ID de la obra: 1276

Ingeniera de Soporte Técnico

Gen
G
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
73 páginas, 24.387 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
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10. Las vendedoras coquetas

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Buenas noches: Les dejo el siguiente capítulo del fanfic. He de confesarles que me ha entretenido mucho escribir esto, no pensé que pudiera redactar algo gracioso. Espero continuar con ello y después intentar con otros géneros, a ver que sucede. Pasen a leer y déjenme sus comentarios, me hacen feliz. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia porque me encanta éste anime.

***

Capítulo 10: Las vendedoras coquetas Otro día de trabajo para Kagome, quien llegó corriendo, porque de nuevo se le hizo tarde por el tráfico. No hay nada que hacer al respecto, sin embargo, sabe que el jefe no le dirá nada por unos minutos de tardanza. Se puede decir que es un “privilegio” que se ganó por su buen desempeño laboral. —¡Corre Kagome, corre! — alguien habló a su lado. La chica volteó sorprendida, sólo para ver que otro compañero corría a su lado. —Hola Koga, ¿A ti también se te hizo tarde? — —Sí, pero no se lo digas a nadie, me quedé dormido— contestó el ingeniero con una risilla. Ambos alcanzaron el elevador justo a tiempo, sólo había tres personas adentro y una de ellas les habló. —Vaya, vaya, los ingenieros llegan corriendo con la lengua de fuera— comentó un gerente, ya conocido por ambos. —Buenos días señor Bankotsu— contestaron al verlo. —¿Qué pasa muchachos?, ustedes no pueden darse el lujo de llegar tarde, eso déjenlo para nosotros los jefes— dijo el programador, sonriéndoles. —Es que a veces el tráfico es demasiado— mencionó Kagome. —No lo dudo y, pasando a otra cosa, ¿Qué sucedió con mi impresora, Koga? — preguntó Bankotsu al ingeniero. —Su impresora debe llegar hoy, fue enviada al área de mantenimiento para que la limpiaran— explicó el aludido con media sonrisa, intentando no reírse al recordar el derrame de tinta. —Pues espero que me la lleven pronto, con todo y cartuchos— dijo Bankotsu, para luego hacer un gesto de molestia. —Y una cosa más, dile a tu desgraciado jefe que me debe una, no se me olvida la discusión de la otra vez, por su culpa tuve que pagar el mantenimiento de mi bolsillo. — —¿Eh?… sí, yo le doy su mensaje— confirmó Koga, un poco extrañado. Se abrieron las puertas del ascensor y todos bajaron, excepto ambos ingenieros. Tan pronto quedaron solos, se voltearon a ver con una sonrisa de complicidad, soltando una carcajada. Era evidente lo que había pasado la otra vez, cuando Naraku fue a discutir con Bankotsu. A veces, los usuarios descomponen cosas en demasía y después se enojan porque se les descuenta de su salario. Un par de minutos después, Koga le informaba a Naraku. Éste solamente rodó los ojos en un gesto de indiferencia. —Ese idiota de Bankotsu, primero la descompone y después se queja por tener que pagarla. No me importa su amenaza, pero cuando llegue la impresora, se la instalas y que haga pruebas él mismo, si es que sabe cómo. — —Sí jefe, como diga, a ver si después no se pone loco y desconfigura el software para imprimir— habló Koga socarrón. —Ve a trabajar y tú, Kagome, hoy irás a la sucursal bancaria que se ubica en la otra calle— ordenó el coordinador. —¿A la sucursal? — interrogó ella con duda. —Así es, como sabes, Sesshomaru está castigado por lo que hizo, le asigné la guardia del fin de semana que tenía planeada para ti e InuYasha. Él tendrá que venir durante todo el próximo mes— dijo con gesto malévolo. —Debido a esto, no voy a mandarlo a las sucursales, por lo tanto, resolverás tú el reporte— le entregó la hoja. Kagome lo revisó, se trataba de una configuración de correo en tres BlackBerry para unas vendedoras de tarjetas de crédito. —Ya veo, ¿Las tres se encuentran en la sucursal? — cuestionó. —Es correcto y será mejor que vayas de una vez, esas chicas van a visitar otras sucursales y necesitan esa