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Capítulo 12: Programación, riñas y calidad Kagome llegó más temprano hoy, así que se dio el gusto de pasar por café y un panqué. Ingresó al área de soporte muy relajada, dándose cuenta de que Naraku no estaba en su lugar. Únicamente se encontraba Miroku, leyendo el periódico y también tomando alguna bebida caliente. —Buenos días Miroku— saludó la joven. —Hola Kagome, bienvenida, ¿Hoy te fue mejor en el transporte público? — cuestionó su compañero. —Sí, hoy salí más temprano de casa— soltó una risita la ingeniera. —Oye, según escuché ayer, ¿Estuviste corrigiendo travesuras de niños? — preguntó curioso el muchacho. Ella se cruzó de brazos e hizo un gesto malhumorado. —Ay, no me lo recuerdes, todavía estoy algo tensa, esos niños son unos diablillos y Naraku me regañó, como si yo le hubiera dicho al mocoso, ve y córtate el dedo. — Miroku se rio un poco e inmediatamente le hizo un gesto de silencio a Kagome, Naraku estaba saliendo del elevador. Ambos saludaron al jefe cuando entró a la oficina. … Un rato después, la ingeniera recibió un par de reportes, uno era para configurar una carpeta compartida, el cual resolvió en menos de cinco minutos. El otro, indicaba un error en un programa del área de Mensajería, así que se dirigió a la parte posterior de las oficinas en busca del usuario. —Por aquí ingeniera, la computadora con la falla está en mi oficina— habló un hombre, vestido con uniforme de cartero. —Dígame cuál es el problema— pidió la joven. —Mire, éste programa lo usamos para llevar el control de las entregas a las diferentes sucursales, pero el día de hoy, marca un aviso de “conflicto con la base de datos” y no permite hacer más capturas— explicó el usuario. —“Base de datos saturada, se recomienda depuración”— leyó Kagome en la pantalla. —Qué extraño mensaje, no debería arrojar ese error, tal vez sea algún registro mal capturado— comentó. —Es muy raro ingeniera, el programa fue instalado hace dos meses por el área de Sistemas, estaba trabajando bien, pero de un momento a otro dejó de hacerlo— indicó el hombre. Kagome tomó asiento frente al equipo y comenzó a realizar pruebas y a ejecutar las recomendaciones de la “Ayuda” integrada en el software, pero no encontraba la solución. El usuario había salido de la oficina para atender la llegada de unos paquetes, así que la dejó sola. —¿Cuál será la falla? — se preguntaba ella, mientras se rascaba la cabeza. De pronto, alguien habló a sus espaldas. —¿Qué sucede Kagome, no puedes con un sencillo problemita? — Era InuYasha, quien había terminado de atender otro reporte en esa misma área y al verla en la oficina, decidió acercarse a curiosear y molestar. —Oh, eres tú InuYasha— contestó la joven al verlo. —Pues sí, desconozco el problema con éste software y su base de datos. Quizás tú puedas encontrar la falla, es más, te reto a que lo hagas— lo desafió abiertamente. El ingeniero hizo un gesto burlón. —Con que esas tenemos, muy bien, ya verás que lo resuelvo en menos de cinco minutos— dijo con toda seguridad, al tiempo que tomaba asiento frente a la computadora. Quince minutos después. —¡Rayos, ¿Dónde está la maldita falla?! — se quejó el ingeniero con frustración. —Tranquilo, no vayas a patear el equipo— sonrió divertida Kagome. —¿Sabes?, después de ver las pruebas que hiciste, se me ocurre que la falla es interna, es decir, a nivel programación. Así que deberíamos preguntar en el área de Sistemas— sugirió. —¿Qué dices?, ¿Sabes cuántos programadores hay en ese lugar?, tenemos que investigar quién es el encargado de la aplicación y la verdad, no me agrada la idea de ir a Sistemas— renegó InuYasha, pero, cuando volteó, Kagome ya se había ido y ahora platicaba con el usuario en el pasillo. —¡Rayos con esta mujer! — murmuró molesto. —Es el licenciado Bankotsu, él es el encargado de la aplicación, señorita Kagome— dijo el hombre. —Muchas gracias, como le dije, su reporte será puesto en pendiente para su seguimiento, tengo que visitar el área de Sistemas para que me asesoren y podamos resolver la falla— indicó la joven. —Gracias ingeniera. — … Momentos después, Kagome e InuYasha llegaron a la oficina de Bankotsu. —Buenos días señor Bankotsu— saludó ella, mientras que InuYasha alzó la mano y se quedó en la puerta. —¡Hola guapa!, ¿Qué hacen por aquí? — preguntó el programador, evidentemente se notaba que