ID de la obra: 1310

El Fantasma de la Ópera

Het
R
En progreso
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Midi, escritos 63 páginas, 21.070 palabras, 11 capítulos
Descripción:
Notas:
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Capítulo 5 - Rosa roja fantasmal

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Notas:
En cuanto terminas de ensayar, recibes un comunicado del director. Te pide a ti y al resto del elenco que os reunáis de inmediato entre bastidores. Los asistentes tienen el rostro cubierto de sombras, como si cargaran con el peso de una noticia funesta. Rezas en silencio por que no haya ocurrido otra tragedia, mientras tus dedos se entrelazan ansiosos. El personal llena cada rincón de los bastidores. Todos cuchichean. Susurros inquietos te envuelven como un zumbido de abejas. Nadie parece saber qué esperar. Minutos después, el director irrumpe con paso furioso, todos se apartan de su camino. "Tengo la necesidad de hacer un anuncio oficial sobre los acontecimientos recientes." Su voz retumba, áspera y cargada de ira. "Siempre he querido trabajar en armonía con ustedes. ¡Tengo la convicción de que si todos ponemos de nuestra parte, podemos llevar a la ópera a niveles nunca antes vistos! Pero no imaginé que me recibirían de esta manera. Lo que es aún peor, han utilizado métodos despreciables y ridículos para expresar su inconformidad." Su mirada recorre la multitud con desconfianza. "Es porque acabé con el negocio sucio que tenían con el director anterior, ¿cierto? ¡Solo usan "fantasmas" y reglas absurdas para darme dolores de cabeza!" En ese instante, la multitud emite un quejido de desapruebo. La gente cruza los brazos y frunce el ceño, molesta por las palabras del director. "Acaban de asustar a uno de nuestros más distinguidos clientes. ¡Ahora todo París sabe de ese maldito supuesto fantasma!" Curiosamente, cada vez que el director menciona al fantasma, su voz se quiebra y sus ojos miran en todas direcciones, escudriñando las sombras, como si esperara ver algo. "Es decir que no solo me desafían a mí, sino que le han hecho un gran daño al prestigio de la ópera. Naturalmente, debo decir que he disfrutado de sus habilidades histriónicas, haciéndose pasar por un fantasma y dejándome una carta. Es una idea muy original." Mientras habla, sostiene por lo alto la carta, pero a juzgar por sus acciones, está impaciente por tirarla. "No importa quién de ustedes haya sido el que se introdujo en mi despacho a pesar de estar cerrado con llave, para dejar esta carta sobre mi escritorio." Continúa, con un tono que intenta sonar firme pero delata pánico. "Solo espero que se disculpe conmigo en privado. No quisiera que la situación empeore. Mejor guárdense sus trucos baratos para el escenario." Hace una pausa forzada. Te fijas en las manos del director, no estás segura de si te lo estás imaginando pero... parece que están temblando. "En cuanto a la mención de madame Giry en la carta... Creo que puedo considerar darle otra oportunidad. Después de todo, ella es una persona diligente, y yo soy una persona comprensiva." Acto seguido, el director pone fin a la reunión y se marcha con paso acelerado. Todos comienzan a cuchichear con preocupación en sus rostros. "Apuesto a que fue el fantasma el que le dejó la carta." Susurra un empleado. "¡Debería darle una lección!" "Finge ser valiente, ¡pero estaba temblando de miedo!" Comenta una bailarina. "A ver si se atreve a acusarnos de nuevo." Responde otra, cruzando los brazos. Tú regresas a tu camerino, sientes una presión en tu pecho. Es como si el fantasma fuera un tirano despiadado que gobierna la ópera. Nadie puede escapar de su control. Viendo el pasado, a pesar de que solo tenías la compañía del Ángel de la Música, aquellos días estaban llenos de esperanza. "Ángel de la Música, ¿puedes escuchar mis suplicas?" Llamas frente al espejo, apoyando las manos en el frío cristal. "Te pido que vuelvas a mi lado. ¿Qué debo hacer? Ahora necesito tu guía más que nunca." Mientras murmuras tus plegarias, escuchas una voz baja. "Ángel de la Música, ¿eres tú? ¡Por favor, respóndeme!" "____, perdóname. No debí abandonarte en tu momento de mayor desesperación." "¡De verdad eres tú! ¡Has vuelto!" Exclamas, aliviada. "Te pido que no me vuelvas a dejar tan repentinamente. Cada vez que me siento perdida, eres tú quien me ilumina. Un ser fantasmal aterroriza la ópera. No me atrevo a explorar los rincones oscuros por miedo a escuchar esos lamentos. Por favor, Ángel de la Música, dime qué debo hacer. ¿Cuándo veré la luz al final del túnel?" "Luz y oscuridad se complementan, no podemos tener luz para siempre." Sus palabras tienen un tono amargo. Más que hablar contigo, parece recitar un monólogo. "La oscuridad es más poderosa de lo que imaginas. La oscuridad es como un pantano que devora todo a su paso. A veces, mientras más peleas contra ella, más rápido sucumbes ante las tinieblas." ¿La oscuridad? Te preguntas a qué se refiere, entonces caes en que debe de estar hablando del fantasma. Te das cuenta de que el poder del fantasma ha crecido al grado de afectar al Ángel de la Música. Ahora entiendes porque actúa fuera de lo normal. Debe de haber sufrido bastante. Incluso la única persona en quien puedes confiar, el ser que más aprecias ha sido