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Capítulo II***Hora de la siesta***
[Krilin-Marron]
El llanto de Marron ya tenía bastante estresada a Número 18. La niña había cumplido dos meses de edad y estaba en el periodo de adaptación para sus horarios de sueño. Ya la había alimentado y no necesitaba cambio de pañal, pero no paraba de llorar. —¿Qué haré contigo, pequeña llorona? — se preguntó, mirándola con gesto serio. Su instinto materno era fuerte, pero tenía poca paciencia a veces. Se levantó con ella en brazos y comenzó a dar de vueltas alrededor del sofá, tratando de arrullarla. En ese momento, se escuchó la puerta de la entrada, Krilin había llegado. Soltó un suspiro de alivio, volteando hacia su marido. —Hola Número 18, ¿Cómo está nuestra hija? — preguntó él, con una sonrisa. —No ha parado de llorar desde hace rato, así que encárgate de ella, mientras preparo la comida— dijo la mujer, al tiempo que le entregaba a la nena en brazos. —Pero, pero… — no pudo decir nada más, su esposa ya se había ido. Krilin miró a la niña y se preguntó por qué estaría inquieta. Tomó asiento en el sofá y la revisó, entonces notó que aún tenía rastros de leche en los labios, deduciendo que apenas había comido. —Veamos, según los consejos de Milk y Bulma… — tomó a la niña y la colocó suavemente boca abajo sobre su hombro. Entonces comenzó a darle suaves palmaditas en la espalda. Lentamente Marron dejó de llorar y poco después, unos graciosos eructos escaparon de su boca. —Así está mejor, ¿Verdad? — le sonrió, mientras la colocaba sobre su pecho. Marron reposó su carita contra el corazón de él y lo miró con sus profundos ojos. Hizo una tierna sonrisa y después cerró los párpados. El padre le acarició el cabello y soltó un suspiro. —No lo hago tan mal. — … Poco después. Número 18 iba entrando a la sala y estaba a punto de llamar a su marido para comer, pero, la escena que vio, la detuvo. Krilin permanecía reclinado sobre un cojín, con la cara de lado y cabeceando, al mismo tiempo que uno de sus brazos rodeaba a Marron, la cual estaba profundamente dormida. —Que hábil es mi chico calvo— pensó ella. Se acercó en silencio y le dio un beso en la frente a su hija y otro en la mejilla a su esposo.*
***Segundo Padre***
[Piccoro-Gohan]
Ya había pasado un mes desde la derrota de Cell. En la distancia, alguien observaba pacientemente la casa del monte Paoz. El guerrero Piccoro había estado cerca, vigilando a la familia del que anteriormente fuera su enemigo. Pero hace muchos años que esa palabra dejó de representar a Goku. Ahora él era un amigo y un leal compañero, quien se sacrificó por el bien de la Tierra. Sin embargo, su hijo Gohan aún no ha conseguido superar la culpa. Aunque la madre hace todo lo posible por ayudarlo, no es tarea fácil de lograr mientras una nueva vida crece en su vientre. El abuelo está con ellos para apoyar en el sustento de la familia y ser otra figura paterna. Pero el niño no ha podido desahogarse plenamente. … Ya atardecía cuando Piccoro miró a Gohan salir de casa, su madre le dijo algo por la ventana y después se fue caminando rumbo al río cercano. Tenía que hacer algo al respecto, ya que él también era parte de esa familia, aunque fuera de manera indirecta. El joven semi saiyajin avanzaba con pasos lentos y la mirada distraída en la floresta que lo rodeaba. Sin embargo, las aves de hermoso plumaje ya no eran suficientemente llamativas para sacar a Gohan de su aislamiento mental como años atrás. Llegó a la orilla del arroyo y se sentó en las enormes raíces de un gran árbol. El mismo que él y su padre visitaban cada vez que iban de pesca. Un suspiro y otra mirada perdida en el horizonte. —Gohan— se escuchó desde lo alto del árbol. —¡Señor Piccoro! — dijo el chico sorprendido. —¿Qué sucede contigo?, llevo unos minutos aquí y no te habías dado cuenta de mi presencia. — Gohan hizo un gesto de vergüenza y luego desvió la mirada. —Lo