ID de la obra: 1319

Love Shuffle

Gen
PG-13
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
154 páginas, 77.470 palabras, 9 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 1 Comentarios 0 Para la colección Descargar

6. Quien se parece a mi antigua pareja eres tú

Ajustes de texto
Un nuevo día llegó. Taichi y Sora salieron a la vez de sus respectivos apartamentos. –Buenos días. –se saludaron a la vez mientras cerraban la puerta. Mientras esperaban el ascensor, Sora vio que su vecino parecía bastante desanimado. Para ella era más que evidente el motivo. Él había decidido retirarse de los intercambios de pareja, incluyendo a Mimí sin ni siquiera consultarle, y Mimí lo contradijo diciendo que sí que continuaría con la segunda ronda de intercambios porque había alguien en quien estaba interesada. Eso fue como clavarle la puntilla a Taichi, que desde el principio no había parado de intentar recuperar a Mimí. –¿Vas a buscar trabajo? –preguntó Sora. –Me han llamado de mi antigua empresa. Hay que hacer algunos papeleos, como cancelar el seguro médico y esas cosas. –explicó Taichi. –Ya veo. –Está bien. Te puedes reír si quieres. –dijo Taichi. Entonces, Sora, con una risa falsa, soltó una carcajada. –¡No te rías! ¿Quién crees que es? –¿La persona que le gusta a Mimí? –Sí. No puede ser Jou, así que debe de ser o Yamato o Ken. –dijo Taichi revelando sus propias hipótesis. –Lo normal sería eso. Aunque bueno, Mimí tampoco es muy normal, así que también podría ser Jou. –¿Tienes curiosidad por saber quién es? –preguntó Sora con una sonrisa divertida y consciente de que al final Taichi no había dicho nada con sus hipótesis porque al final podría ser cualquiera de los tres. –Claro que tengo curiosidad. –dijo Taichi con obviedad. –Sinceramente, creo que cuanta más curiosidad tengas en saber quién es, más te va a molestar. –dijo Sora. –Ya lo tengo. Si me vuelvo curioso por saber quién es el que le gusta, me convertiré en la persona que le gusta. –Si tú lo dices. –dijo Sora no muy convencida entrando al ascensor, seguida de Taichi. –Lo que quiero decir es que en teoría también podría ser yo quien le guste a Mimí. –dijo Taichi animándose con esa posibilidad. –¿Por qué no dejas lo de Mimí? Cuando la gente se vuelve tan penosa que hasta sienten pena por sí mismos, hay que dejarlo. –¿Soy penoso? –¿No te habías dado cuenta? –En realidad lo tengo muy claro. –dijo Taichi acercándose al cristal de la ventana para ver la ciudad mientras bajaban. Era muy consciente de su propia mediocridad. –Si yo fuera tú lo dejaría en el momento en el que sé que está dudando. –dijo Sora. –Aunque fuera bien por un tiempo, me preocuparía de que él pudiera volver a dudar. –El momento en el que lo dejas, la persona se convierte en un recuerdo. Puede ser dulce o amargo, pero todavía no quiero tener ese tipo de recuerdo. Esas cosas pueden esperar hasta que sea viejo. –Entiendo. –Sé que suena egoísta, no lo niego. Pero por ahora, seguiré intentándolo. –Bien por ti. Esforzándote tanto mientras te marchitas por dentro. –dijo Sora con ironía. –Lo que más temía se ha hecho realidad. –Cuando se trata de hombres y mujeres, nunca nadie sabe qué pasará. –dijo Sora para intentar darle un poco de esperanza mientras el ascensor llegaba hasta abajo. –“Love Shuffle”, segunda temporada. –Sí. Empieza el juego de consolación. –dijo Taichi mientras salían del ascensor.

***

–La segunda ronda será en la naturaleza. –le dijo Yamato a Sora. Los intercambios seguirían el mismo orden que en la primera ronda. Yamato llevó a Sora a un parque. –Será una sesión de exteriores. –¿Eso quiere decir que no habrá preguntas personales? –preguntó Sora, sentada en una mesa de madera del propio parque. –¿Qué te parece una conversación sobre tu vida amorosa? –le sugirió Yamato. –Vale, pero no tengo mucho qué decir. –dijo Sora. Yamato comenzó a echarle fotos desde ahí mismo. –Hablemos de Taichi. ¿Te gusta verdad? –preguntó Yamato. Sora lo miró sintiéndose pillada. Yamato la seguía apuntando con una vieja cámara. Le guiñó un ojo para animarla a contestar. Ella le devolvió el guiño. –Sí, me gusta. –admitió sonriendo. No tenía sentido ocultárselo a Yamato.

***

Taichi estaba en la oficina del director ejecutivo de su antigua empresa, es decir, delante del hermano de Mimí. –¡¿Qué?! –preguntó Taichi sin poder creer lo que le decía el director. –Que tienes suerte. Mi padre, bueno, el presidente cree que te has resignado a irte porque no estabas contento con tu puesto. Te tiene bastante simpatía. –Pero eso no puede ser. –dijo Taichi sin creer lo que estaba oyendo. –Por otro lado, duda de mis dotes de mando. Así que, te ha ascendido a director. Felicidades por el ascenso. Taichi pensaba que iba a solucionar flecos sueltos de su dimisión y acabó ascendido.

***

Cuando salió de la empresa Taichi se reunió con Jou en un restaurante para contarle las novedades. En realidad, Jou estaba con su cita de la segunda ronda con Hikari, pero como la chica sólo se limitaba a masticar hielo, Jou le dijo dónde estaba para poder aprovechar la cita para hablar, y de paso, no sentirse tan incómodo con ella. –Si lo piensas bien, ¿quién dejaría que el prometido de su hija dejara la empresa tan fácilmente? –Pero no puedo aceptar el puesto así como así. También le hice unos comentarios fuera de tono a Mimí. –dijo Taichi no muy convencido con volver a la compañía. –Quizás haya sido Mimí quien haya intercedido por ti. –dijo Jou planteando esa posibilidad. –¿Por qué? –Aunque no lo parezca, es bastante lista. A lo mejor se dio cuenta de que tu nuevo trabajo no llegó a un buen puerto. –Es que soy bastante transparente. –admitió Taichi. –Por ahora vuelve a la empresa. Al menos dejarás de preocuparte financieramente. –le aconsejó el de gafas. –Eso es verdad. Tengo curiosidad por saber en quién está interesada. –Lo sé. –Oye, me siento mal. Estoy en medio de vuestra segunda ronda. –dijo Taichi viendo que Hikari lo único que hacía era masticar hielo y comer pastel. –Sólo mordemos hielo, así que no te preocupes. –dijo Jou restándole importancia. –Oye, como tú puedes ver a Tánatos, seguro que tienes mayor sensibilidad que nosotros. –dijo Taichi dirigiéndose a Hikari. –¿Qué sientes? ¿En quién está interesada Mimí? Hikari se limitó a mirar a Jou. –¡¿Qué?! –dijo él sorprendido. –Dime que es mentira…–dijo Taichi. –Joe. –dijo Hikari. –No puede ser. No bromees, por favor. Romperás la reluciente amistad de los “Persis”. –dijo Jou. –Doctor. –mencionó Hikari. –¿Qué? –Doctor Ichijouji. –dijo Hikari sonriendo y haciendo un pequeño gesto con la cabeza hacia una zona más privada del restaurante. –Es lo que yo pensaba. –dijo Jou. Pero Taichi se asomó a otra parte del establecimiento y vio a Ken en una mesa comiendo tranquilamente con Mimí. Jou lo siguió. –Esa cara y esa sonrisa frescas son peligrosas. Profundidad en sus ojos, en realidad no está sonriendo. Es un lobo con piel de cordero. Mi pequeña caperucita. –dijo Jou mientras veía que Mimí le devolvía la sonrisa a Ken. –Será devorada. –dijo Hikari mirando su cucharita.

