ID de la obra: 1331

Vértigo

Het
R
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Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 500 páginas, 166.876 palabras, 47 capítulos
Descripción:
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19

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Descargo de responsabilidad: Vertigo de Mr. G and Me, traducida con su permiso. Gracias a arrobale por su apoyo como prelectora. Aviso: la historia toca temas sensibles de salud mental — recuerda que siempre es importante buscar ayuda cuando se necesita. . Capítulo 19 Edward . —¿Me explicas de nuevo por qué estamos aquí? —me inclino para hablarle al oído a Bella, intentando hacerme oír por encima de la música. Es una pregunta retórica; no lo he olvidado. Estamos en el Chinese Laundry, un club subterráneo en la calle Sussex. No venía aquí desde que tenía diecinueve años, y ahora recuerdo por qué. Está oscuro, con niebla y repleto de adolescentes borrachos y veinteañeros. Estoy bastante seguro de haber visto a un par de chicos del colegio. —Jasper trabaja como DJ aquí —me recuerda Bella, poniéndose de puntillas. Jasper. Ha pasado un mes desde aquel desastroso encuentro con su hermano. Sabía que no iba a terminar bien, pero ¿qué podía hacer? ¿Decirle que no fuera? Aparte de que Bella nunca toleraría algo así de mi parte, tampoco querría hacerlo. No puedo envolverla en algodón. Así que no me quedó otra opción que verla derrumbarse ante mis ojos. Fue la primera vez que realmente la vi llorar. Y no me gustó. Lo odié con todo mi ser. Me puso ansioso, tan ansioso que ni siquiera podía procesarlo bien. Quería romperle la cara a su hermano, pero no pude. No fue su culpa. Bella cortó todo contacto físico, y desde entonces solo ha hablado con él por Facebook. Así es ella. Es como una ola: choca contra la orilla y luego se retira de inmediato, y repite ese patrón hasta que no sabes si se acerca o se aleja. Así fue conmigo al principio. Ya no, pero puedo verlo en cómo se relaciona con los demás. Seguirá siendo así hasta que se sienta cómoda. Le tomó más tiempo volver a hablar con Jasper, pero tener un motivo hizo las cosas más fáciles. Está tratando de emparejarlo con Alice, su amiga del trabajo, con la condición de que yo también viniera. Habría venido igual, aunque no me lo hubiera pedido. Es la primera vez que me encuentro con Alice, a pesar de lo mucho que Bella habla de ella. También es la primera vez que me reúno con Jasper. Oficialmente, al menos. Tomándome de la mano, Bella me lleva entre la multitud hacia la cabina del DJ al fondo del sótano. Veo a Jasper de inmediato. Está sobre una tarima, con los audífonos puestos, haciendo quién sabe qué con el equipo, mientras mueve la cabeza al ritmo de esa maldita música techno que parece rasparme el interior del cráneo. Es inquietante lo mucho que se parece a Bella. Me dijo que es un par de meses mayor que ella. Lo cual hace que su viejo me parezca un cabrón aún más grande de lo que ya pensaba. Levanta la vista y, al verla, se le dibuja una sonrisa inmediata. Le indica a otro tipo que tome su lugar y baja para acercarse a nosotros. —¡Hey! —le grita al oído a Bella y la envuelve en un abrazo. Al soltarla, le pasa un brazo por los hombros y la aleja un poco del ruido del escenario. Sin soltar mi mano, Bella me arrastra con ella. Al fondo de la sala está el bar, y en las esquinas, unos sillones de cuero alinean las paredes. Allí es donde Jasper nos indica que lo esperemos. Me siento, y Bella se