ID de la obra: 1310

El Fantasma de la Ópera

Het
R
En progreso
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Midi, escritos 63 páginas, 21.070 palabras, 11 capítulos
Descripción:
Notas:
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Capítulo 6 - Invitación al baile

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Notas:
Cantantes, bailarines y empleados se preparan para el baile de máscaras. Todo parece fluir con una energía vibrante, pero tu mente no puede dejar de dar vueltas alrededor de aquella rosa roja que encontraste en el palco número 5. Un misterio silencioso que pesa más que la alegría festiva. ----- "¡Mirad! ¡Está nevando!" Exclama una bailarina señalando hacia la ventana. "Al parecer, cada año nieva en la víspera del baile de máscaras." "Pero, este año...", otra baja la voz. "¿No dijiste que el fantasma arruinaría el baile?" "Ay... ¿Cómo puedes estar tan segura?" Ves cómo algunas compañeras agachan la cabeza, suspiran y se alejan con paso apresurado. Te acercas a la ventana y al abres. Un copo de nieve, delicado como una pluma de cisne, se posa en tu cabello. Afuera, un manto blanco cubre el gris del pavimento. Tienes frente a tí una vista tranquila, pero tú corazón está lleno de angustia. "¡____!" Meg interrumpe tus pensamientos. "¿Cómo piensas vestirte para el baile?" "No lo he pensado aún..." "Ay, ¿cómo es que te preocupa tan poco? El baile será en unos días, ni siquiera has pensado en tu acompañante, ¿o sí?" "No sé a quién invitar." "Puedes invitar a algún amigo cercano, ¿qué te parece el vizconde de Chagny?" Insinúa con complicidad. "No entiendo por qué le estás dando tantas vueltas." "¿De verdad crees que puedo invitarlo? Pero si somos de mundos distintos..." miras tus manos. "La gente en la ópera ya está diciendo que nos ven a Raoul y a mí juntos todo el tiempo... Creen que usé artimañas para acercarme a la aristocracia." "En la ópera se oyen todo tipo de rumores, no les prestes atención." Meg te toma de los hombros. "Sé perfectamente el tipo de persona que eres. ¡Deben de estar celosos!" La confianza que Meg deposita en tí te anima un poco, pero una sombra se cierne sobre ti, piensas que últimamente el Ángel de la Música no ha aparecido tan a menudo, y vuelves a tener el corazón en un puño. La última vez que apareció, se comportó muy extraño y se fue sin despedirse. Hace mucho tiempo que no ha aparecido... Si vas al baile, quizás pierdas la oportunidad de verlo. "Gracias, Meg. Pero tengo que pensarlo un poco más." "De acuerdo, pero toma una decisión pronto, ¡no puedes dejar pasar el baile!" Meg intenta decir algo más, pero de repente mira con atención tras de tí, y una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro. "¡Un caballero ha venido a buscarte! Mejor los dejo a solas." Meg dice esas últimas palabras y se pone en marcha. No te da tiempo a detenerla, y no te queda otra opción más que recibir a la visita. "¿Raoul? ¿Qué haces aquí? No ha parado de nevar ahí afuera. Si has cruzado la nieve para venir hasta aquí, debes tener un asunto que hablar con el director, ¿cierto?" "Precisamente vengo de discutir los pormenores del baile de máscaras... y de paso he pensado en visitarte. ¿Estoy interrumpiendo tu ensayo?" "A decir verdad, hace tiempo que no me siento con ánimo para practicar." "¿Por qué no me sorprende? Todo el mundo en la ópera está en vilo por el fantasma. ____, no tienes por que sentirte culpable, si te relajas un poco, tendrás mejores resultados en tus ensayos." "Pero siento su amenaza como una espada sobre mi cabeza. ¿Cómo quieres que esté animada?" "Es solo que pareces cansada," su voz se suaviza, "me preocupa tu salud. Sé que el fantasma sigue siendo un peligro, pero si cedemos nuestra felicidad ante el miedo, nos habrá derrotado. En unos días será el baile de máscaras, ¿por qué no aprovechas para cambiar de aires?" "Entonces, ¿vendrás?" "Por supuesto... En realidad, solo he venido por eso. Por cierto, ____, ¿te gusta bailar?" Raoul desvía la mirada. No se atreve a mirarte a los ojos, y sus orejas están completamente rojas. ¿Acaso