ID de la obra: 1276

Ingeniera de Soporte Técnico

Gen
G
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
73 páginas, 24.387 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
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6. Iconos grandes

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Buenas tardes a todos, excelente inicio de año: Les dejo el siguiente capítulo de las aventuras de Kagome como ingeniera de soporte. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. Saludos y Gracias por su tiempo de lectura. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia porque me encanta éste anime.

***

Capítulo 6: Íconos grandes El día de ayer salieron varios reportes que se quedaron pendientes, todos los ingenieros andaban de un lado para otro buscando a sus usuarios y resolviendo fallas, excepto Kagome. Su asignación de hoy consistía en la instalación de una computadora nueva en el área de Cobranza. —¡Kagome, apresúrate con ese reporte!, tiene un día de retraso y no tengo intenciones de mandar correos para justificar el tiempo perdido— ordenó Naraku. —Sí, ya voy a entregar el equipo, sólo faltaba configurar la sesión del usuario— contestó ella. —Escúchame bien, a quien le vas a cambiar la computadora, es un viejo miope que ya no ve bien y siempre anda solicitando que le ayuden con el tamaño de los íconos y la tipografía. Así que deberás configurar el equipo para que los pueda ver sin problema. Espero que sepas hacerlo, porque nadie te ayudará— sentenció el coordinador. —Sí, creo que puedo hacerlo— dijo la joven, cargando la caja del nuevo equipo y caminando hacia la salida. —“Nadie te ayudará”, ja-ja, ¿Acaso cree que soy una recién egresada que no sabe nada? — pensó para sí misma. … Minutos después, recorría el pasillo del segundo piso, buscando el departamento de Cobranza. El usuario era una persona mayor, con carácter tranquilo, pero algo despistada. Llevaba muchos años laborando en el banco Shikon, incluso antes de que se implementaran las primeras computadoras en su área. Cuando por fin lo encontró en su cubículo, se presentó alegremente. —Buenos días, señor Totosai, le traigo su nuevo equipo. — —Hola niña, que bueno, yo pensé que lo cambiarían ayer, pero nadie vino a verme— expresó el anciano, rascándose la cabeza. —Discúlpenos por favor, hemos tenido carga de trabajo— respondió ella, mientras instalaba la computadora. —Menos mal que vienes tú, jovencita, porque tus compañeros no saben ayudarme— se quejó Totosai. —Aquí vamos de nuevo, ¿Qué pasa con esos ingenieros que dejan a los usuarios con sus dudas? — caviló la joven. —Dígame en qué no le ayudaron. — —Me dijeron que no se pueden hacer más grandes los iconitos y las letras de mi pantalla, ¿Puedes creerlo, niña?, ya sabes que la edad pesa y pues a mí me preocupa no ver bien los números de las facturas— explicó el usuario. Cuando terminó de instalar todo, Kagome se dispuso a ayudarlo. —Veamos, ya está su computadora, ahora déjeme hacer una prueba con lo que usted dice— empezó a configurar algunos parámetros del equipo. —¿Éste tamaño de íconos le gusta? — —No, están muy pequeños— respondió Totosai. La chica hizo otro cambio. —¿Ahora cómo se ven? — —Mejor, pero las letras están muy chiquitas— contestó él, rascándose la barbilla. Ella volvió a modificar lo solicitado. —¿Y ahora? — —No, está muy feo ese color, cámbialo por favor. — —Ya está listo— dijo Kagome. —No, ese fondo de pantalla no me gusta. — La ingeniera procedió a modificar nuevamente todo lo que le indicaba el anciano. —No, ¿Podrías volver a cambiar la tipografía?, es que esa se ve muy rara. — —No, el puntero del mouse se mueve muy rápido, arréglalo por favor. — —No, coloca la barra del otro lado, soy zurdo. — —No, creo que los íconos ahora abarcan demasiado espacio, redúcelos un poquito. — —No, el brillo de la pantalla está muy fuerte, ¿Puedes disminuirlo? — Kagome estuvo moviendo por varios minutos todos los parámetros que le permitía el panel de control y ya estaba perdiendo la paciencia. Ahora comprendía porqué sus compañeros no querían atender a dicha persona. A veces los ingenieros de soporte técnico quieren ahorcar a los usuarios con justa razón. Finalmente, Totosai aprobó su nueva computadora: Los íconos eran grandes, la tipografía era clara, el color le gustaba y el fondo de pantalla le encantó. Había resultado ser un usuario muy indeciso. —¡Genial, eres una jovencita muy inteligente!, ¿Cómo lo hiciste, es muy difícil?, los otros jóvenes decían que no se podía— se expresó alegre el señor. —Pues… no es tan complicado, creo que los otros ingenieros no tienen práctica en esto— Kagome sonrió algo cansada. —O, mejor dicho, quisieron evitarse esta pérdida de tiempo— pensó. —Pues te ganaste mis respetos niña, de ahora en adelante, solicitaré que sólo tú atiendas esta área— dijo sonriente Totosai. —¡No, no quiero! — farfulló para sí misma. —No diga eso por favor, todos mis compañeros son muy