configuración— señaló el jefe. … Un poco después. Kagome ya estaba en la sucursal del banco Shikon. Entró al vestíbulo y preguntó por el área de ventas y tarjetas de crédito. —Buenos días, me llamo Kagome y busco a las señoritas Eri, Yuka y Ayumi— se presentó la joven. —Bienvenida, yo soy Eri, ¿En qué te podemos ayudar? — contestó una chica que se encontraba tomando café con sus dos compañeras. —Vengo a configurar unas cuentas de correo en sus BlackBerry— explicó la ingeniera. —¿Qué?, ¿No vendrá el guapo Sesshomaru? — preguntó Yuka, provocando que Kagome hiciera un gesto de extrañeza. —El ingeniero Sesshomaru tiene asignadas otras actividades, así que me enviaron a mí para la configuración. — —Oh, que triste, yo quería platicar con él, a ver si ahora sí, aceptaba comer con nosotras— dijo Ayumi, fingiendo hacer un gesto acongojado. —Sí, tienes razón, ese hombre es tan guapo y se hace mucho del rogar, negándose a nuestra invitación— secundó Eri. Kagome sólo tardó un par de segundos en comprender lo que decía el trío de mujeres. Ellas querían que el guapo ingeniero estuviera ahí, atendiendo el reporte. Era comprensible, quién no desearía ser atendida por él. Se rio para sí misma, pero tenía que cumplir con su trabajo. —Señoritas, lamento decepcionarlas, pero debo atender mi reporte— dijo la ingeniera. —Claro, lo entendemos, aquí tienes mi BlackBerry— comentó Yuka, entregándole el dispositivo. Las otras dos mujeres hicieron lo mismo y continuaron tomando su café. —Oye ingeniera, tú eres compañera de Sesshomaru, ¿No es así? — preguntó Eri de la nada, mientras Kagome configuraba el teléfono móvil. —Sí, así es, pero… no llevo una relación muy amistosa con él. — —¿Cómo es posible?, ¿Eres su compañera y no le hablas?, que desperdicio— exclamó Yuka, con un ligero tono de decepción. —Sí, que pena, él es tan guapo— interrumpió Eri, suspirando profundamente. Kagome sonrió entretenida, los comentarios de las vendedoras eran muy graciosos. Se expresaban con mucha confianza sobre el ingeniero, a quien seguramente ya habían tratado de convencer para ir a comer. Probablemente él siempre se negaba, haciendo que las chicas suspiraran más de lo debido. —Oye, Kagome, perdón, ¿Te puedo llamar así? — preguntó Ayumi. —Claro que sí— respondió amable. —No creas que somos unas pervertidas, pero queremos pedirte un favor— habló la joven vendedora con gesto pícaro, haciéndole un ademán para que se acercara. —Si se puede, claro. — La ingeniera se sorprendió, ya temía que algo extraño inventarían esas chicas. —Pues, eso depende, ¿Qué quieren pedirme? — cuestionó. —¡Queremos una foto de Sesshomaru! — dijeron las tres al mismo tiempo, con ojos suplicantes y una sonrisa de oreja a oreja. Kagome sintió una gotita de sudor correr por su frente, era demasiado atrevida esa petición, ¿De dónde rayos sacaría una foto del ingeniero?, sólo faltaba que también la pidiesen autografiada. —Chicas, eso es muy complicado, Sesshomaru no me dirige la palabra, imagínense qué va a pensar si le pido una foto— respondió la ingeniera, quien ya había terminado de configurar los tres dispositivos. —O, peor aún, podría pensar que lo estoy acosando si lo fotografío a escondidas— finalizó. —¡Oh, qué triste! — suspiraron con resignación las tres vendedoras. Minutos después, Kagome salió de la sucursal prometiendo que le daría los saludos de las chicas al guapo ingeniero. —Claro, yo le paso sus saludos… me va a odiar más si hago eso— razonó para sí misma. … Unas horas más tarde, Kagome tendría que hablar con Sesshomaru de la forma más inesperada. Naraku le había asignado la reinstalación de un programa de Tesorería, el cual se había dañado. La joven llegó al área y localizó rápidamente al usuario. —Y eso fue lo que pasó ingeniera, de un momento a otro dejó de funcionar— explicó el hombre, dándole los pormenores de la falla. —Está bien, permítame unos minutos, voy a reinstalar— dijo Kagome, mientras el usuario se retiraba a otro pasillo para charlar con sus compañeros. Ya había leído el manual de la aplicación, así