quiere llevarte al baile? Contienes la respiración. No puedes evitar pensar que tal vez solo sean imaginaciones tuyas. Mantienes la compostura y observas a Raoul, frunciendo el ceño. "Raoul, estás muy raro hoy, ¿me estás ocultando algo?" "____, ¿cómo podría? Es solo que el director estaba de tan buen humor, que me ha invitado al baile y he pensado en ti." Respira hondo. "Ejem... Es decir, ¿me concederías el honor de ser mi compañera de baile?" Al terminar de hablar, baja la cabeza de inmediato. No se atreve a mirarte, temiendo que lo decepciones con tu respuesta. "Pues..." "Está bien, sé que es un poco vergonzoso lo que pido..." Raoul se da la media vuelta y está dispuesto a irse. Su silueta desconsolada parece la de un niño cuyo sueño acaban de rechazar. Viendo que cayó en tu broma, lo agarras del brazo. "Como decía...¡Por supuesto que sí!" Raoul se detiene tan de repente, que casi tropieza con sus propios pies. Su rostro está lleno de alegría. "¿En serio? No es otra de tus bromas, ¿o sí?" "Esta vez no estoy bromeando. Raoul, estoy muy contenta de que me invites a ir al baile contigo." "¡Genial! ¿Qué personaje interpretarás? ¿Una campesina de las afueras? ¿O acaso una duquesa arrogante?" Raoul pide tu opinión entusiasmado. Su sonrisa poco a poco se asemeja a la de aquel niño diez años atrás. El paso del tiempo no cambia que Raoul siga siendo igual de sincero. "Ahora que lo pienso, desde que me uní a los marineros, no he ido a ningún banquete. Debo regresar a prepararme. ¡El día del baile pasaré por ti puntualmente!" "¡De acuerdo! Estaré esperándote." Raoul se despide de ti con pocas ganas de marcharse. Pero de repente, ocurre una desgracia. La escenografía, que siempre había estado bien sujeta, de repente se derrumba y cae cerca de donde se encuentra Raoul. Sientes que el corazón se te sale del pecho. "¡Raoul! ¡Cuidado!" "¡No te acerques!" Gritais al mismo tiempo. Los escombros caen uno tras otro, levantando polvo. Por unos instantes, pierdes de vista a Raoul. Por fortuna, Raoul reacciona rápido y esquiva este desastre inesperado. "¡Qué suerte que estás bien!" Exhalas, temblando. "No te preocupes, esto no es ningún peligro para mí." Raoul se sacude el polvo y hace a un lado un tablón que se interpone entre vosotros. "Al parecer la ópera está llena de peligros. Por fortuna, en esta ocasión me ocurrió a mí, pero ¿qué pasaría si hubiera hecho daño a alguien indefenso? Debo ir a hablar de este incidente con el director." "Es muy extraño. Desde que entré a la ópera, nunca había pasado algo así. ¿Por qué justo hoy?" "¿Crees que hay alguien detrás de eso?" Sus ojos se oscurecen. "No descartaría esa posibilidad." "Si, como dices, alguien lo hizo, aquí hay gato encerrado." "Mmm... Vayamos primero a investigar." Raoul y tú ponéis el lugar patas arriba, pero no descubrís ni una sola pista. Hasta que… una caja de madera fuera de lugar llama tú atención. "No sé si es mi imaginación, pero tengo la impresión de que alguien cambió de lugar esta caja de madera. No recuerdo que estuviera aquí. Si de verdad hay alguien detrás de esto, se esforzó en no dejar ni una sola pista. ¿Quizás sea...?" Raoul y tú os dais la vuelta para echar un vistazo. Os viene a la mente un nombre muy familiar al mismo tiempo "¡El fantasma! ¡Seguramente él es el causante!" Esta vez no puedes contener tu ira. Estos últimos días, habéis actuado con precaución, a la espera de que en cualquier momento ocurriera un desastre inesperado. El fantasma os controla a su antojo. Nadie puede estar tranquilo dentro de la ópera. Pero si no tenéis ninguna prueba, ¿por qué no le hacéis salir de su escondite? Decidida, vas a buscar posibles escondites detrás de bastidores, mientras le dirijes tus palabras a los rincones. "Fracasaste en tu intento de hacer daño a Raoul. Debes estar muy decepcionado y por eso te ocultas en la oscuridad, ¿no? ¿Crees que si te escondes como una rata, no sabré lo que hiciste? Si crees que puedes controlarnos a tu antojo, ¡estás muy equivocado! ¡No me inclinaré ante ti! ¡La gente con alma podrida nunca tendrá mi respeto!" Segura