***
Todos decidimos levantarnos, luego de estar demasiado tiempo recostados en el pasto. En cualquier momento podríamos quedarnos dormidos, por lo que era preferible que nos enfocáramos en mantener una conversación. Al fin y al cabo, esta no sería la primera vez que la tranquilidad y calma de la casa de James cobrará una víctima. Recuerdo una ocasión en particular en la que dejamos que Black durmiera a la intemperie durante la noche. Aquello habría sido una broma genial, si no fuese porque al día siguiente, él lucía y se sentía miserable. Se asemejaba bastante a un perro debajo de la lluvia, triste y abandonado. Como era de esperarse, se enfermó con ganas y tuvo que permanecer en cama tres días. Días en los que la mamá de James nos obligó a atenderlo como castigo. —¿Y Lily? —preguntó Viola un tanto adormilada. —Sigue con Black todavía. —Yo no lo creo. Todos seguimos el dedo acusador de Gabriel. Lily acababa de salir del bosque en ese momento. Estaba sola e iba corriendo. Remus intentó ir a socorrerla, pero Viola lo detuvo. —¡Mira! Sirius también viene. —Me gustaría saber qué pasó. —Creo que se pelearon porque ella lo mojó. —Pero ¿cómo? —le preguntó Gabriel—. Se supone que no debemos hacer magia fuera de Hogwarts. —Debió tirarlo al riachuelo, no te preocupes. —¿A dónde? —Mierda. Lo siento, olvidé mencionar que hay uno. —Yo también lo lamento —se disculpó Remus—. También sabía y no lo dije. —No hay problema, otro día nos lo muestran. Me encantaba eso de Gabriel. Él siempre opta por tomarse las cosas de la mejor manera posible. Incluso cuando nos peleábamos, él era capaz de comprender que lo que yo decía, correspondía más bien a algo del momento que a un verdadero sentimiento. De lo contrario, dudo mucho que aún me siguiera hablando, ya que yo podía ser bastante cruel y ponzoñosa cuando quería. Un par de minutos más tarde, en la entrada de la casa, se encontraban James, Sirius y Lily conversando sobre algo. Luego de eso, Sirius los dejó a solas, cosa que debió incomodarlos, ya que se acercaron a nosotros de inmediato. —Sirius parecía un perro mojado. —¡Oh, sí! —Estoy muy orgullosa de ti. —Si supieras, Kath, no lo dirías. —Me da igual, dame esos cinco. —Me has decepcionado —Gabriel fingió estar indignado—. ¿Dónde quedó la chica que hizo explotar...? —¡Silencio! —¡Pero si fue genial! —Me prometiste que no volverías a mencionar ese tema. —Lo sé. Aun así, no entiendo por qué no podemos hablar al respecto. —Diste tu palabra, Gabriel. —Alguien podría explicarme sobre qué están discutiendo. Creo que me perdí. Ambos olvidaron que estábamos en presencia de personas que estaban fuera de nuestro círculo cercano. —Tranquilo, James, yo tampoco sé bien de qué se trata. —¿Y no te haces una idea? —Ninguna. Solo sé que Lily hizo explotar algo y que Gabriel estuvo allí. —Se me hace difícil imaginar que Evans podría hacer algo así. —A mí también, pero ella tiene un lado oscuro que muy pocos conocen. —Estoy de acuerdo —señaló Gabriel—. Benditos sean los que puedan verlo. Lily lo fulminó con la mirada. Nuestro amigo ya se había pasado tres pueblos desde que sacó a colación, un tema que ella prefería mantener en secreto. Iba a proponerle una posible venganza, cuando mi atención fue capturada por algo detrás de ella. Sirius venía caminando hacia nosotros. Él se había cambiado de ropa, luciendo un conjunto más sencillo. Odio admitirlo, pero tengo que confesar que con sus pintas de vago se veía más atractivo. Demonios, ya me había enfurecido. —Yo que tú, me alejaría del agua, no vaya a ser que ahogues la única