***

–Has dicho algo sorprendente. –le dijo Ken a Mimí refiriéndose a su participación en el intercambio. –Suelo hacerlo a menudo. –reconoció ella. –No lo dijiste para causar todo este drama. –dijo Ken. La mirada ella corroboraba su hipótesis. –Lo que quiere decir que mentiste por él. –No. Esta vez no. Todavía es un sentimiento leve, pero es porque no sé si es amor o no. –dijo Mimí. –Entiendo. –Lo siento. –dijo Mimí. Entonces ella le ofreció de su comida. –Cómete esto. Mi corazón está tan abrumado ahora mismo que no puedo ni comer. –Gracias. –dijo Ken. Mientras tanto, Taichi y Jou no se perdían detalle de la escena.

***

En el parque Sora empezó a jugar a la pelota con unos niños. Yamato la seguía con su cámara Polaroid para captar los momentos más felices de la pelirroja. –Taichi, el doctor, tú. Me gustáis todos. –admitió Sora. –Por supuesto, Jou también. –No eres sincera. –dijo Yamato. –¿Y no te parece raro que siempre haya alguien que me guste? –preguntó Sora. –¿No son así todas las mujeres jóvenes? –preguntó Yamato. Después de jugar a la pelota, fueron a la zona de juegos infantiles, captándola tirándose por un largo tobogán. –Eso es prepotencia. En los cumpleaños y en navidad no me asusta estar sola. –dijo Sora. –¿Está mal tener una relación solo porque estás solo? –preguntó Yamato. –Eso son ilusiones. –respondió Sora, posando feliz delante de uno de los juegos infantiles mientras el fotógrafo la captaba mientras ella comenzaba a caminar por las diferentes partes del juego, que parecía un laberinto. –Es necesario que haya una época en la que estés más enamorada de ti que de otros. –Te niegas a ser simpática. –Sí. Soy antipática. –dijo Sora subiéndose en unas redes verdes y quedándose allí un momento como si estuviera en una hamaca. –¿Por qué no te emocionas al pensar en los hombres? –Nunca puedo hacer eso. –dijo ella mientras Yamato buscaba el mejor ángulo para sacarle una foto desde allí. –Me encantaría verte loca por un tío. –dijo Yamato. –Estar emocionada, enfadándote, llorando. –De ninguna manera. –se negó Sora dirigiéndose a una bola en la que se podía sentar y desplazarse como si fuera una tirolina. –Me reiría de mí misma si hiciera eso. Como Yamato había sacado las fotos con una cámara Polaroid, tenía las fotos de manera instantánea. Cuando terminó la sesión, las extendió sobre la mesa del parque para mostrárselas a Sora. –¿Has podido hacer buenas fotos? –preguntó Sora mientras el chico miraba una en la que Sora estaba sentada en la bola-tirolina. –¿Por qué no te ríes? –¿Qué? –El querer tanto a alguien que terminas llorando mientras ríes. –aclaró Yamato sosteniendo la foto. –¿Tendrás la cámara preparada en ese momento? –Por supuesto. Sacaré la mejor foto. –Lo que quiere decir que no lloraré ni reiré por ti. –Me hieres. –dijo Yamato. Entonces, Sora miró hacia atrás al ver que a Yamato le cambió el semblante. No esperaba ver aparecer a Hikari por allí, dirigiéndose a ellos. –¿Has venido a verme? ¿No podías esperar tu turno dentro de dos semanas? ¿Lo ves? Las mujeres siempre hacéis estas cosas inesperadas. –Qué educado. –dijo Sora. Entonces Yamato se dirigió a su mochila. –Bueno, ya que estás aquí, te daré tus fotos. Pero he estado tan ocupado que las ha tenido que revelar mi asistente. –dijo Yamato sacando un sobre. Ni si quiera él había visto el resultado final. Entonces cuando asomó la primera foto, Yamato se quedó más pálido de lo que ya era por naturaleza. –¿Está guapa? –preguntó Sora. Entonces, Yamato le entregó el sobre entero a Sora para que lo comprobara ella misma, a pesar de que eran fotos de Hikari. Yamato recogió sus cosas y se marchó corriendo de allí. –¡Espera, Yamato! –gritó Sora intentando detenerlo, pero el fotógrafo simplemente desapareció. Sora no entendía qué pudo pasarle, pero fue a raíz de ver la primera foto. Ni siquiera vio las demás. Así que, con curiosidad, terminó de sacar las fotos del sobre y vio las fotos de Hikari. En todas ellas había como un halo a su alrededor. Parecía una sustancia vaporosa emitida por el cuerpo de Hikari.

***

–¿Estás seguro de que no era un efecto luminoso? –preguntó Taichi. Cuando Sora llegó le enseñó las fotos a Taichi y se reunieron todos en el vestíbulo con sus pijamas puestos. Yamato estaba cubierto con una manta y meciéndose hacia delante y detrás de forma nerviosa. Se le había puesto muy mal cuerpo desde que asomó la primera foto y todavía se sentía mal. –Soy un profesional. No cometo esos errores. –dijo Yamato. Sora seguía mirando las fotos. –¿Entonces qué son: fantasmas o ectoplasmas? –preguntó Sora todavía inspeccionando las fotografías. –No mentía cuando decía que podía ver cosas. –dijo Yamato. –Ahora que lo dices, esta tiene forma de persona. –dijo Taichi mostrándole una de las fotos al rubio. –¡Para! ¡Odio ese tipo de cosas! –dijo Yamato haciendo un gesto para que apartara las “diabólicas” fotos que él había sacado de su vista. –Los fantasmas y todo eso me dan miedo. –Así que no te gustan. –dijo Sora. Ella y Taichi reían porque les hacía gracia conocer que le diera repelús todo ese tipo de cosas, teniendo él una apariencia de tipo frío y duro. Eran pocas las oportunidades que encontraban para hacer guasa de él. Normalmente, el blanco de todas las burlas era Taichi, ya que era una víctima mucho más fácil. –No me importa lo que digáis. Esta noche no puedo dormir solo. Taichi, ¿puedo dormir en tu casa esta noche? –le pidió Yamato. –No hay problema. –dijo él accediendo casi por lástima. –Tienes un problema. –le dijo Sora. –¿Por qué? No me negarás que es terrorífico. –dijo Yamato. –No me refería a ti, sino a Taichi. –aclaró Sora. –¿Por qué yo? –preguntó el aludido. –He cambiado de tema. –dijo Sora. –¿No te alegra que me hayan ascendido a director? –preguntó Taichi, que ya les había puesto al corriente de su nueva situación laboral. –¿Cómo me va a alegrar?¿Qué pasa con ese trabajo que te haría brillar con luz propia?¿A quién le importa la mala economía? Eres muy tímido. –dijo Sora. –Sí, me cuesta lanzarme. –admitió Taichi. –Y yo que me he esforzado tanto buscando. –dijo Sora dejando las fotos y mostrándole un sobre grande al castaño. –¿En serio?¿Has encontrado algo? –Sí, pero ya no importa, ¿no? –dijo Sora apartándolo de él. –Si lo tienes, déjame verlo. Son folletos de compañías, ¿verdad? –le pidió Taichi con curiosidad. –Me has hecho hacer todo este trabajo para nada. –se quejó ella pasándole el sobre. –Lo siento, pero si es mejor cambiaré de trabajo. –entonces, Taichi abrió el sobre. –Oye, ¿qué es esto de “Circo Higure”? –Van a hacer una prueba para payasos. –dijo Sora con guasa. –¡Deja de reírte de mí! –¡Tiene un sueño! –se defendió Sora. Mientras tanto, Yamato cogió una guía que había en el sobre y la ojeó. –Esa no es la cuestión. –se quejó Taichi. Entonces, se escuchó el sonido que avisaba que se abrirían las puertas del ascensor. Seguidamente, Ken salió de él. –Hola. –saludaron todos. –Hola. –saludó Ken. Entonces, de detrás de él salió Hikari. Yamato, nada más verla, dejó de ojear la guía y se levantó casi de un bote. –¿Todavía sigues aquí? –preguntó él acomodándose la manta y en una posición defensiva. –Pobrecita. Se estaba muriendo de frío ahí fuera. –explicó Ken. Tras decir eso, Yamato se fue corriendo hacia su apartamento. Hikari fue tras él caminando aprisa. –Yamato también se está congelando. –comentó Sora. –¿Qué? –preguntó Ken. Cuando Hikari llegó a la puerta, no pudo abrir porque Yamato la había cerrado con pestillo desde dentro. Al ver que no se abría la puerta, comenzó a traquear. –Abre. –pidió Hikari intentando abrir con el pomo. Yamato estaba sentado contra la puerta. –¡No! –se limitó a contestar él.

