Capítulo 4 - Advertencia misteriosa
16 de octubre de 2025, 21:05
Notas:
Sin querer, atrapas la discusión entre Madame Giry y el director. Tu mente se llena de preguntas sin respuesta. Y en ese mismo instante, la enigmática figura de negro vuelve a cruzar tu camino.
A partir de ese momento, es como si el Ángel de la Música hubiera desaparecido. Su voz dejó de resonar en tu camerino, dejando un vacío que resonaba en cada rincón.
En ocasiones, hablas contigo misma frente al espejo, a la espera de que el Ángel de la Música escuche tus súplicas, pero lo único que te responde es el silencio.
Es como si te faltara un pedazo de tu corazón. No te atreves a imaginar qué será de tí si no vuelve, si realmente desaparece.
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De pronto, estallan voces en el pasillo. Te sobresaltas al reconocer los tonos alterados.
"¿Por qué ocuparía yo el palco número 5? ¡No tiene ningún sentido!"
¡Son madame Giry y el director!
"¡Tú eres la taquillera de los clientes distinguidos! Si no eres tú la que intenta estafarnos, ¿quién más podría ser?" El director grita, agitando unos papeles frente a su rostro.
"El palco número 5 es el palco del fantasma. Si no sigues las reglas e intentas venderlo por la fuerza, ¡desatarás su ira! Si ofendes al fantasma y ataca a otros clientes, ¡tendrás que asumir las consecuencias!" Madame Giry señala al director con un dedo acusador.
¿Otra vez el fantasma? Justo cuando creías que la paz volvía...
"Deja de usar al fantasma como excusa, ¡al diablo con sus reglas!" El director arroja los papeles al suelo. "Puedo ver que quieres el mejor palco para ti sola, ¡y luego vender las entradas a escondidas!"
"Cada lugar sagrado tiene sus propias reglas. He trabajado en esta ópera durante décadas, ¿cómo te atreves a insultarme de esta manera?" Ella levanta la barbilla, desafiante.
"Quizás el director anterior se dejó sorprender por tus trucos baratos, ¡pero yo no! ¡Y no permitiré que arruines mi teatro!" El director avanza hacia ella, gritando. "Los asientos del palco número 5 le pertenecen a la ópera y a quien sea que los compre. ¡No le pertenecen a un maldito fantasma!"
"¡Pagarás el precio de tu ignorancia! ¡El fantasma te hará saber lo arrogante que eres!" Madame Giry se da la vuelta bruscamente. "¡Suéltame! ¡Puedo marcharme sola! Un día me pedirás que regrese."
"Madame Giry, espere, ¿a dónde va?" Intentas acercarte, pero tu voz se pierde entre el alboroto. Ella ni siquiera voltea a mirarte.
"¡Que esto quede claro! ¡Quien sea que intente usar al fantasma como excusa para afectar el negocio de la ópera, se marchará igual que ella!"
El director está hecho una furia. Os grita mientras se acomoda la ropa.
Te quedas paralizada,mientras procesas lo que acaba de pasar. Entonces, dos bailarinas se acercan, cuchicheando:
"¿El director ha despedido a Madame Giry? ¿Qué ha ocurrido en el palco?"
"Unos espectadores dicen haber escuchado la voz del fantasma en el palco. El susto era tal, que incluso uno de ellos cayó rodando por las escaleras."
"¿Se encuentra bien?" Preguntas, sintiendo un escalofrío.
"¡Dicen que se rompió una pierna! No podremos esconder por más tiempo que la ópera está embrujada."
"¿Con razón el director está furioso..." murmuras.
"Espero no encontrarme con ese fantasma...¡Mejor vámonos de aquí!" dicen, alejándose.
En el momento en que piensas marcharte, alcanzas a ver de reojo una sombra.
La sombra se esconde detrás de un montón de utilería, casi imperceptible.
Uno a uno, los empleados se retiran hasta que solo queda esa sombra de pie, provocando una sensación extraña.
¿Quizás es la misma persona que viste durante el banquete? Meg dijo que quizás era el fantasma, ¿deberías advertir a los demás?
Mientras dudas, la sombra desaparece. La buscas en todas direcciones. Y entonces la ves de nuevo, se dirige hacia arriba. Sin pensarlo, corres tras ella, esquivando cortinas y tramoyas.
Se mueve con rapidez y desaparece al final del pasillo. No tienes tiempo de darle explicaciones a la gente a tu alrededor.
Si solo se trata de un empleado excéntrico, es solo una falsa alarma. Pero si de verdad es el fantasma... Entonces, estará tramando algo otra vez...
El miedo y el sentido de responsabilidad luchan dentro de tí. Entonces, recuerdas a Joseph. Si alguien hubiera llegado a tiempo en ese momento...
¿Quizás todavía estaría vivo?
El miedo te carcome por dentro, pero sabés que esta es una oportunidad única.
Pase lo que pase, tienes que subir a ver.
Entonces, te das cuenta de que se dirige hacia... ¡el palco número 5!
Sigues la sombra a escondidas. La falda larga y el golpe de tus tacones te dan muchos problemas.
En más de una ocasión llegas a pensar que te había descubierto, pero parece que no le importa lo que ocurre a su alrededor. Da un giro y entra al palco número 5.
Recuerdas que Madame Giry mencionó que ese era el palco del fantasma, quizás se trate de esta sombra.
¡De repente, unas manos salen de la cortina y te atrapan!
"¡No te muevas!" Una voz áspera te susurra al oído. "¡Ni una palabra!"
Intentas gritar, pero te empuja contra la pared y cubre tu boca con su mano.
En medio del forcejeo, no distingues la figura a contraluz, solo sientes sus manos que te aprietan como garras de acero.
"Escucha, estás en problemas."
