ID de la obra: 1289

Mellizos

Gen
G
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
58 páginas, 21.369 palabras, 9 capítulos
Descripción:
Notas:
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7. Interacciones

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Buenas tardes: Lamento haber dejado abandonado éste fanfic, es que la imaginación no quería trabajar. El capítulo es corto, pero al menos me ayudó a retomar la trama y espero pronto traer el siguiente. Gracias por su tiempo y sus comentarios. Atención: Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo 7: Interacciones

******************** Naipes y Café ********************

Número 18 todavía no estaba segura de asistir a la reunión. Apenas hace una hora, había recibido la llamada de Milk y Bulma para invitarla a tomar un café con ellas en la Corporación Cápsula. Aunque al principio se mostró un poco reticente en aceptar, terminó confirmando que iría. No es que no quisiera convivir con ellas, es sólo que todavía se le hacía un poco complicado el interactuar con las amistades de su esposo. La última reunión fue unos meses atrás, en la fiesta de cumpleaños de Marron y no había visto a nadie más desde entonces. Su marido se encontraba trabajando a esas horas y ella ya no tenía más quehacer doméstico. La ventaja de tener energía ilimitada, es que podía hacer todo rápidamente y sin cansarse, de esa manera tenía tiempo libre para su hija. Pero también era necesario salir de vez en cuando y distraerse un poco. … Después de bañar y preparar a Marron, madre e hija se dirigieron al hogar de Bulma. Afortunadamente podían llegar volando en unos cuantos minutos desde los suburbios hacia el centro de la ciudad. Número 18 descendió en el patio principal en el mismo instante en que una pequeña aeronave aterrizaba en una pista cercana, eran Milk y su hijo Goten. —Hola, Número 18— saludó la mujer de pelo negro. —¡Hola Marron! — corrió Goten emocionado, queriendo saludar a la pequeña niña. —Buenas tardes— contestó la rubia, al tiempo que bajaba a su hija para que el otro niño se acercara. El pequeño clon de Goku parecía demostrar mucha efusividad cuando veía a Marron y siempre era el primero en invitarla a jugar con él y con Trunks. —Qué bueno que viniste, una tarde de café con otras mujeres siempre es muy entretenido— dijo Milk. —Yo no estoy muy familiarizada con esto y… — trató de justificarse la androide. —Tonterías— interrumpió, al tiempo que le ponía una mano en el hombro y la invitaba a entrar a la casa. —Escúchame bien, no importa que seas esposa y madre, siempre debes tener tiempo para las amistades— sonrió cordialmente. En ese momento, se escuchó el llamado de otra mujer. Bulma ya las esperaba en la puerta, mientras su hijo Trunks salía corriendo con una enorme pelota en brazos. Ambas mujeres se encaminaron al interior y después de las respectivas cortesías, se dirigieron a la terraza para disfrutar de un rato de esparcimiento. … —¿Por qué no querías venir, Número 18? — cuestionó Bulma, mientras servía un aromático café. —Aún estoy adaptándome y prefiero estar al tanto de mi hija— respondió tranquilamente. —Te entiendo, pero no es bueno que te aísles, también debes dedicarte tiempo a ti misma. — —Lo tendré en cuenta— agarró una de las galletas que estaban en el plato central de la mesa y le dio una mordida. —Milk y yo tenemos tiempo haciendo esto y queremos que formes parte del grupo, necesitamos a otra para jugar cartas— continuó la científica, guiñándole un ojo. —Es cierto, Número 18— confirmó Milk, después de dar un sorbo a su tasa. —Por experiencia personal, puedo decirte que no es bueno estar lejos de las amistades o de la convivencia general con otras personas. — La esposa de Krilin la observó por unos segundos, estaba al tanto de su viudez y de alguna que otra cosa, dado que era la esposa de Goku y había registros de ella en sus archivos de memoria. Sin embargo, no le quedaba en claro cómo es que podía sobrellevar la situación que implicaba ser la esposa de ese saiyajin. —Tú vivías aislada al principio— soltó de pronto. —Es correcto, pero esos tiempos ya pasaron— respondió Milk serena. —Al pasar los años, una termina acostumbrándose a unas cosas y adaptándose a otras. Ahora que Goku no está, de nuevo, no puedo quedarme en el luto permanente, porque tengo dos hijos y uno de ellos es todavía muy joven. — La mujer volteó hacia