neurona que te queda. —Eso suena como una excelente idea. Al menos así, dejarías de jugar con mi paciencia. —¿Verdad que sí? —hizo mueca de fastidio—. Al fin podría vivir en un mundo sin tu presencia. —No verte más, sería un paraíso para mí. —Ya que estamos de acuerdo, ¿quieres que te acompañe al riachuelo? —¡Basta! —me advirtió Lily—. No querrás arrepentirte después. —¿Y por qué lo haría? Sabes bien que le he dicho cosas peores y aún sigue con vida. —Debe ser una broma. No puedo creer que esa sea tu justificación. —Evans tiene razón, Kath. Te estás pasando de la raya, deberías disculparte. Observé a James con decepción. ¡Maldito traidor! —Me niego. Es increíble que piensen que lo dije en serio. —Tampoco espero que lo hagas —intervino Sirius—. Sé de sobra que era una broma. —¿Y quién te preguntó? Si quisiera tu ayuda, te la pediría. —Como si pudieras. —Tú… Solo… No digas más. —Lo siento, pero parece que soy el único que comprende tu humor de mierda. —Vaya, es la primera vez que los veo estar del mismo lado. —Viola, ni siquiera lo intentes. —¿Por qué no? Por lo visto, ustedes se entienden más de lo que aparentan. —Estoy de acuerdo —la apoyó Gabriel—. Creo que deberían hablar y resolver su conflicto. Me desconecté por un momento. A lo lejos, podía escuchar a nuestros amigos insistir en que debíamos solucionar nuestros problemas. Todo estaba pasando tan rápido que ni siquiera podía seguir el hilo de la conversación. Busqué la mirada de Sirius, necesitaba saber qué pensaba al respecto. Él no dijo nada, solo asintió con la cabeza y dio media vuelta confiando en que lo seguiría. Su actitud era algo confusa, demasiado pasiva para ser él, pero no lo suficiente como para no saber leerlo entre líneas: Ven, acabemos con esto de una vez.***
Nos sumergimos en un prolongado silencio, luego de que Sirius y Kath se marcharan para conversar entre ellos. Supongo que todos estábamos pensando en lo grato que sería poder compartir con los demás sin tener que dividirnos en grupos según afinidad. Miré a Viola y a Gabriel, en sus ojos se podía vislumbrar que ambos esperaban este día tanto o más que yo. Reprimí una sonrisa, no debíamos cantar victoria antes de tiempo. Teníamos que convencer a Lily y a James para que hablaran también, o de lo contrario, nuestro anhelado sueño no podría hacerse realidad. Alguien más rompió el silencio siguiendo el mismo hilo de mis pensamientos. —Deberían hablar. —¿Sobre qué? Lily se hizo la desentendida. —Ya sabes a lo que me refiero, no te hagas la tonta. —Te equivocas, Gabriel, de verdad que no sé. —Estoy de su parte, deberían arreglarlo. Su mirada fulminante casi me mata. Y pensar que ella es menos intimidante que Kath. —Insisto, yo… —Sí, lo sabes —la interrumpió James. —¿Estás de acuerdo con ellos? —Así es. Ya estoy cansado de seguir con esto. —Bueno, yo también. —Entonces, qué estamos esperando. Vamos a conversar a otro lado. —Bien, pero te advierto que no me haré responsable si te mato en el proceso. —Correré el riesgo. Ambos se fueron a solucionar sus problemas. Si teníamos algo de suerte, podríamos ampliar nuestro grupo de amigos. De lo contrario, tendríamos que lamentar la caída de alguno por apresurarnos y tomar cartas en el asunto. Por fortuna, no se han oído gritos desde la casa, lo que nos hacía suponer que Kath y Sirius seguían con vida. O bien, que alguno de los dos estaba intentando enterrar al otro en absoluto hermetismo. Sea lo que sea, ya no podía seguir aplazándose este momento. —Deberías solucionar tus asuntos pendientes. —¿Disculpa? —Me refiero a que tú