ID de la obra: 1301

A la Sombra del Miedo

Gen
R
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1
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planificada Mini, escritos 24 páginas, 11.643 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 8 El día que casi te perdí

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La explosión sacudió el suelo bajo sus pies. El estruendo fue ensordecedor, y una oleada de calor abrasador se expandió desde el almacén en llamas. —¡No! —gritó Penélope, con el corazón golpeándole el pecho mientras veía cómo el fuego devoraba la estructura como una bestia hambrienta. El equipo entero se quedó paralizado por un instante, observando las llamas que danzaban ferozmente, engullendo todo a su paso. Pero el horror no los inmovilizó por mucho tiempo. —¡Luke sigue adentro! —gritó Tara, su voz quebrada por el miedo y la desesperación. JJ y Rossi intercambiaron una mirada rápida, de esas que decían más que mil palabras. No había lugar para la duda. —Vamos. No lo dejaremos ahí —dijo JJ, ajustando su equipo táctico y corriendo hacia la entrada derrumbada del almacén, con Rossi pisándole los talones. —¡Esperen! —exclamó Penélope, su voz ahogada por el terror, pero ellos ya habían adentrado en el infierno. El calor era sofocante, el aire denso con humo y cenizas. El techo crujía peligrosamente sobre sus cabezas, y las llamas iluminaban los escombros con un resplandor infernal entre el rojo y el naranja. JJ y Rossi se cubrieron la boca con los brazos y avanzaron entre los restos de la explosión, buscando cualquier rastro de Luke. —¡Luke! ¡Responde! —gritó Rossi, esquivando una viga ardiente que cayó justo a su lado. Una explosión sacudió el almacén. El impacto lanzó a Luke hacia atrás lanzándolo como una muñeca de trapo contra una pila de cajas metálicas. El estruendo fue ensordecedor, y una oleada de calor abrasador llenó la habitación mientras el polvo y los escombros volaban por el aire. Luke tosió, aturdido, mientras el zumbido en sus oídos le nublaba el mundo. Sus ojos entrecerrados apenas distinguían el humo y el fuego que comenzaba a devorar las paredes y el techo. La estructura crujía amenazadoramente, fragmentos de concreto y metal caían del techo como si el edificio entero estuviera a punto de colapsar. Tenía que salir de ahí. Ahora era en lo único que pensaba. Dolorido, tambaleándose, buscó a John —el sospechoso que había intentado detener— pero apenas alcanzó a ver una silueta inmóvil en el suelo antes de que el humo se espesara aún más. El aire era irrespirable. Cada intento de respirar era como inhalar cuchillas. "Sal. Sal de aquí ahora," se repetía Luke mentalmente. Las sirenas seguían sonando afuera, más cercanas. Gritos de agentes de policía y bomberos rompieron el caos del fuego crepitante, Luke corrió, sorteando los escombros con la poca fuerza que le quedaba. El calor era insoportable, el aire espeso y sofocante. Cada segundo contaba, cuando llego a la puerta trasera, intento abrirla, pero no pudo, la manija quemaba como hierro al rojo vivo. Jadeando, con los pulmones ardiendo, se apoyó en la estructura. No podía seguir mucho más tiempo. Entre las cortinas de polvo y humo Rossi y JJ, vieron una silueta apoyada sobre una puerta, inmóvil. —¡Ahí está! —exclamó JJ, apresurándose. Luke yacía cubierto de polvo, sangre y hollín, su respiración débil pero constante. Rossi cayó de rodillas a su lado, Lo palpó rápidamente, buscando un pulso. —Está vivo —anunció con alivio, su voz apenas audible sobre el rugido de las llamas. Sin perder tiempo, JJ lo cargó, apoyando su peso en su hombro. —Tenemos que salir de aquí, ¡ya! El camino de regreso fue un desafío. La estructura crujía, amenazando con colapsar en cualquier momento. Escombros