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Capítulo 8: No rompas las reglas, dóblalas —¿Valía la pena ayudar a ese ingeniero? — pensaba Kagome. De pronto, se dio cuenta de la magnitud del problema: Kagura era sobrina de uno de los principales directores del banco Shikon. Si ella denunciaba lo que había sucedido con su laptop, no solamente afectaría a Sesshomaru y a Naraku, sino al proyecto en general. En pocas palabras, el banco podría cancelar los servicios de la empresa a la que todos pertenecían y, por lo tanto, serían despedidos. —“En el mundo de las tecnologías, a veces es necesario hacer pequeñas trampas, para que todo funcione en tiempo y forma”, eso me lo dijo mi primer jefe y creo que ahora debo aplicarlo— meditó la ingeniera por un par de segundos, hasta que finalmente se decidió. Kagome siempre cargaba un DVD que le dieron en su primer empleo para hacer sus actividades de soporte. Ese disco era especial para emergencias del tipo “Sistema Operativo muerto”, que ella empleaba en algunos casos de equipos dañados. Evidentemente podía usarlo sin ningún problema en sus anteriores trabajos, porque en ellos no existían las duras políticas de seguridad, ni los rígidos sistemas de procesos bancarios. Pero, en éste caso, la situación era una emergencia, así que se encaminó a donde estaba su mochila, para buscar el disco. En cuanto a Naraku y Miroku, estos revisaban el software que tenían disponible, por si había algo que pudiera servir. La ingeniera se acercó al equipo de Kagura, colocó el DVD, reinició el sistema y cruzó los dedos, esperando a que la herramienta hiciera su trabajo. Ella no estaba segura de que funcionaría, ya que nunca había tratado con equipos encriptados, sin embargo, la suerte estaba de su lado. —¡Oigan, logré entrar al equipo! — habló en voz alta, sorprendiendo a los dos ingenieros. —¡Rápido, necesitamos un disco externo para respaldar la información! — —¿De qué estás hablando? — cuestionó Naraku. —Después les explico, por ahora hay que sacar los datos, antes de que pase otra cosa— respondió la joven con seriedad. Ambos se acercaron y observaron la laptop. El DVD se ejecutaba usando su propio “sistema operativo”, haciéndose pasar por un disco duro local, permitiendo a la vez, reconocer la unidad donde se encontraba la información de Kagura. —¡Un disco de auto inicio, excelente Kagome! — dijo Miroku sonriendo, mientras corría a una mesa para buscar en que salvar los datos. —¿Es tuya esta herramienta? — preguntó Naraku, revisando la información que rescatarían. —Sí, me lo regaló mi primer jefe, es bastante útil, aunque viendo las reglas del banco, no tenía pensado utilizarlo aquí— indicó la joven. Naraku le sonrió con una extraña mueca, pero, a fin de cuentas, demostrando satisfacción ante la habilidad de la joven. —Está bien, me has sorprendido Kagome, lo reconozco, te has ganado un bono para tu próximo pago— dijo el coordinador. La ingeniera sonrió y tomó asiento, mientras ellos hacían el trabajo. En ese instante, entró InuYasha, quien regresaba del área de Bóvedas. —Naraku, no puedo terminar el proceso yo solo, necesito que alguien me acompañe, son muchos equipos y ya me está presionando el gerente— se quejó el ingeniero. —No molestes InuYasha, en éste momento, tenemos un contratiempo muy serio— habló Naraku, sin voltear a verlo. —Vaya, ¿Pues qué fue lo que sucedió?, es muy raro que tú estés revisando un equipo— cuestionó intrigado. —Kagome, hazme un favor, acompaña a InuYasha al área de Bóvedas y apóyalo con lo que está haciendo— pidió Naraku a la joven. —Sí, está bien— confirmó ella con indiferencia. Era mejor salir de ahí con InuYasha, que quedarse a ver la reacción de Sesshomaru cuando se enterase de lo que hizo para salvar su pellejo. Tenía la ligera sospecha de que no le caería nada bien la noticia. —Pero Naraku… — iba a protestar el ingeniero, no obstante, el coordinador le dirigió una mirada asesina. —¿Deseas un acta administrativa, InuYasha?, recuerda que ya tienes dos en tu expediente— amenazó con filo en la voz. —Ejem, ya me voy, vamos chica, acompáñame— dijo el muchacho, saliendo con paso veloz. Kagome lo siguió con una risita disimulada. … Mientras tanto, en Sistemas. Sesshomaru estaba buscando al viejo Mushin, ya que no se encontraba en su oficina. Así que se dirigió a la sala de juntas, donde lo vio en medio de una reunión con otras personas. No le quedó más remedio que esperar afuera, meditando sobre el error que había cometido. —¿Cómo diablos fue que me distraje?