ID de la obra: 1285

Momentos con Papá y Mamá

Gen
G
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
42 páginas, 15.348 palabras, 9 capítulos
Descripción:
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Capítulo VIII

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Buenas tardes: Les dejo el octavo capítulo. Traté de imaginar algo tierno, pero con estos personajes, me resulta un poco complicado y quizás las escenas se parezcan más a la trama de otro tipo de fanfic, pero bueno, espero que sea de su agrado. Tenía pensado en dejar estas dos escenas como el final, pero creo que aún puedo escribir algo más. De antemano, les agradezco su tiempo y sus comentarios. Atención: Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo VIII

***Educación Saiyajin***

[Gine-Raditz]

El primer día en el campo de entrenamiento comenzaría. Todos los niños saiyajin de cuatro años en adelante estaban obligados a asistir a estos centros de preparación, donde empezarían el condicionamiento que todo guerrero de su raza debía recibir para fortalecerse. Gine terminó de colocarle la armadura a su hijo. —Ya estás listo Raditz, ahora, repite lo que te dije— indicó ella. —¡Debo prestar atención al instructor y hacer lo que me indique! — repitió enérgico el niño. Estaba muy emocionado y es que, recientemente, su instinto de guerrero ya lo incitaba a jugar de manera cada vez más violenta con otros chiquillos, por lo que era necesario comenzar con el entrenamiento que se les daba a todos los niños y niñas del planeta. La madre lo sabía, pero no podía evitar la sensación de ansiedad ante la separación. Después del nacimiento y la incubación temporal en la cápsula de desarrollo, las mujeres se quedaban con sus hijos alrededor de uno o dos años para enseñarles a hablar, a caminar y todo lo que implicaba la sociedad saiyajin. Posterior a eso, los cachorros eran enviados al campo de adiestramiento. —Muy bien, entonces vámonos— lo tomó de la mano y salieron de casa. … Rato después. Gine observaba como todos los niños ingresaban al gran edificio que fungía como centro de preparación. Ahí les enseñarían los ejercicios básicos de fuerza y resistencia física, así como la habilidad para desplegar su poder energético. No importaba la jerarquía social a la cual pertenecían los infantes, todos recibían el mismo entrenamiento. Ahí los prepararían para el futuro violento que implicaba el convertirse en conquistadores de planetas. Ella suspiró antes de soltar a Raditz. —Escucha hijo, da tu mejor esfuerzo— hizo una pausa antes de darle el consejo final. —Y si te pegan, devuelve el golpe. — Esta era una recomendación necesaria, aunque ella fuera pacífica, no le diría a su pequeño que se mantuviera indiferente ante las afrentas. Los saiyajines eran impulsivos por naturaleza, estaba en su sangre guerrera y era de esperarse que los críos fueran igual de belicosos que los adultos. Raditz asintió con firmeza, la abrazó en despedida y luego corrió a la entrada del edificio. … Por la tarde. Gine miraba desconcertada el ojo morado de su hijo. Y mientras lo curaba, escuchaba atentamente su explicación. —Y entonces, ese niño me insultó por ser de clase baja— dijo, mientras toleraba la incomodidad de la medicina en aerosol que le aplicaba su madre. —¿Y después qué hiciste? — —Le enseñé la lengua y me alejé de él— imitó el gesto sonriendo. —Pero entonces, comenzó a perseguirme y me sujetó del pelo. — La madre suspiró, ya sabía que debía haberle cortado el cabello, pero como Raditz se negó rotundamente, no lo hizo. Ahora las consecuencias de esa melena estaban a la vista, el otro chiquillo se había aprovechado de ello. —¿Y no estaba cerca el instructor para que lo reportaras? — —No, era la hora del receso y estábamos en el patio, no había ningún adulto cerca— contestó él. —Pero ese niño no se salvó de mis puños— presumió emocionado. Ella sonrió, al menos esas lecciones que Bardock le dio, antes de marcharse a su nueva misión, le sirvieron