ID de la obra: 1402

La cura para el amor

Het
R
Finalizada
2
Tamaño:
78 páginas, 40.191 palabras, 25 capítulos
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El caldero

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A medida que pasaban los minutos, Cole parecía impacientarse alrededor de Piper. Caminaba de aquí a allá, consultando libros de ocultismo y otras cosas, haciendo llamadas de vez en cuando para después regresar a mirar en el interior del caldero donde ella seguía metiendo cosas sin cesar que él había cortado previamente. Piper trataba de ignorarlo pero, sus propios sentimientos no la dejaban en paz. La cercanía de él era innegable cuando se ponía tras ella con la excusa de vigilar el caldero y, con la misma falsa intención pasar rozándole el brazo o la cadera. —Fue una mala idea venir aquí —dijo en voz alta, presa de una ira silenciosa. —¿Lo crees así? —murmuró aparentemente distraído él, tomando otro libro del estante para dejar el anterior donde lo encontró. —Sí, lo creo. —Piper trituró con más fuerza las raíces secas en el mortero, como si descargara en ellas la frustración que sentía. Su mandíbula estaba tan tensa que empezaba a dolerle, pero no podía relajarse. No cuando Cole estaba tan cerca, acechándola con su presencia como si fuera parte del aire que respiraba. —No parece que te importe mucho salir de aquí. —Su voz tenía ese tinte burlón que la sacaba de quicio, pero había algo más en ella esta vez. Algo bajo la superficie, como un desafío silencioso. Piper giró sobre sus talones, enfrentándolo con los ojos entrecerrados. —¿Qué se supone que significa eso? Cole alzó la vista del libro, con una ceja arqueada y esa media sonrisa que siempre parecía estar al borde de convertirse en algo más. —Significa que si realmente quisieras evitar esto, ya habrías encontrado una excusa para irte. Pero aquí estás, en mi casa, haciendo pociones como si... —hizo una pausa, bajando la mirada hacia el mortero que ella sostenía— como si no pudieras alejarte. —¡Eso no tiene nada que ver! —replicó Piper, cruzando los brazos frente a ella. La forma en que lo decía, como si ella estuviera buscando una razón para quedarse, la hizo hervir de rabia—. Estoy aquí porque necesito un lugar lejos de mis hermanas, y tú eres... conveniente. Cole rió suavemente, un sonido bajo que la hizo estremecer. Cerró el libro y lo dejó sobre la mesa, dando un paso hacia ella. —Conveniente. Esa es una palabra interesante, Halliwell. —Es la verdad. —Pero incluso mientras lo decía, el calor subía a sus mejillas. Piper intentó retroceder, pero su espalda chocó contra la mesa detrás de ella. Cole no estaba tan cerca como para que fuera alarmante, pero lo suficiente como para hacerla consciente de cada movimiento suyo. —¿Quieres saber lo que creo? —preguntó Cole, inclinándose ligeramente hacia ella, su tono suave, casi seductor. Sus ojos, oscuros y cargados de significado, la atravesaron como si pudiera leer más allá de su fachada—. Creo que estás tan asustada de lo que sientes como yo lo estoy. Piper lo miró fijamente, incapaz de apartar la vista. Su corazón latía con fuerza, y no estaba segura si era por la honestidad inesperada en sus palabras o porque, por primera vez, Cole Turner había mostrado una vulnerabilidad genuina. Algo que él no hacía. Nunca. —Solo tratas de manipularme, ¿no es cierto? —replicó, más como un mecanismo de defensa que una verdadera acusación. Sintió que la ira burbujeaba en su interior, caliente y punzante, como si buscara reemplazar el torbellino de emociones que él le provocaba. Sin esperar respuesta, se apartó bruscamente de él antes de que pudiera acercarse más. Con una mano en el vientre, como si necesitara calmar el nudo que sentía allí, y la otra revolviendo frenéticamente entre los ingredientes, trató de enfocar su mente en la poción y no en Cole. Resolvió olvidarse de él por el resto del día. O al menos intentarlo. Cole la observó en silencio por un momento, con una mezcla de frustración y diversión reflejada en su rostro. Finalmente, soltó un suspiro largo, acompañado de una risa baja que resonó en la habitación como un eco suave. —Si te tranquiliza, esta situación es nueva para mí también. Piper se giró parcialmente hacia él, con una ceja arqueada y los labios apretados en una línea fina. —¿Y eso qué? ¿Se supone que debo sentirme mejor porque el todopoderoso Cole Turner no tiene todas las respuestas? —No, pero quizás podrías dejar de actuar como si fueras la única atrapada en esto. —Desvió la atención hacia el caldero con un gesto deliberado, como si eso le permitiera recuperar el control que ella siempre conseguía arrebatarle con una simple mirada—. Aunque admito que todo este asunto de las pociones me supera. ¿Esto debería hervir todo el día? Piper lo observó con escepticismo antes de responder, volviendo a su tono profesional como si eso pudiera borrar la tensión en