Capítulo 8 - La nueva estrella de París
16 de octubre de 2025, 21:12
Notas:
Tras el baile, el Ángel de la Música regresa y tu sueño por fin parece alcanzable. Pero las acusaciones del director siembran una duda venenosa: ¿tu talento es tuyo... o parte de un pacto oscuro? La luz de tu triunfo se tiñe de sospecha.
El incidente del baile de máscaras dejó a todo el mundo de la ópera temblando. Un miedo sordo se instaló entre sus paredes, y ahora todos viven con el temor de que el Fantasma regrese algún día para provocar una nueva catástrofe.
Sin embargo, el tiempo ha pasado y no se ha producido ningún suceso nuevo. Quizás, solo quizás, el Fantasma por fin haya abandonado vuestro mundo.
Para ahuyentar a la mala suerte y devolver la vida a la ópera, la gerencia ha decidido retomar los ensayos de Romeo y Julieta. Con esto, pretenden atraer de nuevo a nobles y adinerados a sus lujosas butacas.
Llena de ilusión, te presentas al casting de la obra cantando con el alma. Gracias al Ángel de la Música, tu técnica ha progresado enormemente. Esta podría ser tu oportunidad.
Sin embargo, tu esperanza se ve truncada cuando el director publica la lista de seleccionadas para el papel protagonista.
"Me gustaría darle la enhorabuena a Carlotta, la cantante más admirada de París, por haber conseguido el papel de Julieta. ¡Te lo mereces!"
La ópera entera estalla en aplausos. Al ver que Carlotta es el centro de atención, te sientes un poco decepcionada.
"____, ¡no te desanimes!" Meg te agarra del brazo. "El director acaba de decirme que has mejorado mucho. Estoy convencida de que, en poco tiempo, ¡superarás a Carlotta y harás realidad tu sueño de ser la prima donna!"
"Meg, gracias por tus ánimos, pero sé que Carlotta está fuera de mi alcance todavía."
"Hum," una voz cortante interrumpe, "está bien que lo sepas, pero no es suficiente. ¡Te queda mucho camino por recorrer! Cantar ópera no es moco de pavo. Si lo fuera, París estaría llena de cantantes famosas como yo, ¿no?"
Te giras y encuentras a Carlotta de pie, con los brazos cruzados y una sonrisa burlona.
"Carlotta, te veo demasiado confiada, ¿no?" Meg se interpone, con el ceño fruncido.
"Meg, no sigas..." intentas agarrarla del brazo para detenerla, pero ella se libera de tu mano con un movimiento brusco. Está demasiado enfadada y muy dispuesta a discutir con Carlotta.
"¿No has visto cuánto ha mejorado ____?" le espeta a Carlotta. "¡Todos hemos visto cuánto ha avanzado y cuánto se ha esforzado desde su papel secundario hasta este casting!"
"Madre mía..." Carlotta se lleva una mano al pecho con falsa condescendencia. "¿Quién ha dicho que no se haya esforzado? Pero con el talento se nace. ¿De verdad creéis que la práctica puede suplir la falta de talento? ¡Qué ingenuas sois!"
"¡Tonterías! ¡Jamás he visto a nadie con tanto talento como ____!"
"¿Talento ella? Piénsalo, anda. De no ser por el Vizconde Chagny, y si tuviera que depender de sus habilidades... ¿Crees que habría podido siquiera cantar en el casting?"
"¿Te refieres a Raoul?" Saltas, sintiendo cómo el rubor te sube por el cuello. "¡No me estoy aprovechando de él!"
"Yo creo que sabes responderte tú misma."
"¡Carlotta! ¡Te estás pasando!"
Carlotta te dirige una mirada de desprecio y luego se vuelve hacia Meg levantando las cejas como si estuviera riéndose de ella.
Acto seguido, se marcha de allí con la barbilla en alto y tarareando un trozo de la canción de Romeo y Julieta que le corresponde como protagonista.
"¡Nos está provocando!"