acomoda en mi regazo. —¿No estás demasiado incómodo aquí, verdad? —me pregunta. —No —miento, acompañando la respuesta con una sonrisa rápida, pero ella solo me lanza una mirada escéptica. —Eres un pésimo mentiroso, guapo —murmura contra mi oído esta vez—. No nos vamos a quedar mucho. Solo hasta que llegue Alice y pueda presentárselos. Asiento y le rodeo la cintura con los brazos. —Está bien. Libera una mano de mi cuello, hurgando en su pequeño bolso cruzado, y saca su inhalador. —Hay demasiado humo aquí —explica después de inhalarlo un par de veces y toser contra el puño cerrado. —¿Vas a estar bien? —me inclino para preguntarle. —Por un rato... si Alice llega de una maldita vez —me contesta, poniendo sus manos en los lados de mi cuello y mi rostro antes de besarme, y luego otra vez, y luego se acerca a mi oído—. ¿Sabes cuántas chicas te están mirando? Sonrío y resoplo por la nariz, justo cuando vuelve a presionar su boca contra la mía. —¡Eh! Bella se aparta y mira por encima del hombro; su hermano está parado frente a nosotros con tres grandes vasos de cerveza en las manos. —Despejen el área —bromea, sonriendo como si estuviera drogado o ebrio, mientras Bella se baja de mi regazo. Se sienta a mi derecha, dejándome entre ella y su hermano. Me pasa una cerveza; se la doy a Bella. —Hey, un gusto conocerte al fin —dice, entregándome el segundo vaso y extendiéndome la mano. La tomo. —Igualmente. —Fuiste un cabrón difícil de sacar del juego —agrega. Sonrío de lado. —Eras un buen lanzador de giro. La verdad, no lo era, pero cuando jugamos contra su colegio, él era un par de años menor que Emmett, Jake y yo. Su sonrisa se amplía. —¿A qué te dedicas, Edward? ¿Trabajas con tu viejo? —Parece curioso, pero hay algo condescendiente en su tono. Me recuerda a Bella. A la Bella que era la Chica de la Biblioteca en décimo grado en Sydney Grammar. —Mi viejo era plomero —respondo simplemente, evitando su pregunta a propósito, y sonrío apenas al notar cómo su expresión se transforma en sorpresa. —Demonios —dice entre risas, mirando a Bella—. Hey, ¿viene Alice? —Viene tarde —responde Bella, inclinándose sobre mí con una mano en mi pierna—. ¿Tienes que trabajar? —Nah, inicio a las doce —se encoge de hombros y da un trago de cerveza. —Cuando llegue Alice, nos vamos, ¿sí? —le informa—. No puedo quedarme. Me está afectando el asma. Él asiente. —No hay problema. Luego, con la mirada desenfocada, se gira hacia mí y me da un codazo. —Hey, mi hermana está bastante buena, ¿no? —me dice al oído, como si fuera un secreto. Me alejo enseguida para mirarlo. —¿Qué? Solo se ríe, y le siento el tufo a marihuana. —Hey, no lo digo con mala intención, pero es verdad, ¿o no? Sí, claro que lo está, pero no es algo que él debería decir, siendo su hermano. Y, por el bien de Bella, espero que no sea el imbécil que aparenta ser. A mi lado, Bella vuelve a toser, y cuando me giro hacia ella, está revisando el celular. —Alice está a un par de minutos —me dice, cruzando la mirada conmigo—. Voy a esperarla afuera. Asiento, y ella se inclina para besarme rápido. —Quédate aquí. La observo alejarse, notando cómo decenas de ojos la siguen también. Un idiota parece contemplar tocarle el trasero, y yo me quedo con la vista fija en ella y ese vestido negro que lleva puesto -uno que probablemente muestra más de lo necesario-hasta que desaparece de mi vista. Jasper me da una palmada en el hombro. —Relájate, amigo. Tengo la impresión de que nuestra Bella puede cuidarse sola. ¿Nuestra Bella? ¿Ahora