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Después de desempacar y ordenar nuestras cosas, decidimos que lo mejor que podíamos hacer por hoy, sería dejar que cada uno eligiera donde quería estar hasta que llegase la hora de cenar. Como era de suponer, el primero en desaparecer fue James. Supongo que el hecho de estar esperando alguna noticia de sus padres, junto con tener que hacerse cargo de sus invitados, provocaba que sus niveles de estrés aumentaran con cada hora que pasaba. Si tan solo fuera capaz de confiar más en nosotros cuando se siente así de solitario y perdido, podríamos ayudarlo a cargar con esa angustia que no le permite descansar durante estos tiempos de espera. En fin, luego de conversar un poco más entre todos, Kath fue la siguiente en desaparecer. Ella se había marchado sin decirnos nada, cosa que no le pareció extraño a nadie, excepto a Viola que la siguió hasta la cocina. Al volver sin Kath, nos mencionó que ella le había dicho que ayudaría a Roset en algo que no nos podía comentar todavía. Luego de eso, un par de horas más tarde, Viola y Gabriel decidieron marcharse también. Ellos deseaban dar un paseo por el bosque, por lo que era preferible que lo hicieran antes de que anocheciera. A estos les siguió Lily, quien prefirió hacer un recorrido por el interior de la casa. En cuanto nos quedamos a solas, me puse serio. —Sirius, dime la verdad, ¿cómo lo están llevando? —Te diría que bien, pero somos un desastre. —¿Qué tanto? —Lo suficiente como para tener que evitar pasar mucho tiempo juntos. —¿Por qué? ¿No sería mejor que contasen con su apoyo mutuo? —Quizás. Sin embargo, entre más convivamos, más probable es que a uno de nosotros le baje la tristeza, la desesperación o la rabia. —Supongo que por eso nos invitaste, para poder distraerlos mientras esperan. —Remus, también quería verlos —se defendió—. Pero sí, lo hice porque necesitábamos compañía. —Comprendo. —Aun así, gracias por ser nuestra contención. Han sido bastantes años en los que tú y Peter… —Basta, Sirius, para eso están los amigos. Sabía que quería seguir hablando del tema, era notorio que necesitaba conversar con alguien sobre aquello para convencerse de que las cosas podrían salir bien. Sin embargo, yo no era capaz de mentirle a la cara y él tampoco podía fingir que todo sería tal y como esperábamos. A fin de cuentas, sus vastas experiencias en batalla ya no les permitían seguir supliendo las posibles deficiencias que podrían acarrear debido a su edad o su capacidad física a la hora del combate. Por lo mismo, era preferible que dirigiésemos nuestros pensamientos en una dirección que no trajera a colación el temor que sentíamos respecto al posible destino de los padres de James. —Por cierto, ¿has hablado con Kath? —Todavía no, aunque admito que me encantaría hacerlo. —¿Y por qué no vas con ella ahora que está sola? —Supongo que estoy esperando el momento más indicado. —Parece que iban en serio cuando decían que querían arreglar las cosas. —Claro que sí. Tardamos en comprenderlo, pero ahora sabemos que debemos estar juntos y unidos. —¿Y de qué manera deberían estar juntos y unidos? —Remus, no es lo que tú piensas. Me refería coexistir, nada más. —Si tú lo dices. —¿Tú también vas a insistir? —Si no soy ni el primero ni el único en decir o insinuarte algo parecido, debe ser por alguna razón, ¿no lo crees? —¿Y qué hay de ti? —se defendió—. El otro día estabas muy cariñoso con Viola. —Es normal, somos bastante cercanos desde que nos hicimos amigos. —Pero ahí está el problema, Remus. Ustedes parecían compartir más que una simple amistad. Hubiéramos seguido discutiendo, incluso podríamos haber llegado a darnos unos cuantos empujones y golpes para defender nuestra posición, pero Kath pasó por