también tienes cosas que aclarar. —Pero sí yo no me he peleado con nadie. —Lo sé. Estoy hablando de algo distinto. Me señaló las piernas de manera acusadora. Allí se encontraba Viola, dormida. En qué momento se durmió, no lo sé, puede que haya sido cuando apoyó su cabeza en una de mis piernas, después de que Sirius y Kath se fueran. En cuanto lo hizo, Gabriel la miró molesto, como si considerara incorrecto que lo hiciera. En todo caso, él no tiene ningún derecho para llamarle la atención. No cuando él era más que confianzudo en su manera de tratar a Lily y a Kath. Y qué decir de Viola, a la cual la mayoría de quienes los conocen la consideran su pareja. En fin, una vez comprendida la dirección a la que se dirigían sus palabras, lo dejé continuar. No tenía nada que temer y mucho menos que perder. —¿Tienes algo que decirme? —Ten cuidado con Viola. —No sé qué piensas, Gabriel, pero ella es solo una amiga para mí. —¿Seguro? —Completamente. —De todos modos, deberías pensarlo. No quiero que su amistad se vea arruinada en caso de que sientan más que un amor fraterno por el otro. —¿Acaso ella te dijo algo al respecto? —Por supuesto que no. Si tú le gustaras, yo sería el último en enterarme. —Entonces, ¿por qué me hablas de esto? —Lo hago porque viví una experiencia parecida. —¿Con Viola? —Así es, pero ella nunca me ha gustado. Solo confundí las cosas por un tiempo. —Bueno, siendo así, agradezco que me lo hayas contado. —Nada más piénsalo, Remus, es lo único que pido. Dicho esto, él se marchó, dejándonos a solas. Siendo sincero, no había nada que pensar. Al menos, eso era lo que creía yo. Después de todo, con Viola hemos sido amigos desde el primer día en Hogwarts y nunca la he visto con otros ojos. No niego que es más que bonita, comprensiva y simpática, pero eso no quiere decir que me guste como algo más que una amiga. Sin embargo, Gabriel ya había depositado en mi cabeza la duda y no podría deshacerme de ella en un buen tiempo. Por lo mismo, me dediqué a reflexionar al respecto, hasta que Viola despertó sobresaltada por el graznido de un pájaro. Al verme, se calmó un poco. —¿Cuánto tiempo dormí? —Lo suficiente como para perderte el flamear de las banderas blancas de James y Lily. —¿También van hablar? —Así es, y costó menos de lo que pensaba. —Vaya, lamento decirte que te has quedado sin amigos. —¿Por qué lo dices? —¿No es obvio? ¿Cuáles son las probabilidades de que ambos sobrevivan? —¿Pocas? —Pocas —concordó conmigo—. Por lo tanto, puede que pierdas a los dos, o tengas que conformarte con uno de ellos. —Exageras. —No lo hago. De hecho, creo que iré... —¿…A ver sus cadáveres? Viola se quejó de inmediato, indignada. —¡Remus! —¡Pero si tú lo insinuaste! Se levantó molesta. Bueno, para ser ella. —Era una metáfora. —Siendo así, ¿quieres que te acompañe a ver sus cadáveres metafóricos? —Sabes, a veces puedes ser un completo idiota. Luego de esto, ella se levantó y se fue a caminar por el bosque. Supongo que le quedaron pocas ganas de ir a la casa y volver a pelear con alguien más. Al fin y al cabo, Viola no suele discutir ni llevarse mal con nadie, por lo que debe ser agotador para ella imponer sus pensamientos a los demás. De todos modos, no es como si fuera necesario, ya que ella podía asentir ante lo que opinaban los demás, y, aun así, salirse con la suya y hacer las cosas a su manera. Pasados unos minutos, pensé en ir a buscarla, pero no lo hice. Debía darle su espacio antes de volver a charlar con ella. Además, yo también necesitaba aclarar mis pensamientos, y de ser posible, mis sentimientos.