el jardín central de la casa, donde los tres infantes permanecían sentados en el pasto, pasándose la pelota uno a otro por turnos. Aunque a Marron se le escapaba el juguete de vez en cuando, los otros niños la esperaban pacientemente, hasta que iba por ella y de nuevo la hacía rodar. La rubia asintió en silencio, tal vez la viuda ya se había acostumbrado a la falta de Goku, pero ella no sabría exactamente cómo reaccionar si de repente no tuviera a Krilin a su lado. No quería reconocerlo, pero el lazo que existía ahora entre ellos, era muy fuerte. —Tienes suerte de que tu marido sea Krilin— se expresó Bulma con una sonrisa. —Además de que es un chico muy noble, fuerte y comprometido, es humano, y no tienes que lidiar con los instintos de los saiyajin como nosotras. — Número 18 hizo un gesto de extrañeza y sintió curiosidad. —¿Por qué dices eso?, ¿Acaso es muy complicado tener un esposo de esa raza? — —Francamente sí, ellos sólo piensan en comer y en pelear— se rio alegre la científica. —Justamente, en estos momentos, estoy “abandonada”. Mi marido se fue hace tres semanas a probar una nueva cámara de entrenamiento y aunque está girando en una órbita alrededor del planeta, no es capaz de mandar un simple mensaje. — —¿No le interesa saber de ti y ni de Trunks? — preguntó la androide, tomando otra galleta. —Claro que a Vegeta le interesa su familia y está al tanto de ellos, pero a su modo, al modo saiyajin— intervino Milk, haciendo un gesto comprensivo hacia Bulma. —Tal y como lo hacía Goku, sólo que no con palabras, sino con acciones. — —Bueno, supongo que esa es una ventaja que tengo, Krilin es muy efusivo y demostrativo en ambos aspectos— confesó Número 18. Tanto Bulma, como Milk, conocían a su marido desde jóvenes y lo que platicaran sobre él y sobre sus propias experiencias matrimoniales, era información que podía tomar en cuenta para sí misma. De pronto, tuvo curiosidad por saber más sobre la juventud de su esposo. Krilin le había dicho varias cosas, pero nunca está demás escuchar otros puntos de vista. —¿Cómo era Krilin cuando ustedes lo conocieron? — —Tu marido era un tramposo y un aprovechado en un principio— soltó Bulma, sirviéndose otra taza de café. —Es cierto, le gustaba hacerle trampa a Goku— secundó Milk, mordiendo un panque y haciendo una amplia sonrisa. —Pero no pienses mal, en ese tiempo, eran niños y tu esposo únicamente quería entrenar con el maestro Roshi a como diera lugar. — —Es cierto, años más tarde, me enteré de que lo había sobornado con revistas para hombres y después, el viejo mañoso le pidió a él y a Goku que buscaran una mujer linda para que viviera con ellos— confesó Bulma, rodando los ojos. —Hombres, típico comportamiento. — Número 18 hizo un gesto de extrañeza y después terminó riéndose. Jamás imaginó enterarse de esas cosas y lo bueno era que a Krilin no se le pegaron las mañas pervertidas de su maestro. De lo contrario, tal vez no estaría casada con él. —Una vez, Krilin me dijo que se sorprendió mucho cuando vio al hijo de Goku por primera vez. Él pensaba que su amigo era demasiado “inocente” y que tardaría en tener descendencia… ¿A qué se refería? — cuestionó con algo de curiosidad, mirando a la mujer de pelo negro. La viuda alzó las cejas en gesto de sorpresa y casi se atragantó con el café. Bulma empezó a reírse mientras le pasaba una servilleta. Momentos después, Milk la miraba con gesto serio, y de pronto, también soltó una pequeña risa. —Por esos años, tu marido y los demás, eran muy maliciosos y cuando nos reencontramos en el Torneo de las Artes Marciales y Goku me pidió matrimonio, las imaginaciones de todos se fueron volando— explicó serena, al tiempo que mordía otro panque. —Mi querido saiyajin, aparentemente, no sabía “nada” de la vida familiar, o eso es lo que pensaba Krilin. — —¿Entonces Goku sí estaba informado de esos “temas”? — intervino Bulma pícaramente. —Chicas, sólo les diré que Goku no era tan inocente— declaró Milk, con un ligero rubor en las mejillas. Las otras dos mujeres comenzaron a reír de nuevo. Una nueva ronda de café fue servida y más panques fueron colocados junto a las galletas. —Y hablando de familia Milk, ¿Dónde está Gohan?, pensé que vendría también— inquirió la científica. —Fue a visitar a Piccoro— comentó, al tiempo que rodaba los ojos y bebía un trago. —Por lo que veo, ya no te molesta mucho la idea. — —No me queda de otra, fue