ID de la obra: 1273

INSTINTO

Het
NC-17
Finalizada
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
62 páginas, 23.408 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
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9. Resignación

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Hola a todos: Perdón por el retraso, no sabía cómo estructurar esta parte de la historia, pero ahí vamos. Les dejo el capítulo 9, gracias por leer y por sus comentarios. Saludos. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo 9: Resignación —¡Sesshomaru!, ¿Qué rayos sucede?, ¿Qué hace aquí esta mujer?, ¿Por qué huele de esa manera? — preguntó InuYasha, bastante ansioso. —Vaya, que sorpresa, al parecer, el olor del celo no lo alteró— pensó Sesshomaru, observando con atención al mestizo, en especial, sus gestos y reacciones. Comenzó a acercarse tranquilamente, al ver que no representaba peligro para la mujer. En realidad, InuYasha no se encontraba perturbado. No había cambiado su personalidad, ni demostraba ser una amenaza, solamente continuaba ansioso por el aroma de la joven. En otras palabras, se comportaba como un cachorro que olfatea con insistencia lo que llama su atención. —¡Contesta Sesshomaru!, sabes que desconozco algunas cuestiones de los demonios, sólo quiero saber por qué esta mujer huele tan bien— insistió nuevamente. —¡Cállate idiota!, esa humana está en mi territorio, así que mantén tu distancia— respondió fríamente. —El olor que percibes es por su periodo de celo, desconozco porqué es tan fuerte, pero, que te quede claro, el derecho de acercamiento es mío, porque ella está en mis dominios, ¿Entendido, estúpido? — concluyó el Lord. Los que son mitad demonio, reaccionan de forma diferente respecto al periodo de celo. El arrebato no es tan instintivo e impetuoso como en los demonios de sangre pura. Dado que InuYasha es más apegado a su naturaleza humana, sus instintos son más tranquilos, como en los humanos. Aunque perciba el olor de la hembra, no entrará en frenesí, como le sucedió al señor de Occidente. Además, está esperando fielmente el regreso de la sacerdotisa. Esto lo sabía perfectamente Sesshomaru, pero le aburría tener que dar explicaciones al idiota de su medio hermano. Mientras los demonios de pelo plateado discutían, Diana comenzó a recorrer el contorno del árbol con pasos cortos, para después, alejarse en quien sabe que dirección. Fue muy sutil su andar, ya que ninguno de los dos, vio cuando se perdió entre los arbustos. —No tienes derecho a decir que ella es de tu propiedad sólo porque está en tus tierras, Rin me dijo que se había perdido… ¡Ya no está! — exclamó InuYasha, al voltear y no ver a la mujer. Olfateó el aire, percatándose de que su rastro se alejaba poco a poco. —No te metas en lo que no te importa y lárgate ya, Rin está esperándote para regresar a la aldea— masculló Sesshomaru, encaminándose a buscar a la joven. —Idiota, más te vale no hacerle daño, porque si no— amenazó el mestizo. —¿Daño, dices?, no, no le haré daño… sino todo lo contrario— respondió malicioso el Lord, sin voltear a verlo y sin prestarle más atención. InuYasha se quedó extrañado por la respuesta, pero no le dio importancia. Sesshomaru había cambiado mucho su actitud con los humanos, así que probablemente no la dañaría. La verdad era que, el semi demonio no se percató de lo que estaba sucediendo. —¿Ya nos vamos, señor InuYasha? — preguntó Rin, quien se acercaba junto con el dragón. —¿Dónde está Diana?, ¿Ya se fue a su casa? — —Sí, creo que ya se fue, como sea, no es de mi incumbencia. Será mejor que volvamos, Kaede me regañó por no venir más temprano— explicó, mientras cargaba a la niña en su espalda, para después alejarse rápidamente. Por su parte, el dragón de dos cabezas emprendió el regreso a la morada de su amo. … Diana ya no podía avanzar más, estaba agotada y con tanto susto, su respiración se complicaba. Finalmente se detuvo, recargándose en una pared rocosa. —Ya basta Diana, piensa en otra alternativa, el correr a través del bosque definitivamente no es muy recomendable y mis pies ya no lo soportan— pensó, tratando de recuperar el aliento. —He tenido suerte de no encontrarme con algún animal peligroso o un monstruo que quiera devorarme. — Alzó la vista, examinando los alrededores y, para su sorpresa, la formación rocosa pertenecía a la gruta que buscaba, se encontraba a escasos metros de la entrada. Se acercó despacio, feliz por la oportunidad de regresar a su época. —Por fin estoy aquí— dijo, adentrándose en el túnel. Llegó al fondo de la cueva a los pocos metros, sin embargo, no había paso. Su mirada recorrió las paredes, el techo y el suelo, pero