***

–Parece que tienes mucho en qué pensar. –le dijo Miyako a Taichi. Estaban en su segunda ronda de citas y decidieron ir a un club de práctica de golf, en el que cada persona reservaba un espacio y empezaban a practicar su swing como posesos para liberar estrés. –¿Lo has notado? –preguntó Taichi que se fue allí directamente desde el trabajo, por lo que iba con su traje, aunque evidentemente, se quitó la chaqueta y la corbata para tener más movilidad en los golpes. –Pero de otra manera no sería divertido. –dijo Miyako con un tiro perfecto. Miyako era elegante hasta vestida con ropa de deporte y jugando al golf. –Han pasado muchas cosas y tú todavía quieres volver con tu pareja original. ¡Qué aburrido! –¿No es la felicidad maravillosamente aburrida? –preguntó Taichi. –Si decidió participar en el “Love Shuffle” es posible que dude con otra persona. –dijo Miyako para darle un baño de realidad al castaño. –Sí. Pero pensé que Mimí nunca… –Tú también deberías remover las cosas. –le interrumpió Miyako intentando localizar dónde había caído su bola. –¿Qué quieres decir? –¿Por qué no le dices que te acostaste conmigo? –le sugirió Miyako. –No. Eso no. Es demasiado arriesgado. –se negó Taichi rotundamente. –¿Qué podemos hacer hoy? –preguntó Miyako apoyando el palo de golf en un banco y quitándose los guantes que les prestaban en las instalaciones. –He reservado una habitación, por si acaso. –¿Durante el día? –¿Y por qué no? Ya que estoy toda sudada, tengo que tomar una ducha. –No voy a cometer el mismo error. –dijo Taichi, consciente de lo peligrosas que eran sus duchas. –Los humanos somos propensos a seguir cometiendo errores. –dijo Miyako para convencerlo. –A decir verdad, últimamente he tenido problemas para discernir entre el bien y el mal. –admitió Taichi. –En momentos como este deberías actuar según tus emociones. –dijo Miyako, quitando el velcro de los guantes de Taichi y deslizándoselo sensualmente hasta quitárselo. Tras quitárselo, apoyó su mano sobre la de él, ya que las tenía apoyadas sobre el palo de golf. –Según mis emociones… –comenzó a decir Taichi nervioso. Pero no pudo hablar más, porque al ver la mirada y la sonrisa de Miyako, a él se le puso una sonrisa bobalicona. Pero entonces, una sombra apareció, que hizo mirar a Miyako. Al ver quién estaba ahí, Miyako retiró su mano. –Miyako. –dijo el hombre. –¿Quién eres? –preguntó Taichi. –Cariño. –dijo Miyako. –¿Es tu marido? –preguntó Taichi.