ardientes caían a su alrededor, y el calor hacía cada respiro más difícil. Pero no se detuvieron. Cuando finalmente emergieron de entre las llamas, Luke observo a su alrededor, luces rojas y azules parpadeaban en la oscuridad. Policías armados tomaban posiciones, mientras paramédicos corrían con camillas. Al ver a Luke cubierto de polvo y sangre, varios agentes se apresuraron hacia él, cuando sus rodillas cedieron, todo se volvió negro. —¡Luke! —Penélope fue la primera en alcanzarlos, su rostro pálido por la angustia. —Está inconsciente, pero estable —dijo Rossi, mientras los paramédicos se apresuraban a atenderlo. Penélope dejó escapar el aire que había estado conteniendo. Una oleada de alivio recorrió su cuerpo, pero el miedo no desaparecía del todo. Después que el medico confirmó que Luke estaba bien, equipo se retiró, Penélope cuidaría de él primero y luego se irían turnando mientras trabajaban. Las luces del hospital parpadeaban débilmente en la madrugada. El sonido rítmico del monitor cardíaco era lo único que rompía el silencio de la habitación. Luke descansaba en la cama, con vendajes cubriendo sus heridas. Penélope estaba sentada a su lado, con una manta sobre sus piernas y una madeja de lana entre sus manos. Sus dedos tejían automáticamente, pero su mente estaba en otro lugar. Si él hubiera muerto… El pensamiento la golpeó de nuevo, como lo había hecho desde que lo sacaron de las llamas. Si Luke no hubiera sobrevivido, si hubiese llegado demasiado tarde, si nunca hubiera podido decirle lo que sentía… Se estremeció. No sabía lo que estaba pensando. Suspiró, tratando de sacudir el nudo en su pecho, pero en ese momento escuchó un leve quejido. —Mmm… De inmediato, dejó su tejido y se inclinó hacia él —¿Luke? Sus ojos se abrieron con lentitud, parpadeando contra la luz tenue de la habitación. Su expresión estaba confundida al principio, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Penélope, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. —Vaya… así que sigo vivo. Ella soltó un suspiro entrecortado y, sin poder evitarlo, una enorme sonrisa de alivio iluminó su rostro. —Sí, sigues vivo… —susurró, sintiendo un nudo en la garganta—. Me alegra tanto que despertaras. Luke la observó en silencio por un momento, su mirada recorriendo su rostro, notando la preocupación en sus ojos. —¿Qué pasó con él? —preguntó finalmente. Penélope desvió la mirada por un instante —Murió en la explosión. No salió con vida. Luke asintió lentamente, como procesando la información —Ya veo… Hubo un silencio incómodo antes de que Penélope lo rompiera, con una mezcla de enojo y alivio en su voz —¿En qué estabas pensando, Luke? ¿Por qué no nos dijiste nada? ¿Por qué te pusiste en tanto peligro? Luke dejó escapar una pequeña risa, aunque al hacerlo sintió un leve dolor en las costillas —Sabía que me encontrarías… Penélope lo miró con los ojos muy abiertos, su corazón saltando un latido. Luke pareció darse cuenta de lo que acababa de decir y desvió la mirada rápidamente. —Quiero decir… sabía que el equipo me encontraría. Hubo una pausa. Un momento suspendido en el tiempo. Luego, sin pensar, Penélope se inclinó y apoyó su frente contra la de él, sus lágrimas cayendo sobre sus mejillas sucias. —Nunca más me asustes así… —susurró. Luke sonrió débilmente, sus dedos rozando los de ella. —No planeo irme a ningún lado, Pen. El aire se volvió denso entre ellos. Sus miradas se cruzaron por un instante más, llenas de todo lo que no se atrevían a decir. Penélope bajó la vista, sus manos apretando la manta en su regazo. Luke suspiró. No era el momento… pero ambos sabían que tarde o temprano tendrían que enfrentar lo que realmente sentían.
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