todo permanecía inalterable, no había viento ni cambios de luz. —No puede ser, el portal está cerrado, ¿Qué hago ahora? — se preguntó, caminando hacia la salida. —Si no me equivoco, apenas han pasado veinticuatro horas desde que llegué aquí, ¿Se habrá terminado el tiempo de apertura? — Estaba tan preocupada y sumida en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que la observaban. Sesshomaru ya la había alcanzado sin ningún problema y la miraba desde las sombras. —¿Qué esperas?, ¿No dijiste que la matarías? — murmuraron en su mente. —Silencio, no quiero tu opinión— contestó fastidiado. —Ya deja de engañarte, no ganas nada asesinándola. Ella es diferente a las hembras de nuestra especie, te gusta su aroma y quieres volver a probar su cuerpo… ¡No puedes negar que deseas sentir sus uñas en tu espalda una vez más! — insistió burlonamente la bestia. —¡Cállate maldita sea! — respondió irritado. En ese momento, se percató de su propio deseo creciendo. Su instinto se alteraba una vez más ante la presencia de la hembra. Entonces, decidió finalmente salir de su escondite. —Deja de correr a lo tonto mujer, es peligrosa esta parte del monte— habló, provocando el sobresalto de la joven. Diana volteó con lentitud a pesar de la sorpresa. Ahí estaba de nuevo ese demonio, acosándola, con su apariencia fría e indiferente como la primera vez que lo vio. Realmente era muy atractivo, para qué negarlo, su porte altivo denotaba su sangre noble y su gesto imperativo no admitía ningún tipo de negación a sus deseos. Definitivamente no tenía caso huir de él, ni de sus intenciones. Tenía que elegir otra estrategia. —¿No piensas dejarme ir? — cuestionó Diana. —No por el momento— habló secamente mientras se aproximaba. —¿No fue suficiente? — volvió a preguntar nerviosa. Sesshomaru quedó frente a ella y la tomó por la barbilla, obligándola a mirarlo. —No, aún no es suficiente— dijo, al mismo tiempo que su mirada ámbar reflejaba lujuria. Entonces, su otra mano se deslizó hacia las caderas de la mujer, intentando levantar la tela que llevaba puesta. —¡Espera, no pretenderás…! — protestó asustada al sentir la caricia. —¡¿Cuánto más tengo que soportar esta situación?, ¿Por qué no buscas a una mujer de tu especie?! — reclamó. —Las hembras demonio no son receptivas en estas fechas, y no huelen como tú. El aroma que despides es único y no deja de llamarme, así que no tiene caso huir, no puedes ocultarte— declaró descaradamente. Entonces, su boca comenzó a recorrer el cuello femenino, extasiándose de la fragante piel. Diana se alteró aún más. Quería apartarlo de su cuerpo, pero ambas garras ya la abrazaban contra la pared de piedra. Estaba a punto de gritar y buscar la manera de zafarse cuando, repentinamente, el mismo demonio le dio la respuesta que no esperaba escuchar. —La cueva no se abrirá hasta dentro de unos días— le susurró al oído. —¡¿Cómo sabes eso?! — preguntó desconcertada, tolerando su libidinoso manoseo. —Esta caverna ya existía en el territorio del Oeste mucho antes del nacimiento de mi padre. Es muy antigua y su leyenda dice que sólo los humanos pueden atravesarla. Pero únicamente en su fase de apertura, el resto del tiempo, permanece como una gruta vacía. Lo sé, porque durante años he observado su ciclo intermitente—explicó Sesshomaru. —Tú sabes cuándo se abrirá de nuevo, ¿Verdad? — interrogó Diana con cierta sospecha. Sesshomaru levantó la cara, retiró sus manos y se alejó un poco de ella, sin apartar su mirada ambarina. —Así es, yo sé cuándo volverá a suceder— sonrió con malicia. Diana lo miró consternada, sabía hacia dónde se encaminaba la situación. —Bien, no más rodeos, tu mirada me lo dice todo, ¿Qué quieres a cambio de esa información? — habló con resignación en la voz. —Quiero disfrutar de tu aroma y lamer tu piel, anhelo tomar tu cuerpo y beber tu sangre… te deseo a ti por completo, sin resistencia alguna— sentenció el señor del Oeste. La mujer soltó una exhalación de fastidio, era de esperarse semejante petición. Sin embargo, las dudas surgían en su mente. ¿Con que intención le pedía eso?, ¿Era sólo por instinto?, ¿Tal vez diversión y placer?, ¿O sólo era perversión?, ¿Qué pasaría después?, ¿En verdad la dejaría marcharse?, ¿Decía la verdad sobre la apertura del portal? No le quedaba otra opción más que arriesgarse. —Está bien, será como tu desees, pero, ¿Cómo sé que no mientes?, ¿Cómo sé que cumplirás el trato? — El demonio hizo un gesto complacido. —No tienes alternativa mujer, pero te doy mi palabra— finalizó. Se acercó a ella y, tomándola por la cintura, emprendió el regreso a su morada.

***

Continuará…
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