capaces— hizo otra sonrisa nerviosa. El usuario firmó el reporte y se lo entregó. —Toma, y aquí tienes un premio, ingeniera— le entregó una bolsita de chocolates y bombones. —Oh, muchas gracias señor, que amable— agradeció Kagome, para luego retirarse. —Vaya, al menos hubo recompensa. — … Poco después, caminaba por otro pasillo con una sonrisa de oreja a oreja, las golosinas estaban deliciosas. —¡Que rico!, esto es ganarse a los usuarios— soltó una risita, mientras llegaba al área de monitoreo. —Niña, ¿Qué comes? — preguntó Kaede. —Unos chocolates que me regalaron, ¿Quiere uno? — ofreció la ingeniera. —Claro que sí, gracias— dijo la encargada. —Déjame tus reportes aquí para cerrarlos. — —Sí, muchas gracias, voy de regreso con el jefe, para ver a dónde me envía ahora— se despidió con un gesto de mano. … Antes de llegar al departamento de soporte, escuchó a dos personas hablando en voz baja. Cuando eso pasa, no es conveniente interrumpir, pero como le dio curiosidad, agudizó su oído para captar mejor la conversación. Eran el coordinador y un ingeniero. —Escucha, Sesshomaru, haces muy bien tu trabajo, pero no quiero que le busques problemas al área— dijo Naraku en un tono serio. —Yo sé lo que hago, no va a pasar nada, si nadie dice nada. Tú sabes perfectamente que a veces es necesario, por la falta de tiempo— respondió el ingeniero en el mismo tono. —Lo sé, a veces no queda de otra, la cantidad de reportes nos rebasa y la falta de personal complica las cosas. Pero ten cuidado con tus métodos, no quiero quejas de los usuarios. Si cometes un error, no podré ayudarte. — —No me compares con InuYasha, yo no cometo errores— gruñó Sesshomaru. —No te confíes, InuYasha se portará como un idiota, pero también sabe saltarse las reglas como tú— dijo Naraku, con algo de burla al ver su enojo. —De todos modos, no quiero perder a ninguno de ustedes en el equipo y si esa chiquilla, Kagome, supera mi periodo de prueba, podré solicitar más beneficios para el área de soporte y apoyos económicos para todos— expresó con seguridad. —¿Es necesario que ella se quede? — —¿Tienes algún problema con eso? — interrogó el jefe, haciendo un gesto de extrañeza, sólo InuYasha se había quejado por la presencia de la joven. —Por el momento no, pero la mayoría de los usuarios están acostumbrados al personal masculino, ¿No crees que ella pueda tener algún tipo de problema, por su condición de mujer? — habló Sesshomaru. —Si te refieres a algún tipo de acoso, ella deberá saber cómo manejarlo y decirme, para que me encargue de solucionarlo— comentó el coordinador. —Yo no tengo inconvenientes en que ella trabaje aquí, lo que necesito es que aprenda rápido, que sea adaptable a cualquier situación y que tenga el valor de soportar el estrés de éste lugar, lo demás, sale sobrando— finalizó. —Como digas, pero no creo que permanezca un mes aquí— dijo el ingeniero, antes de encaminarse a la salida. En ese momento, Kagome se escabulló por otro pasillo y se dirigió al sanitario para refrescarse. —Vaya, éste trabajo es complicado, pero vamos, ¡Kagome, tú puedes! — se dio ánimos luego de echarse agua en la cara. Salió del tocador, rumbo al área de soporte. —Aquí suceden muchas cosas por debajo del agua, pero, al menos, Naraku tiene intenciones de confiar en mí— divagaba un poco, mientras abría la bolsita de chocolates y se comía uno. —¿Qué tenemos aquí?, comer en los pasillos no es bien visto— habló una voz a sus espaldas. —Hola, ingeniero presumido, ¿Quieres un chocolate? — contestó Kagome sin inmutarse. —No, no quiero, pero esto lo va a saber el jefe— dijo InuYasha, dirigiéndose al escritorio del coordinador. La muchacha no le dio importancia, comiéndose tranquilamente un bombón. —Kagome, ¿Ya le instalaste la computadora al viejo Totosai? — preguntó Naraku al verla entrar, InuYasha estaba a su lado con gesto burlón. —Sí, ya lo hice, el reporte está firmado y cerrado, además, el usuario me regaló unos chocolates, ¿Tiene eso algo de malo? — inquirió ella, adelantándose al posible reclamo. —No tiene nada de malo… si me compartes la mitad— sonrió el coordinador. Kagome se sorprendió y después sonrió también, el jefe no le había prestado atención a la acusación de InuYasha. —¡Claro!, aquí tiene la mitad, no hay problema— dijo con gesto divertido, mientras repartía el contenido de la bolsita y le enseñaba la lengua a su compañero. —¡Pero Naraku, está prohibido que…! — quiso protestar el muchacho, pero fue interrumpido. —Silencio InuYasha, tú también me disté la mitad de los dulces que te robaste, ¿Acaso te prohibí comértelos? — —Sí, pero… es que… — el ingeniero refunfuñó, pero ya no dijo nada más. Se fue a sentar al fondo del departamento con un evidente gesto de molestia en la cara. Se cruzó de brazos y también le enseñó la lengua a Kagome. —Otro punto para mí, InuYasha— pensó divertida, al tiempo que degustaba otro chocolate.

***

Continuará…
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