el aire. —Como los hornos de los alquimistas, debe arder a fuego lento día y noche durante dos meses. —Le extendió una cuchara de madera negra, sus dedos apenas rozando los de él—. Aquí tienes, remueve con esto conforme a las agujas del reloj cada vez que parezca que va a hacer ebullición. —¿Es decir, ahora? —murmuró Cole al ver cómo las burbujas comenzaban a trepar por los bordes. Sumergió la cuchara con rapidez, moviéndola en círculos lentos. —¿Esto significa que debo quedarme aquí dos meses enteros? ¿Es una broma? Piper dejó escapar un resoplido exasperado, cruzando los brazos mientras lo miraba. —No voy a pedirte algo inhumano, Cole. Dejaremos hechizos de protección. Pero sí tendremos que estar aquí alternativamente para vigilarlo. Alguien debe asegurarse de que el proceso no se interrumpa. Él se detuvo un momento, apoyándose contra la mesa mientras seguía removiendo la poción, con una sonrisa sarcástica en los labios. —¿Dos meses juntos? —La forma en que lo dijo estaba cargada de intenciones ocultas, aunque trataba de sonar despreocupado. —Alternativamente, Cole. —Piper enfatizó la palabra, rodando los ojos mientras se giraba de nuevo hacia los ingredientes. Aunque por dentro sabía que no era tan sencillo. Por mucho que intentaran evitarse, había cosas que el tiempo y la proximidad harían imposibles de ignorar. —Si lo dices así, suena aburrido. —Cole levantó la vista hacia ella, con esa chispa traviesa en los ojos que tanto la irritaba y desconcertaba al mismo tiempo. —Aunque admito que quizá sea interesante ver cuánto tardas en bajar la guardia. Piper giró hacia él rápidamente, su mirada afilada como un cuchillo. —No cuentes con ello. Cole sonrió, inclinando la cabeza mientras seguía removiendo. —Eso lo hace aún más entretenido. —Demonio tenías que ser —gruñó Piper, su tono cargado de exasperación mientras se pasaba una mano por la frente, intentando mantener la compostura. Suspiró con resignación antes de hablar de nuevo, con la mirada fija en el caldero—. Bien, por hoy está bien. Pasaré dentro de dos horas para verificar el color antes de que... El sonido de los pasos de Cole acercándose interrumpió su frase. Fue apenas un par de pasos, pero lo suficiente para invadir su espacio personal. Piper sintió cómo el aire parecía cargarse de una energía diferente cuando él colocó las manos sobre la mesa, justo al alcance de las suyas. Sus dedos apenas rozaron los de ella, un toque tan ligero que bien podría haber sido un accidente. Sin embargo, el efecto fue inmediato. Una corriente eléctrica recorrió su piel, obligándola a contener el aliento. —Quédate a cenar —dijo Cole, su voz baja, casi como un murmullo que flotó en el aire entre ellos. Piper parpadeó, sorprendida. No estaba segura de si había oído bien, pero el tono en su voz, ese desafío incitante, la desarmó más de lo que habría querido admitir. Levantó la vista lentamente, encontrándose con esos ojos oscuros que parecían escudriñar su alma. —¿Cenar? —repitió, su voz cargada de incredulidad. Una risa sarcástica escapó de sus labios antes de que pudiera detenerla—. ¿Tú y yo? ¿Cenando juntos? Cole no se inmutó, su expresión permaneció tranquila, casi desafiante. —¿Qué tiene de extraño? Tenemos que pasar dos meses alternándonos aquí. Más vale que nos acostumbremos. —Oh, claro. Porque una cena resolverá todos nuestros problemas. —El sarcasmo de Piper era tan afilado como siempre, pero había algo en la forma en que sus palabras tambalearon al final que delataba su nerviosismo. —No, pero puede hacerlos más llevaderos. —Cole sonrió de lado, una sonrisa que bordeaba entre lo encantador y lo provocador. —Además, no tengo nada mejor que hacer... y parece que tú tampoco. Piper se cruzó de brazos, intentando mantener una barrera física y emocional entre ellos. Pero su postura defensiva solo le dio a Cole más razones para sonreír. —No estoy aquí para socializar, Cole. Estoy aquí para asegurarme de que esta poción funcione y que tú no metas la pata. —Y estás haciendo un trabajo excelente. —Su tono fue suave, casi conciliador, pero había un brillo travieso en sus ojos que sugería que disfrutaba de la conversación mucho más de lo que debería—. Pero incluso las brujas necesitan comer, ¿o no? Piper abrió la boca para responder, pero no encontró las palabras. Porque, si bien su lado racional le decía que debía rechazar la oferta de inmediato, había otra parte de ella, más pequeña y más difícil de ignorar, que consideraba la idea. Dos meses. Dos meses en los que inevitablemente se cruzarían, discutirían, se molestarían mutuamente... ¿Qué daño podía hacer una simple cena? Finalmente, exhaló con fuerza, desenredando sus brazos para señalarlo con un dedo acusador. —Está bien, pero solo esta vez. Y no te hagas ilusiones. Cole inclinó la cabeza, la sonrisa en su rostro ampliándose ligeramente. —Nunca.
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