ID de la obra: 1285

Momentos con Papá y Mamá

Gen
G
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
42 páginas, 15.348 palabras, 9 capítulos
Descripción:
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Capítulo VI

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Buenas noches: Perdonen mi pereza, pero he estado actualizando los Fanfics que quiero terminar ya y me cuesta trabajo avanzar en algunas ocasiones. Por ahora les dejo éste capítulo, pero tengo que avisarles: Las próximas escenas entre padres hijos pueden ser tiernas o no y quizás algunas las encuentren un poco serias. En fin, espero que les guste y me dejen un pequeño comentario. Atención: Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo VI

***Descendencia***

[Rey Cold-Hijos]

El rey Cold caminaba por los silenciosos pasillos. La quietud se mantenía constante a pesar de los ruidos que generaba la nave espacial. Por las ventanas ovaladas aún se podía distinguir la luz que desprendía el núcleo colapsado de su planeta. A pesar de la distancia recorrida, los vestigios de la destrucción de su hogar eran visibles. Nada pudo hacer su raza, la tecnología y su gran poder nato no fueron suficientes contra la frivolidad de un ser divino. Ahora que su especie, baja en número de por sí, se aproximaba más y más a la extinción, el rey se preguntaba por qué sus antepasados habían desafiado al dios de la destrucción. Cien años atrás, el omnipotente Bills les advirtió que no se tomaran tantas libertades respecto a la conquista y destrucción de mundos, porque a él no le gustaba la competencia. No le hicieron caso y un siglo después, justo antes de iniciar una larga siesta, el destructor visitó su mundo para desgarrarlo. Lamentablemente, no había nada que hacer al respecto. No puedes ponerte al tú por tú con un dios, así que lo mejor era huir hacia otra parte del universo. Otros de su especie migraron a un rumbo desconocido, pero el rey Cold se dirigió al norte de la galaxia. Llegó a una habitación y entró con pasos lentos. En medio había una estructura parecida a un nido, en cuyo interior dormían dos cachorros abrazados. Ambos tenían heridas por toda la superficie de sus pieles. El escape del planeta colapsado no fue fácil y muchos integrantes de su raza murieron en el intento. Cold tuvo suerte de tener acceso a esa nave y de que sus hijos estuvieran cerca de él cuando todo comenzó a derrumbarse. El niño mayor parecía tener pesadillas, porque se agitaba constantemente. El hijo más joven dormía profundamente debido a los sedantes. Si sus cachorros morían, su linaje real estaría condenado. Su especie tenía muchas limitantes en cuanto a su tasa de natalidad. Eran criaturas poderosas, pero eso no quería decir que tuvieran el privilegio de aumentar sus números tan fácilmente. La capacidad de engendrar se limitaba a los ejemplares más longevos y fuertes. Y las luchas constantes con otras razas dificultaba el vivir lo suficiente para alcanzar la edad requerida. Por esto mismo, se dirigían a otra parte del espacio. Era necesario buscar un lugar donde pudieran someter a especies más débiles, para prosperar y vivir por mucho tiempo. Un sitio donde el dios de la destrucción no husmeara tan seguido. El rey Cold haría todo lo posible por mantener su estatus. Eran conquistadores, comerciantes y tiranos, no cambiaría eso a pesar de la amenaza divina. Y en la inmensidad del cosmos, siempre existirían seres inferiores a los cuales someter y gobernar. —Padre… — llamó el niño mayor. —Aquí estoy Cooler— respondió el rey, acercándose. —Sigue durmiendo, el viaje es largo. — El niño asintió y se acurrucó un poco más, haciendo una mueca de dolor por sus heridas. El haber nacido con un alto poder de pelea, no los exentaba de ser vulnerables a otras fuerzas, en especial si todavía eran jóvenes. Cold se acercó un poco más y revisó la temperatura de su hijo más joven. Freezer era un crío bastante resistente y fuerte. Su recuperación era más rápida y eso lo comprobó cuando su pequeña cola le dio un latigazo por inercia en la mano. El rey sonrió, porque en ese momento supo que sus vástagos sobrevivirían. … Meses después. La nave espacial seguía su marcha. Un gigantesco planeta de colores grises se podía apreciar más adelante, un hogar temporal. Éste sería el inicio de un nuevo régimen de dominio y el rey se encargaría de iniciar las conquistas para luego distribuir el mando con sus hijos. Pero antes, eran necesarias las advertencias adecuadas. —Papá, ¿Qué fue lo que sucedió después de la explosión? — preguntó Freezer. Los dos cachorros ya estaban completamente recuperados y ansiosos de iniciar su nueva vida de conquistas. —Un dios destruyó nuestro mundo y a la mayoría de nuestra raza— dijo Cold serio, observando el planeta destino a través de la ventana. —Ahora, quiero que ambos presten atención. — Ellos se acercaron a su padre al mismo tiempo que se alistaban para la invasión. —Vamos a levantar un nuevo imperio de comercio espacial con todos los planetas que valgan la pena, pero antes, deben ser conscientes de dos potenciales peligros, los cuales jamás deben ser provocados— hizo una pausa lenta, acentuando la seriedad de lo que les diría. —Nunca busquen, ni despierten, al demonio Majin Boo, esa criatura es demasiado poderosa y podría devorarlos en un segundo. Y jamás llamen la atención de Bills, el destructor, la deidad que eliminó nuestro mundo y nos obligó a escapar. — Ambos niños se quedaron en silencio, su padre les hablaba con mucha seriedad y miedo en la mirada, por lo que dichos peligros debían ser tomados muy en serio. Asintieron con firmeza, los dos estaban seguros de que podrían evadir al demonio y al dios en el futuro, así que se prepararon para comenzar su nuevo reinado.

