ID de la obra: 1301

A la Sombra del Miedo

Gen
R
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1
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planificada Mini, escritos 24 páginas, 11.643 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 7 Contra reloj

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El eco del disparo aún resonaba en los oídos de Luke, mezclándose con el latido ensordecedor de su propio corazón. Su cuerpo permanecía tenso, su respiración entrecortada, como si el aire se negara a llenar sus pulmones. Instintivamente, llevó una mano a su costado. Algo caliente y pegajoso empapaba su camisa. Cuando la retiró, vio la sangre oscura cubriendo sus dedos. Su mente tardó un segundo en procesarlo. Estaba herido. La bala no lo había matado, pero el dolor irradiaba desde la herida con una intensidad que le nublaba los sentidos. Una figura emergió de las sombras frente a él. Jhon Morretti. De pie, con la pistola aun firmemente sujeta en su mano, con la misma expresión de siempre: arrogante, despiadada. Luke apretó los dientes. Podía acabar con él ahí mismo.Solo tenía que levantar su arma, apuntar y disparar. Un movimiento simple. Rápido. Eficaz. El hombre sonrió con diversión al notar su indecisión. —Por fin estás pagando tus deudas, Luke —dijo con una voz burlona y tranquila, como si estuvieran hablando de un simple ajuste de cuentas. Luke lo observó con el corazón golpeándole el pecho. Podía acabar con él ahí mismo. Solo tenía que jalar el gatillo de nuevo, solo una vez más, y todo acabaría. —Por fin saltaste tus deudas, Luke —dijo Jhon, mientras se reía—. Un nuevo disparo rasgó el aire. El cuerpo de Luke se tensó de golpe. Por un instante, todo pareció detenerse. El sonido del disparo rebotó en su mente como un eco lejano. Sintió un calor abrasador recorrer su pecho, y luego… nada. Mientras cerraba los ojos alcanzó a ver la silueta de su enemigo antes de que todo se fundiera en oscuridad. Cuando recuperó la conciencia. Experimento pesadez en los párpados, un zumbido sordo en los oídos y una punzada aguda en el costado. Luke abrió los ojos con esfuerzo. La luz mortecina de una bombilla colgante parpadeaba sobre su cabeza, proyectando sombras distorsionadas en las paredes de concreto. Intentó moverse, pero un sonido metálico lo detuvo. Cadenas. Sus muñecas estaban sujetas a los reposabrazos de una silla de metal con grilletes gruesos, un ardor sordo en su abdomen le recordó el disparo, pero cuando bajó la mirada, vio que la herida estaba vendada. No fresca, no abierta. Había cicatrizado. —Ya era hora —la voz burlona rompió el silencio, y Luke alzó la vista. Frente a él, Jhon se apoyaba con aire despreocupado contra una mesa de trabajo cubierta de instrumentos poco amigables. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de satisfacción y sadismo. —Dormilón como siempre —continuó—. Pasaste varios días inconsciente. Me estaba preguntando si acaso ibas a despertarte o si tendría que dejar que te pudrieras aquí. Luke no respondió. Su mente estaba trabajando rápido, analizando su entorno, su estado. ¿Días? ¿Cuántos? Si su herida estaba cicatrizada, al menos habían pasado cuatro o cinco. —¿Nada que decir? —el hombre ladeó la cabeza con fingido desconcierto—. Bueno, no importa. Lo que importa es que ya estás aquí… y que por fin podemos divertirnos juntos. Tomó un cuchillo de la mesa y lo hizo girar entre los dedos antes de acercarse. —Sabes, siempre admiré tu resistencia. Pero dime, ¿cuánto crees que puedas aguantar antes de romperte? Luke tensó la mandíbula mientras su captor se inclinaba sobre él, arrastrando la punta del cuchillo por la piel de su cuello con una suavidad perturbadora. Su mente escaneó la habitación: paredes de