ID de la obra: 1273

INSTINTO

Het
NC-17
Finalizada
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
62 páginas, 23.408 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
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13. Regreso

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Hola a todos: Antes que nada, gracias por leer esta historia, producto de mi activa imaginación. Estoy muy contenta de haberla terminado, no sabía que se extendería tanto cuando la publiqué hace un mes. Ahora les dejo el capítulo final. Abrazos. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo 13: Regreso El nuevo día se hizo presente y la luz matutina despertó a Diana. —¿Ya amaneció?, ¿Qué hora será? — se cuestionó. Repentinamente, el entumecimiento de su cuerpo la sobresaltó. —Cielos, ya no puedo más, esto ha sido demasiado— se quejó con malestar. Levantó la vista y examinó su alrededor para confirmar que se encontraba sola en la habitación. Trató de incorporarse despacio, mientras llamaba a la vieja curandera. —¡Aki, ven por favor, necesito ayuda! — gritó con fuerza. Unos momentos después, la anciana llegó, cargando lo necesario para atenderla. Se acercó y la ayudó a levantarse, al mismo tiempo que se percataba de la herida en su hombro. —¿El amo Sesshomaru te mordió? — preguntó con sorpresa. Diana la observó extrañada y después revisó su hombro. La dentellada hecha por el demonio no estaba cicatrizada y aunque no sangraba, permanecía punzante. Ella no se había percatado hasta ese momento. —Sí, esta vez me mordió con fuerza, pensé que sanaría como las otras, pero veo que no, además, duele bastante— se quejó de dolor. Aki contemplaba la herida y parecía meditar. —Sucede algo, ¿Verdad?, ¿Por qué lo hizo? — interrogó Diana. —Primero vamos al agua, te ayudaré a asearte y atenderé tus dolencias— respondió la curandera. … Varios minutos después, la joven bebía de nuevo el té de hierbas moradas, mientras la mujer zorro terminaba de colocarle el bálsamo para el dolor corporal. —¿Significa algo esta mordida? — insistió nuevamente. —La herida en tu hombro es una señal para otros demonios, indica posesión— explicó Aki sin rodeos. —En otras palabras, Lord Sesshomaru te marcó como de su propiedad. — Diana abrió los ojos con asombro por semejante revelación. —¿De su propiedad?, ¡No soy un objeto ni un animal para que haga eso conmigo! — reclamó fastidiada. —Jovencita, no sé de dónde vienes, pero aquí, las cosas son diferentes. Los demonios tenemos otras reglas y costumbres. Para otras hembras, sería un honor portar esa marca, ya que implica el favor y la protección de quien te la hizo, en éste caso, el poderoso señor del Oeste— detalló la anciana. —Sin embargo, tu molestia es entendible, no es común que esto le suceda a una humana. — La mujer tenía un gesto de estupefacción. Sabía que las costumbres eran diferentes en otras épocas, pero esta situación era muy desconcertante. —Está bien, como digas, no quiero discutir sobre algo que no comprendo, sólo quiero irme de aquí— dijo, empezando a vestirse. —Yo me retiro, mi tarea aquí ha terminado. Cuídate Diana— se despidió la curandera. —Gracias por todo Aki— respondió, mientras la veía marcharse. … Momentos después, salió de la habitación y se dirigió al jardín interno. De pronto, Jaken le salió al paso. —Humana, tengo órdenes del amo Sesshomaru. Debo llevarte al bosque, a la cueva de donde viniste— declaró el pequeño demonio. La joven se sorprendió al instante. —¿Estás diciendo la verdad, pequeño sapo? — —No tengo porqué mentir, estoy muy feliz de que te marches, humana fastidiosa— contestó él. —Pero si no me crees, puedes quedarte aquí y esperar a mi amo— finalizó burlonamente. —Está bien, te creo, vámonos de una vez— dijo nerviosa, creyéndole al final. En el patio del lugar, ya esperaba el dragón de dos cabezas, listo para volar. Diana tragó saliva al ver que debía montar nuevamente sobre la criatura fantástica. Aunque eso era lo de menos con tal de abandonar ese lugar. Despacio trepó al lomo del reptil, resintiendo todavía el dolor de su cuerpo. Jaken también subió y comenzó a dirigir las riendas. … Rato después, descendieron cerca del arroyo y la joven bajó de la montura. —Bien, aquí te quedas humana. La cueva está detrás de esos árboles, espero que no te coman las bestias— dijo el sirviente con una risita, elevándose de nuevo con el dragón. —¡Oye, espera! — gritó Diana, pero él ya se alejaba. —¡Rayos con ese pequeño idiota! — renegó, examinando los alrededores, le preocupaba no poder ubicar la cueva de la Luna. Empezó a caminar en dirección de los árboles señalados. Al salir de entre los arbustos, su estómago se contrajo dolorosamente. Ante ella se encontraba la gruta y Sesshomaru, recargado junto a la entrada. —¡No puede ser! — pensó angustiada. Con cautela marchó hacia la caverna, al mismo tiempo que le sostenía la mirada al demonio, cuya expresión no reflejaba nada. —¿Por qué estás aquí? — preguntó, tratando de mantener la calma. El Lord del Oeste la contempló por unos segundos, después se acercó a ella. La mujer intentó retroceder, pero él se lo impidió, atrapándola por la cintura con ambas manos. —¡Suéltame, tú prometiste que me dejarías ir después de…! — no pudo completar la frase, su boca fue tomada por los labios masculinos una vez más. El beso fue sorpresivo, pero suave y dulce, tanto que la mujer terminó correspondiendo con la misma calidez. Su cuerpo tembló ante las sensaciones