Meg está hecha una furia, pero no puede dejarte sola para irse a discutir con Carlotta, así que te agarra del brazo y trata de animarte con torpeza.
"____, ¡no puedes creerte nada de lo que te diga! Seguro que ella también piensa que cantas muy bien y por eso quiere deprimirte. ¡No puedes caer en sus trampas!"
"Tranquila, no me lo voy a tomar en serio. Raoul ya era mi amigo cuando éramos niños. No tengo nada de lo que avergonzarme. No voy a distanciarme de él solo por rumores de gente que ni siquiera nos conoce. Si lo hiciera, estaría haciéndole daño a él y dándole a mis enemigos lo que quieren."
"Me alegra que pienses así," suspira Meg, aliviada. "¡Me quedo más tranquila!"
Después del casting, no puedes evitar pensar de vez en cuando en el motivo por el que Carlotta canta mejor que tú. ¿Cómo puedes practicar para superarla, obtener el papel protagonista y convertirte en una cantante apreciada por todos?
Durante varios días, no dejas de practicar y ensayar, pero no logras ningún avance notable.
Dado que no consigues mejorar, las palabras de Carlotta no dejan de resonar en tú mente. Al final, empiezas a cuestionar tu propio talento.
¿Será que Carlotta tiene razón y no tienes talento para cantar? Sientes como si estuvieras atrapada en un callejón sin salida. Piensas en lo mucho que necesitas ahora al Ángel de la Música.
Como si alguien hubiera escuchado el grito silencioso de tu corazón, un suspiro suave y familiar emerge de las paredes de tu camerino.
"Ángel de la Música, ¿eres tú? ¡Menos mal que estás aquí! ¡Me alegra saber que la oscuridad no te ha corrompido! Me imagino que has vencido a la oscuridad, ¿no?"
Solo el eco de tu propia voz te responde. El silencio se vuelve insoportable.
"Por favor, contéstame..." tú voz se quiebra. "Cuando estoy sin ti, noto que me voy perdiendo poco a poco..."
"____..." la voz por fin surge, tan cercana que casi parece un aliento en tu oído. "No he dejado de pensar en ti. Estuve viendo tu interpretación en el casting."
"No lo hice muy bien... Me queda mucho para igualar a Carlotta..."
"____," su tono es firme, pero gentil, "no deberías menospreciarte. Tienes un talento inaudito. Jamás había visto algo igual. Créeme, lo único que necesitas es la orientación de un profesional. ¿Es que ya no confías en mí?"
"¡No es eso! Desde que se fue mi padre, eres todo lo que tengo. ¡Por supuesto que confío en ti!"
Te acercas un poco al espejo para contarle al Ángel de la Música cuánto confías en él y cuánto lo necesitas. Él se queda callado escuchándote.
Mientras habláis, te parece ver de refilón la silueta de una persona en el espejo. ¿Es posible que esa sea la silueta del Ángel de la Música?
Avanzas unos pasos e intentas alcanzar su silueta. Las yemas de tus dedos tan solo pueden sentir la frialdad del espejo. La silueta parece estar hecha de neblina.
"____, no te molestes en buscarme. "Dice la voz con un dejo de tristeza. "Es suficiente con que sepas que estoy a tu lado."
"Ángel de la Música, ¿es que no quieres verme?"
"Lo siento, ___... A mí también me gustaría estar a tu lado como una persona normal, pero, por desgracia..."
"No te preocupes, entiendo que no depende de ti mismo. Gracias por dejarme verte. Aunque no haya podido ver más que una sombra, para mí es suficiente."
"Prométeme que no le dirás a nadie que existo."
"¿Tampoco a las personas en las que confío?"
"____, solo puedo ser el Ángel de la Música para ti. Así que no puedes contárselo a nadie."
"Por supuesto," susurras, sellando el pacto con la frente casi apoyada en el espejo. "Ángel de la Música, te prometo que no le hablaré a nadie de ti. Llevas mucho tiempo ayudándome y guiándome y nunca me habías pedido nada a cambio. ¿Cómo no iba a poder cumplir una petición tan sencilla? Guardaré bien nuestro secreto."