siento… es que no… yo… — se quedó en silencio. Piccoro pertenecía a la clase guerrera de su especie, pero, haber nacido en la Tierra, aunado a la convivencia con humanos, había generado en él cierta empatía para con quienes le rodeaban. Y el hijo de Goku no era la excepción, debido al fuerte lazo que creó con él durante su primer entrenamiento. Nunca había sido padre, pero consideraba a éste niño como su hijo. Descendió cerca de Gohan y después tomó asiento junto a él. El muchacho lo miró por un par de segundos y luego regresó a contemplar la lejanía. El silencio entre los dos se hizo presente, el agua del río fluía con calma y los ruidos del bosque se mantenían constantes. —Aún me siento culpable— dijo de repente Gohan sin voltear. —Esa decisión fue tomada por tu padre. — —¡Yo lo obligué a sacrificarse! — alzó la voz de pronto. —¡Si no hubiera estado jugando!… ¡El poder me nubló la razón!… ¡La rabia me controló! — Piccoro permaneció en silencio. A veces, es mejor no hablar, sino escuchar. Gohan hizo una pausa y después su voz comenzó a titubear. —¡Yo me confié y ahora él no está aquí! — las lágrimas escaparon y su voz se quebró. —¡Y yo… yo no puedo soportar el dolor de mi madre… sus sollozos cuando está sola en su habitación… y mi hermano no conocerá a…! — El semi saiyajin se quedó sin voz y sólo atinó a bajar el rostro, abrazando sus rodillas contra su pecho. La respiración se le aceleró y el llanto anegó sus ojos. De pronto, sintió una mano cálida sobre su hombro. Alzó la vista y pudo ver la mirada paternal que le daba Piccoro. No lo pensó más de un segundo y se abrazó a él. El guerrero namekiano jamás se imaginó en una situación así. No se dio cuenta en qué momento ya estaba abrazando a su pupilo, pasando la mano por encima de su espalda para tranquilizarlo. Afortunadamente, no era algo que le molestara, por el contrario, si esto hacía que el chiquillo se sintiera mejor, él lo repetiría las veces que fueran necesarias. Pasaron varios minutos, en los cuales el hijo de Goku se fue calmando lentamente. El confort que le brindaba su maestro, era parecido al que sentía cuando sus padres lo abrazaban. Y dio gracias por ello, ya que ese breve momento, lo había liberado de un gran peso emocional. —Escucha Gohan— habló Piccoro con calma y en un tono moderado. —Tienes que superarlo y entender que no fue tu culpa. — —Pero yo… — —No Gohan, no lo fue. La decisión de tu padre de no regresar, fue precisamente para protegerlos— explicó. El muchacho se limpió las lágrimas y lo miró sin entender del todo sus palabras. —Puede ser doloroso al principio, pero debes comprender que su sacrificio significó la paz del planeta y la vida para todos los que conoces— sonrió levemente. —Pocos pueden entenderlo, pero, aparte de su amor por la lucha, Goku siempre tuvo a los suyos muy presentes y jamás dudó en dar todo por ellos. — El chico asintió, separándose de él, ya más calmado. —Y ten por seguro que él está muy orgulloso de lo que conseguiste, por el nivel que alcanzaste— hizo una pausa, mirando a la lejanía. —Goku decidió quedarse en el otro mundo porque sabe que tú ahora eres capaz de proteger a todos. — Esas palabras reconfortaron a Gohan. Quizás su padre ya no estaba aquí, pero tal vez, los observaba desde el otro mundo. Además, Goku no los había dejado solos, Piccoro y todos los demás amigos estaban presentes, incluyendo al huraño de Vegeta. —Gracias, señor Piccoro— dijo, mientras se ponía de pie y sonreía. —¿Le gustaría cenar con nosotros? — El guerrero se levantó y le revolvió el cabello afectuosamente. —Claro que sí, pero será en otra ocasión, ahora, ve con tu madre. — Gohan asintió y comenzó a correr de regreso a su hogar. —Hasta pronto, señor Piccoro. — —Hasta pronto… hijo— pensó el nameku, sonriendo ligeramente.***
Continuará… Muchas gracias por sus comentarios y claro que escribiré sobre los personajes solicitados. Ya estoy redactando el de Vegeta y Trunks.