estaba de buen humor. —Venimos a consultarlo sobre un error arrojado por éste software— respondió la joven, al tiempo que le entregaba una hoja impresa con una imagen de la falla. Bankotsu la examinó por un par de segundos. —Es un error interno de la base de datos, revísenlo con mi gente, ellos les podrán ayudar. Yo tengo una junta con el director de Sistemas, pero pueden encontrar a mis programadores por allá, pregunten por Renkotsu— habló el gerente, señalando unos cubículos al fondo del área. —Muchas gracias— dijo Kagome. Ambos ingenieros se encaminaron al lugar indicado, mientras Bankotsu se dirigía a la sala de juntas. —Buenos días, buscamos al señor Renkotsu— volvió a presentarse la ingeniera. InuYasha iba detrás de ella, pero por unos instantes dudó en acercarse, ya que comenzó a ponerse un poco nervioso. —Hola preciosa, ¿En qué podemos ayudarte? — respondió un hombre de cabeza rapada y con cierto aire vanidoso. Era Renkotsu, el líder del proyecto que desarrolló la aplicación para el área de Mensajería. —Hey, miren nada más, una linda joven nos visita, ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste? — secundó otro programador de gesto amable y coqueto, su nombre era Suikotsu. —Hola… vengo a preguntarles acerca de éste error— Kagome se expresó ligeramente nerviosa, no esperaba tanta atención a su llegada. —Nos envió el gerente Bankotsu con ustedes. — De repente, una voz chillona se escuchó a espaldas de ambos ingenieros, InuYasha casi brincó del susto. —¡Hola, mi querido InuYasha!, ¡Qué lindo te ves hoy, esa corbata está di-vi-na y resalta tus ojitos! — se expresó afeminado el recién llegado. El aludido tragó saliva, sintiéndose muy incómodo. —H-Hola… Jakotsu… — Kagome no perdía detalle de las reacciones y los gestos de su compañero. —Hola niña, ¿Tú quién eres? ¿Por qué llegas con mi lindo InuYasha? — el programador miró a Kagome con curiosidad. —Cielos, éste hombre batea para el otro lado y, al parecer, le gusta InuYasha— pensó, antes de contestar. —Hola, soy su compañera de soporte técnico y ambos venimos a consultarlos sobre un error en la base de datos del programa instalado en mensajería— explicó rápidamente. —Esto es tu culpa Jakotsu, mira los errores que cometes por andar comiendo moscas— dijo Renkotsu, al tiempo que le entregaba la imagen de la falla. —Ay, no me digas eso, no es mi culpa que los de soporte técnico sean tan guapos, ¡Me distraen! — expresó coquetamente Jakotsu, guiñándole un ojo a InuYasha. El ingeniero volvió a tragar saliva mientras una ligera gota de sudor corría por su frente. Kagome estaba por soltar una pequeña risa cuando notó que el otro programador, Suikotsu, le sonreía galante, cerrando también un ojo. Esto la sorprendió un poco, pero era algo que solía pasar en un área donde predominaba la población masculina. —Déjate de mariposadas y revisa de qué se trata, Bankotsu los mandó con nosotros y ya sabes cómo se pone de loco cuando le empiezan a reportar fallas en las aplicaciones que están bajo su cargo— dijo Renkotsu, al tiempo que le ofrecía una silla a Kagome. —Señorita, por favor tome asiento, nosotros la ayudaremos— habló caballeroso. —Gracias… que amable— dijo la joven, algo inquieta. InuYasha permaneció de pie cerca de ella, en lo que esperaban el diagnóstico de la falla. —Seguramente el tontín de Suikotsu le dejó la base de pruebas cuando hicieron la instalación en mensajería— declaró Jakotsu desde su silla. —Ya revisé mis líneas de código y todo está bien. — —¡¿Qué dices?!, ¡No me eches la culpa de tus errores, idiota! — recriminó Suikotsu, sentándose frente a su computadora para revisar el error. —Cállense los dos y examinen esa base, si se equivocaron al instalarla, Bankotsu nos va a cortar los hue… — Renkotsu no terminó la frase, porque Kagome estaba presente. —Perdón señorita, ya sabe, la costumbre de estar conviviendo sólo con hombres— se disculpó. —Sí, yo entiendo… no hay problema— sonrió la ingeniera. A veces, la gente de Sistemas se comporta de forma poco educada, aunque tengan estudios académicos. —Oye Kagome, ya quiero largarme de aquí— susurró InuYasha en el oído de ella. El ingeniero estaba incómodo en ese lugar. Su compañera volteó y con la mirada le dijo: “No te atrevas a dejarme sola con estos tipos”. Así que no le quedó más remedio que esperar. —¡Ya la encontré! — gritó de la nada el programador afeminado. —Te lo dije, el idiota