cree que tiene algún tipo de derecho sobre ella? Me encojo para quitarme su mano y tomo un trago largo de la cerveza. —No te caigo bien, ¿cierto? —pregunta, y carajo, es igual de directo que Bella. Lo miro y me encojo de hombros con indiferencia. —Aún no te conozco. —Pero yo sí a ti —responde críptico, con esa maldita sonrisa autosuficiente mientras bebe de su vaso. —¿Ah, sí? ¿Y qué sabes de mí? Se ríe con desdén. —Vamos, amigo. Todos conocíamos a los chicos Cullen. Ustedes eran famosos. Solo quiero que mi hermana no salga lastimada, eso es todo. —Bebe otro trago y desvía la mirada, su rodilla saltando al ritmo de la música. Lo observo un momento, intentando descifrarlo, y no me agrada para nada la amenaza disfrazada que acaba de lanzarme. —Bella sabe perfectamente lo famoso que fui. Fuimos al mismo colegio —le aclaro. Él se gira hacia mí, sorprendido—. ¿Tú llevas en su vida qué, un mes? ¿Y ya crees que tienes algún tipo de autoridad sobre ella? ¿Es eso? Levanta la mano, con la palma hacia mí. —Nah, amigo. Solo la estoy cuidando. Soy escéptico al instante. —Le tiraste las joyas de su madre como si fuera un soborno para que te presentara a su amiga. ¿A eso le llamas cuidarla? Su expresión se queda en blanco, los ojos bien abiertos, y sacude la cabeza con apuro. —N-no sabía que iba a reaccionar así —se justifica como puede. Resoplo. No puede ser tan imbécil. —Su padre le regaló el collar de su madre a la amante con la que se acostaba. ¿No pensaste que eso la afectaría? —¡Hey, vete a la mierda! —Me empuja, y estoy de pie al instante. Él vuelve a sonreír y se levanta con calma para enfrentarme. —Soy la única familia que le queda a Bella. ¿Lo olvidas? —Alza las cejas como si eso fuera una advertencia, pero no me intimida. Lo que sí logra es encenderme. —Entonces más te vale no parecerte en nada a su viejo. Ella lo odia. Vivo o muerto. —¿Crees que no sé cómo se siente? Apuesto a que tú no sabes ni la mitad de lo que ha vivido. —Su actitud es tan arrogante que, casi por impulso, cierro los puños. —¿Cuál es tu juego, carajo? ¿Quieres quedarte con lo que queda de su dinero, o qué? Él suelta una carcajada como si fuera lo más ridículo que hubiera oído. —¿Dinero? ¿Qué dinero? Ella no tiene un centavo. Su abuela se lo robó… ¿o no te lo dijo? Me quedo en silencio un momento, porque siendo honesto, Bella casi no ha dicho dos palabras sobre su abuela. Aun así, no le creo del todo. —Mierda. Vive en Crows Nest, por el amor de Dios. —¿Sí? ¿Le preguntaste cómo puede permitirse vivir ahí? De inmediato me hierve la sangre, y sin pensarlo, lo agarro por el cuello de la camisa y lo jalo hacia mí. —¿Qué carajo estás insinuando? Si acaba de decir lo que creo que dijo, lo reviento ahí mismo, pero antes de que pueda abrir la boca para responder, una mano pesada cae sobre mi hombro y me tira hacia atrás. —¿Algún problema, amigo? —exige una voz áspera junto a mi oído. Genial. Un guardia de seguridad, y seguramente está a punto de echarme del lugar. —Tranquilo, amigo —interviene Jasper—. Solo es el idiota del novio de mi hermana. —Compórtese, carajo —me amenaza el tipo, empujándome hacia adelante. Estoy furioso, así que me doy la vuelta para alejarme del imbécil del hermano de Bella y me dejo caer otra vez en el sillón de cuero. Él se sienta a mi lado, recostándose como si nada hubiera pasado. —Amigo… —dice como si todo fuera una broma estúpida, poniéndome otra vez la mano en el hombro. —¡Quítame tus putas manos de encima! —le espeto, sacudiéndolo con violencia. Me