fuera del salón en ese instante obligándonos a callar de inmediato. Sí, tengo que admitirlo, podíamos comportarnos como unos completos perros si así lo queríamos, debido a nuestras otras formas corporales. No obstante, también éramos capaces de comprender, de manera casi instintiva, los momentos en que debíamos evitar ser asesinados por una bestia mucho más grande. Y bien, considerando que ella siguió su camino sin ni siquiera mirarnos, supusimos que nos habíamos salvado de desatar su furia en caso de que nos hubiera escuchado. De todos modos, decidimos cambiar de tema. No queríamos volver a correr el riesgo de ser escuchados otra vez, ya que podríamos no contar con la misma suerte si llegara a suceder. Aun así, con lo poco y nada que habíamos alcanzado a hablar al respecto, pude deducir que ambos estábamos teniendo bastantes problemas para identificar los sentimientos que albergábamos por las chicas. No obstante, este no era ni el momento ni el lugar para dedicarnos a analizar un asunto como ese. Ahora teníamos que preocuparnos de algo más importante, la amistad, el cariño y el apoyo que sentíamos entre todos nosotros.***
Con Viola decidimos dar por finalizado nuestro paseo cuando la luz del sol disminuyó de manera considerable. Ya habíamos pasado demasiado tiempo juntos y a solas como para que fuese educado de nuestra parte seguir de esa forma por un par de horas más. Mientras regresábamos a la casa, nos encontramos con la sorpresa de que Kath nos estaba buscando desde hace rato, ya que no pudo dar ni con Lily ni con James, con los cuales deseaba conversar respecto a un tema en particular. —¿Y por qué no te quedaste con Sirius y Remus? —Estaban discutiendo la última vez que los vi. —¿Sobre qué? —No lo sé, pero se veían preocupados de que los haya escuchado cuando pasé. —Ya veo, al no poder quedarte con ellos, decidiste buscarnos a nosotros. —Viola, si lo dices así suena horrible. —Por supuesto que así es, fuimos tu segunda opción. —Siendo sincera, la tercera, primero pensé en irme a dormir. —Eso es… —Ya deténgase las dos —intervino Gabriel—. Mejor pasemos a temas más agradables, por ejemplo, podrías decirme qué planeaste para esta noche. Kath no cabía de la indignación, llamas flamantes bailaban en sus ojos cuando se enfrentó a Viola. —¿Acaso te atreviste a traicionarme? —Mira quién habla. —Aún no me has respondido —le recordé—. Necesito saber para qué debo prepararme. —Solo diré que quiero hacernos olvidar por un momento las razones por las que nos encontramos aquí. —Pero ya sabes que el alcohol no es una solución, ¿verdad? —Por supuesto, aunque eso no quita que les pueda ser de ayuda para superar por un instante todos sus miedos y aprensiones. —Comprendo, tus intenciones son buenas, incluso si no son las correctas. —Solo por eso le dije que sí. —Claro, como si todo lo que te prometí no tuviera nada que ver. Mientras seguían discutiendo al respecto, los tres nos dirigimos a la habitación de las chicas para ver lo que consiguieron antes de reunirse conmigo y los demás. Por la cantidad de cosas que trajeron, supuse que alguna de las dos había hecho un hechizo de expansión en las maletas de ambas. No pude evitar mirarlas con cierta incredulidad, y es que se veían tan inocentes y confiables a primera vista, sobre todo mi mejor amiga, que la mayoría de las personas no creerían las cosas que pueden llegar a hacer cuando se reúnen a escondidas. Luego de hablar un rato sobre lo acontecido en la botillería, Kath sugirió que fuéramos a buscar lo que le había pedido a la elfina de James, de ese modo, descubrimos qué estuvo haciendo toda la tarde encerrada en la cocina. A decir verdad, nunca esperé que Roset le siguiese en un plan como ese, pero puedo suponer que la convención