… que estupidez, no puedo creer que me esté sintiendo amenazado por las habilidades de esa mujer— pensaba el ingeniero. Entonces la junta terminó y los participantes se retiraron, quedando únicamente la persona solicitada por Naraku. El señor Mushin era el director de Sistemas, llevaba laborando un par de décadas en el banco y dirigía a todas las áreas relacionadas con tecnología, soporte y desarrollo. Cierto día tuvo un descuido al andar navegando en páginas prohibidas y antes de que los encargados de vigilar el tráfico de Internet fueran a buscarlo para ver que estaba haciendo, recurrió a Naraku para que lo ayudase a burlar la inspección de su equipo. De esta manera quedó debiéndole un favor al coordinador. Ya saben, hoy por ti, mañana por mí. Sesshomaru entró a la sala y fue directo al grano. —Buenas tardes, señor Mushin, vengo a buscarlo por órdenes del coordinador de soporte técnico— dijo con seriedad. —Hola Sesshomaru, que sorpresa que tu jefe me esté buscando, ¿Sabes el motivo? — cuestionó el director. El aludido contestó renuente. —Hay un problema con un equipo encriptado. — —¿Qué sucede con ese equipo?, ¿De quién es? — volvió a preguntar el señor Mushin, mientras caminaba hacia su oficina. —Le pertenece a Kagura, la gerente de Crédito. El problema es que se dañó el sistema y no podemos acceder a la información del disco— explicó el muchacho, un poco tenso. —Vaya, vaya, así que dañaste el equipo de esa niña caprichosa, ¿Qué pasó?, ¿No ha dejado de acosarte y por eso le descompusiste el sistema operativo? — soltó Mushin en un tono pícaro. Sesshomaru se sorprendió porque el hombre supo inmediatamente que él había sido el responsable de la falla. Sin embargo, no estaba de humor para soportar las pícaras insinuaciones respecto al comportamiento de Kagura. —No señor, no es eso… simplemente fue un descuido— aclaró, sin dejar su seriedad. —Oh, vamos muchacho, estás en tu derecho de resistirte al acoso de esa chica, yo también fui joven y si vieras como me perseguían las jovencitas, me acosaban mucho, yo era todo un galán en mi juventud… — empezó a divagar el director, perdiendo el hilo de la situación. El ingeniero hizo una mueca de desconcierto, éste director era el menos serio de todos y continuamente se la pasaba platicando sus anécdotas de juventud cuando alguien le daba la oportunidad de soltar la lengua. —Señor Mushin, por favor, necesito que me acompañe con Naraku— interrumpió, tratando de controlar su molestia. —Está bien, está bien, pero yo digo que no era necesario hacer eso con la computadora. Kagura es bonita, ¿Por qué no aceptas su invitación a salir? — volvió a insistir el director con diversión. Era un hombre que le gustaba chismear con los demás y no era la primera vez que bromeaba con los ingenieros de soporte. En ese instante, sonó su teléfono y en la pantalla apareció el nombre del coordinador. —¿Qué sucede Naraku, por qué tanta prisa? — habló Mushin, después de tomar el auricular. —Sí, aquí está… sí, ¿Qué pasó?… ya veo… ¿Y después?… ¿Para eso me buscabas?… no me digas… sí, todavía te debo una… adiós— terminó de hablar y colgó. El ingeniero lo miraba intrigado. —¿Sucede algo? — —Tu jefe dice que regreses, que alguien ya les ayudó a sacar la información de la laptop— indicó el director. —¿Qué?, ¿Cómo es posible?