***

–Su marido ha regresado de viaje de negocios de repente. –le dijo Taichi a Sora y Yamato. Habían bajado al gimnasio del edificio y Taichi y Yamato corrían en las cintas. Sora se paseaba entre ellos como si fuera una entrenadora supervisando el entrenamiento. –¿Y qué pasó? –preguntó Sora con curiosidad apoyándose en el posamanos de la cinta de Taichi. Disimuladamente y sin que Taichi se diera cuenta, le pulsó un botón a la cinta del castaño para aumentarle la velocidad. –Fingí ser su entrenador. –respondió Taichi sonriendo. –¿Y qué le enseñarás? –preguntó Sora. Ya, sin disimulo ninguno, empezó a pulsar el botón repetidamente para aumentarle la velocidad. –¡Ey, espera! –exclamó Taichi al ver cómo su vecina le aumentaba el ritmo. –¡Es demasiado rápido! –¡Calla! –exclamó ella. –¡Para! –gritó Taichi apurado. Tras conseguir hacerse con el control de la cinta y disminuir la velocidad, Taichi y Yamato decidieron darse un baño en la piscina. Sora, desde fuera les contó que la antigua novia de Ken estaba muerta. –¿Muerta? –preguntó Taichi apartándose las gafas de nadar sorprendido por esa parte del pasado de Ken. –Sí. La novia de Ken se suicidó. –dijo Sora para más señas. –Por eso se preocupa tanto por Hikari. –dijo Yamato. –Eso es peor que preocuparse por los fantasmas. –añadió Taichi recordándole a Yamato sus temores. –Me da igual. Todavía tengo miedo. –dijo Yamato sin esconder sus miedos. –Parece ser que la novia de Ken se parecía a Mimí. –dijo Sora desde una tumbona. –¿Qué? –preguntó Yamato. –¿Se parecen? –preguntó Taichi interesado. No por nada seguía intentando volver con ella. –Miyako vio su foto en su apartamento. –tras decir eso, Taichi se dejó sumergir con cansancio. Aquello le supondría un obstáculo más para reconquistar el corazón de Mimí. Una vez que salieron de la piscina, se ducharon y se pusieron unos chándales, se subieron y montaron la mesa baja en el vestíbulo. Allí pusieron un fogón portátil y comenzaron a hacerse la cena. –Entonces, Ken no sólo está participando por Hikari, sino que él también tiene sus propios deseos. –dijo Yamato continuando con el tema que dejaron en la piscina. –¿Deseos, dices? –preguntó Taichi. –No puede olvidarla. –dijo Sora. –No sé. ¿No creéis que es injusto? –preguntó Taichi. –Finge preocuparse por mí y sugiere el “Love Shuffle”. –Puede ser injusto para ti, Taichi, pero… –comenzó a decir Sora. –¿Pero qué? –preguntó Taichi interrumpiéndola. –Puedo entender cómo se siente. –dijo Yamato. –Pues yo no lo entiendo para nada. –dijo el castaño. –Ken dice que eran muy felices y perdió a la persona que amaba sin motivo aparente. –dijo Sora comprensiva. –Nadie puede llevar esa carga. –dijo Yamato. –Pero eso no tiene nada que ver conmigo. –dijo Taichi. –Para empezar, Mimí es Mimí. Es una persona completamente diferente. –Si persigues una ilusión, a lo mejor no importa si es la verdadera persona o no. –dijo Yamato. –Claro que importa. Puede estar bien para Ken, pero Mimí también cuenta. –dijo Taichi. –Ser querido por esa razón es un disparate. –Si la persona en la que está interesada Mimí es Ken deja de serlo. –dijo Sora. –Sea cual sea la razón, parece que se gustan. –dijo Yamato. –¿Y qué pasa conmigo? Es como si yo fuera un payaso en todo esto. Yo le estaba agradecido por su ayuda y por meterme en el “Love Shuffle”. ¿Y al final se queda con Mimí? –dijo Taichi algo agobiado ante la perspectiva de perder a Mimí. –¿Mimí es la única para ti? –preguntó Yamato. –¿Qué quieres decir? –¿Qué te parece si se la cedes a Ken? –preguntó Sora al ver las perspectivas que había con esa relación. –¿Pero qué os pasa?¿Estáis de su lado? –preguntó Taichi indignado. –No es lo que estamos diciendo. Pero para Ken, Mimí podría ser la única persona que puede hacerle feliz. –explicó Sora. –Y tú podrás tener un montón de encuentros maravillosos en el futuro. –añadió Yamato. –¡No me fastidies! –exclamó Taichi levantándose. –¡Mimí también es la única para mí! Le he hecho una proposición. Además, todavía no podemos cancelar la ceremonia. No son sólo esas formalidades. ¡Emocionalmente Mimí es para mí!¡Si no puedo tener a Mimí…! –¡Ya lo hemos pillado! –exclamó Yamato interrumpiéndole mientras seguía cocinándose y comiendo. –Sólo preguntábamos. –¡No voy ni a entregar ni a renunciar a Mimí! –siguiendo con su dinámica. –¡Ya vale!¡No dejas de repetir Mimí, Mimí, Mimí todo el tiempo!¡No eres el Correcaminos! –exclamó Sora. –¡Me parece bien ser un correcaminos! –le dijo Taichi sentándose para decírselo frente a su cara. –¡Venga, cálmate. No te enfades! –dijo Yamato. Entonces, las puertas del ascensor se abrieron, dejando salir a Ken. –Hola. –saludaron Sora y Yamato. –Hola a todos. –saludó Ken. Pero Taichi no estaba para saludos. Tras mirar con enfado a Ken, se largó a su apartamento rápidamente ante la atónita mirada del recién llegado. –Está siendo un correcaminos. –dijeron Sora y Yamato a la vez cuando les preguntó con la mirada.

***

Cuando Taichi llegó al día siguiente a su trabajo la noticia de que lo habían ascendido a director había corrido como la pólvora y algunas mujeres lo llamaban admiradas cuando llegaba a la entrada. Aunque más que admiración hacia él, era admiración por su cargo y el estatus que este le proporcionaba. Pero para Taichi sólo existía Mimí y hacía caso omiso de las chicas que lo perseguían. Pero como eran muy tozudas, le bloquearon el paso. –Director, no nos ignore, por favor. –dijo una de las cuatro. –Ah, os referíais a mí. Es que todavía no estoy acostumbrado. –dijo Taichi como excusa, aunque estaba visiblemente incómodo. –¿Tiene planes esta noche? –preguntó otra de las chicas. –No. En realidad no. ¿Por qué? –preguntó Taichi inocentemente. –Salgamos a celebrar su ascenso. –propuso otra. –Es verdad. Vendrán todos los miembros del club de fans. –informó la que todavía no había hablado. –¿Club de fans?¿De quién? –¡Oh, vamos!¿No es obvio? –tras decir aquello, Taichi se señaló a sí mismo como preguntando. Las chicas asintieron.

***

–Me ha resultado raro que quisieras quedar conmigo. –le dijo Miyako a Sora. Ambas estaban reunidas en la misma cafetería en la que se reunieron las chicas cuando finalizó la primera ronda del “shuffle”. –Es por la novia muerta de Ken. –dijo Sora. –Me lo contó todo. Tú mencionaste que se parecía a un miembro del “shuffle”. –Si ves la foto tú también te darás cuenta. –dijo Miyako. –Estoy segura de que te sorprenderías. –¿Tan raro es que se parezca a Mimí? –¿Por qué crees que es ella? –Pues, por eliminación. Hikari es una paciente y yo, bueno, no me gusta decirlo, pero me rechazó. Y si tú le estás chantajeando, entonces… –¿Chantaje? –preguntó Miyako interrumpiéndola al escuchar esa palabra. –Haces que suene peor de lo que es. –Hay una posibilidad de que a Mimí le guste él. –dijo Sora. –Ah, entiendo. Así que es en quien está interesada. Ahora que estamos en la segunda ronda es más divertido. –dijo Miyako sin evitar reír. –Esto no es divertido. –la contradijo Sora. –En resumen, ¿qué quieres hacer?¿Te quieres interponer porque a lo mejor a ti también te gusta el doctor Ichijouji? –preguntó Miyako. –¡Para nada! –exclamó Sora descartando esa posibilidad que le parecía descabellada. –¿Entonces qué? –Si sus sentimientos son mutuos, entonces Taichi…simplemente me siento mal por él. –Ya veo. –dijo Miyako entendiéndolo todo. Definitivamente, la segunda ronda cada vez le parecía más divertida. –Estás interesada en Taichi. –Yo no he dicho eso. –dijo Sora algo molesta. Nunca se entendió demasiado bien con Miyako. –Podrías conseguirlo. Es bastante posible en el “Love Shuffle”, y si a los participantes les supone un problema, no deberían de haberse unido. –dijo Miyako. –Él no se unió porque quisiera. –dijo Sora. –No entiendo por qué tienes esa necesidad de defenderle. –dijo Miyako sin apartar su sonrisa ni un momento. –Vivimos en la misma planta del mismo edificio. Si hay ciertas cosas y el asunto se complica… –¿Y qué importa? –preguntó Miyako interrumpiéndola. –Vivimos en Tokio. Nadie sabe quién vive al lado. –Ha sido casualidad, pero nos hemos hecho amigos. –dijo Sora. –Si sigues dándole vueltas, saldrás perdiendo. –le dijo Miyako. –¿Qué quieres decir? –Si te gusta Taichi, entonces ésta es tu oportunidad. Si Mimí se queda con Ken… –Ya te he dicho que no tengo nada que hacer con… –No es muy inteligente pensar de esa manera. –dijo Miyako después de interrumpirse mutuamente. –Si una mujer quiere ser feliz, no puede preocuparse de lo que piensen los demás. –No estoy de acuerdo. –Piensas demasiado con esa cabecita. Eres guapa, pero no muy popular, ¿verdad? –¡El número de relaciones sexuales y relaciones sentimentales son distintos! –exclamó harta, hasta el punto que dio un golpe en la mesa. Miyako era capaz de ponerla de los nervios. Al decir aquello con un volumen demasiado alto, focalizó la atención de todas las mesas en ella. Cuando se dio cuenta, cogió sus cosas para marcharse. –Con permiso. –No te preocupes por esto. –dijo Miyako cogiendo la cuenta al verla volver hacia la mesa. –No, gracias. –dijo Sora arrancándole la cuenta de la mano con orgullo herido.

