Capítulo V: El segundo día
9 de noviembre de 2025, 13:32
Las horas pasaron y finalmente amaneció en Perfección, en donde uno que otro de los muñecos despertó con ganas de comenzar el día, siendo lo que la mayoría tenía en mente; aunque no antes de que Lou,cualun gallo, lo haya hecho y con una sonrisa en su rostro, una que todavía no mostraba sus dientes de sillar.
Lo contempló en su horario y mencionó aquel día: el día en que sus pupilos iniciarían con su entrenamiento, ¿de qué tipo? Solo él lo sabía y no estaba dispuesto a posponerlo. Con la mente ahora en futuros planes, se topó conaquella casita y, al recordar quién dormía allí, soltó un suspiro.
A pocos segundos de articular alguna lisonja, dio un paso atrás del arbusto, ¿Qué muñeco permitiría que su secreto sea descubierto? Con poco remordimiento, apartó la mirada y reanudó con su camino.
«Conque te llamasLily, ¿eh?», murmuraba a los pasos con los que se dirigía hacia el podio, allí en donde dejaría pasar cada cinco segundos sin tomar asiento.
Mientras tanto, susodicha muñeca despegó los párpados con una delicadeza de mariposa. Lo primero que vio fue el cielo que la recibía radiante desde su ventana.
Todavía con su pijama puesta, se encontraba en una brisa pensativa, preguntándose por todo lo que había ocurrido ayer: el escáner, aquella voz, los muñecos, las flores… y aquel «hombre» de ayer, por quien le costaría no sonrojarse al evocar su rostro.
Tan curiosa como un niño, se entrañaba por cada rincón en el que su cabeza cupiera; se daba vueltas, brincaba, correteaba, dispuesta a probar todo lo que podía hacer en su habitación y de ahí a todo el instituto.
Cuando fue al baño, fijó la mirada en el espejo: su semblante resplandecía incluso con las manchitas de pintura, ¿de dónde salió? Ni ella lo sabía, y ¡cómo se empeñaba en desaparecerla!, pero era en vano.
Luego de tener los ojos resplandeciéndose ante su propio reflejo, por algún motivo, ya no pudo ver aquel «desperfecto». ¿Tendrá magia acaso? En su inocencia, así solía pensarlo, aun cuando, en realidad, había rozado el dedo por el aluminio hace unos segundos.
Entonces contempló la idea de probar su propia piel. «¿Cómo se sentirá? ¿Es real también?», se decía para sus adentros antes de conducir su mano a su rostro.
Mientras que se quedaba en silencio, sus entrañas le susurraban unas cuantas preguntas: «¿Cómo será ese Gran Mundo…?», «¿Cómo se verá mi niño?», «¿Y qué tal si no llego ahí?» se hacía en el aburrimiento.
Ahora sofocada por la soledad, ella se pone su uniforme en un corto tiempo. Con todo en su lugar, entonces ella sale de su no tan pequeña morada a refrescarse con el aire matinal, como si ese fuera su único refrigerio, muy poco antes de corretear por el instituto con cierto abandono una vez más.
Sin algún presagio en mente, nuestra amiga seguía en su camino, antes de ¡cómo no!, tropezarse con quien… o, mejor dicho, quienes estaban al frente.
—Pero ¿qué tienes? —le preguntó con un gruñido, una muñeca cuyas coletasfueronlo primero que Lilyvio— ¿Estás ciega o qué diablos? ¡Agh! Ni la otra era así…—refunfuñó en la última frase.
—¡Lo siento mucho, no fue mi intención! —le contestó la última con una voz temblorosa al tiempo que retrocedía al ver aquella cara con un enojo familiar.
Se pusieron de pie tanto ella como sus dos compañeras, las cuales también compartían su enfado. En cambio, la otra, quien ahora estaba parada en minutos, no se tardó en acorralar a nuestra muñeca, poco o nada convencida por sus disculpas.
—¿Acaso no sabes quienes somos...?—le espetó—¡Qué importa...!Chócate con nosotras una vez más… —gruñó la susodicha con sus puños al aire.
—¡Y verás lo queLou tendrá que decir! —continuó una de las acompañantes, la cual presumía su cabello azul cielo, ganándose una asentida de sus amigas de magenta y violeta.
—¿Lou? —Lily se preguntó, el nombre habiéndosele hecho un eco en su cabeza; luego deglutió.
Hasta que…
—¡Disculpen! Disculpen… —interrumpió una quinta voz, para sorpresa de todas— ¿Llegué tarde?