*

***Primogénito****

[Bardock-Raditz]

“Jamás tendrás hijos, guerrero de clase baja” Alguna vez, alguien le escupió esas palabras a la cara. El haber nacido en la casta más baja de su raza implicaba tener muy pocas posibilidades de encontrar una pareja y procrear. Las hembras siempre escogían a los más fuertes o a los que tuvieran más posibilidad de proveer. La vida era muy dura para los saiyajines con bajo nivel de poder. Cuando Bardock creyó que el destino le había dado una oportunidad al conocer a Gine, el cruel azar jugó en contra de él una vez más. Los rumores decían que los estudios médicos practicados a todos los guerreros, estaban arrojando extraños resultados: La raza de los saiyajines estaba perdiendo su capacidad reproductiva. Tanto hembras como machos, estaban dejando de ser fértiles y probablemente era una consecuencia debido a sus constantes viajes y batallas en ambientes tremendamente hostiles. La radiación cósmica y los componentes ambientales de los planetas les estaban pasando factura a la especie saiyajin. Ahora que miraba las cápsulas de incubación a través del vidrio, buscando a su hijo recién nacido, Bardock se sentía agradecido por primera vez de pertenecer a una casta inferior. Quizás era duro para los escuadrones de bajo rango el cumplir con las conquistas lejanas a las que el gran Freezer los enviaba. Pero la ventaja de esto, era que no habían sido expuestos a ningún elemento peligroso. Los planetas del cuadrante galáctico asignado a saiyajines débiles, habían resultado ser bastante habitables y llenos de minerales. Algo afortunado para su propia salud. Gine, su compañera, había quedado preñada en una de esas misiones de conquista. Inmediatamente Bardock la dio de baja del escuadrón y la mandó de regreso a casa para que el embarazo resultara lo mejor posible. Teniendo siempre en mente que los saiyajines de bajo rango difícilmente encontraban pareja y tenían hijos, el guerrero no arriesgaría a la hembra con quien había logrado engendrar. Los meses pasaron y Bardock tuvo la oportunidad de regresar una semana después de que Gine hubiera parido. Ella ya estaba completamente recuperada y trabajando en la zona de distribución de carne. Había decidido quedarse para criar al niño, quien afortunadamente nació sano y fuerte, comparado con otros recién nacidos que no lo lograron. Incluso ahora que miraba a los demás cachorros, se dio cuenta de que eran muy pocos. Un médico entró junto con su asistente, el cual arrastraba un contenedor de incineración. Bardock se quedó frío cuando observó que apagaban varias incubadoras de niños nacidos de guerreros de clase alta. Todos habían muerto. A pesar del gran nivel de poder de sus padres, la genética no fue lo suficientemente fuerte para permitirles vivir. Soltó una pesada exhalación cuando los sujetos se retiraron después de hacer su macabra tarea. Centró la atención de nuevo en su hijo. Su primogénito