un trato que hicimos. Si Gohan estudiaba y aprobaba el examen para la secundaria abierta, yo lo dejaría ir a visitarlo— explicó. —Bueno, no tiene caso que sigas siendo tan sobreprotectora, tu hijo se parece a su padre en eso de la aventura— justificó Bulma con otra sonrisa. Milk hizo un gesto de asentimiento y suspiró resignada, entonces miró de nuevo a la androide. —Y dinos, Número 18, cómo lleva esto de la crianza tu marido. — —Él es muy paciente, mucho más que yo— desvió la mirada más allá de la terraza, dando un vistazo a su niña. —Cuando Marron hace berrinche, es él quien la calma y sin cumplirle el capricho— explicó, sonriendo de nuevo. —Vaya, yo quisiera que Vegeta tuviera una pizca de esa paciencia— dijo Bulma, mordiendo un panque. —Cuando Trunks lloriquea, él solamente lo toma de la mano y me lo lleva al laboratorio, luego se sale campante como si nada. Pero bueno, ya no me extraña su comportamiento. — —Al menos ustedes dos pueden presumir que sus esposos están presentes… el mío se muere o desaparece a cada rato— terció Milk. —Si pudiera cobrar un seguro por cada una de esas veces, ya sería millonaria— soltó una pequeña risa. Ambas mujeres sonrieron, ellas sabían que a la viuda ya no le preocupaba su cambiante estado civil. Por el contrario, demostraba ser una mujer muy fuerte y tenaz, al ser la esposa del guerrero que salvaba el planeta a cada rato. Entonces, para cambiar de tema, la científica abrió una cajita que tenía en la mesa de al lado. Sacó un reluciente mazo de naipes y unos envoltorios de monedas de colores con diversos valores numéricos en sus caras. —Bueno, chicas, pasemos a cosas más divertidas, es hora de jugar y perder contra mí. — —Lo dudo mucho Bulma, recuerda que sigo invicta— recalcó Milk. —Yo no sé jugar— indicó Número 18. —No te preocupes, te enseñaremos— contestó Bulma con otro giño de ojo, barajando hábilmente las cartas. El rato de esparcimiento prosiguió de forma amena y entretenida. … Mientras las mujeres jugaban y charlaban, los niños permanecían entretenidos en su propio mundo. —¿Entonces no hay monstruos bajo tu cama? — preguntó Goten. —No, mi papá dice que no existen— contestó la niña. —Mi papá dice que, si se mete alguno a mi cuarto, debo darle una paliza— dijo Trunks. —Y luego mi mamá lo regaña, porque dice que tampoco hay monstruos cerca, al menos no en la cuidad. — —Entonces, ¿Dónde están los monstruos?, en el monte Paoz sólo hay animales y alguno que otro dinosaurio— quiso saber Goten. —¿Hay monstruos fuera de la cuidad? — cuestionó Marron inquieta. —No te preocupes, le diré a mi hermano Gohan que nos ayude a atraparlos— sonrió el niño de pelo alborotado. —No es necesario, mi papá ya fue a buscarlos— intervino Trunks, orgulloso. —Él dijo que cuando volviera de su viaje, me traería un diente de alguno de ellos. — —¡Yo también quiero uno! — dijeron al unísono los otros chiquillos. La pelota siguió rodando de uno a otro y la conversación infantil duró un poco más, hasta que llegó la hora de comer. Merendaron al aire libre y mientras las mujeres intercambiaban información hogareña y de otros temas, los niños comían entretenidos. Posteriormente, llegó el postre formado por una gran cantidad de azúcar, que los hizo correr por todo el patio durante un buen rato. En ese tiempo, sus madres repartieron las cartas una vez más, apostando monedas de colores, galletas y panques, disfrutando de la convivencia. … La tarde ya pardeaba cuando se despidieron de Bulma. —Gracias por la invitación— dijo Número 18, cargando a su hija en brazos. —Tenemos que hacer esto más seguido, me debes la revancha por haberte enseñado a jugar— dijo Milk. —Claro, pero sólo si vuelves a traer más de tus panquecitos de fruta. — —Tenlo por seguro— se despidió la viuda, caminando a la aeronave. —Goten, debemos irnos. — El chiquillo se acercó a Número 18 y a Marron para despedirse. —¡Hasta pronto! — después fue con Trunks. —Me debes un chocolate, yo gané el juego de las escondidas. — —Si, ya lo sé, pero la próxima vez no tendrás tanta suerte— le contestó el niño de pelo lila. La nave despegó y se alejó rápidamente. —Espero que te hayas divertido— le dijo Bulma a la androide. —Claro que sí, hasta pronto— hizo un ademán de despedida e inició el vuelo con Marron. La científica y su hijo las miraron desaparecer en el cielo. El sol pintó un poco más el atardecer, dando por finalizado ese día.

