ID de la obra: 1275

Noche de Bodas

Het
NC-17
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
23 páginas, 9.866 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
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Extra 2: Calor

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Saludos a todos: Como ya había dicho anteriormente, voy a seguir publicando algunos extras lemon para éste fanfic, aunque la trama principal ya está finalizada. Dejo el segundo extra y les doy las gracias a todos por su valioso tiempo de lectura. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia por puro gusto y diversión.

***

Extra 2: Calor Era verano, el sol estaba en lo más alto del cielo y el calor casi se podía palpar. A pesar de vivir en una aldea con un bosque cercano, era inevitable que todos los habitantes quisieran permanecer en la sombra para evitar la fatiga que provocaba semejante temperatura. —Hace tanto calor— se quejó Kagome, quien permanecía reclinada en el marco de una ventana, agitando un sencillo abanico de bambú. —No recuerdo que se sintiera así en mi época. — —Sólo quítate la ropa y ya, no hagas tanto drama— contestó InuYasha, pasando frente a la ventana, completamente desnudo. Kagome hizo un gesto desconcertado, al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojaban por la actitud tan liviana de su marido. —¡InuYasha, no seas tan descarado! — regañó, cruzándose de brazos y desviando la mirada. El mestizo sonrió maliciosamente y se aproximó con lentitud. Estaba comiendo una manzana en pequeños bocados y el sonido que provocaba al morder, llamó la atención de la joven. —¿Quieres un pedazo? — preguntó sonriendo. —No quiero nada, hace tanto calor, que me siento de malas— masculló con irritación. InuYasha quedó frente a ella, haciendo una mueca traviesa. —¿Quieres que te ponga de buenas? — susurró, al tiempo que mordía nuevamente, succionando el jugo con insinuante tono. —No lo puedo creer, eres un mañoso calenturiento— señaló Kagome sorprendida. —Pero con éste clima, no podría concentrarme en tus insinuaciones. — —Eso no es problema, conozco un lugar muy agradable donde podemos refrescarnos— comentó el medio demonio. —No estoy de humor— resopló ella con indiferencia. —Vamos, dame una oportunidad— insistió InuYasha, tomándola con suavidad por la barbilla, acercándole la manzana. La joven no hizo movimiento alguno, simplemente aceptó el bocado de la fruta, mientras se perdía en los ojos dorados de su marido. Para ella, era sorprendente ver las conductas del muchacho cuando estaban a solas. A veces podía ser enigmático y seductor a pesar de que la mayor parte del tiempo se comportaba de forma impulsiva. Y eso le gustaba. … Rato después. El pequeño lago era hermoso, los árboles cercanos proporcionaban suficiente sombra en las orillas, donde algunas rocas formaban una pequeña piscina natural con el agua fluyendo constantemente. Había valido la pena el recorrido de casi una hora bajo el ardiente sol. Claro que ella no hizo ningún esfuerzo, era más cómodo viajar en la espalda del medio demonio. Kagome bajó al suelo y caminó hacia la orilla. —Es increíble, nunca había visto éste lugar— dijo asombrada por el panorama. —Éste sitio no es muy conocido porque está un poco aislado— explicó él, abrazándola por la cintura. —Así que estamos completamente solos— le sonrió con picardía. —¿Y qué tienes planeado, InuYasha? — le dirigió una mirada seductora, a la vez que le rodeaba el cuello con ambos brazos. —Pues creo que primero te voy a quitar esto— indicó, mientras sujetaba el haori de ella y comenzaba a aflojarlo. Un par de segundos después, el atuendo completo cayó al suelo. La sacerdotisa hizo un gesto de sorpresa al notar lo rápido que su marido la desnudó. Pero no tuvo tiempo de reconocerle tal acción, ya que el medio demonio se había deshecho en su totalidad de la vestimenta roja. Como era de esperarse, no llevaba nada por debajo, así que su virilidad la saludó con gesto altivo. —¡InuYasha… eres un descarado! — trató de reprocharle, pero una sensación de calor en el interior del vientre la distrajo. —Ni una palabra, a partir de éste momento, yo me encargaré de que te refresques— interrumpió él, levantándola en brazos y saltando al borde del jacuzzi natural. Kagome soltó un suspiro de resignación, no tenía ganas de discutir con tanto calor. Sólo deseaba sumergirse en el agua y dejarse llevar por las atenciones de InuYasha. Además, ya habían pasado algunos días desde su último encuentro, debido a que sus actividades cotidianas la tuvieron ocupada. En cambio, InuYasha, había estado acompañando a Miroku en los exorcismos de algunas entidades menores que molestaban de vez en cuando a los pueblos vecinos. El agua los recibió con agradable temperatura, cubriéndolos hasta la cintura. El joven juntó líquido entre sus manos y lo dejó caer sobre el cabello de ella, quien soltó un ligero jadeo. La sensación que recorrió su nuca y espalda fue deliciosa y refrescante. Un