Su vampiro | UmeChika
22 de octubre de 2025, 18:47
Takiishi Chika era de un clan de vampiros, de hecho, era el líder. Y era extremadamente aburrido, ya sabes, milenios escondiéndote de los humanos y solo pudiendo vivir de noche, demasiado aburrido.
No había nada que a Takiishi le llenara de ilusión, solo había sangre y violencia. Y no lo malinterpreten: a Takiishi le encantaba la sangre, después de todo era un vampiro, y la violencia era parte de su ser. Pero recordaba los momentos en que no estaba bajo la presión de ser el líder.
Endo era su consejero, pero si le preguntaban a Takiishi, solo era un estúpido que lo seguía sin importar cuantas veces lo golpeara. Sin embargo, debía darle el crédito de ser persistente y conseguir todo lo que Takiishi quería.
Fue en una noche cualquiera que Endo se cansó de ver a Takiishi tan aburrido, quería devolverle la alegría si es que alguna vez la tuvo, o darle algo que valiera la pena conservar, así que ideó un plan: ir a atacar a la ciudad cercana donde había una tribu de humanos protegida por otro clan de vampiros.
¿Qué podría salir mal? Bueno, un poco de acción no haría mal a nadie, Endo pensaba que enfrentarse a unos vampiros y beber de muchos humanos alegraría a Takiishi.
…
El ruido de destrozo en la ciudad era ensordecedor. Los cristales y los escombros llenaban todo y varios vampiros del clan de Takiishi bebía de humanos hasta agotar su vitalidad.
Endo guiaba a Takiishi hacia su objetivo principal: el líder vampiro Umemiya Hajime.
Takiishi subió solo hacia la azotea. Allí se encontró a Umemiya bajo la luz de la luna y con el aura de peligro a su alrededor. Takiishi contuvo el aliento, no esperaba ver ser tan hermoso.
Umemiya tenía el cabello blanco y los ojos de un azul tan cristalino que parecía el cielo mismo. Y Takiishi sintió su corazón marchito latir.
Endo le había regalado este momento para luchar por territorio, pero Takiishi solo quería morder al vampiro que estaba frente a él, quería mostrarle al mundo que Umemiya Hajime era suyo, porque eso había decidido en ese instante.
— Así que tú lideras aquí. — Dijo Takiishi.
Umemiya lo observó más detenidamente. El cabello rojo de Takiishi Chika le gustaba, parecía fuego. Pero no le gustaba la tiranía ni que atacaran a su gente, porque tenía muy claros sus límites morales.
— No deberías estar aquí. — La voz de Umemiya cortó el aire.
— No, pero aquí estoy. — Dijo con una sonrisa Takiishi mostrando sus colmillos.
— Haz que tu clan se vaya de mi territorio. — Exigió Umemiya.
Takiishi soltó una risa seca. — ¿Y qué gano yo con eso? — Cuestionó, aunque a él tampoco le interesaba quedarse allí mucho tiempo.
— ¿Qué quieres? — Umemiya estaba dispuesto a ofrecer un trato que asegurara la paz entre clanes y tribus.
Takiishi sonrió, era evidente que ese ofrecimiento era muy tentador, casi un regalo para él. — A ti. — Dijo sin más, casi como si hablara del clima.
Y Umemiya no supo qué sentir. Primero miró a Takiishi con incredulidad, pero rápidamente se dio cuenta de que hablaba en serio. No entendía para qué lo querría a él.
Takiishi notó la confusión en el contrario. Se acercó lentamente como quien acecha una presa. Cuando estuvo lo suficientemente cerca agarró a Umemiya de los hombros y lo acercó bruscamente a él, acortando toda distancia y besándolo.
Un beso apasionado, demandante y lujurioso. Takiishi mordió el labio inferior de Umemiya dejando claro a qué se refería con quererlo a él.
Porque era la primera vez en décadas que Takiishi sentía algo más que el hastío, la primera vez que sentía diversión, adrenalina, pasión. Y no renunciaría a ello. Si el precio era tener a Umemiya para él, que así fuese.
Porque Umemiya Hajime era su vampiro.
Umemiya sintió una oleada de placer golpearle durante el beso, nunca se había sentido tan vivo. Takiishi Chika era un descarado atreviéndose a condenar su corazón a un amor desbocado.
Y Umemiya aceptó su destino, siguió el beso de manera violenta, necesitado.
Ambos sabían que eso era más que un beso, era un pacto sellado bajo las estrellas. A partir de ese momento habría paz y no más aburrimiento, porque Takiishi había encontrado lo que necesitaba.