hormigón, una puerta con cerrojo al otro extremo, una cámara en la esquina. Concéntrate. Las cadenas eran gruesas, pero tenía movilidad. Si lograba aflojarlas, podría aprovechar la confianza se su enemigo sobre el control de la situación, para liberarse. Luke mantuvo la respiración controlada, ignorando el ardor en su abdomen y el cosquilleo frío del cuchillo sobre su piel. No podía demostrar miedo. No podía darle la satisfacción. Jhon sonrió, disfrutando el momento —Siempre con esa mirada desafiante… Me gusta. Pero veremos cuánto te dura cuando empecemos en serio. Dio un paso atrás y dejó el cuchillo sobre la mesa. Luego, sacó un par de guantes de cuero y se los ajustó con calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Luke aprovechó el instante para tensar discretamente las muñecas contra las esposas. Había estado analizando las cadenas desde que despertó, sintiendo cada eslabón, cada grieta en el metal. El tornillo que sostenía una de ellas estaba flojo. —¿Sabes qué es lo más gracioso? —dijo el hombre, inclinándose de nuevo hacia él—. Que todo esto pudo haberse evitado. Si me hubieras matado aquella vez… Pero no. Decidiste hacer lo correcto. ¿Y para qué? Luke lo miró a los ojos, con una frialdad calculada —Para ver cómo te pudrías en una celda. Su enemigo rió, un sonido seco y cruel. —¿Y mírate ahora? No eres más que un prisionero esperando su ejecución. Antes de que el hombre pudiera reaccionar, Luke tiró con fuerza de su brazo derecho. El tornillo cedió por completo, la cadena se soltó, y en un movimiento rápido, cerró la mano en un puño y lo estampó contra la mandíbula de su captor. El impacto hizo que el hombre tropezara hacia atrás con una maldición. Luke no perdió tiempo. Con la mano libre, arrancó la navaja que su enemigo tenía en el cinturón y la clavó en la cerradura de las esposas de la otra muñeca. Con un giro rápido, el mecanismo cedió. Su captor se recompuso, furioso, y sacó su arma. Luke se lanzó hacia él, desviando el cañón justo cuando el disparo se disparó al techo. La explosión ensordeció la habitación por un segundo. Luke torció la muñeca del hombre, obligándolo a soltar el arma, y con un movimiento fluido, lo golpeó en la sien con el codo. Jhon cayó al suelo, aturdido. Luke tomó la pistola antes de que pudiera reaccionar y la apuntó directamente a su cabeza. —¿Vas a hacerlo esta vez, Luke? —murmuró con una sonrisa torcida—. ¿O volverás a dejar que el sistema haga el trabajo por ti? Luke no respondió. No iba a caer en su juego. Entonces, vio cómo su enemigo metía la mano en su chaqueta. —¡No te muevas! —advirtió, tensando el dedo en el gatillo. Pero antes de que pudiera reaccionar, el hombre sacó un pequeño dispositivo con un botón rojo en el centro y lo levantó con una sonrisa de triunfo. Luke sintió un nudo helado en el estómago. Jhonpresionó el botón. Un bip agudo rompió el silencio, seguido por una serie de luces titilantes en el dispositivo. —¿Recuerdas cuando dije que íbamos a divertirnos? Bueno… Me aseguré de dejar un pequeño recuerdo en este lugar. Digamos que, si me muero, no me voy solo. Luke escaneó la habitación rápidamente. Explosivos. No los había visto antes, pero ahora, entre la penumbra, notó unos cables apenas visibles en las esquinas del almacén. Maldición. —Si disparas, nos volamos en pedazos. Pero entonces, un sonido distante interrumpió el momento. Sirenas. Luke sonrió —La policía ya está aquí. Luces rojas y azules parpadearon a través de los vidrios rotos del almacén. El lugar estaba rodeado. El enemigo lo miró con furia —¡Maldito…! En un movimiento rápido, Luke disparó. No al enemigo, sino a su mano. El dispositivo salió volando y chocó contra la pared.

¡BOOM!

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