con el típico argumento de que era mejor que bebiéramos con el estómago lleno en vez de vacío. De ser así, ella no tendría más opción que aceptar su recomendación, si quería seguir cuidando de los chicos mientras sus padres no estaban. De vuelta a la habitación, Sirius nos encontró en plena ejecución del plan, y del puro susto que nos dio casi se nos caen las bandejas por las escaleras. —¿Se puede saber qué están haciendo? —¿Llevar comida a la pieza? —Eso ya lo sé, mi estimadísima Viola. Me refería a por qué motivo, razón o circunstancia, se les ocurrió cenar arriba y sin decirle a los demás. —Bueno, queríamos que fuese una sorpresa para todos. —¿En serio? Considerando que Kath parecía no estar dispuesta a hablar, tuve que salir en defensa de Viola quien no era muy buena para mentir, ni mucho menos disimular —Por supuesto. De hecho, íbamos a buscar a los demás cuando terminásemos de subir todas las cosas a la habitación de los chicos. —Comprendo —mencionó mirándonos a los tres—. ¿Necesitan que los ayude con algo? —Claro, podrías traer alguna de las bandejas que se nos quedaron en la cocina. —Bien, iré de inmediato. ¿Seguro que no necesitan nada más? —No —respondió Kath—. Gracias por colaborar. Su tono de voz era similar a la de las grabaciones telefónicas, es decir, sin vida y automática. Al parecer, aún no se sentía del todo cómoda con la idea de una tregua. —De nada. Por cierto, iré a buscar a Remus para que me ayude. —Esperaremos a que regresen. —Te lo agradezco, Viola, volveré en seguida. —Antes de que lo olvide, si encuentras a Lily y a James, diles que vengan a convivir con nosotros también. —Está bien, los enviaré a la habitación si me encuentro con ellos. Una vez que terminamos de acomodar las cosas en el suelo con la intención de que todos pudiéramos vernos a la cara al estar sentados en una especie de círculo, comenzamos a especular sobre el posible paradero de James y Lily. Todos queríamos que las cosas estuviesen resultando entre ellos, pero para ser honestos, era poco probable que se encontrasen juntos en estos momentos. Aun así, no perdíamos nada al dejar que nuestras esperanzas siguieran anhelando que un sueño como ese se hiciera realidad.***
Ellos están aquí para acompañarte, no para que los abandones. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que he tenido que repetir esa frase para que tuviera algún tipo de efecto. De hecho, llevaba bastantes horas recriminándome la actitud que estaba teniendo hacia los muchachos, y, aun así, no podía hacer nada para evitarlo. Supongo que por más que fuera consciente de que debía ser un buen amigo y un cordial anfitrión, no podía ignorar esa sensación que me decía que el hecho de haberlos invitado fue desde un principio una mala idea. Después de todo, yo no me encontraba muy bien de ánimo y tampoco con la mejor de las disposiciones, por lo que estaba seguro de que hoy sería una mala compañía. Por lo mismo, me dediqué a vagar por cada uno de los rincones de la casa, partiendo por sus alrededores hasta que llegase el turno de volver al interior. De cierta manera, creo que lo hacía con la esperanza de encontrar a mis padres en el próximo pasillo, en la siguiente habitación. Y en medio de ese constante ir y venir, terminé dirigiendo mis pasos y lamentaciones hacia la biblioteca. Para mi sorpresa, la puerta se encontraba entreabierta, cosa que era sin duda bastante sospechosa. Puesto que, si considerábamos que yo la había cerrado la última vez que estuve ahí, y Sirius, siendo como es, ni siquiera se atrevía a asomar la cabeza por allí, alguien más tendría que haberse colado a la habitación. Así que teniendo en cuenta esa posibilidad, tomé todas las precauciones necesarias, antes de aventurarme al encuentro del