… me retiro, señor— salió de la oficina, completamente desconcertado. Se apresuró a regresar al área de soporte, necesitaba saber quién había intervenido. … Área de Bóvedas. Esta área estaba aislada, ubicada en el sótano del edificio. Para acceder a ella era necesario dejar gafetes de identificación en la zona de entrada. Solicitaban quitarse los zapatos, luego pasaban por el arco de detección y siempre estaban grabando todo el tiempo, ya saben, por seguridad. El banco no se arriesgará a que cualquiera entre sin vigilancia a su alcancía, donde se cuentan monedas y se imprimen billetes… muchos billetes. Kagome se estresó por todo el proceso de revisión al que los sometieron. Pero era necesario, pues debían atravesar cinco puertas blindadas para llegar a donde realizarían sus actividades de soporte. Las cámaras siempre observaban en cada esquina y el olor del dinero estaba por todos lados. Toda una experiencia ir a ese lugar. —Tranquilízate, casi no venimos a dar soporte aquí, es muy relajado. Pero éste año tocó la migración de sus computadoras y debemos terminar con las últimas ocho que faltan— habló InuYasha al ver sus nervios. —Sí, es sólo que me puso nerviosa ver tanta seguridad y guardias vigilando, no quiero ni alzar la vista, no vayan a pensar que quiero robarme una moneda— rio nerviosa la joven. —Te entiendo, yo pasé por lo mismo la primera vez que me trajeron aquí. Ahora, presta atención, debemos configurar una impresora especial para grabar papel moneda en cada una de las computadoras. También vamos a instalar un escáner de alta definición para identificar billetes falsos, eso es todo— explicó el ingeniero, al tiempo que le entregaba un CD con el software. Kagome asintió e iniciaron el proceso, cuatro computadoras cada quien. No era complicado, pero tardaba un poco en instalarse el programa completo en cada dispositivo. —¿Y tú puedes decirme que pasó?, ¿Por qué Naraku estaba tan alterado? — cuestionó InuYasha de pronto. —Pues… se dañó el sistema operativo del equipo de la gerente de Crédito— reveló ella. —¿La laptop de Kagura?, no puede ser, esa mujer es muy especial, seguramente despedirán a alguien— bromeó el ingeniero. —¿Quién fue? — Kagome se hizo la desentendida. —Será mejor que Naraku te lo diga, yo me reservo mis comentarios. — —Bah, pues no me digas nada, seguramente tú le hiciste algo y no quieres que yo lo sepa— agregó InuYasha burlón. —Claro que sí, yo le hice algo… ya verás cuando lo sepas— respondió la muchacha también con burla. Él ya no abrió la boca, por un momento le pareció extraña la reacción de Kagome, pero decidió no prestar atención y continuar con su actividad. La ingeniera de igual forma continuó la instalación y sonrió para sus adentros, esta situación tan inesperada le había dado la oportunidad de hacerse valer como un buen elemento en el proyecto. Con esto, se ganaba el respeto del coordinador y el reconocimiento de los ingenieros… o casi de todos. … Después de terminar las configuraciones, validar el funcionamiento de todo y conseguir la firma de los reportes, ambos salieron del área de Bóvedas y ahora caminaban rumbo al departamento de soporte técnico. —Yo voy al comedor, tengo hambre— mencionó Kagome, al tiempo que desviaba su camino. —¿Comer?, eso está prohibido, ¿Acaso no leíste las letras pequeñas del contrato?, todos los ingenieros que lleguen a éste proyecto, deben trabajar sin parar y sin descanso— dijo InuYasha, haciéndose el gracioso. —¿En serio?, está bien, como digas, acúsame con Naraku, a ver que te dice— soltó una risita, desapareciendo en el pasillo. —“Bla, bla, acúsame con Naraku”— remedó el joven, haciendo gestos. De pronto, una presencia detrás de él, hizo que volteara lentamente. —¿De quién te burlas, ingeniero? — habló con severidad el director de Finanzas. InuYasha palideció por un instante. —Ah, yo… este… verá, lo que pasa es que… — intentó responder, pero ya era demasiado tarde, InuTaisho se había percatado de la situación. —No molestes a tu compañera, porque si me entero que ella deja de laborar aquí, te irá muy mal, ingeniero— amenazó el director, dándole una palmadita en la espalda, para después irse caminando rumbo a su oficina. —¡Diablos, esa mujer me está trayendo muchos problemas!, ¿Por qué no se queda en casa a cuidar niños? — pensó InuYasha, al tiempo que ingresaba al elevador, todavía sudando frío.***
Continuará…