara, olfateándola cual canino ansioso. —¿Por qué hueles así, mujer?, es delicioso, es… — decía InuYasha, mientras aspiraba profundamente. Entonces retrocedió un poco, frotándose la nariz. —¡¿De dónde vienes?, ¿Por qué tu olor es tan atrayente?! — Diana pudo notar la agitación en su tono de voz. —¡No puede ser, éste sujeto también puede oler mis feromonas! — pensó, retrocediendo con temor. Sin esperar un segundo más, salió corriendo rumbo al bosque. —¿A dónde vas? — preguntó la chiquilla, sorprendida por su repentina huida. —Quédate aquí Rin, yo la traeré de vuelta— indicó InuYasha, mientras brincaba hacia un árbol. La niña no alcanzó a ver el extraño gesto de él. —Esa humana huele delicioso… es como si su olor… me llamara— razonó, persiguiendo a la joven. Por su lado, diana corría sin detenerse, sumamente inquieta. —¡No, esto no es bueno, ¿Ahora qué hago?! — No logró avanzar muy lejos, el dolor general de su cuerpo se lo impidió. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, algo le cerró el paso. InuYasha la detuvo con facilidad, acorralándola contra un árbol. La mueca de su rostro parecía cambiar rápidamente. Se notaba ansioso, muy ansioso. —¡Oye, dime de dónde vienes, ¿Por qué despides ese aroma?! — cuestionó exaltado. —¡Por favor, no te acerques, déjame en paz! — gritó Diana, mientras él se aproximaba un poco más a su espacio vital. InuYasha la sujetó por la barbilla y se acercó a su cuello al percatarse de la herida que tenía en la piel. Volvió a olfatear cerca e hizo un gesto de molestia. Inesperadamente, el medio demonio se quedó inmóvil por un segundo, después volteó hacia sus espaldas. —InuYasha, estúpido mestizo… ¡Esa humana me pertenece, no te atrevas a tocarla! — siseó una fría voz. De entre los arbustos, apareció el imponente y soberbio Lord del Oeste. El estómago de Diana se contrajo dolorosamente y su corazón dio un vuelco, la situación había empeorado.

***

Continuará… Vaya, no sé por qué InuYasha se atravesó en la trama. Pero bueno, nada de qué preocuparse.
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