infiltrado. Por varias experiencias anteriores, más de las que me gustaría recordar, había estado muy cerca de tener que enfrentarme a quienes buscaban a escondidas la información que guardábamos en la biblioteca. Con la varita bien en alto, recorrí tres, cinco, ocho estantes, antes de que pudiera sentir una presencia familiar. Por poco y casi lloro de alegría al saber que todos estarían a salvo. Aun así, era mejor sacarla de allí de inmediato. —¿Qué estás haciendo? —Mierda, me asustaste. —Pensaba que no decías improperios. —Al menos, no al frente tuyo. Ella cerró de golpe el libro que estaba leyendo, depositándolo en su lugar. —Será mejor que me vaya, no te quiero molestar. —No eres ninguna molestia, aunque siendo sincero, no deberías ni tendrías por qué estar aquí. —Sirius me invitó así que… —Espera, no me refería a eso. Lo que quería decir es que la biblioteca es un área restringida incluso para mí. —¿En serio? —asentí—. ¿Y por qué? —Porque es mucho más de lo que a simple vista puedes ver. Sin mediar ningún tipo de palabra, ya que sabía de sobra que le encantaban los misterios y los artefactos mágicos, hice que me siguiera hasta el final de la biblioteca. Después de todo, en aquel punto ya no se podían apreciar libros, debido a que los estantes estaban llenos de pergaminos y aparatos con sus respectivas insignias y calificaciones. —¿Qué es todo esto? —Son recuerdos e informes de los trabajos que han realizado mis padres como Aurores. —Si los pudiera leer, ¿qué hallaría? —Encontrarías los antecedentes más completos y diversos respecto a los procesos de investigación, las capturas y encarcelaciones, también sobre distintas técnicas de Defensa Contra las Artes Oscuras de otras partes del mundo. —Eso quiere decir que es una colección muy valiosa y delicada. ¿Por qué decidieron guardarla aquí y no en el Ministerio de Magia? —Supongo que mis padres consideraron que, al tratarse de sus recuerdos y sus conocimientos, no tenían la obligación de compartirlos con el Ministerio. Además, no es como si confiaran mucho en ellos. —¿Alguien de verdad confía en el Ministerio? —Hablando en serio, estos pergaminos son lo más importante que tenemos, por ello me preocupé cuando encontré la puerta entreabierta. Creí que podría ser un intruso. —Lo siento, no debí entrar sin permiso. —Tranquila, tú no sabías lo que había adentro. De todos modos, será mejor que salgamos de aquí. —Como tú digas. Mientras nos dirigíamos a la salida, se me ocurrió una idea brillante. —Oye, ¿te gustaría quedarte con algunos de los libros? —¿Lo dices en serio? —Por supuesto que sí. En esta casa somos muy pocos y casi nadie tiene tiempo para leer. Así que no será un problema que te demos todos los que quieras. —Te lo agradezco, James, de verdad. Pero por ahora, me conformo con lo que estaba leyendo. —De acuerdo. Aunque si deseas quedarte con otro, solo debes decirme y te lo traeré. —Sabes, siempre me he preguntado cómo es que puedes verte así de fuerte cuando por dentro estás tan quebrado. —Supongo que es algo que se aprende con el pasar de los años. Una lágrima traicionera recorrió mi mejilla, haciendo que Lily tuviera la confianza de borrarla de mi rostro. Mostrarme vulnerable nunca había sido una opción, pero al escuchar sus palabras, sentí que podía permitirme bajar la guardia. Por lo mismo, me tomé la libertad de apoyarme en su gesto por un momento. En cuanto me recompuse, continuamos con nuestro recorrido en busca de los demás chicos, y siendo sincero, no entiendo cómo es que pueden perderse con tanta facilidad. Al final, los volvimos a encontrar comiendo y bebiendo, solo que ahora lo hacían en mi habitación en vez de en la cocina. Remus se acercó con un vaso para ambos. —Se puede saber dónde andaban. —En la biblioteca —respondimos al unísono. —Esperen, ¿en verdad estaban juntos? —En realidad, yo me encontraba sola leyendo. Pero luego llegó James y nos pusimos a charlar. —Bien, entonces me parece que las cosas les están yendo mejor de lo que esperaba. —Así es —confirmé—. Por cierto, sobre lo que hablamos, mañana te lo traeré. —Gracias, por lo que pasó después, ahora puedo entender. Ignoramos sus miradas suspicaces y las posibles suposiciones que estos podrían tener. —Si mal no lo recuerdo, dijiste que llegaron tarde por culpa de Kath —me dirigí a Viola para desviar la atención—. ¿Esa es la razón? —Así es, pero en mi defensa, también les confesé desde un principio que fue su idea. —Tampoco es como si te hubieses negado —se defendió—. Además, me salió bastante caro que me dijeras que sí. Sirius hizo el amague de golpear mi vaso con sus dedos para llamarme la atención. En sus ojos se veía clara la pequeña advertencia que me quería hacer, debía integrarme con los demás y compartir un poco para compensar mi ausencia durante la tarde. Aunque ahora que lo pienso, también podría haberlo hecho con la intención de preguntarme si estaba molesto por el actuar de Kath. Sea lo que sea, me obligué a recordar que todos fueron muy amables al venir a acompañarnos en la espera, por lo que sería muy injusto de mi parte que les hiciese algún tipo de desaire.***
Cerca de las dos de la mañana, ya todos habíamos comenzado a sentir los efectos del alcohol. De hecho, el único que parecía estar sobrio era Remus, quien debido a su condición de Hombre-Lobo, era capaz de absorber cualquier tipo de bebida etílica como si fuese agua. Por supuesto, estoy exagerando, pero es verdad que nunca lo he visto ebrio por más que lo hagamos beber. De cierto modo, encuentro esta situación demasiada injusta, sobre todo, para quienes tenemos una cierta debilidad por el licor y solo somos unos simples e insulsos mortales. Y como si eso fuera poco, los muggles tenían que crear bebidas alcohólicas que tienen el terrible efecto de saber mucho mejor cuando estás borracho, por lo que ya no puedes parar después de cruzar el umbral. En fin, supongo que un día de estos terminaré atracando una destilería; no tengo pruebas, pero tampoco dudas. Mientras volvía a servirme, escuché una propuesta más que interesante. —¿Estás dispuesto a apostar contra mí, James? —Lo siento, pero no quiero beber demasiado. —¿Alguien más? Remus se ofreció como voluntario. —Tú no, ¿otra persona? —Sigo invicto, Sirius, por más que te duela. —¡Hey! Yo quiero apostar. —No voy a apostar contigo, Kath. —¿Acaso tienes miedo de que te pueda ganar? —Más bien, me preocupa que te lastimes por beber tanto. Una risita irónica de parte de Gabriel no se hizo esperar. Sirius lo encaró de inmediato. —¿De qué te ríes? —De tu ingenuidad —volvió a carcajearse—. He visto a Kath tomarse hasta el agua del florero, no puedo creer que alguien piense que se podría hacer daño. —¿Qué quiere decir Gabriel? —Es un dicho muggle, James —le explicó Lily—. Se refiere a que es capaz de beber todo lo que encuentre a su paso. —Y bien, ya que hemos superado el asunto de mi supuesta seguridad —me dirigí a Sirius—. ¿Te atreverías a apostar contra mí? —Claro que sí. Considerando que la apuesta consistía en beber hasta que el otro ya no pudiera más, Sirius tuvo la gentileza de traer todo lo que fuese necesario para que nunca estuviesen vacíos nuestros vasos. Como era de esperarse, la competencia se puso ruda en cuanto comprobamos que podíamos seguirnos el ritmo sin ninguna dificultad. Así fue como casi sin darme cuenta, trece vasos de vodka bajaron por mi garganta quemando todo a su paso. Siendo honesta, entre un trago y otro, mi cuerpo me había dado más de una señal de querer devolver el líquido. Aun