mancillado por el fantasma. Estas devastada, no puedes soportar más el dolor. Incapaz de retener tus sentimientos por más tiempo, le confiesas al Ángel de la Música que te preocupas por él. "Aunque pretendes ocultármelo, sé que tú también has sufrido." Dices, con la voz quebrada. "Me preocupo por ti, temo que algún día te apartes de mí. Te lo pido, aguanta un poco más, no me dejes. Haría lo que fuera por salvarte. Cuando era niña, mi padre me conto de ti. Desde entonces, siempre esperé a tu llegada. Mi mayor felicidad fue cuando respondiste a mi llamada y descendiste para estar a mi lado." "____, tienes un talento extraordinario para la música. Guiarte para que llegues más lejos es mi razón de ser. Siempre estaré a tu lado para guiarte y acompañarte." "Gracias, mi ángel. No dejaré que resistas la oscuridad a solas. Yo también seré tu fuerza. El poder del fantasma crece día tras día. Si no lo detenemos, no quiero ni imaginar las terribles consecuencias. Recuerdo que Meg mencionó que la policía y los espiritistas habían fracasado. ¿Acaso no hay forma de expulsarlo? ¿Cómo puede haber un poder tan maligno en este mundo?" El Ángel de la Música te reconforta, pero su voz tiembla como si algo lo aplastara despiadadamente. Te preguntas si acaso es solo tu imaginación. "____, debes saber lo afortunada que eres de estar bendecida por la luz. Muchas personas han sido abandonadas por Dios, sin más remedio que abrazar la oscuridad." Murmura él, con una sombra de tristeza. Cuando escuchas sus palabras te das cuenta de que suenan como si el Ángel de la Música estuviera defendiendo al fantasma... "No todos tienen la posibilidad de escoger. Nadie está destinado a vivir en la oscuridad." "Entonces, ¿el fantasma tiene un secreto o un dolor del que no nos hemos dado cuenta? No importa cuál fue la razón que lo hizo caer en las tinieblas," replicas, "el daño está hecho y carga con el peso de sus crímenes." "Así es... Carga con el peso de sus numerosos crímenes imperdonables." El Ángel de la Música repite esta frase una y otra vez, como un eco atormentado. No responde a tu llamada. "Ángel de la Música, ¿estás bien?" "No importa lo que pase, la suerte ya está echada. Solo queda seguir adelante." "¿Qué? ¿De qué estás hablando?" El Ángel de la Música vuelve a desaparecer de repente, pero ya no te sientes desamparada como antes. Ahora sabés que el fantasma es la causa de su comportamiento tan extraño. Entonces, una idea llega a tu mente. ¡Quizás si descubres el secreto del fantasma, todos vuestros problemas se resolverán! Hasta ahora, las pistas son poco claras. Solo sabes que el fantasma viene y va al palco número 5. A pesar de tu último encuentro con ese hombre misterioso, no podría importarte menos el peligro. Esperas que ese sujeto no se esconda de nuevo en el palco. Aunque si te encuentras con él, quizás consigas más pistas. Decidida, te dirijes con cuidado al palco número 5, vigilando a tu alrededor durante el camino. Aquella silueta negra no vuelve a aparecer. El palco número 5 no es distinto de cualquier otro palco: tiene gruesas capas de cortina con bordados dorados e inmaculados asientos de terciopelo rojo. Este palco tiene la mejor vista de la ópera. No es de extrañar que el fantasma lo quiera solo para él. No parece haber nada fuera de lo común. ¿En qué estabas pensando? Pero justo cuando estas por marcharte, te parece ver que algo se mueve entre las cortinas. "¿Quién anda ahí?" Preguntas, con la voz un poco temblorosa. Te acercas y tiras de la cortina, pero no hay nada. No parece que alguien se estuviera escondiendo ahí. Te preguntas si quizás haya sido solo una ilusión. Últimamente no has dormido bien, tal vez estás viendo cosas. ¿O quizás...es el fantasma? En cuanto esa idea te viene a la cabeza, te pones muy nerviosa y no te atreves a darte la vuelta. Haces tú mayor esfuerzo por girar tu cuerpo rígido, dándote ánimos en voz baja. Mientras giras la cabeza, un objeto rojizo sobre la mesa llama tú atención. Es...una rosa roja... ¿Qué hace una rosa roja sobre la mesa? Recuerdas que al entrar inspeccionaste hasta el último detalle, ¡no había ninguna rosa sobre la mesa! Entonces, te vienen a la mente las cortinas movedizas y te quedas totalmente tiesa. No puedes moverte. ¡Definitivamente era el fantasma! Sientes que la temperatura a tu alrededor baja. Quieres marcharte de inmediato . Pero recuerdas la razón por la que viniste, así que controlas tu miedo y temblando tomas la rosa que está sobre la mesa. La rosa no tiene nada de especial. Acaba de florecer y está desprovista de ramas y espinas. Pensabas que las rosas del fantasma tendrían algo de especial, pero esta claramente es una rosa tierna y fresca . Mientras observas la rosa con detenimiento, un escalofrío recorre tu espalda. Una corriente de viento pasa por detrás, sientes un aliento gélido cerca de ti y se te pone la piel de gallina. Das media vuelta y retrocedes unos pasos, hasta casi chocar contra la mesa. Igual que antes, no hay nadie. ¡Debes salir de aquí cuanto antes! Es en ese momento que tu sangre empieza a circular. Sientes como si una mano apretara tu corazón. Incluso te olvidas de cómo caminar. Tus pasos acelerados resuenan en el pasillo. No sabés en qué momento se te ha caído la rosa.
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