de Suikotsu configuró una base de datos errónea, aquí está la correcta para mensajería— hizo una mueca burlona hacia su compañero. —¡El idiota eres tú, por no haberme dicho acerca de esa base! — rebatió Suikotsu, poniéndose de pie. Ambos programadores comenzaron a manotear de forma infantil. Kagome e InuYasha se voltearon a ver con gesto desconcertado, mientras Renkotsu se reía de sus compañeros. En ese momento, alguien llegó al cubículo. —¡A ver, nenitas, ¿Qué rayos está pasando aquí?! — se escuchó la voz autoritaria de Bankotsu. —¡Jefe!, ¡Nosotros… ellos… es decir…! — trató de explicar Renkotsu, mientras los otros dejaban de manotear. —¡Al estúpido de Suikotsu se le olvidó instalar la base de datos diseñada para mensajería!, por eso tienen problemas, porque dejó una base de ensayo, es todo un idiota, deberías despedirlo, jefecito— explicó Jakotsu. —¡Te voy a patear el culo! — gritó de nuevo Suikotsu. —¡Silencio, no quiero escuchar más estupideces! — gruñó Bankotsu. —¡Todos pónganse a trabajar, el reporte será reasignado a mi área, así que cierren el pico y corrijan el problema! — los tres programadores comenzaron a teclear en sus respectivos equipos con la cabeza agachada. —Muchachos, díganle a su insoportable jefe que pase el reporte a Sistemas para que lo revisemos aquí, yo me encargo de hablar con el usuario afectado— finalizó. —Muchas gracias— dijeron ambos ingenieros. Salieron de esa área lo más rápido que pudieron, dirigiéndose al elevador. Posteriormente, soltaron un par de risas desconcertadas por lo que había pasado. —Por eso te dije que no quería venir a Sistemas, por lo locos y raritos que son aquí— se quejó InuYasha. —Sí, ya entendí, por esta vez, te doy la razón— Kagome suspiró cansadamente. Al menos ya no tendrían que regresar y cuando llegaron a Soporte Técnico, la ingeniera le explicó todos los pormenores a Naraku, quien se encargó de reasignar el reporte al área de Bankotsu. … El día continuó sin ningún otro detalle, excepto por las Evaluaciones de Calidad. Hoy era el día en el que se realizaban estas valoraciones. El banco Shikon manejaba altos estándares de calidad, así que, aparte de calificar a su propia gente, también evaluaba el desempeño de los proveedores externos. En éste caso, a los ingenieros de Soporte Técnico. La mecánica era simple, se mandaba un correo global a todo el personal del banco, donde venía un enlace que los dirigía a un cuestionario de preguntas con opciones múltiples y respuestas abiertas. Todas con el objetivo de medir en números, el trabajo de los ingenieros. Todos en el equipo de Naraku estaban nerviosos. En los últimos días, habían trabajado arduamente para poder terminar la gran cantidad de reportes generados. Los ingenieros serían calificados uno por uno y los resultados llegarían a los directores del banco y al coordinador. —¡Yo voy a ser el mejor, como la vez anterior! — presumió InuYasha. —Silencio, aún es muy pronto para alardear— manifestó Sesshomaru. —¡Te voy a ganar, aunque no te guste y el bono extra será para mí! — volvió a decir el joven. —Claro que si pulgoso, pero antes, tomarán en cuenta los dulces que robaste, los archivos que desconfiguraste, la burla que le hiciste al director, el rechazo a la cita con la subdirectora y otras tonterías más— habló Koga entre risas, recordándole sus fallas a InuYasha. —¡Tu cállate, nadie te preguntó! — —Compañeros, por favor, no se dejen mal influenciar por esta evaluación de competencias, todos hacemos un excelente trabajo, si no fuese así, ya no estaríamos aquí— intervino Miroku, conciliador. Todos seguían picándose el orgullo, mientras Kagome los observaba entretenida. Ella estaba un poco preocupada, porque era la primera vez que calificaban su trabajo de esa manera. —Vaya, espero no salir muy baja en la evaluación, es decir, llevo poco tiempo aquí y no he tratado con todos los usuarios— pensaba distraída. Entonces Naraku entró a la oficina, puesto que ya había terminado el tiempo en el cual los usuarios podían responder el cuestionario para la valoración. Ahora sólo quedaba esperar la comparación de datos. —Escuchen todos— habló el jefe en voz alta. —Ya terminó la evaluación, pero los resultados me los entregarán hasta mañana, así que por hoy es todo, pueden retirarse. — Los ingenieros se levantaron y comenzaron a marcharse, pensando en cómo les habría ido en dicho proceso.***
Continuará…