de algo. Pero tenía la preocupación de saber si el incidente no había sido más grave, de lo contrario, podrían mandar a llamarla. A pesar de todo, los cachorros debían mostrar cierto nivel de control en sus escaramuzas y si no podían moderar su temperamento, los padres eran citados. —¿Y sabes quién es ese niño que te molestó? — Raditz hizo un gesto de meditación, tratando de recordar cuando todos sus compañeros se presentaron ante el entrenador. —Sí, creo que se llama Vegeta o algo así. — Gine se quedó fría. Si el niño al que se refería era el príncipe Vegeta, su vástago podría estar condenado a muerte por agresión al hijo del rey de los saiyajines. Pasó saliva nerviosamente, tratando de serenarse. —Escucha Raditz, ese niño es el príncipe Vegeta y será mejor que te mantengas lejos de él, su padre, el rey de nuestra raza, no es muy amable que digamos— explicó ella. —Pero mamá, fue él quien empezó a molestarme, yo ni siquiera le había dirigido la palabra— se quejó el chiquillo. —Entiendo, pero ten cuidado por favor— terminó de curarlo. —La familia real no es muy tolerante con las castas menores y a veces no escuchan razones. No quiero que te castiguen— finalizó. Al día siguiente, Raditz llegó con más raspones en la cara, pero ningún llamado por parte del centro de entrenamiento. Ella curó al niño y escuchó la misma explicación: Escaramuzas entre cachorros, a veces iniciadas por el príncipe y otras veces por su hijo. … Un par de días más tarde, ella decidió ir personalmente a hablar con el instructor a cargo de los críos primerizos. —No se preocupe, su hijo está haciéndolo bien— explicó un saiyajin corpulento y con poco cabello. —Los chiquillos establecen de esa manera las jerarquías de poder y era de esperarse que el príncipe Vegeta se impusiera desde el principio. — —No quiero que mi hijo sea castigado por defenderse— habló preocupada. El hombre negó con la cabeza, mientras la guiaba a una de las salas de instrucción. —Véalo por usted misma— señaló a un grupo de niños. —Lo que hizo el príncipe Vegeta fue escoger a Raditz de entre todos los demás. — Gine se sorprendió al ver que los infantes compartían la misma banca, mientras escuchaban las indicaciones de otro guerrero, que les mostraba la creación de una esfera de energía. Ambos tenían enmarañado el cabello y algunas magulladuras, pero se notaba que ahora estaban tranquilos. —Al principio, se peleaban a cada rato y aunque el príncipe podría haber asesinado a su hijo, no lo hizo— explicó el instructor. —No sé porque lo ha hecho, pero parece que a Vegeta le cae bien Raditz, a pesar de la diferencia de clases. — La mujer soltó un suspiro, eso no se lo esperaba. Pero, si el instructor le aseguraba que su hijo no corría ningún peligro, a ella no le quedaba más que relajarse y dejar que las cosas siguieran su marcha. … Un año después. Raditz se alistaba para su primera misión. Finalmente había acabado el primer año de preparación para los niños saiyajin y ahora debían acompañar a un grupo de guerreros a un planeta de baja categoría para que se familiarizaran con la conquista de mundos. —Escucha lo que te digo Raditz, mantente en la línea de protección de los guías, recuerda que tu nivel de poder aún no es suficiente y no quiero que te suceda algo por ir siguiendo al príncipe Vegeta— explicó seriamente. —Sí mamá, no te preocupes, prometo traerte un trofeo de caza— dijo tranquilamente. Era de esperarse, así eran los críos saiyajin, impulsivos y temerarios una vez que ya habían desarrollado sus habilidades primarias. Su vástago no demostraba temor alguno a lo que sería su nueva vida como conquistador de planetas para el gran Freezer. Todos los saiyajines vivían para eso, les gustara o no. Sonrió de buena gana, su primogénito al menos había heredado el carácter fuerte de su padre y no el de ella. Esa sería la primera misión de Raditz al lado del príncipe Vegeta y posteriormente, los dos terminarían siendo compañeros de equipo más adelante.