***

–Me he enterado que te han ascendido a director. –dijo Mimí de visita en la entrada de la empresa de su padre. –A decir verdad, fue un salvavidas. –admitió Taichi. –La compañía cinematográfica hace aguas y parece que va a quebrar. –¿En serio? –preguntó Mimí mientras se sentaban en unos sillones. –Si nuestra boda no sigue adelante, gerente o director, da igual, me despedirán de todos modos. –dijo Taichi. –Eso no lo sabes. Si te necesitan no se desharán de ti. –dijo Mimí. –Nunca me han necesitado. Ni si quiera sé usar bien internet. –dijo Taichi. –Eso es porque no te has molestado en aprender. –dijo ella. –No puedo hacer nada digital. –¿Te estás quejando? –Para nada. No es eso, pero… –¿Sientes curiosidad por saber en quién estoy interesada? –le preguntó interrumpiéndole. –Por supuesto. Cualquiera la tendría. –¿Qué harías si lo supieras? –¿Que qué haría? –Dije esas cosas de repente, pero no tengo ni idea de si mis sentimientos son reales y tampoco se lo he dicho a esa persona todavía. –dijo Mimí. –Genial. –No hay ningún motivo para interponerse en mi camino. –No seas así. ¿Me interpongo en tu camino? –Taichi, lo que ahora mismo quiero es descubrir qué es este sentimiento que he desarrollado por alguien que no eres tú. –Así que realmente hay alguien. –dijo Taichi, que todavía no había acabado de creérselo. –Desde luego. No sé qué va a pasar. Por mucho que me guste esa persona, si no siente nada por mí, entonces seguiría siendo un amor no correspondido. Pero Taichi, tú fuiste mi primer amor. Ni siquiera tengo la experiencia de un amor no correspondido. Es por eso que… –¡Para! –le interrumpió él. –No sigas. ¿Por qué tengo que escuchar los sentimientos que tienes por otro tío? Esto es demasiado. ¿Qué he hecho mal?¿Qué quieres decir con lo de “no interponerme en tu camino”?¿Quieres que esté feliz por ti? Lo entiendo. Estarás bien. Estoy seguro de que esa persona también estará interesada en ti. En realidad, creo que le gustas. –No lo sé. –¡Yo sí! –exclamó él convencido. Sólo había que ver lo relajada que estaba siempre en compañía de Ken. Esa exclamación puso fin a la conversación.

***

Cuando Yamato salió del coche con compra para la cena, suspiró y volvió a la puerta de entrada de los coches. –A decir verdad, no es culpa tuya. –dijo él viendo a Hikari agachada con la espalda en la pared tras la reja. –Es sólo que yo soy, ¿cómo lo diría…? Bueno, simplemente los fantasmas y esas cosas me dan miedo. Así que, si de verdad puedes ver esas cosas, no quiero estar cerca de ti. ¿Lo entiendes? Como respuesta, Hikari cogió las rejas y empezó a sacudirlas como pidiéndole que la dejara entrar. –Venga, vete a casa. Vas a molestar a los vecinos. –dijo él acercándose para intentar soltarla de la reja. Pero al tocarla apartó su mano lentamente. –Qué fría. ¿Cuánto tiempo llevas esperando aquí? Como respuesta, Hikari estornudó. –Ahora estabas actuando, ¿verdad? –Hikari asintió con la cabeza. –Mira, no tengo ni idea de si eres lista o tonta. Pero ya te lo he dicho. Vete a casa. Hasta luego. Hikari siguió sacudiendo la reja mientras él se alejaba y comenzó a darse cabezazos contra ella. Entonces, Yamato metió la mano en su bolsillo, sacó el mando de la puerta y la abrió haciendo un gesto de un famoso personaje de anime. No podía dejarla allí dándose cabezazos y muriendo de frío. –Ataque de Ultraman. –dijo él, mostrando la luz roja del mando. Hikari le mostró una gran sonrisa. Una vez en el apartamento del rubio, él comenzó a hacer pasta para cenar a pesar de que no le tocaba con ella en el intercambio de parejas. Yamato se giró para coger algo del armario de atrás, momento que aprovechó Hikari para coger algo de la sartén, pero cuando estaba a punto de metérselo en la boca, Yamato le dio un manotazo, haciendo que el trozo de comida volviera a caer en la sartén. –¡Todavía no! Una vez que se sentaron a cenar, Yamato le advirtió. –Cuando estés conmigo, evita perderte en el espacio como un gato mirando al infinito. En serio, deja de poner esa mirada. Aquí no hay nadie ahora mismo, ¿verdad? –Lo hay. –dijo ella. –¡Oye! –No. –dijo ella sonriendo haciéndole ver que era broma. –Va, ponte a comer. –en cuanto lo dijo, Hikari cogió el plato, se lo acercó a la cara y comenzó a comer como si no hubiera un mañana. –¿Eres una señorita? No comas así. Qué desastre. Entonces, Hikari se puso a cenar como una persona corriente. –Dime, ¿sabías que la novia de Ken se suicidó? –Ella negó con la cabeza. –Y así, a modo de experimento o como parte del tratamiento te metió en el “Love Shuffle”. ¿Sabes qué creo? Todavía pienso que los que quieren suicidarse pueden hacerlo. Pero me siento mal por los que dejan atrás, como a Ken. Oye, ¿de verdad vas a morir en tu veinte cumpleaños? –Hikari asintió sin mirarle. –¿Incluso si te pido que no lo hagas? –entonces, Hikari lo miró a los ojos, para después mirar hacia arriba como si hubiera alguien. –¡En serio, para!

***

–Me gusta Taichi. –le dijo Mimí a Ken en un elegante restaurante con las bonitas vistas nocturnas del “Rainbow Bridge”. –Estuve a punto de decírselo, pero me contuve. –¿Le quieres más que a nada? –Sí. –¿Pero no puedes casarte con una persona como él? –Eso creo. Siempre se preocupa por todo. Cuando las cosas no van bien, piensa que es por su culpa. Es mucha presión. Realmente pienso que le supone mucho estrés. Se dice que el arte de la mujer es preocuparse y servir a su pareja, pero cuando estás con una buena persona como él, se pone más presión para hacérselo más fácil a su pareja. Ese dicho se le aplica a él totalmente. –Tiene que cargar con la presión de dos personas. –Quiero que Taichi viva una vida libre, sin restricciones. –¿De verdad crees que es una persona que puede hacer grandes cosas? –Sí. ¿No crees que lo estás subestimando? –cuando Ken preguntó eso, Jou, desde afuera, los espiaba con unos prismáticos. –A veces. –tras decir eso, brindaron con sus copas de vino. –Hace mucho frío, pero hago esto por la ardiente amistad de los “Persis”. –se dijo Jou para animarse a sí mismo, a pesar de que lo que vio no le gustaría a Taichi.