inclino hacia adelante, agarro el vaso de cerveza a medio llenar y lo uso como distracción. Él se ríe, estira las piernas en el asiento y se recuesta aún más. —¿Por qué no usas tu influencia de niño rico y haces que me despidan? Suelto una risa seca. —No sabes una mierda sobre mí —murmuro, doy un trago de cerveza y dejo el vaso de golpe sobre la mesa. —Por favor. ¿Ya olvidaste que fui al colegio con los de tu clase? Todos eran igualitos. Seguro te estás tirando a cinco chicas además de Bella, ¿no? No respondo. Solo niego con la cabeza, porque qué se joda este tipo y toda su mierda. Un par de minutos después, Bella reaparece con una chica de cabello oscuro a su lado. Me mira, y una sonrisa cálida le cruza la cara… pero se borra casi de inmediato. Me apresuro a fingir una sonrisa de vuelta, pero estoy casi seguro de que no fue lo suficientemente rápido y vio mi cara. Aunque bueno, a Bella no se le escapa casi nada. Lleva a su amiga hacia mí primero, y me pongo de pie con anticipación. —Edward, ella es Alice. Alice, Edward —hace las presentaciones. Alice me dedica una sonrisa amistosa y me extiende la mano. —Hola, Edward. Lo primero que noto es que está a años luz por encima del idiota hermano de Bella. —Un gusto conocerte, Alice —respondo, le tomo la mano y me acerco para besarle la mejilla. Es obvio que no lo esperaba. Se gira hacia Bella, ruborizándose hasta el cuello, y Bella le dice con una sonrisa: —Etiqueta de Vaucluse, querida. El imbécil a mi lado suelta una carcajada burlona, y me queda claro que piensa que Bella se está mofando de mí. Es la prueba definitiva de que no sabe ni mierda sobre ninguno de los dos. Meto las manos en los bolsillos delanteros mientras me hierven las entrañas. Bella le presenta a Jasper, y yo observo, con una sonrisa escondida, cómo se deshace por dentro. Está sonriendo como idiota y tartamudeando mientras las orejas se le ponen rojas. Alice parece receptiva, y mientras ellos charlan, Bella me toma la mano del bolsillo y entrelaza sus dedos con los míos. —Bueno, que se diviertan… nosotros nos vamos —anuncia. —¿Ya? —responde Alice, algo insegura, y no la culpo. —Las máquinas de humo me están matando. Me cuesta respirar —explica Bella, soltándome para abrazarla. Luego Jasper la abraza también, y de inmediato me pongo tenso. No me gusta ni un gramo de mierda. Se gira hacia mí con esa sonrisa de imbécil todavía en la cara y me extiende la mano otra vez. —Nos vemos, Edward. La ignoro deliberadamente y le dedico una sonrisita sarcástica. Sea el hermano de Bella o no, no pienso tocarlo. —Está bien —dice, encogiéndose de hombros. Baja la mano y se pasa los dedos por el pelo. Me vuelvo hacia Bella y le ofrezco la mano. —¿Lista para irnos? Ella me mira, frunce el ceño con expresión preocupada, pero la toma de todas formas. Luego se despide con un gesto y salimos del lugar. No miro atrás. —Okay, ¿qué carajos pasó? —exige tan pronto como estamos en la calle, suelta mi mano y se planta frente a mí. —Nada —murmuro bajito, sin mirarla. —¿Por qué lado de la Calle de los Idiotas crees que acabo de caminar? —suelta sarcástica. Meto las manos en los bolsillos y me encojo de hombros, con la vista en el concreto. —Cristo, ¿vas a ponerte todo melancólico ahora? —dice con impaciencia. —¿Y qué quieres que diga? —reviento, frustrado, porque esta mierda con su hermano siempre iba a terminar explotando entre nosotros dos, y me jode. —No sé… ¿quizás algo como «conocí a tu hermano y es un imbécil»? —Conocí a tu hermano y es un