ID de la obra: 1310

El Fantasma de la Ópera

Het
R
En progreso
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Midi, escritos 63 páginas, 21.070 palabras, 11 capítulos
Descripción:
Notas:
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Capítulo 3 - Reencuentro esperado

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Notas:
Justo cuando ya no sabes cómo escapar de esta situación, una mujer tropieza y se choca contigo. El impacto te saca de tu ensimismamiento Cuando vuelves a mirar hacia las puertas, la figura sombría ha desaparecido. -------------------------------------- "___, ¿estás bien?" "¿Eh? ¿Me hablabas a mí?" "Sí. ____,has estado muy distraída últimamente." "¿En serio? No me había dado cuenta." Te tocas distraídamente el borde de la manga. "Está bien, no hablemos más del tema. Date prisa y pruébate el nuevo vestuario. Veré qué más hay que remendar." Las palabras de Meg te sacuden. La nueva obra, Fausto, se estrena pronto, y necesitas concentrarte. "¡Gracias, mi querida sastre!" Dices mientras te pruebas el vestuario. "Mmm... Déjame ver... La falda está muy ceñida. Debo ajustar de nuevo la cintura. Déjame ver la costura del costado. La última vez, la falda de una de las bailarinas tenía unos cuantos hilos sueltos..." Escuchar la voz risueña de Meg ir y venir a tu alrededor te resulta reconfortante. Hace que vuelvas a la realidad y te distrae de pensar en aquella silueta oscura. "____, hace tiempo que quiero hacerte una pregunta." De pronto, Meg te toma de las manos. Sus ojos brillan con preocupación. "¿Ha pasado algo? Sabes que puedes contarme lo que sea... Desde el banquete, has estado muy pensativa. Haces que me preocupe." La mirada comprensiva de Meg hace que finalmente reúnas las fuerzas para contarle el incidente. "Durante el banquete vi una sombra extraña. Tuve el presentimiento de que no era alguien de la ópera. No sé cómo explicarlo, pero el miedo se apoderó de mí. Tenía un aspecto lúgubre." "¿Cuándo ocurrió? Recuerdo que estuve toda la noche a tu lado." Le cuentas a Meg todos los detalles de esa noche, sobre la silueta oscura en la puerta, la máscara blanca y la rosa roja... "¿Una rosa roja? ____...¿crees que era ...el fantasma?" Meg palidece. "No lo sé." Te muerdes el labio. "Parecía un hombre....¿No se supone que los fantasmas son más etéreos?" "Nadie sabe cuál es su verdadera apariencia." Susurra acercándose más a ti, como si temiera ser escuchada. "Cambia de forma constantemente. Algunos dicen haber visto un esqueleto. Otros dicen que es una bola de fuego. Escuché que esta ópera es muy antigua y que ese fantasma ha estado aquí desde hace mucho tiempo. Han hecho de todo para ahuyentarlo, pero no han tenido éxito." "Aunque la figura que vi daba miedo, no creo que sea el fantasma del que hablas... Por la forma en que lo dices, pareciera que todos en la ópera han sido manipulados por el fantasma." Un sin fin de preguntas rondan por tu mente. ¿Acaso os seguirán torturando sus apariciones? ¿Todo el mundo está a merced del fantasma? Si no hay nada que hacer, ¿debéis vivir cada día con miedo? Mientras tus pensamientos divagan, alguien toca a la puerta. "Perdona mi atrevimiento. Buenas tardes." Inmediatamente reconoces al desconocido. "Ah, tú eres el que me regaló las flores aquel día, ¿no?" "¿El que te regaló flores?" El desconocido se lleva una mano al corazón, fingiendo dolor. "Al parecer, aún no me recuerdas." "Parece que tienes visitas. Bien, no interrumpiré más. Vendré a verte luego." Al ver al visitante, el rostro preocupado de Meg de repente se torna sonriente y se despide con cortesía de el. Y se desliza