*

***Hijo***

[Paragus-Broly]

Paragus era un guerrero de clase media, leal a su raza y fiel a su rey. Siempre cumpliendo con las órdenes de conquista y exterminio dictadas por la jerarquía de poder encabezada por el gran tirano Freezer. Nunca tuvo problemas con ello, esa era su vida y estaba a gusto con ella… hasta que amenazaron la vida de su único hijo. … El guerrero corría apresurado por los pasillos de la zona de incubadoras, hasta que finalmente llegó al área de recién nacidos. Su última misión había concluido hace tres días y se dispuso a regresar inmediatamente cuando le avisaron que su compañera estaba a punto de parir. Sin embargo, no se esperaba la desagradable noticia al llegar: Ella había muerto en labor de parto. Aquello era sumamente extraño, las hembras de su especie eran muy fuertes y casi nunca se escuchaban reportes sobre fallecimientos por parto, era un caso anómalo. Los médicos no pudieron explicarle el porqué, pero le aseguraron que el niño era el responsable. Ingresó a la gran habitación y buscó la incubadora asignada a su hijo. Un par de médicos estaban revisando las lecturas de la máquina que monitoreaba los signos vitales del bebé. —Esto sí que es sorprendente— dijo uno de ellos. —Su nivel de poder es… — —¡Sí, lo sé! — interrumpió el otro, con un tono molesto. —Pero eso no significa que sea bueno, ¿Ya viste el patrón de sus ondas cerebrales?, son demasiado… extrañas. — —¡¿Qué sucede con mi hijo?! — interrumpió Paragus. Los galenos lo observaron con un gesto de preocupación. —Escucha soldado— habló el hombre de mayor rango. —El cachorro muestra lecturas poco comunes en sus células y sus registros cognitivos son anormales— señaló el interior de la cápsula, el líquido vital estaba oscureciéndose poco a poco. —No sabemos qué fue, pero la madre no pudo soportar el tremendo esfuerzo al momento de expulsarlo del vientre y existe una posibilidad de que no sobreviva más allá de 24 horas. — El padre palideció visiblemente. Ese pequeño niño era el primero que lograba nacer vivo después de un par de intentos malogrados y no estaba dispuesto a perderlo. No era un secreto que la raza saiyajin estaba teniendo problemas con su tasa de natalidad, pero, en los últimos años, los nacimientos fallidos habían aumentado. Algunos nacían muertos, pero muchos otros únicamente sobrevivían algunas semanas en las incubadoras y después morían. Los científicos todavía no encontraban la causa. —¡Por favor, hagan lo posible para mantenerlo vivo! — pidió el padre. —Si requieren material genético para desarrollar algún medicamento, pueden tomar las muestras que necesiten— ofreció su brazo descubierto. El médico negó con el rostro. —Eso no es necesario, el niño es muy fuerte, pero hay algo inestable con él— chasqueó los dedos y un par de asistentes trajeron otra cámara de incubación. —Haremos lo que se pueda, sin embargo, deberías preocuparte más por el rey. — —¿A qué se refiere? — interrogó Paragus extrañado. —Todos los registros con los niveles de poder de cada recién nacido, son enviados al rey Vegeta— hizo una pausa lenta. —Tu hijo nació con un alto grado de unidades y eso va a llamar demasiado la atención de muchos. — El padre se quedó en silencio, esas palabras no auguraban nada bueno. … Un mes después. El saiyajin se había mantenido vigilante con su hijo. Las lecturas de su salud se habían estabilizado y después de las primeras 24 horas, los médicos decidieron darle seguimiento para ver si sobrevivía. En las siguientes semanas, lo tuvieron en observación y cada cierto tiempo cambiaban el líquido vital que lo mantenía suspendido en la incubadora, dado que éste se oxidaba rápidamente. Era como si el pequeño emanara algún tipo de energía tóxica, aunque no había rastro de enfermedades, bacterias o algún otro elemento que pudiera justificar semejante fenómeno. —No puedes morir— dijo en voz baja, frente al cristal. —Tienes que vivir… Broly. — De repente, se escuchó estática en su rastreador y después la voz de su líder de escuadrón. [Paragus, repórtate inmediatamente en el palacio, el rey Vegeta quiere verte] —¿Para qué asunto?, yo no tengo nada que decir ante el rey— protestó inquieto. [No lo sé, no me dijeron nada en absoluto, pero será mejor que obedezcas, cambio y fuera] El hombre apretó los dientes con furia, probablemente el soberano quería una explicación respecto a su hijo. … Salón del trono. El rey Vegeta miraba con seriedad al subordinado postrado en el suelo. —¡Por favor, su majestad, dele una oportunidad a mi hijo! — suplicó. —Ya te lo dije, no es posible mantener a un cachorro como él, podría ser un problema a futuro— respondió el rey con cierta indiferencia. —¡Pero Broly podría convertirse en un gran soldado!, ¡Sólo requiere el entrenamiento adecuado para encauzar su poder! — explicó nervioso. —Mi decisión está tomada, soldado— observó a un mensajero que llegaba en ese instante, haciendo un gesto de confirmación. —Además, ya no puedes hacer nada, ya di instrucciones para que tu hijo fuera enviado a una misión. — Paragus se levantó de golpe, con una expresión de ira en el rostro. Nunca debió haber obedecido esta orden, mejor hubiera escapado con su hijo. El mandarlo a una misión a tan corta edad, simplemente era una manera diplomática para decir que, había sido condenado a muerte. Sólo por nacer. —¡Maldito seas, rey Vegeta! — gritó, al tiempo que huía a toda velocidad, esquivando a los guardias y rompiendo un ventanal. … No logró llegar a tiempo. La zona de despegues ya había lanzado a su hijo en una nave rumbo al espacio. A base de golpes y amenazas de muerte, consiguió que el encargado le revelara las coordenadas del destino. Tan pronto como pudo, se apoderó de otra nave, logrando escapar del planeta antes de que lo atraparan los guardias del rey. Ahora era un exiliado junto con Broly. … Días después, ambas naves llegaron a un desolado planetoide, un lugar agreste iluminado por un sol rojizo. Después del aterrizaje, Paragus corrió a la nave del niño para verificar que estuviera bien. No alcanzó el borde del cráter donde se había estrellado, porque una gigantesca onda de energía lo arrojó de cara contra unas filosas rocas. El impacto fue tal, que perdió la conciencia por algunas horas. Cuando despertó, se dio cuenta de que la explosión había sido obra de Broly. El cachorro permanecía en el suelo pedregoso con un montón de escombros a su alrededor, llorando desesperadamente. A pesar de que ya no portaba su rastreador, el saiyajin pudo percibir la energía en el ambiente. Su vástago emanaba una gran cantidad de poder. —Aquí estoy, Broly— dijo, mientras lo acunaba entre sus brazos. —Todo va a estar bien. — El niño dejó de llorar y abrió los ojos, un extraño resplandor verde se desprendía sutilmente de ellos. —No importa lo que digan los demás, tú eres mi hijo y vivirás para convertirte en el más poderoso guerrero del universo— sentenció con un gesto feroz del único ojo que le quedaba. Broly parpadeó un par de veces, sus ojos dejaron de brillar. Sus párpados se relajaron, se acurrucó contra el pecho de su padre y se quedó profundamente dormido.

***

Continuará… Gracias por leer.
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