"Confío en ti, ___."
Esa noche, el Ángel te guía con una paciencia infinita, señalando cada error, cada matiz que puedes mejorar. Practicáis hasta el amanecer.
"____, tengo que irme." Dice finalmente, "pero, cuando yo no esté, tienes que confiar en ti misma. También quiero pedirte que te fíes de mi opinión. En el futuro, serás una de las artistas más espléndidas de todo París. Yo estaré a tu lado hasta que llegue ese día."
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La interpretación de Romeo y Julieta ha sido todo un éxito. Carlotta canta tan bien que el público ha acudido en masa específicamente para verla cantar.
Pero tú no sientes envidia por ello.
Al fin y al cabo, lo que te ha dicho el Ángel de la Música te ha ayudado a recuperar la confianza en ti misma. Te esfuerzas tanto como puedes para interpretar lo mejor posible todos los papeles y te lo tomas como una oportunidad de adquirir más práctica.
"¡____, ven a ver esto!" Meg irrumpe en tu camerino, agitando un periódico recién impreso. "¡Has salido en el periódico!"
"¿De verdad soy yo?" preguntas, tomando el diario con manos temblorosas. Allí está, tu nombre y un retrato bajo el titular.
"¡Claro que sí!" exclama Meg, saltando de emoción. "Los críticos de París se han fijado en ti. ¿Has visto lo que pone aquí? ¡Dicen que eres una estrella emergente! ¡El futuro de París! ___, ¡enhorabuena! ¡Por fin te diste a conocer!"
"Dios mío..." murmuras, sin poder creerlo.
Pero la alegría se congela en tus venas cuando el director irrumpe en la habitación con el rostro desencajado por la furia.
"¡____!" grita, señalándote con un dedo acusador. "¡Sé muy bien que estás compinchada con el Fantasma!"
"¿Fantasma?" parpadeas, confundida. "¡Para nada!"
"¡No te hagas la tonta! ¡El Fantasma me dejó una carta en la que ponía clarísimamente que tenía que darte la oportunidad de interpretar el papel protagonista! ¡Dice que, si no lo hago, la ópera entera tendrá que pagar por ello!"
"¿Por qué haría algo así el Fantasma?" preguntas, sintiendo cómo el suelo parece ceder bajo tus pies.
"¿Y me lo preguntas a mí?" su risa es amarga. "¡Es a ti a quien habría que preguntarle eso! ¡A saber qué artimañas has usado para que el Fantasma esté dispuesto a ayudarte!"
"Director, le prometo que no conozco de nada al Fantasma." Insistes, con la voz ahora temblorosa pero firme. "¿Cómo iba a estar compinchada con él? Es cierto que me encantaría poder estar algún día en el centro del escenario, pero ¡jamás trataría de conseguirlo de una forma tan injusta! Si quieres culparme de ello, ¡espero que tengas pruebas!"
"Eso," interviene Meg, plantándose a tu lado, "en realidad no tienes ninguna prueba. Que el Fantasma hable de ___ en su carta no demuestra nada. ¡Puede que ___ no sea más que una víctima inocente del Fantasma!"
"Cállate, Meg. ¡Nadie te ha dado vela en este entierro!"
"El Fantasma ya hacía lo que le daba la gana de por sí." Replica Meg, sin inmutarse. "Si encima sigues culpando a ___ sin razón... ¡Quizás seas tú la próxima víctima!"
"¡Meg!" exclama él, horrorizado por su audacia. "¡¿Cómo te atreves?!"
Incapaz de presentar una prueba real, el director emite un gruñido de furia y abandona la habitación dando un portazo que hace temblar las paredes.
Meg se tira un rato intentando consolarte, repitiéndote que no le des importancia. Pero a ti no se te quita de la mente la carta que ha escrito el Fantasma.
¿Por qué el Fantasma solo habla de tí en su carta? La pregunta se clava en tu mente como una espina.