hacia la puerta lanzándote una sonrisa cómplice. "Lo siento, en realidad, últimamente...." "No te culpo." Te interrumpe. "Después de todo, ha pasado mucho tiempo. No puedo pretender que te acuerdes de mí en un instante. Entonces, ¿todavía recuerdas Perros-Guirec?" "¿Perros-Guirec? ¿Te refieres a esa pequeña aldea al norte de Francia en la que solía vivir con mi padre de pequeña?" "Si todavía la recuerdas, quiere decir que solo te has olvidado de mí." Niega con la cabeza mientras suelta una carcajada. Entonces, notas su cabello rubio que se vuelve más evidente a la luz de la vela. Notas como los engranajes de tu mente comienzan a funcionar: Perros-Guirec... Cabello rubio... "¡Eres Raoul! ¡Mi amigo de la infancia!" "Al fin te has acordado." El sonríe alegremente. " Yo pude reconocerte de inmediato con solo oír tu voz." "Lo siento, has cambiado mucho desde que éramos pequeños. En ese entonces todavía éramos unos niños. Recuerdo que venías a menudo a ver el espectáculo de mi padre en las calles. Esperabas a que terminara su actuación e íbamos juntos a caminar por la playa. Incluso una vez me ayudaste a recoger la capa que el viento voló hacia el mar." "Por poco me ahogo... En fin, sabía que lo recordarías." Raoul se toca la cabeza en señal de vergüenza. Al recordar aquella escena, ambos estallais en risas al mismo tiempo. "Fue el mejor verano que he tenido." "Después de aquel verano, vine con mi madre a París. Pero al volver al año siguiente, perdí el contacto con vosotros. Hablando de eso, ¿por qué os fuisteis?" "Dejé aquel lugar después de que mi padre murió y anduve de ciudad en ciudad hasta llegar a París." "Ya veo, lo siento mucho, ___. Es una pena que no suela estar en París. De lo contrario, nos habríamos encontrado antes." Hiciste un gesto con la mano, agitándola ligeramente hacia un lado, quitandole importancia al asunto. "Esos días quedaron en el pasado. He comenzado una nueva vida. Estoy segura de que mi padre no me hubiera dejado llevar una vida triste. He encontrado mi sueño y sustento. Quizás pienses que es un poco tonto cuando te lo diga... Pero cada vez que me olvido de mí misma y canto, puedo sentir la calidez y la compañía de mi padre." Alzas la mirada y miras a Raoul con un poco de vergüenza, pero él no se burla de ti. Solo te observa, atento. "___, siento no haber estado a tu lado cuando más lo necesitabas. Estoy seguro de que serás una gran cantante. Siempre te apasionó la música." "Gracias, Raoul. ¿Y qué hay de ti? Dijiste que no sueles estar en París. ¿Dónde sueles estar entonces?" "Me uní a un grupo de marineros. Prácticamente pasamos todo el año en altamar. Estaba haciendo planes para una expedición a la Antártica, pero escuché a mi hermano mencionar las noticias del fantasma en la ópera y vine a investigar." Al escucharlo decir esas palabras, no puedes evitar preguntarle... "¡El fantasma de la ópera!" Se te eriza el vello. "¿Cómo supiste de él?" "Ejem...bueno. Tengo información interna. De vez en cuando, incluso el secreto mejor guardado sale a la luz. Además, me advirtieron explícitamente sobre ello." "Pero...No lo entiendo. ¿Por qué viniste tu a investigar el caso?" "Mi hermano lo puso en mis manos, seguramente porque quiere que lo espere como un buen chico en París y que me olvide de la Antártica." Al escucharlo decir eso, sientes que la sangre te hierve. Su tono te da a entender que no tiene ni idea del pánico con el que vivís todos en la ópera. "Gracias por iluminarnos con tu visita, siento mucho que un simple fantasma no sea digno de tu atención." "¿Qué? No, no. ___, no me malinterpretes." Aparta la mirada