imbécil. —¿Qué pasó? —Ya está más calmada, resignada, y cuando suelta el aire, se nota que está desilusionada. Dudo un segundo, preguntándome si debo contarle todo, y al final cedo. —Pensó lo mismo que tú pensaste de mí en tu carro en Newtown, solo que él no fue tan jodidamente amable al decirlo. Suspira otra vez y se lleva la frente a la palma. —¿Qué te dijo? —¿Por qué no se lo preguntas tú? —contesto, porque claramente no tiene problema en contarle todo a él. Mierda. Me arrepiento de esas palabras en el instante en que salen de mi boca. —¿Me estás jodiendo? —responde, indignada y furiosa—. ¿Te peleas con mi hermano y ahora vas a desquitarte conmigo? —Jesús —me paso los dedos por la frente, exasperado—. ¡No me estoy desquitando contigo! Mira, puedes ver al imbécil ese cuanto quieras. Solo no esperes que yo lo haga. —¡¿Qué carajo te dijo?! —grita de repente, llamando la atención de media calle Sussex. Respiro hondo y trato de calmarme, pero no sirve. Estoy enojado. —Aparte de acusarme de estar acostándome con otras, me advirtió que «tuviera cuidado» porque… —cito con los dedos—, «es tu único pariente vivo», y que yo solo soy un niño rico que no sabe una mierda sobre ti. Sus ojos se agrandan, su boca se abre, y por un momento no dice nada. Está herida, pero también furiosa, y mientras me observa fijamente, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. —¿Qué? —pregunta al fin, con la voz apenas más alta que un susurro. —Hey… —digo suavemente, arrepentido al instante. Extiendo la mano para tomar la suya y atraerla hacia mí, pero no se mueve—. Lo siento, Bella. Niega con la cabeza, suelta mi mano y empieza a buscar desesperada en su bolso. Saca el celular y lo desbloquea. Le tiemblan las manos, tiene la cara enrojecida, y aunque está claramente enojada, lo que más trata de ocultar es el dolor. Y me siento como un completo imbécil. —Bella —le digo, intentando quitarle el teléfono, pero retrocede de inmediato. —¡¿Jasper?! —grita cuando él contesta. Su voz es dura. Nunca la había escuchado así—. Si no le pides disculpas a Edward en este mismo instante, te voy a borrar de mi vida como si no existieras. ¡¿ME OÍSTE?! Empieza a jadear, y antes de que pueda alejarse de mí, la rodeo por la cintura y le quito el celular. La voz de su hermano suena al otro lado, pero antes de que pueda decir mucho, me llevo el teléfono al oído y lo interrumpo—: Olvida que esta noche pasó. Y cuelgo. Bella rebusca en su bolso otra vez, probablemente buscando su inhalador, así que saco el repuesto que llevo en el bolsillo y se lo pongo en la mano. Inhala varias veces mientras la rodeo con los brazos. Se acurruca de inmediato contra mí, se pone de puntillas y me abraza del cuello. Todo su cuerpo tiembla sin control. —¡Lo siento mucho, nena! —le susurro, besándole la cabeza con culpa. —No, Edward —solloza, negando con la cabeza—. Tú no t-tienes por qué disculparte. —Debí dejarlo pasar —admito. Metí a Bella en medio de todo esto con su hermano, y sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Ella sigue negando mientras la guío hacia una banca junto a la parada del bus y nos sentamos. Llora abiertamente, respirando entrecortado, y mientras más se limpia las lágrimas, más le caen. —Yo… supongo que simplemente… n-no estoy hecha para tener f-familia —balbucea, y me está destrozando el corazón. —Pero me tienes a mí —le prometo, apretándola entre mis brazos. —No tengo a nadie —susurra, con la voz hecha pedazos.
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