***

Finalmente, Taichi accedió a ir con las chicas que lo abordaron por la mañana a un karaoke. Estaba deprimido y le vendría bien para distraerse. Tras cantar una canción, fue al baño. A la vuelta cogió su móvil para llamar a Jou y decirle que llegaría tarde para espiar a Mimí, pero antes de darle a llamar, una de las chicas lo interrumpió en el pasillo. –Ah, Yuka, ¿verdad? –preguntó Taichi con duda. –Sí. –dijo ella en tono alegre. Pero entonces, las otras tres aparecieron por el pasillo. –¡No lo acapares todo para ti! –dijeron ellas cogiéndolo y arrastrándolo hacia el cuarto de karaoke. –Tranquilas, chicas. Una vez que consiguió librarse de la horda de fans y salió del karaoke, se juntó con Jou, el cual andaba cerca e incluso llevaba los prismáticos en la mano todavía. –¿Qué has estado haciendo hasta ahora? –le preguntó Jou. –Lo siento. Mi club de fans me retuvo. –dijo con sonrisa bobalicona. –No bromees. Después de hacerme vigilar a mí sólo con este frío. –Soy bastante popular, ¿sabes? Si lo pienso, quizás no haya necesidad de seguir insistiendo con Mimí. –Oh, venga ya. ¿Acaso quieres ser un perdedor? –Sólo soy el Correcaminos: mi-mi, mi-mi. –dijo él. –Ah, allí están. –dijo Jou dejando a Taichi sentado, ya que parecía que llevaba alguna copa de más. Jou se puso a mirar con los prismáticos. Ken y Mimí acababan de salir del restaurante. –Debería relajarme un poco, también. –dijo Mimí. –Por mí y por Taichi. Eso podría ser bueno, normal y feliz. –Al final te interesas por la persona con la que mejor química tienes. –Me da vergüenza. Al final no sé qué pasará. –dijo Mimí. –Pero la persona que te interesa tiene mucha suerte, aunque Taichi no tiene mucha. –dijo Ken. –¿Eso crees? Suelo montar dramas. –Sólo una gran mujer puede romper una relación mientras ama a la persona. –dijo él. –Mucha gente no lo entendería. Puedes predecir el futuro. Un futuro muy lejano. –Eres muy halagador, pero si te dijera que eres tú no te gustaría. –Para nada. Me sentiría honrado. –tras decir eso, Ken se acercó al rostro de Mimí. –¿Qué? –soltó Jou una octava más aguda de su voz natural al ver cómo el doctor se acercaba a Mimí. –¿Qué pasa? –preguntó Taichi arrebatándole los prismáticos. Efectivamente, Taichi los vio besarse. Aquello le rompió el corazón. –Jou, vámonos a casa. –Taichi, seguro que tenía algo en el ojo o algo así. –dijo Jou para animarlo, aunque no se lo creía ni él.

***

Sora estaba en una cabina con unos cascos con micrófono puestos. Delante tenía un monitor y realizaba una traducción simultánea de informativos norteamericanos. –El gobierno ha publicado hoy el informe. Al parecer, los daños son peores de lo esperado. Hay alrededor de 6,4 millones de víctimas de acoso, sobre todo mujeres jóvenes. Muchas sienten que no tienen dónde esconderse. –decía Sora, pero la presentadora de informativos no había mencionado nada de que las víctimas fueran mujeres ni de lo que sentían. Por lo que al escucharlo, su jefe la miró confusa. Una vez que terminó la traducción, le pidió hablar con ella. –¿Me pides que sea más neutral? Pero he comentado un suceso triste, así que, ¿no cree que es normal que use palabras más duras? –¡Eres la traductora, no la presentadora de informativos! –le reprendió él. –¡No soy un robot, así que tengo que mostrar alguna emoción! –se defendió ella, como si quien tuviera delante no fuera su jefe. Desde que habló con Miyako no estaba de muy buen humor.

***

Taichi tocó el timbre de la habitación de hotel de Miyako y se apoyó en la pared a esperar que abriera. De lo que no se dio cuenta era de que quien abrió fue Ken. –Miyako, ayer bebí demasiado y tengo resaca. Emocionalmente soy como el Correcaminos, así que ya no me importa lo que pase. –fue entonces cuando giró la cabeza y vio al doctor. –¿Ken? Cuando Taichi entró no esperaba encontrarse no sólo a Ken, sino también a Jou y a Yamato. ¿Por qué los habría citado Miyako? Entonces se fijó que además de ellos, también estaba Miyako sentada en la cama, vestida con un albornoz blanco y tocándose una mejilla con la mano y el marido de ella en pie, con su traje de ejecutivo y sosteniendo una taza de café. –Tú también, siéntate por ahí. –dijo el marido de Miyako. –Sí. –dijo Taichi sentándose junto a Ken. En el sofá de enfrente estaban Yamato y Jou. –¿Ahora ya estamos todos? –preguntó el marido de Miyako. –Sí. –contestó Ken. –Así que estos son los cuatro gatos que han llevado a mi mujer al adulterio. –dijo el hombre dejando su taza, acercándose a ellos y mirándolos como si fueran sus subordinados. –Supongo que sois perros astutos. –dijo él girándose para seguir caminando. –Parece que tenía un investigador privado vigilándonos, así que no va de farol. –le susurró Ken a Taichi cuando el hombre se dio la vuelta. –¿Te ha pegado? –le preguntó Taichi a Miyako en voz baja, al ver que ella no dejaba de tocarse la mejilla con la mano y verla tan apagada lo sintió como una confirmación. Jamás la había visto así. –Taichi. –le dijo Yamato también en voz baja, pero los otros tres también escuchaban lo que iba a decir Yamato. –Dada la situación, creo que lo único que podemos hacer es disculparnos. –Es verdad. –lo secundó Jou. –Supongo. –dijo Ken. –Está bien. –accedió Taichi. Entonces, los cuatro a la vez se levantaron y se arrodillaron frente al marido de Miyako y se inclinaron hasta que sus cabezas tocaron el suelo. –¡Lo sentimos mucho! –dijeron los cuatro a coro. –¿Que lo sentís? –preguntó el hombre. Entonces comenzó a reír, seguida de Miyako. –¿Qué pasa? –le preguntó Yamato a sus compañeros. –¿Pasa de la ira a la risa? –preguntó Jou igual de confuso. –Pero Miyako también. –dijo el Ken sin entender nada. –¿Te ha pegado, verdad? –preguntó Taichi a Miyako. –No. Me duele la muela. –dijo ella. –Por favor, levantad la cabeza. No estoy enfadado. En realidad, os estoy muy agradecido a todos. Ya sabía esto. ¿Ishida, verdad? –dijo el marido agachándose frente a Yamato, ya que los chicos seguían arrodillados. –Tú fuiste el primero, ¿no? –Sí. –contestó dudoso, ya que no entendía qué estaba pasando. –Mi mujer me lo ha contado todo sobre vuestra relación con ella. Todos los detalles. –dijo él paseando la mirada entre los cuatro. Tras decir eso, volvió a levantarse. –Así es como funciona nuestro matrimonio. –dijo Miyako como si fuera lo más normal del mundo. –Estamos más allá de los celos y las limitaciones. –dijo el marido sentándose junto a su mujer. La miró cariñosamente y le pasó un brazo por los hombros. –El amor verdadero está más allá de todo eso. –Sí. –le dijo ella sonriéndole.

