ID de la obra: 1285

Momentos con Papá y Mamá

Gen
G
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
42 páginas, 15.348 palabras, 9 capítulos
Descripción:
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Publicando en otros sitios web:
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Capítulo VII

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Hola de nuevo: Les dejó el siguiente capítulo de una vez, ya que el próximo fin de semana terminaré el fanfic. De antemano les doy las gracias por leer y por sus comentarios. Atención: Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo VII

***Entrenamiento****

[Milk-Goten]

El llanto del niño se escuchaba por todo el valle. La madre se acercó a él y lo miró con gesto duro. —¡Deja de llorar y toma tu posición! — ordenó. —¡Pero mamá, no puedo hacerlo! — lloriqueó de nuevo, mientras se pasaba la mano por la nariz. —¡Y ya tengo mucha hambre! — La mujer tomó una posición de ataque y un instante después, corría hacia su hijo a toda velocidad. El niño se asustó y comenzó a correr entre los árboles cercanos. De pronto, algo pasó a su lado y un golpe se estrelló en su cara, haciendo que cayera de espaldas bruscamente. —¡Ay, me duele mucho! — se quejó a todo pulmón, mientras pataleaba y se llevaba las manos al rostro. Su madre se quedó quieta, mirándolo impasible. Ella sabía que el golpe no lo lastimaría seriamente, pero no podía permitirse ser suave con él. Apenas tenía cuatro años de edad, pero su entrenamiento había comenzado un año antes. Tan pronto su segundo hijo empezó a mostrar signos de fuerza, Milk supo lo que debía hacer. La muerte de su marido y la amenaza en la que estuvo el planeta, le abrieron los ojos en gran medida. Ser la esposa de Goku implicaba cierto peligro para ella y sus hijos. Afortunadamente, Gohan se había vuelto muy fuerte y ahora era el turno de su otro vástago. El pequeño Goten había demostrado tener los genes de su padre desde bebé, así que necesitaba entrenamiento. No obstante, Milk había tomado la decisión de adiestrarlo ella misma y no comentarle nada a Gohan, ni a nadie más. Su primer hijo ahora estaba cursando la educación media y no permitiría que se distrajera con nada relacionado a la lucha, él ya había hecho demasiado enfrentando a Cell. —Ese golpe no fue nada— aclaró ella, tomando de nuevo una posición de ataque. —Goten, no eres tan débil como crees, has progresado mucho en éste año y no pienso tolerar tus lloriqueos, ¡Así que levántate! — El niño sorbió por la nariz y haciendo un gesto de cansancio, se puso de pie nuevamente. Era cierto, su madre no lo había lastimado seriamente, pero a veces era demasiado ruda en las prácticas. Tanto así, que a veces prefería quedarse a estudiar con los libros de su hermano. Ahora fue Goten quien comenzó el asalto, corriendo rápidamente hacia la mujer. Pero antes de que pudiera asestar un golpe, ella saltó hacia atrás con gran agilidad. El chiquillo la persiguió de nuevo y esta vez ella contestó a sus golpes. —¡Hazlo más rápido! — lo azuzó, mientras respondía de igual manera con sus puños. —¡Tus golpes deben ser más fuertes! — El niño apretó los dientes con fuerza, tratando de hacer que su cuerpo respondiera, sin embargo, aún no tenía la disciplina necesaria. Inesperadamente, su madre se agachó y contorsionó, dándole una patada en el costado que lo derribó al suelo una vez más. Se giró boca arriba, respirando con pesadez. —¡Me rindo, ya no quiero entrenar! — lloriqueó de nuevo. Milk lo observaba pacientemente. Su segundo hijo no era tan frágil como lo fue en un principio Gohan, pero sabía que tenía un límite. Además, ya era hora de comer y era de esperarse que el pequeño se quejara, como el mestizo saiyajin que era. Ella giró la vista al cielo despejado de nubes y soltó un suspiro. No sería fácil prepararlo, pero tampoco se rendiría. Porque sabía que, tarde o temprano, algo ocurriría de nuevo. Ya habían sucedido demasiadas cosas antes y esta paz temporal no sería permanente. Se acercó a Goten y se sentó a su lado. —Hijo, sé que he sido un poco dura— habló, mientras lo ayudaba a sentarse. —Pero nunca debes olvidar quién es tu padre y lo que hizo por todos nosotros. — El niño asintió levemente. No conoció a su progenitor, pero por fotos, sabía que llevaba su mismo rostro y por las historias de su hermano mayor y de Krilin, estaba al tanto del gran héroe que fue. Podía entender la determinación de su madre para enseñarle a pelear, lo que no comprendía, era porqué lo mantenía en secreto. Aunque eso no importaba del todo, muy en el fondo, había algo instintivo que lo llamaba a la lucha y a él le agradaba esa sensación. —Prométeme que te esforzarás más la próxima vez— pidió Milk. —Sí, lo prometo. — La mujer se levantó y le tendió la mano para ayudarlo. El niño negó levemente con el rostro y se puso de pie como si nada. Su madre sonrió, esa resistencia ya la conocía de sobra y se sentía orgullosa al ver que su hijo era como su padre. —¿Una carrera a la casa, mamá? — —Claro que sí— le sonrió ella. Ambos se alejaron rápidamente rumbo a su hogar. Así, finalizaba un día más del entrenamiento de Goten.

