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Capítulo III***Mirada compartida***
[Vegeta-Trunks]
Vegeta estaba cansado, el último entrenamiento había sido excesivo. Sus músculos aún se contraían de dolor por debajo de los vendajes. Pero nada lo detendría, ya que sólo faltaba un mes para la fecha de aparición de los androides y él estaría listo para vencerlos, superando así, a Kakarotto. Nada podría distraerlo de su objetivo, excepto su propio cansancio físico. Después de terminar la sesión de entrenamiento y bañarse, cambió los vendajes de sus brazos, así como el parche de la mejilla. Vistiendo únicamente su malla oscura y una toalla para el cabello, caminó a su habitación. De pronto, algo llamó su atención cuando pasaba frente a la habitación de su hijo Trunks. Estuvo a punto de dar otro paso para alejarse, ya que no deseaba escucharlo llorar escandalosamente. No obstante, un leve sollozo proveniente de la cuna, le provocó una extraña sensación. Haciendo un gesto de fastidio, se acercó a donde dormía el niño, mirando alrededor, para confirmar que no había nadie más allí. El pequeño se removía intranquilo. Era demasiado joven para tener pesadillas, pero obviamente algo lo inquietaba. Vegeta no supo de dónde llegó ese extraño pensamiento, simplemente, algo en la mente le susurró que su hijo tenía miedo. Trunks abrió los ojitos y su gesto amenazó con empezar a llorar. De pronto, volteó hacia su padre, quien lo observaba atentamente. El niño no hizo ningún ruido, sólo se estiró en su dirección con las manitas en alto. El saiyajin tuvo de nuevo la intención de alejarse, pero antes de que sus pies obedecieran la orden, sus brazos ya cargaban al chiquillo. ¿Qué fue eso?, ¿El frío guerrero sosteniendo a un crío? Retrocedió unos pasos y se sentó en el sillón cercano, colocando a Trunks sobre su regazo. —¿Qué demonios estoy haciendo? — pensó para sí mismo, desconcertado por sus acciones. El bebé se estiró a lo largo de su abdomen y pecho, mirándolo fijamente. Sus ojos eran como los de su madre, un azul intenso y vibrante. Y le transmitían algo que no supo explicar. De nuevo, el susurro dentro de su cabeza, diciéndole que su hijo necesitaba de él. Su primogénito. Su descendiente. Esto no era normal. Los saiyajines no forjaban lazos fuertes con sus hijos, no tenía caso, porque estos eran enviados a un planeta lejano y no siempre volvían a saber de ellos. Pero en éste planeta, las cosas eran diferentes. A pesar de que ya llevaba unos años viviendo ahí y la humana lo había aceptado como pareja, él no terminaba de acostumbrarse a esa forma de vida. Y ahora parecía que el pequeño mestizo buscaba crear ese lazo con él. Sin emplear una sola palabra o sonido, lo único que necesitaba para comunicarse, era su profunda mirada. El hombre se perdió en sus ojos por unos segundos, remembrando algún lejano recuerdo de su propio pasado. Algo que seguramente guardaba para sí mismo y nunca expresaría ante los demás. Exhaló con lentitud al salir del trance. —¿Por qué me miras así, mocoso? — Trunks solamente parpadeó y se llevó un dedo a la boca, sin dejar de mirarlo un sólo instante. Vegeta rodó los ojos y lo único que hizo fue acomodarle el gorro con orejitas que tenía sobre la cabeza. El niño agitó el rostro de un lado a otro, desacomodándolo de nuevo. —¡Quédate quieto o te devuelvo a tu cuna! — Por respuesta, el pequeño hizo una mueca de enojo y un sonido vagamente parecido al gruñido de un cachorro. Sí, había heredado la mirada de su padre y sus mismas expresiones faciales. Algo dentro del príncipe se contrajo y casi lo hizo sonreír. Pero de inmediato se puso serio y miró a su alrededor. Nadie podía ver al poderoso guerrero teniendo un momento de ternura. Pero éste era el planeta Tierra y aquí no hay saiyajines que pudiesen juzgar su sentimental comportamiento. Kakarotto no contaba, porque fue criado como humano. El niño balbuceó algo mientras se jalaba el gorro y volvía a gruñir graciosamente hacia su padre. De nuevo, algo sonrió dentro de Vegeta, quien tomó la pieza y la acomodó otra vez sobre su cabeza. —Deja eso en su lugar, ¿Entendido? — Trunks agitó negativamente su carita. El hombre alzó una ceja, enojado. —¿Me estás desafiando? — Y parecía que el pequeño semi saiyajin entendía sus palabras, porque otra vez meneó el rostro en lo que parecía ser una señal afirmativa. Entonces Vegeta lo tomó en brazos y se levantó, con la intención de regresarlo a su cuna. De pronto, algo lo detuvo. El niño estaba abrazándose con fuerza a él y sus ojitos