avergonzado. "Confieso que al principio pensé que era absurdo. ¿Cómo puede un lugar tan famoso ser el origen de rumores sobrenaturales? Pero después... me di cuenta de que este caso no era tan simple. La arrogancia me cegó. La muerte de Joseph me hizo entender que hay muchas cosas que desconozco, así que decidí cambiar mi actitud." Raoul parece confundido. Extiende su mano acercándola a la tuya, pero la retira aún avergonzado. Tú suspiras. "No es tu culpa. A decir verdad, yo tampoco puedo creer del todo que haya un fantasma merodeando por la ópera... Siento haber saltado de esa forma. Es solo que... hemos pasado por muchas cosas." "Lo entiendo,___. Sé la desesperación que puede provocar el miedo. Por favor, tienes que creerme. No pienso quedarme de brazos cruzados sin hacer nada." Meg interrumpe vuestra conversación. "____, ¿puedo entrar?" "Por supuesto, Meg, adelante." "Siento tener que interrumpiros, pero me he olvidado de llevarme tu vestuario." "No importa, señorita. De todas formas debo irme, tengo una reunión con el director. Ha sido un placer hablar contigo, ___. Hasta la próxima." Raoul os saluda antes de salir y cierra la puerta con ligereza. Ahora que estáis a solas, Meg empieza a hablar. "Sé que no debo preguntar, ¡pero no puedo contenerme!" "¿Qué?" "¿Pues que va a ser? ¿Cómo conoces al vizconde Chagny?" "¿Vizconde Chagny? ¿Te refieres a... Raoul?" "Vamos,___, deja de fingir. Puedo ver que son muy cercanos." "Raoul y yo fuimos buenos amigos en la infancia. No tenía idea de que era vizconde." "Su hermano, el conde de Chagny, es el principal patrocinador de la ópera. ¿Acaso no has oído hablar de la familia Chagny?" "No imaginé que..." La familia Chagny... Raoul no dejaba de mencionar que su hermano lo envió a investigar la ópera. Ahora todo tiene sentido. No es de sorprender que Raoul supiera el secreto de la ópera. "Bueno, me voy a apresurar a arreglar el vestuario. Quiero que me cuentes todos los detalles mañana." "¡Espera, Meg! No puedes ir por ahí contándoselo a todos..." Meg sale corriendo antes de que puedas terminar de hablar. Levantas la mirada y solo alcanzas a ver el dobladillo blanco de su falda, resignandote a no intentar alcanzarla. ... "Parece que tienes un nuevo amigo." "Ángel de la Música! Me has asustado..." "No me esperabas, ¿cierto? ¿Acaso tu nuevo amigo es más bienvenido que yo?" "¡Para nada! Sabes bien que siempre anhelo tu visita. Es solo que no es la hora a la que acostumbramos a vernos, no estaba preparada." "Ah, ya veo, así que no puedo llegar a deshoras como él. Eres más tolerante con tu nuevo amigo de alcurnia marchita." Su tono es ácido, cortante. "Seguramente estás harta de mi compañía, tendría que haber sido más considerado." "Por favor, no digas eso. Siempre espero fielmente tu visita y lo sabes." El Ángel de la Música nunca te había hablado de esa manera. Inconscientemente te giras a ver el espejo de cuerpo entero. Solo refleja tu imagen. "¿Estás enfadado?" Te acercas al espejo. "Por favor, no te enfades, haré lo que sea para que estés contento." "¿Lo que sea? Entonces, canta para mí, ___. El canto es la mayor muestra de sinceridad." "Mi maestro, mi ángel, mi voz siempre será tuya. Por favor, nunca más dudes de mí." El Ángel de la Música permanece callado. Sabés que te está esperando. Intentas meterte en el papel, pero tú voz no deja de temblar. En está ocasión, no te guía con dulzura, ni se une a tu canto como normalmente lo hace. Tienes miedo de que a partir de ahora te ignore, pero no te atreves a dejar de cantar y preguntarle si sigue ahí.
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