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******************** Zoóloga ********************

Número 17 no se lo esperaba. El departamento administrativo del parque MIR había emprendido un nuevo proyecto de investigación con la Universidad del Sur. El cual consistía en recibir a un grupo de expertos en Botánica y Zoología para que trabajaran a la par con los guardabosques en un plan que, a futuro, mejoraría la flora y fauna del lugar. Esto era necesario ya que, a pesar de los grandes esfuerzos de los vigilantes para proteger el área, no podían evitar las consecuencias que dejaba la huella humana en el medio ambiente. Él estaba de acuerdo con la idea de la Universidad, pero se quedó sorprendido cuando le informaron que asignarían a una zoóloga a su sector. Hasta ese momento, no había tenido que preocuparse por convivir con otras personas que no fueran los esporádicos encuentros con sus compañeros vigías o el reporte semanal que debía entregar al jefe de seguridad del parque. Llevaba bastante tiempo en solitario, únicamente teniendo contacto muy de vez en cuando con Número 18 y su familia. No estaba preparado para interactuar con otros y menos con una mujer. Su condición de androide, aunada a su poca sensibilidad emocional, lo convertían en un ser antisocial. No obstante, la zoóloga asignada, también era una mujer de comportamiento bastante reservado, quien se limitó a saludarlo con un gesto de mano a prudente distancia. El androide se tomó esto de manera tranquila, si ella se mantenía en su propio espacio, él haría lo mismo. Pero la convivencia sería inevitable, debido a que la mujer debía permanecer unas semanas viviendo con él, para establecer los parámetros que seguiría el proyecto. Esto era una prueba completamente nueva para Número 17 y tendría que pedir ayuda. Simplemente, él no sabía cómo interactuar con otra mujer que no fuera su melliza.

***

Continuará… No había pensado en escribir sobre 17 y su esposa, pero creo que intentaré desarrollar una pequeña historia de ellos, ya veré qué se me ocurre.
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