así, continúe con la esperanza de que Sirius pronto se rindiera, lo que sucedió al llegar al décimo octavo vaso, y para entonces, yo ni sabía cómo podía seguir contando. Al darse cuenta de mi mal estado, Viola sugirió que debíamos dar por finalizada nuestra pequeña reunión. —Vamos, Viola, sabes que estoy mejor de lo que se ve. —Tal vez, pero yo no estoy dispuesta a cuidarte como siempre. —Entonces, que alguien más me cuide. —Lily se está cayendo del sueño, dudo que pueda hacerlo. Y ni se te ocurra invitar a Gabriel a nuestra habitación, porque sé bien que ambos seguirán bebiendo. —Vaya, qué mal concepto tienes de mí —se defendió el susodicho—. Y pensar que creía que éramos mejores amigos. —¿Lo ves? Cuando se ponen ebrios siempre me hacen ese tipo de chantaje emocional, y luego yo no les puedo negar nada. Así es como siempre logran dar vuelta las cosas a su favor. —Violeta, ya no sigas —le pidió Lily levantándose—. Si quiere se puede quedar, James y Gabriel la cuidarán. —Pero no está bien que se quede aquí en ese estado. Y chicos, no lo digo por ustedes, sé que son buenos tipos. Es solo que Kath nunca recuerda que… La hice callar en seguida poniendo una de mis manos en su boca. —Parece que si lo recuerda —se burló Sirius. —Ni siquiera sabes de lo que se trata. —Tranquila, fiera, tu madre tiene razón. Será mejor que te vayas a acostar. —Bien, pero ayúdame a levantarme. Ella me dejaría caer si se da la chance. —No seas mal hablada —me advirtió Viola—. Después te irás a mi cama a pedirme que te haga algo de comer y no te daré nada si sigues así. —Como sea. Y Sirius, más te vale no dejarme caer. —Jamás lo haría, no si… Una vez de pie, una especie de mareo me hizo ir hacia adelante. Por suerte, él me alcanzó a sostener a tiempo entre sus brazos. Ante la accidental cercanía, terminó murmurando el resto de la frase. —…quisieras sostenerte de mí el resto de la vida. —¿Qué? —No es nada —me soltó—. Espero que no amanezcas con resaca. —Digo lo mismo. —Entonces, buenas noches, chicas. Si necesitan algo, no duden en venir a pedírselo a Sirius o a mí. —Gracias, James —habló Lily—. Si Gabriel te da problemas, patéalo y se tranquilizará. —Espera, ¿por eso siempre tengo moretones cuando me quedo a dormir con ustedes? —Quizás —respondió Viola—. Aunque también puede ser porque te caes de la cama con regularidad. —¿Acaso no estás grande para eso? —¿Y tú para dormir abrazado a la almohada? —Touché —declaró Remus—. Aunque lo mío es algo tierno, no vergonzoso. Antes de que pudiéramos seguir revelando más información, Gabriel nos guió gentilmente a la puerta con la intención de que nos fuéramos. Ya en nuestra habitación, Viola comenzó a cambiarme de ropa, ya que no aceptó mi idea de dormirme con la que tenía puesta. Mientras lo hacía, no pude evitar preguntarme con qué intención diría Sirius esas palabras. A pesar de que las chicas quisieron saber al respecto, no fui capaz de reproducir ninguna de ellas, me daba demasiada vergüenza. Después de todo, eran bastante comprometedoras como para que alguien más las supiera. Cuando mis ojos se estaban cerrando, comprendí que había tomado la decisión correcta. Sí, confiaba ciegamente en mis amigas, pero no en mi corazón. Así que, si iba aventurarme en ese mar de posibilidades que se abría ante nosotros, debía hacerlo con la confianza de que sus palabras fueran un secreto entre los dos. De todas formas, no es como si pudiera tomar una gran decisión por ahora, no cuando mi buen juicio se basaba en algunas palabras que mi condición de embriaguez pudo haber inventado. Aun así, tengo que admitir que, si fuesen verdaderas, me alegraría demasiado. Ya que, entonces, podría considerar la posibilidad de recomponer aquello que alguna vez pudo ser, pero nunca fue.