que sabía cómo repararla. Sin embargo, en esto del soporte técnico, existen trucos y advertencias que no se redactan en un instructivo. Lamentablemente, no estaba enterada que ese programa especial de Tesorería, usaba unos archivos compartidos con el Sistema Operativo de la computadora. Cuando hizo la desinstalación de los archivos dañados también se llevó, sin saber, algunos registros vitales para el sistema. El reinicio del equipo le arrojó la temida pantalla de error: “No se localizan los DLL y OCX primarios. Favor de reinstalar el sistema operativo”. Kagome sintió un escalofrío recorrerla cuando leyó el mensaje. —¿Qué pasó?, ¡No puede ser! — murmuró sorprendida, reiniciando de nuevo la computadora para confirmar el error. Se llevó las manos a la cara cuando vio que la falla persistía. —¿Por qué rayos no pusieron una advertencia?, esto es un error de los programadores que hicieron el manual, ¡Rayos! — resopló molesta. Volteó para todos lados, esperando que el usuario no se diera cuenta del problema. Inesperadamente, y por extrañas coincidencias de la vida, vio pasar a Sesshomaru por un pasillo cercano al área de Tesorería. Lo observó un par de segundos antes de salir corriendo tras él. No le quedaba de otra, tenía que solicitar su ayuda. Si hubiera tenido tiempo y Miroku estuviese disponible, habría recurrido a él. Pero su compañero se encontraba haciendo la instalación de los implementos necesarios para una nueva sala de juntas en Recursos Humanos, no estaría libre durante lo que restaba del día. Kagome respiró profundo antes de hablarle al ingeniero. —Sesshomaru, necesito tu apoyo, por favor— dijo con voz amable. El muchacho detuvo su andar, giró lentamente y la miró con extrañeza al principio. Después alzó una ceja, indicando que la escuchaba. —Bien, lo que pasa es que… — ella le explicó a detalle lo sucedido con el programa y los archivos perdidos. —Por eso es que pido tu ayuda, el usuario aún no se ha dado cuenta y quiero resolver esta falla pronto. — La joven contempló al ingeniero, no hacía gesto alguno y por un segundo pensó que su prepotencia haría acto de presencia. Temía que Sesshomaru se pusiera en plan grosero cuando lo vio hacer un leve gesto de burla… o eso pensó ella. —Necesitas usar esto— dijo, sacando una pequeña USB del bolsillo de su camisa. —Hay una carpeta llamada “software de tesorería”, adentro están los archivos que usa ese programa, sólo tienes que copiarlos por línea de comando y reiniciar la computadora— terminó de explicar y luego le dio la espalda, alejándose tranquilamente. —Yo… ¡Muchas Gracias! — agradeció la ingeniera. —Estamos a mano— alcanzó a decir Sesshomaru, mirándola de reojo antes de desaparecer en otro pasillo. Kagome sonrió, al parecer, ese ingeniero no tenía intenciones de guardarle rencor. Acto seguido, regresó al departamento de Tesorería, conectó la USB a la computadora, hizo el procedimiento de copiado y reinició. Su sonrisa fue enorme al ver que el Sistema Operativo se ejecutaba sin problema. Sí, debía reconocerlo, esta fue una situación de emergencia, ni modo, tuvo que saltarse la prohibición de USB. Pero, si nadie decía nada, aquí no pasó nada. Minutos después, el usuario revisaba su aplicación, todo funcionaba correctamente. —Ya está todo bien, ingeniera. — Kagome suspiró aliviada cuando recibió su reporte firmado. Rato después, le regresó la USB a Sesshomaru y le dio las gracias. El ingeniero solamente asintió, sin cambiar su gesto serio. Ambos se reconocían como compañeros, con buenas habilidades y no había necesidad de rivalizar. Lástima que InuYasha fuera tan infantil para no entenderlo de la misma forma.

***

Continuará… Aviso: Esta semana me acaban de contratar (sí, los últimos meses del año pasado no tenía trabajo y estaba de ociosa en mi casa), así que les aviso que los capítulos faltantes los publicaré semanalmente, porque no creo poder hacerlo entre semana. Agradezco su comprensión y prometo hacerlo de esta manera. Muchas Gracias por leer.
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