Dejas de forcejear al escuchar sus palabras, ¿a qué se refiere? ¿y quién es él?
"Te has dejado atraer por el fantasma. Todavía estás a tiempo, debes dejar la ópera lo antes posible."
¿Dejarte atraer? ¿Qué tiene que ver él con el fantasma? Toda clase de preguntas inundan tu mente.
El hombre te sujeta con firmeza, pero no hace nada más.
En seguida te das cuenta de que no te quiere hacer daño. Sientes sus manos, cálidas.
Se supone que los fantasmas son fríos, claramente está persona es de carne y hueso.
"Sé lo que estás pensando. No importa quién soy yo, lo que importa es que..."
De repente, se detiene. Su mirada se posa en una esquina del palco. Parece haber escuchado algo.
"¡Ahí viene! No hay tiempo, escúchame, deja este lugar y sálvate."
"Un momento, ¿quién viene?"
El hombre te suelta, pone su dedo índice sobre tus labios, se da la vuelta y se marcha con prisa.
Sales del palco tras él, pero descubres que afuera no hay ni un alma. El hombre se ha esfumado por completo.
Estás harta de esta sensación. Todo es secretos y misterio, y te llevan de un lado a otro como a un títere. Todo el mundo le teme al fantasma, pero nadie se ha atrevido a mirarlo de frente. Prefieren no hablar de él ni pensar en él y fingir que todo va bien. ¿A quién debes de buscar?
Comienzas a pensar, aunque no viste su silueta con claridad, estás segura de que ningún empleado tiene esa complexión. No sabés cuál sea su objetivo al esconderse en la ópera, pero crees que debes decírselo al director lo antes posible.
Por la hora que es, seguro que debe estar apunto de irse, tienes que detenerlo. Rápidamente te diriges a su oficina.
"Director, ¿tiene un minuto?"dices, conteniendo la respiración.
"¿Y tú eres...? Ah, espera, creo haberte visto antes."
"Me llamo ____ ____, soy..."
"Ah, sí, sí. Eres nuestra cantante de ópera, lo recuerdo.
¿Para qué me buscabas?"
En cuanto te pregunta, comienzas a explicarle todo lo ocurrido.
"Hay un sujeto muy extraño escondiéndose dentro de la ópera. Acabo de tener un encuentro con él en el palco número 5."
"¿Otra vez?" Ruge, enrojeciendo. "¡Por los cielos! ¿Qué le ocurre a esta gente?"
La voz colérica del director te interrumpe y comienza a agitar las manos de un lado para el otro.
"¡Ahí va de nuevo! ¿Vienes con tus cuentos de fantasmas y apariciones? ¿Acaso no he sido claro?"
"Pero...", tratas de insistir.
"No quiero un montón de empleados lunáticos, ¿acaso no es suficiente con una mujer a la que le falta un tornillo? Primero un fantasma, ahora un sujeto que se esconde. Es la ópera más grandiosa de todo el mundo, no un circo."
El director no tiene nada de paciencia. Sabés que si dices algo más, no te creerá.
"Estoy muy ocupado. ¿Por qué no vas a tomar un poco de aire fresco? Deja de pensar en espectros y cosas sobrenaturales. ¿Acaso están de moda las historias de fantasmas en París?"
El director sacude la mano y te despide con indiferencia.
Estás a punto de explotar, pero mantienes la compostura. Sabés que si actúas impetuosamente, no llegarás a ningún lado.
Es mejor que regreses y pienses en algo.
Y eso es justo lo que haces al llegar a tu camerino.
Aunque el fantasma es escurridizo, tiene un especial interés por el palco número 5, quizás esa sea la clave.
...
"____, ¿acaso has tenido un encuentro inesperado hoy?"
¡Tú Ángel de la Música!
Te emocias al oír su voz.
"Mi ángel, al fin has aparecido. Pensaba que ya no vendrías más."
"Regresaré a tu lado siempre que me necesites."
"¡Te necesito! ¡Claro que te necesito! Sabes bien que antes de ti, estaba desamparada. Eres tú quien me ayudó a ponerme de pie una vez más."
"Entonces, supongo que no hay problema con que me cuentes sobre tu feliz encuentro." Su tono es algo agrio.
"¿Cómo lo sabes?"
"Soy tu ángel, no hay nada que no sepa. Siempre te estoy observando.
Vi que te acercaste a un ser peligroso y me decepcioné."
"¿Te refieres a ese hombre misterioso? ¡No era mi intención! No tuve opción..."
"___, ¿estás diciendo que me he equivocado, que te he acusado indebidamente?"
"Pero...yo..."
"Por tu forma de actuar, parece que ya no me necesitas. Quizás deba dejarte ir."
El Ángel de la Música no te permite darle explicaciones. Su voz fría no deja de cuestionarte.
Sientes un nudo en la garganta, las palabras no salen de tu boca.
"¿Qué pasa? ¿Me estás dando la razón?"
"¡No! Por favor, no seas así..."
"___... ¿estás llorando?"
Su voz fría se rompe por un momento, y un ataque de pánico te hace sentir por un instante que es una persona común y corriente.
"___, lo siento, no llores. Es solo que... me gustaría que te dedicaras por completo a la música como antes.
Solo tú, yo y la música, podremos llegar al palacio de las artes, a donde nadie más ha podido llegar.
Está claro que estás distraída, has dejado que el mundo terrenal influya en ti. Tú carrera artística está en peligro.
Pero... quizás no eres tú la que camina al borde del peligro. Es a mí a quien la oscuridad consume..."
"¿A qué te refieres? ¿De qué oscuridad estás hablando?"
Su única respuesta es un suspiro.
Aquella noche, lo llamaste muchas veces, pero lo único que te respondió fue el silencio.