poco más de humedad se deslizó por su rostro, haciéndola cerrar los ojos, mientras InuYasha la besaba con suavidad. Posteriormente se apartaron y él se sumergió en el agua, para luego emerger completamente mojado. Se acercó a ella y la abrazó contra su pecho. Kagome respingó ante la agradable sensación, el cuerpo húmedo de su marido y la caricia del líquido escurriendo por sus pechos, comenzó a provocar la dureza de sus pezones. El blanco cabello goteó sobre su rostro cuando la besó de nuevo. —Que refrescante— dijo ella. —No hables Kagome, sólo disfruta del agua— pidió el mestizo, jalándola hacia la parte más profunda. Ella sonrió y se dejó llevar, quedando cubiertos por el agua, mirándose con deseo. Sus bocas se acercaron para unirse con anhelo. Emergieron nuevamente y Kagome comenzó a gemir con sutileza cuando los labios de InuYasha iniciaron un suave recorrido por su cuello. Las manos masculinas se deslizaron en lentas caricias a lo largo de su cintura y caderas. Ambas pieles friccionaron una contra la otra en un húmedo abrazo. La joven sonreía ante las sensaciones que le transmitía el tacto de su marido. No quería quedarse atrás, así que empezó a besar sus hombros, mientras acariciaba su espalda. El suave jadeo del medio demonio delató el placer que sentía ante el recíproco mimo. Ambos recorrieron sus cuerpos una y otra vez, al tiempo que el agua seguía envolviéndolos, contribuyendo a la satisfactoria actividad. La temperatura interna aumentó, el deseo creció y sus agitadas respiraciones lo confirmaron, su unión debía ser consumada. Él la guio hacia el borde menos profundo e hizo que se girara. Kagome se reclinó sobre la piedra, dejándose llevar por el suave masaje que InuYasha le daba a su espalda. Su lengua recorrió el canal de su columna vertebral y ella comenzó a temblar por las descargas de placer que inundaron su piel. Lo miró por encima del hombro, sonriéndole con lujuria. —Quiero sentirte… — ronroneó con insinuante modulación. InuYasha le correspondió con la excitación reflejada en sus pupilas doradas. Sus manos se posaron en sus caderas y comenzaron a acariciar con el filo de sus garras, dejando que su boca siguiera besando la mitad de su espalda. La virilidad masculina palpitó con ligero dolor, anhelando unirse con su contraparte femenina. Jadeó, intentando mantener el control, al tiempo que su mano derecha se deslizó por el muslo de su compañera, palpando con suavidad, comprobando su lubricación. Ella tembló de deseo y un gemido escapó. Instintivamente sus piernas se separaron, haciendo una clara invitación. Su interior se contrajo y un ligero hilo de humedad escurrió cuando el suave tacto de su compañero la exploró. Instantes después, sintió la cercanía de su endurecido miembro, rondando los pliegues de su cavidad, incitando una lasciva sensación. Sin poder contenerse más, sus respiraciones se desbocaron cuando sus sexos se fusionaron. Ambos cuerpos iniciaron el vaivén, obedeciendo al instinto y gimiendo a más no poder. Kagome se sostenía del borde rocoso, entregándose a la grata sensación que se gestaba en su vientre. Su rostro tenía una lúbrica sonrisa y sus ojos cerrados la mantenían en un agradable sopor. InuYasha la abrazaba por la cintura y empujaba su pelvis con vigor, sintiendo el suave abrazo de su interior, mientras que su aliento le erizaba la espalda, provocando un mayor estremecimiento. La joven percibió la convulsión del orgasmo expandiéndose en su interior, creciendo intensamente, corriendo por todo su cuerpo y explotando en su mente. Gimió con fuerza al tiempo que su espalda se arqueaba y sus paredes internas constreñían la virilidad de InuYasha. El mestizo secundó los jadeos y el éxtasis explotó en su vientre, provocando que su cuerpo se sacudiera por completo. Permanecieron unidos, mientras sus pieles brillaban por el perlado sudor y sus pulmones trataban de oxigenar su interior. La relajación llegó despacio y más tarde, las risas y el agua salpicando, eran lo único que se podía escuchar alrededor. … Ambos regresaron a la aldea cuando ya atardecía. —Me gustó ese lugar, tenemos que ir más seguido— dijo Kagome. —Claro que sí, cuando quieras— confirmó InuYasha. —Pero si sigues teniendo calor, puedes andar como yo— sonrió, paseándose desnudo nuevamente. —¡InuYasha, vístete por favor!, Sango y Miroku no tardan en llegar para cenar con nosotros— reclamó la sacerdotisa, arrojándole su ropa. Entonces, se oyeron voces en la entrada, el monje y la exterminadora iban llegando en ese momento. —Hola chicos, cómo están… — dijo Sango, quien de pronto se quedó atónita con dicha escena. Miroku solamente alzó una ceja en gesto de extrañeza. —¡InuYasha, abajo! — gritó Kagome, pero ya era demasiado tarde.

=Fin del Extra 2=

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Sé que algunos lectores quieren más lemon, así que lo escribiré, sólo dejen que me llegue la inspiración. Saludos a todos.
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