de ti misma, haces este juramento ante el enemigo que se oculta en las tinieblas. Raoul se interpone para protegerte, vigilando atentamente en todas direcciones. "____, si lo provocas de esa manera, temo que te haga daño." "Raoul, no hay razón para temer a un payaso que se refugia en la oscuridad. No me importa que se valga de medios tan viles, una persona tan repugnante tarde o temprano será aplastada por el peso de la justicia." "....." "Esa voz... ¡Tiene que ser el fantasma!" De repente, las tinieblas envuelven la ópera. Está tan oscura, que ni siquiera puedes ver la palma de tu mano. Los aullidos salvajes se acercan y se alejan hasta que finalmente desaparecen. Uno tras otro, los alaridos de las mujeres resuenan en los camerinos, la sala de ensayo y los bastidores. "¡Definitivamente es el fantasma! ¡Qué voz tan aterradora!" Chilla alguien. "¿Por qué se ha ido la luz de repente? ¡Rápido, vuelvan a dar la luz!" Reconoces la voz del director dando órdenes. "¡El personal ya está en camino, la luz volverá pronto!" Le responde un empleado. Estás tranquila con Raoul a tu lado, pese a que cuando se ha ido la luz te entró el miedo, al sentir que el peligro acechaba entre las sombras, él te tomó entre sus brazos. A pesar del caos de la escena, no te distraes y mantienes la compostura. Estás tranquila y con una convicción de hierro... Es el fantasma. Ha intentado herir a Raoul a propósito y en su ira incluso ha provocado el pánico en toda la ópera. "¡La electricidad ha vuelto!" El retorno repentino de la luz te incomoda. La luz, lejos de tranquilizar a la gente, hace que se amontonen y salgan corriendo en todas direcciones. "____, este lugar no es seguro. ¡Ven conmigo!" Raoul te toma de la mano. "¡De acuerdo! Vámonos." Raoul te acompaña a casa y te pide que descanses y no pienses mucho en lo sucedido. Pero te pasas toda la noche dando vueltas en tus sueños, en los que escuchas la voz aterradora del fantasma cerca de tu oído. ------ Al día siguiente por la mañana, regresas a la ópera, aunque sabés que no es la decisión correcta. La ópera vuelve a funcionar como costumbre, pero a diferencia de antes, los trabajadores se reúnen en grupos pequeños y comentan atemorizados los eventos de la noche anterior. Tú te dirijes a tu camerino, pero al abrir la puerta... descubres que su interior está hecho un desastre, muebles volcados, vestidos rasgados… "Anoche, todo el mundo salió corriendo de la ópera. ¿Quién habrá entrado en el camerino?" Murmuras para ti misma. Lo primero que se te viene a la cabeza es averiguar si has perdido algún objeto de valor, pero al entrar al cuarto, hay algo que atrae tu mirada al tocador... ¡Una hermosa rosa escarlata y un sobre con un sello rojo opaco! Con manos trémulas, abres la carta: «_____: Perdona, he perdido los estribos. No pretendía destrozar tu camerino, pero no me pidas que apruebe que vayas al baile con otro. ¡Quitatelo de la cabeza! ____, por favor, te daré lo que me pidas... Serás la prima donna, te colmaré de gloria, ¡todo lo que quieras! Escúchame y haré lo que sea. El fantasma de la Ópera » El fantasma... ¡Es el fantasma de nuevo! ¿Es que está en todos lados? Se esconde en los rincones oscuros de la ópera, tratando inútilmente de controlar tu vida... ¿Acaso no hay una forma de deshacerse de él?" ¿Qué deberías hacer? Tú mente se llena rápidamente de toda clase de pensamientos. No, ¡no debes actuar precipitadamente! El Ángel de la Música está afectado, Raoul estuvo apunto de salir herido y todos viven bajo la sombra del miedo... No debes provocar la ira del fantasma, de lo contrario, volverá a atacar a la gente a tu alrededor. Entonces te disculpas mentalmente con Raoul, porque llegas a la conclusión de que, aunque no quieras romper tu promesa, lo mejor será que no vayas al baile con él. Observas a tu alrededor. El estado actual de la ópera es escalofriante, pero debes ser valiente. Quizás si llegas a una tregua con el fantasma, puedas hacer que baje la guardia. ¡Debes pensar en una forma de sacarlo de su escondite!
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