***

Sora entró a su apartamento seguida de Mimí. Sora tiró su bolso y su abrigo sobre la cama de mala manera. Su jefe la había puesto de mal humor. –Tu ámbito de trabajo debe de ser propenso a esos problemas. –comentó Mimí comprensiva mientras se sentaba en el sofá. –Pues no. Normalmente puedo dejarlo pasar, pero hay momentos que no. –dijo ella sentándose en una butaca. –Es como un sistema de encendido y apagado. Ese es mi proyecto de vida. –¿Ha pasado algo en lo personal? –preguntó Mimí curiosa. No creía que el enfado de la chica se debiera solo por motivos laborales. Hasta donde ella sabía, no solía tener problemas en ese ámbito. –¡Sí, unos ojos grandes! –exclamó Sora refiriéndose a ella y poniendo los pies en alto apoyados en un reposa pies. –¡Si vuelves hacia atrás el problema será el mismo! –¿Yo? Pues, lo siento. –se disculpó Mimí. –No tienes que disculparte. Algo va mal. –dijo Sora cansada. –¿El qué? –Soy infantil. Tú eres más madura. –contestó Sora un poco más relajada. –Eso no es verdad. –Prepararé un poco de té. –dijo Sora levantándose. –¿Tienes cerveza? –preguntó Mimí levantándose también. –¿Ya? ¿No es un poco temprano? –Cuando se está estresada, hay que relajarse. –contestó Mimí. –¡Ya sé!

***

El marido de Miyako seguía sentado en la cama junto a su mujer. Él le sostenía la mano y le daba toques cariñosos. –Tengo diabetes y desgraciadamente no puedo hacer nada al respecto. Los niveles altos de glucosa afectan a la circulación de la sangre, y por tanto, tengo dificultades para alcanzar la erección, o mantenerla durante el acto sexual –comenzó a explicar el hombre. –Sin embargo, mi mujer aún es joven. –¿Qué?¿No tenía usted una amante más joven? –preguntó Yamato, ya que era como siempre se justificaba ella para estar con otros hombres y participar en el “shuffle”. –Perdonadme. Era mentira. –dijo ella. –Pensamos que esa mentira la libraría de cualquier culpa. –añadió el marido. –Como “Emmanuelle”. –añadió Ken, refiriéndose a una novela y película eróticas, en la que la protagonista y su marido tienen un tipo de relación abierta. –Así es. –dijo el marido. –Es exactamente así, doctor. ¿No cree que es poético? –¿De verdad no siente celos? –preguntó Jou. –La persona a la que amas no es tu posesión. Nuestro amor es muy maduro y si es feliz así, entonces yo también lo estoy. –dijo él mientras se miraban cariñosamente. –Los seres de bajo nivel suelen juntar el amor y el sexo, pero no tienen nada que ver. Son animales si se sienten atraídos de esa manera. –dijo el hombre levantándose para servirle agua a Miyako –Y así, uno siempre termina cansado. –añadió ella. –Es verdad. Por muy atraído que te sientas por ellos al principio, cuando pasa el tiempo te aburres. –dijo el marido dándole el vaso de agua a su mujer. –Y entonces habláis de distintos valores y otras cosas estúpidas y os separáis. –Y entonces te enamoras de otra persona otra vez. –dijo ella mirando a su marido. –Enamorarse suena bien, pero sólo os sentís atraídos por el sexo. –dijo el hombre dirigiéndose a la ventana. –Cuando aparece el aburrimiento estás perdido y la dejas con ira. Si tu pareja pierde primero el interés, el otro llorará con su amor persistente. Es bastante peculiar. Es una historia divertida. ¿Lo entendéis? El amor verdadero va más allá de esas cosas. Con el paso del tiempo, los seres humanos evolucionan emocionalmente. El sexo sólo es un juego, al igual que las compras o las cenas, es sólo otro deseo. La razón por la que me he presentado ante vosotros es porque quiero que complazcáis a Miyako tanto como queráis. Quería deciros que fui yo quien tuvo la idea. –Voy a cambiarme. –dijo Miyako suavemente mientras se levantaba con una sonrisa. Taichi no parecía muy conforme con lo que estaba diciendo el marido de Miyako. Cada vez se sentía más incómodo. –Dejad que os de un consejo. Todo el mundo se cansa algún día. Aprovechad mientras podáis. –dijo el marido. –Sí. –dijo Yamato con la boca pequeña como esperando a que pasara el temporal. –Sí. –dijo Jou. Ken hizo el ademán de sonreír pero no dijo nada. –¿Lo dice en serio? –preguntó Taichi. –¿Para usted sólo es una historia divertida? –Taichi. –lo llamó Yamato para que lo dejara correr. –Me gusta una persona no sólo porque me quiera acostar con ella. ¿Los humanos deben evolucionar?¿Quiere que seamos robots? Eso es lo aburrido. Crees que esa persona es la única y te sientes abrumado y emocionado. Lloras, ríes y disfrutas, te pondrás celoso y la querrás toda para ti, te dices que estás agobiado y reprimes tus sentimientos. No puedes dormir y de repente por la mañana tienes unas ojeras enormes, tanto que pareces un panda. –Bien, panda. –musitó Yamato por lo bajo. El marido de Miyako bebió agua incómodo con el vaso con el que había bebido ella antes de marcharse al baño. –Somos animales. ¿Por qué no podemos ser bestias? Estamos tan perdidos que inventamos la viagra. Somos peculiares porque somos humanos.

***

Mimí y Sora cantaban desafinadamente “Cerezas”, de Ai Otsuka, en un karaoke de la ciudad. –¡Los dos enamorados, bajo el cielo feliz, uno junto al otro, tú y yo somos cerezas! Las chicas llegaron a un punto en el que estaban tan animadas que hasta se pusieron a cantar saltando en el sofá.

***

–Adelante, conviértase en un ermitaño o en un robot. Pero creo que Miyako es diferente. Si sigue acostándose con hombres que ni le gustan, algo pasará. A la mierda con “Emmanuelle”. No puedo creer que usted la quiera. Yo no podría hacerlo. No me importa si soy un celoso o un ser de bajo nivel. ¡Nunca podría hacer esto con una mujer a la que quiero! Aunque experimente muchas cosas, no cambiaré. Aunque me haga viejo, no cambiaré. A todo el mundo le gusta el rosa, aunque sea un poco. ¡Cada mujer es un cuento de hadas! –Vámonos a casa, cariño. –dijo Miyako saliendo ya vestida con un vestido y rompiendo el silencio incómodo que se había creado. Miyako, desde el baño, había estado escuchando todo lo que había dicho Taichi. No era la primera vez que le decía a alguien que ella es diferente. –Sí. –dijo él levantándose. Mientras lo hacía, Miyako miró a Taichi seria.

***

–Mantiene un argumento incoherente. Ha olvidado que es él el adúltero. –dijo el marido de Miyako ya en el coche. Era evidente de que tenían dinero puesto que tenían chófer. –¿Se llama Taichi? Un hombre muy interesante. Ha hablado con el corazón. En una profesión como la mía es un verdadero talento; y ahora mismo ha explotado nuestra burbuja. –Sí. –admitió ella. –Miyako. Puedes parar si es demasiado para ti. –dijo él. –No, estoy bien. –dijo ella. –Tú también estás cansado. –Podemos intentar otros métodos, de nuevo. –sugirió él. Pero ella negó con la cabeza. –Es mi deber. –Lo siento.