permanecía suspendido en el líquido revitalizante en el cual sumergían a los infantes mientras se adaptaban al medio ambiente del planeta. Si el niño no presentaba ningún problema de salud, se lo entregarían a los padres de inmediato. De pronto, el cachorro se agitó y comenzó a abrir los ojos. Una alerta empezó a sonar en el panel de control de la incubadora. Bardock se inquietó al ver que el niño se agitaba. Entonces, otro médico entró al área y se acercó a la cápsula. Apagó el mecanismo y el líquido comenzó a ser drenado. Tomó una manta del estante cercano y envolvió al bebé para llevarlo a una mesa de revisión. Su llanto se hizo cada vez más fuerte, eso era una buena señal. El galeno miró de reojo al guerrero y le indicó que fuera a la ventanilla adyacente. —¿Eres el padre? — preguntó. —Así es— dijo seriedad, pero sin disimular demasiado su inquietud. —¿Hay algún problema con mi hijo? — El hombre negó impasible, mientras envolvía al crío en una nueva manta y se lo entregaba a Bardock. —A pesar de que eres un soldado de clase baja, tu cachorro es uno de los más sanos que han nacido en los últimos meses— dijo el médico, sin ánimo de ofender. —Quizás no tenga un alto nivel de poder, pero vivirá. — El guerrero cargó a su hijo en brazos y sin decir nada más, se retiró del lugar. … Bardock volaba sobre una planicie, ya estaba cerca de la cuidad donde vivía con Gine. El niño se agitó y logró destaparse el rostro. Sus ojos negros lo miraron con curiosidad. El padre lo observó con gesto serio, pero interiormente se alegró al recordar las palabras del galeno, su primogénito viviría para convertirse en un guerrero. Se detuvo en el aire y sostuvo a su hijo con un brazo, al tiempo que activaba su rastreador. 50 unidades fue la cifra que arrojó el dispositivo. —Bueno, eres un poco débil, pero al menos estás vivo— dijo con una leve sonrisa. El cachorro se agitó de nuevo y su cabello quedó expuesto, era igual de largo y alborotado como el de su madre cuando ingresó a su escuadrón por primera vez. Entonces estiró sus manitas hacia él y después bostezó. En cualquier momento empezaría a llorar de nuevo pidiendo alimento, por lo que debía llevarlo con Gine. Pero antes, decidiría el nombre le daría. —Bien, ¿Cuál sería un buen nombre para ti? — se preguntó a sí mismo. —Eres mi primer hijo, así que debo pensarlo bien. — El niño lo miró de nuevo con curiosidad y después empezó a gruñirle graciosamente. Parecía tener un carácter fuerte a pesar de su bajo nivel de poder. Otra vez Bardock sonrió sutilmente, eso era buena señal para un crío saiyajin, así que su nombre debía sonar con presencia. —Te llamarás… Raditz. — El pequeño continuó gruñendo un poco más y después bostezó nuevamente. Bardock lo envolvió de nuevo y reinició el vuelo. —Vamos a casa, es hora de ir con tu madre. —

***

Continuará… Muchas gracias por leer.
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