enojados no dejaban de mirarlo. Comunicación sin una sola palabra. Ambos regresaron al sillón. —¿Qué haré contigo? — se preguntó, mientras volvía a colocarle el gorro. El susurro mental le dio la respuesta. Levantó su brazo derecho y comenzó a generar una pequeña esfera de tenue luz dorada en la palma de su mano. El niño quedó encandilado de inmediato. Estiró su manita y acarició la energía, su inocente risa le provocó otra extraña sensación a Vegeta. Era inofensiva esa muestra de Ki, solamente le provocaría cosquillas y lo distraería. Comenzó a mover la mano de un lado a otro despacio, permitiendo que Trunks mirara y tocara la esfera de vez en cuando. Al paso de los minutos, el chiquillo empezó a bostezar y sus párpados se hicieron pesados. Poco después, ya estaba completamente dormido. El príncipe lo llevó a la cuna y con la mayor delicadeza de la que era capaz, lo recostó y abrigó con sus cobijas. El gesto de su rostro era frío, pero con una luz diferente en sus pupilas. Efectivamente, ahora que tenía una compañera y un hijo, el objetivo de convertirse en super saiyajin no sería solamente por su orgullo. También lo sería para asegurar el futuro de estos seres que habían cambiado su mundo por completo.*
***Un cuento para dormir***
[Vegeta-Bra]
Bulma no se encontraba en casa. Esas juntas en la oficina algunas veces se alargaban demasiado y la científica no podía tener a su hija con ella todo el tiempo. Así que era el turno del padre, sin embargo, el príncipe de los saiyajines no sabía qué hacer para que la pequeña se durmiera. La nena gateaba de un lado a otro por su cuna, sin dar señales de querer dormirse. —¡Ya duérmete Bra! — exclamó enojado. Entonces, la niña se acercó al barandal, estirando sus manitas. Vegeta rodó los ojos y la tomó en brazos al notar como lo miraba con súplica. Caminó rumbo a su alcoba mientras murmuraba algo ininteligible. Buscó un libro en el estante principal y después de dirigió a su cama. Se recostó y colocó a la niña junto a él, abriendo el libro infantil en la primera página frente a ella. —Tu madre le leía esto a Trunks, así que espero que también funcione contigo— dijo, mientras empezaba a leer. Bra se distrajo inmediatamente con los coloridos dibujos. —Había una vez una familia de gatos… — De pronto, la niña soltó una risita y empezó a balbucear. El padre hizo caso omiso y continuó la lectura. —Vivían en una casita de color azul y… — Ya no pudo leer más, porque la pequeña se había lanzado sobre el libro con otra ruidosa risita. El príncipe alzó una ceja, comenzando a impacientarse. —Compórtate, estoy leyendo esta ridiculez para ti— indicó, levantándola y sentándola nuevamente. —Tenían un enorme jardín… — trató de leer. Entonces, unas gotas de saliva embadurnaron la hoja. Su hija estaba de nuevo sobre el libro, babeando la esquina de la página. Vegeta cerró los ojos y se puso a inhalar y exhalar despacio. Él no era un padre muy paciente, pero tenía que hacer el intento, ya que Bulma se molestaría mucho si llegaba y veía que Bra no estaba durmiendo a sus horas. —¡Está bien niña, es suficiente! — regañó, al tiempo que cerraba el libro y lo colocaba en el mueble cercano. —Ahora vas a dormir. — Acomodó a su hija sobre una almohada y la cubrió con la manta. Pero ésta volvió a reírse, al mismo tiempo que agitaba brazos y piernas, descobijándose inmediatamente. Una pequeña vena en la sien del saiyajin comenzó a crecer. —¡¿No vas a obedecerme?! — gruñó, mientras la bebé lo observaba sin perder su sonrisa. El príncipe se recostó a su lado, recargado sobre su codo, mirándola con impaciencia. Ella pareció entender algo e hizo la misma mueca de seriedad. Entonces, comenzó a gatear hacia él, sus manitas se apoyaron en su pecho y después se levantó sobre sus rodillas, a la altura de su rostro. Inesperadamente, se abrazó a su cara, cubriéndole la visión. En un dos por tres, el enojo de Vegeta se desvaneció cuando la chiquilla colocó un besito en su frente y algo de saliva extra también. Después se acurrucó contra él, bostezando más y más. Al poco tiempo, su respiración se hizo profunda, quedándose al fin dormida. El padre no pudo evitar sonreír, Bra le había dejado ganar esta vez.***
Continuará… ¿Les gusta, es tierno?, espero que me hagan saber sus opiniones. Como se indica en la sinopsis, voy a manejar algunos personajes con OoC, así que no se sorprendan de que los describa un poco alejados del anime o película. Gracias por sus sugerencias de personajes, las estoy procesando un poco lento, pero ahí vamos. Saludos.