***

Mientras tanto, en la habitación de hotel, los cuatro chicos seguían arrodillados y algo perplejos por lo que había pasado. –Creo que ya está bien. –dijo Ken. –Tengo las piernas dormidas. –dijo Taichi, debido al rato que habían estado de rodillas. –Yo no puedo ni levantarme. –dijo Jou.

***

–¿Cuántas canciones hemos cantado? ¡Me duele la garganta! –se quejó Sora saliendo del karaoke. –Yo puedo cantar más. –dijo Mimí parando un taxi. –Tienes demasiada energía. –dijo Sora. –Gracias por venir conmigo. –le agradeció la castaña antes de subir al taxi. –Adiós. –se despidió Sora. –¡Sora! –¿Qué? –Sobre lo que quieres saber, te daré una pista. –¿Una pista? –La persona que me interesa…

***

Ya en el edificio, Taichi, Ken y Yamato se metieron en la sauna que por fin habían reparado. Taichi le dijo a Ken que sabía que había besado a Mimí la otra noche. –Fue todo un completo malentendido. Tenía algo en el ojo. –mintió Ken. –No tienes que mentir. Ya no estoy enfadado. Lo he pensado mucho y empecé a mirarlo también desde tu perspectiva. –¿Qué quieres decir con “mi perspectiva”? –preguntó Ken. –Tu novia se suicidó. Nos lo dijo Sora. –dijo Yamato para aclararle la duda. –Ah, ya veo. –Y dice que se parece a Mimí. –añadió Taichi. –¿Qué? –preguntó Ken sin esperar aquella puntualización. –Al principio pensé que eras muy astuto fingiendo preocuparte por mí porque mi compromiso se había roto, y apareciste con lo del “Love Shuffle”. Claro que estaba enfadado. –dijo Taichi. –Es comprensible. –dijo Ken. –Pero si lo pienso bien, esa clase de pérdida, estoy seguro que te acompaña el resto de tu vida. –dijo Taichi. –Cuando me di cuenta, me sentí muy triste por ti. –Aprecio tus sentimientos, pero… –Voy a dejarla ir. –dijo Taichi interrumpiendo a Ken. –Renuncio a Mimí. Te la cedo. En realidad, a Mimí también le gustas. No hay sitio para mí. –¡Bien por ti! –exclamó Yamato, contento por Taichi. –Me gustaría darme una palmadita a mí mismo. –dijo Taichi orgulloso de sí mismo. –No es Mimí. –dijo Ken rompiendo la burbuja en la que había entrado Taichi. –¿Qué? –preguntó el castaño. –Mi antiguo amor no se parece para nada a Mimí. –dijo Ken. –Venga, Ken. Taichi está dispuesto a abandonar por vuestra amistad. –dijo Yamato. –Es verdad. Nunca mentiría después de haber sido tan generoso. –dijo Ken. –¡No! –dijo Taichi negando con la cabeza. No podía creer lo que estaba escuchando. –Sí. –dijo Ken.

***

Cuando Sora bajó del ascensor se encontró a Taichi en chándal y abriendo la puerta de su apartamento. –Taichi. –¿Llegas ahora? –preguntó él. –Sí, fui al karaoke con Mimí. –explicó Sora dirigiéndose a su puerta. –¿No soltaba el micrófono? –preguntó él mientras intentaba abrir, pero la llave no abría. –Igual que yo. –Debo haber cogido la llave equivocada. –dijo Taichi. Seguro que en los vestuarios había cogido o la llave de Yamato o de Ken, dirigiéndose al otro lado del vestíbulo para probar la llave. –Por cierto, mi suposición era errónea. –dijo Sora. –¿Qué suposición? –dijo Taichi parándose en medio del vestíbulo. –La persona que le gusta a Mimí no es Ken. –dijo Sora. –Me lo dijo ella misma. –¿De verdad? –Fue un malentendido. –Yo también he confirmado una cosa. El antiguo amor de Ken no se parece a Mimí. –dijo Taichi. –¡¿Qué?! –preguntó Sora, que no se esperaba aquello. –Nos lo acaba de decir en la sauna. Tengo la cabeza hecha un lío. –entonces Taichi se dirigió a la puerta del apartamento de Yamato y empezó a probar la llave. –¿Qué estás haciendo? –preguntó Sora. –He cogido la llave que no era. Tampoco es la de Yamato. –dijo tras probarla. –Oye, ¿quieres mirarla? –preguntó Sora. –¿El qué? –preguntó él. –La foto de la novia de Ken. –dijo ella. Se les había presentado una oportunidad de oro, ya que era evidente que la llave que había cogido Taichi era la del doctor. –No seas idiota. Eso es allanamiento. –dijo Taichi. –¿Por qué no? Sólo vamos a mirar, y él todavía sigue abajo en la sauna, ¿no? –dijo Sora intentando convencerlo. –Supongo que Ken no se enfadaría. Sólo vamos a probar la llave y a mirar. –dijo Taichi, con duda, aunque era más que evidente que él también quería ver la misteriosa foto. –Estoy tan intrigada que no podría dormir. –dijo ella para terminar de convencerlo. –Eres diabólica, ¿eh? –dijo Taichi, consciente de la artimaña de Sora para convencerlo, pero funcionó. Así que, mientras Ken se duchaba en los vestuarios de la sauna, Sora y Taichi entraron en el apartamento de Ken sigilosamente, como si fueran dos ladrones. –¿Qué pasa si soy yo? ¿Te imaginas? –preguntó Sora más con emoción que con preocupación. –¿No te rechazó? –preguntó Taichi. –Tal vez le duela recordar y por eso me rechazó al principio. –argumentó ella. –Si es así, ¿saldrías con él? –preguntó Taichi mientras se adentraban más en el apartamento. –Mmmm, no sé. Sería una ilusión de otra persona. –dijo ella. Entonces, se separaron para buscar por las diferentes estanterías. En un momento dado, con algún movimiento, cayó un libro del lado de Taichi. –¿Qué estás haciendo, idiota? –preguntó Sora. ¿Acaso no podía buscar sigilosamente? –Lo siento. –cuando Taichi fue a recoger el libro y se agachó, estaba frente a la mesa de trabajo. Fue allí, en el mismo lugar en el que la vio Miyako, donde vio la foto enmarcada. –Sora. ¿Es esta? Taichi la cogió y Sora se colocó a su lado para verla. Lo que vieron los dejó ojipláticos. –¿Qué? –dijo Sora sin poder creerlo. Entonces, Taichi y Sora se miraron, cuando ambos iban a gritar de la sorpresa, Sora le tapó la boca a él y Taichi se la tapó a ella para evitar que el grito sonara y fueran pillados. Todavía con las bocas tapadas por las manos del otro, volvieron a mirar la foto. En ella, se veía a Ken y a un chico rubio con ojos azules sonriente que se parecía un montón a Yamato. Ambos se veían felices y se apoyaban el uno sobre el otro.

***

Cuando Yamato salió de la ducha, nada más salir vio a Ken ofreciéndole una toalla. –Gracias. –dijo Yamato aceptándola. Mientras el rubio se secaba, Ken lo miró con disimulo. Continuará...
1 Me gusta 1 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)