generadas, era muy placentero ser besada por aquel demonio. Ambos se separaron, pero Sesshomaru no la soltó. Una de sus manos jaló la tela que cubría el hombro lacerado de ella. Antes de que Diana pudiera reaccionar, la húmeda lengua ya acariciaba su herida, haciéndole sentir un escalofrío y después una sensación de ligero ardor. —¿Por qué? — preguntó la joven. —En un rato más habrá cicatrizado— dijo él con indiferencia, ignorando su pregunta. —Quiero saber por qué lo hiciste— insistió Diana. El gesto del demonio se hizo arrogante. A pesar de la explicación de Aki, ella quería escucharlo de él. —El gran Sesshomaru no le da explicaciones a nadie y menos a una simple humana. Pero ya que insistes, te lo diré— respondió, sujetándola por la nuca. Con un suave, pero firme movimiento, la hizo exponer su cuello. Él acercó el rostro, respirando el aroma de su piel e impregnándola con su propia esencia al mismo tiempo. —Me gusta marcar lo que es mío… tú ahora me perteneces ante humanos y demonios— expresó finalmente. Diana se estremeció ante la respuesta y no supo qué decir. Le quedaba en claro que el señor del Oeste era bastante posesivo y caprichoso, acostumbrado a hacer su voluntad cual niño mimado. Debido a esto, prefirió guardarse su protesta de inconformidad, no quería provocarlo. Sintió que sus manos la liberaban poco a poco, mientras sus ojos ámbar la observaron fijamente. —Será mejor que te marches ahora. Te di mi palabra de dejarte libre cuando la cueva volviera a abrirse, pero no te dije por cuánto tiempo permanecería así— sonrió con un dejo de perversión. —Si el portal se cierra y sigues aquí, el trato se cancela. — —¡Maldito tramposo! — protestó Diana sobresaltada. Se apartó de él y entró rápidamente a la gruta, temiendo que le hubiese jugado sucio. Caminó hacia el fondo, sin importarle las molestias que ocasionaba el suelo áspero en sus pies. —Escucha mujer— le habló el demonio desde la entrada. —Te estaré esperando ansioso la próxima vez que regreses— declaró con descaro y seguridad. Ella lo miró de reojo con algo de temor, sus palabras sonaban a sentencia. No se dio cuenta de la proximidad del muro y el impacto fue inevitable. Sintió un ligero vértigo y trastabilló hasta caer. —Maldita sea, no vi la pared— se reprochó, sobándose el golpe de la frente. En ese momento, una leve brisa le acarició el rostro, haciéndola abrir los ojos. Frente a ella, el túnel estaba iluminado con luz natural. Entonces volvió la vista a sus espaldas, donde una sólida pared de roca se levantaba. Había cruzado el portal tiempo/espacio una vez más. —¿He vuelto? — se cuestionó nerviosa. Tratando de mantener el control, respiró profundamente. Se puso de pie y caminó a la salida de la caverna, donde una cinta de prohibición le dio la bienvenida. Salió al exterior y se maravilló al darse cuenta de que estaba de nuevo en el parque turístico, con el mismo sol, los mismos árboles y el mismo cielo que ella conocía. Quiso saltar de alegría, sin embargo, estaba demasiado cansada física y mentalmente como para dejarse llevar. Volteó de nuevo para mirar el fondo del túnel, la ligera oscuridad parecía sonreírle. Se sintió aún más fatigada y estuvo a punto de caer. Afortunadamente, un grupo de turistas llegó en su auxilio. … Un par de horas después, Diana por fin llegó a su departamento. Tuvo que mentir un poco para evadir a los encargados del parque y a la gente que le ayudó. Realmente no hubiera podido explicar su situación y no deseaba hablar sobre todo lo demás. En ese momento, recordó algo de suma importancia, corrió al baño y buscó con urgencia en el botiquín. —Es muy poco probable que suceda, pero no pienso correr riesgos— se dijo así misma, al tiempo que tragaba un par de pastillas. Después se dirigió a la cocina para comer algo, tenía el estómago vacío desde que había despertado. … Pasó una semana desde su regreso y una extraña sensación de incomodidad no la dejaba en paz. —¡Maldición, esto ya no desaparecerá! — exclamó irritada, mientras se observaba desnuda frente al espejo. Las marcas de las garras habían disminuido hasta quedar como ligeras líneas sobre su piel. Sin embargo, las heridas hechas por los colmillos seguían visibles, cicatrices tenues, pero evidentes. En especial la mordida de su hombro, que ahora permanecía como una evidente raya de color violeta. Ya no tenía ningún rastro de dolor, solamente una sensación de ansiedad y deseo. Cosa que le molestaba, porque sabía lo que significaba. Te estaré esperando ansioso la próxima vez que regreses. Las palabras de Sesshomaru resonaron en su mente. —No lo puedo creer, después de todo lo que me hizo, tengo ganas de volverlo a ver— murmuró Diana con fastidio. La experiencia carnal con un demonio no se puede olvidar. Así que suspiró con resignación. —Bueno, los puentes se hicieron para cruzarse una y otra vez, ¿O no? — se dijo así misma, acariciando su cicatriz y sonriendo con picardía.

=FIN=

***

Muchas Gracias a todos por leer. Nota Curiosa: No sé si exista algo parecido al pozo devora huesos, pero, en lo que se refiere a la cueva de mi historia, éste tipo de lugares son reales, al menos en mi país (México). Aquí existen varias leyendas acerca de estos sitios, donde desaparece la gente. Puede ser un bosque, una gruta o un lugar en medio de la nada. En fin, no me hagan mucho caso, escribí esta nota sólo para responder la duda de un lector.
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