*

***Primer paso***

[Gohan-Pan]

La pequeña Pan se tropezó una vez más y su cara se estampó contra el pasto del jardín. A medio metro de distancia, su padre la miraba con una sonrisa tranquilizadora. La niña hizo el amago de querer llorar, pero se contuvo. Entonces, demostrando hija de quien era, se levantó sobre sus rodillas y manos para comenzar a gatear. —Vamos Pan, no puedes rendirte tan fácil— dijo el padre. La nena lo miró de reojo y entonces comenzó a flotar, tambaleándose levemente a escasos centímetros del suelo. —¿En qué quedamos, hija? — regañó sutilmente Gohan, al verla querer usar su habilidad. —Volar no es la mejor manera para que aprendas a caminar. — La niña balbuceó algo ininteligible y después bajó al suelo de nuevo, quedando sentada sobre la hierba. Recientemente sus padres estaban tratando de ensañarle a levantarse y caminar por sí misma. Esto era un proceso obligatorio en el desarrollo de todo bebé, de lo contrario, el sistema motor de su cuerpo no se desarrollaría correctamente. El hecho de ser hija de un mestizo saiyajin le había brindado interesantes genes que se manifestaron tempranamente, como la capacidad de volar, pero eso no era tan bueno para su edad. El pediatra recomendó que empezaran a enseñarle los ejercicios básicos para que dejase de gatear y ya comenzara a forzar sus rodillas y pies. Sin embargo, la pequeña se había mostrado reacia y cuando lo hacía, se caía de bruces en el segundo paso. Después del llanto y los mimos paternos, volvía a intentarlo sin lograr mucho avance. Gohan suspiró y se acercó a ella, la levantó con ambas manos y colocó sus piecitos sobre sus zapatos. La sujetó de las manitas y empezó a dar pequeños pasos. Pan sonrió divertida mientras miraba como sus piernas imitaban el movimiento de su padre. Comenzó a reír alegremente, quizás esta era una forma más sencilla de aprender. Unos pasos por aquí y otros por allá. Gohan salió del jardín y siguió avanzando lentamente hacia el interior de la casa. Su hija permanecía erguida sin perder el paso, intentando mantenerse en vertical. Entonces se detuvo para cambiar la técnica, así que la bajó de sus pies, hizo que girara y de nuevo sostuvo sus manos. —Hija, tú puedes dar éste paso, no te soltaré— dijo con una sonrisa, mientras daba un paso hacia atrás. Pan dudó por un instante y su gesto fue de preocupación, pero de inmediato su padre la animó a continuar. Su pierna derecha se movió hacia adelante, confiando en que sus manos estaban bien sujetadas, manteniéndola en equilibrio. Su otro pie se arrastró despacio hasta rebasar al primero. Gohan retrocedió otro paso y ella lo imitó de nuevo, avanzando un poco más. —¡Muy bien hecho! — La nena soltó otra tierna risita y de nuevo dio otro paso tambaleante. Luego otro y otro. Con gran paciencia, el padre recorrió la sala, la cocina, los cuartos y de nuevo el patio. Despacio fue de un lado a otro con pasos en retroceso para que su hija no se rindiera. Ya estaba un poco cansado del cuello y la espalda por esa posición encorvada que debía mantener para sostenerla. Pero no le importaba, hoy habían avanzado mucho. Ya atardecía cuando ambos se sentaron en el columpio del jardín. —Lo hiciste bien, Pan— la cargó en brazos y la alzó. Ella se agitó alegremente y después estiró las manitas hacia el suelo. Gohan la bajó y la depositó en el suave pasto. De pronto, miró con asombro que su hija se levantaba poco a poco por ella misma. Primero gateó y después sus manos se sujetaron de su pantalón para comenzar a erguirse sobre sus rodillas, un instante después, sus piernas la elevaron hasta quedar completamente de pie. —Te felicito Pan, yo sabía que podías lograrlo— Gohan sonrió. —Vamos adentro, te mereces un premio por tu esfuerzo, ¿Qué tal una rebanada de pastel? — La levantó en brazos y ambos se encaminaron a la casa. Ese fue un gran triunfo para la pequeña niña y un momento de gran orgullo para el padre.

***

Continuará…
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