ID de la obra: 1402

La cura para el amor

Het
R
Finalizada
2
Tamaño:
78 páginas, 40.191 palabras, 25 capítulos
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Preguntas incómodas

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El burbujeo del caldero era constante pero Piper ya no lo oía. Ahora se hallaba inmiscuida en la quema de las hiervas que necesitaba, debían tostarse pero no ennegrecerse. Cole, más allá, estaba a su vez triturando algo que parecían huesos y y molares sorpresivamente humanos que le tenían pensando. ¿Tan oscuro y poderoso era esa poción? ¿Cómo había hecho Piper para conseguir esas cosas? —Hay formas —se limitó a decir ella. —¿Desenterraste algún cadáver o algo así? —La receta dice que debe ser polvo fino —le recriminó con suavidad echando un vistazo al mortero— puedo ver las falanges desde aquí. Cole gruñó, pero obedeció— ¿Podemos por lo menos hablar? me aburre tu silencio, ayer estabas más interesante. —¿Qué te parece si me cuentas porqué un demonio estaba aquí ayer? —evadió su pregunta— ¿O porqué sabía de mi también? —Larga historia —concluyó él— tiene que ver más con Phoebe que contigo, honestamente. —Entonces prefiero no saber nada. Cole alzó la mirada y la fijó en ella con atención, pero ya que ella no se la devolvió, prosiguió con su trabajo desviando los ojos. No supo porqué, pero esa conversación, breve e insustancial, le dejó un mal sabor de boca. Pasaron las siguientes dos horas en silencio, cada uno por su lado en lo suyo, cruzándose de vez en cuando y dándose instrucciones el uno al otro. De vez en cuando, Piper se iba a descansar después de revisar la ebullición, sentándose en un sillón de la esquina, a mirar el humo subir al tragaluz abierto. El demonio hacía lo propio, y cuando se aburría en extremo, tomaba un libro de los de la biblioteca o enviaba emails o contestaba llamadas. Piper apenas lo escuchaba mientras él estaba en eso, prefería no inmiscuirse en ello.  A la hora de la comida estuvieron en silencio, cada uno por su lado de igual forma. Cole no dejaba de echarle ojeadas de vez en cuando a ella, que se mantenía en silencio. Ella lo percibía, sentía la tensión en el aire y el dolor en las sienes ante la presencia del demonio. Pero no dijo ni hizo nada para hablar con él. —¿Vas a seguir evitándome por el resto de la tarde también? —dijo él de pronto— ¿o vas a hacerme caso por lo menos por un segundo? —Honestamente, preferiría seguir en silencio —su tono más anodino y serio— por hoy, por lo menos... —Ya has trabajado mucho por hoy —gruñó él— porqué no te tomas otro descanso. —No se trata de otra cosa que no sea el estar atenta a la cocción —se encogió de hombros. —Si, pero puedes hacerlo sentada. O darme ordenes, cosa que te encanta, y yo me encargaré. —No es tan simple como dar órdenes y esperar que todo salga bien —replicó Piper, cruzando los brazos mientras se apoyaba en la mesa. Su mirada se deslizó hacia el caldero, la superficie burbujeante reflejando destellos anaranjados en su rostro—. Hay pasos que solo yo puedo hacer porque hay que recitar hechizos. Esta poción… no es como las demás. —¿Por eso requiere partes humanas? —Cole arqueó una ceja y dejó el mortero sobre la mesa con más fuerza de la necesaria—. Sé que no soy un experto, pero eso suena más a necromancia que a magia blanca. Piper lo fulminó con la mirada, pero no respondió de inmediato. Sus dedos tamborilearon sobre el borde del caldero, mientras su mente parecía debatirse entre seguir explicándole o cerrarse por completo. —Hay líneas borrosas entre el bien y el mal, ¿no lo sabes mejor que nadie? —respondió finalmente, con un deje de amargura—. Además, no tenía opción. Si quiero que esto funcione, necesito cada ingrediente exacto. —Lo entiendo, supongo, pero no puedes permanecer en silencio sin más ¿entiendes? —insistió Cole, inclinándose ligeramente hacia ella—. ¿Porqué estás renuente a hablarme entonces? Estás usando ingredientes poderosos como los restos humanos, eso significa que quieres sí o si terminar con esto pronto... ¿no es así? —Por supuesto, Cole ¿no es por eso que estamos aquí ahora? —suspiró— porque me asaltaste al no más despertar para que te liberara de un hechizo que no te puse. —Pero por lo menos podrías hablarme mientras... podríamos... disfrutar lo que estamos viviendo por lo menos mientras dure. —Sabes que no podemos, Cole... —murmuró ella con voz lenta y metódica, disimulando el nudo que se le hacía en la garganta. —¿Porqué no? —insistió él. Sus ojos se encontraron de nuevo y ella pudo ver el fuego que había en esos ojos claros del demonio. Le mantuvo la mirada unos segundos mientras pensaba. Cuando quiso hablar vaciló y prefirió quedarse callada. Su silencio se extendió lo suficiente para que Cole entendiera que había tocado un tema delicado. Pero en lugar de retroceder, dio un paso más. —Es por Phoebe, ¿verdad? —¡No todo tiene que ver con Phoebe! —soltó Piper, con más fuerza de la que pretendía. El eco de su voz resonó en la habitación, rompiendo el pesado silencio que había reinado toda la tarde. Se giró hacia Cole, con los ojos brillando de frustración— Ella y tú ya ha terminado hace tiempo y claro que no le diré nada por seguridad. Pero no es por ella. Es por el bebé. Porque Leo pasa tanto tiempo fuera en asuntos de los ancianos que ya ni siquiera recuerdo cuando estuvimos más de un día juntos... Es por el bebé. Él no merece esto. No merece crecer sin padre y que su madre se entregue a libertades que no son su responsabilidad... Si, me estoy empeñando en acortar el tiempo de cocción, porque tal vez, por una vez, esto sea por mí. Por algo que necesito arreglar en mi vida, y no en la de los demás. Cole se quedó quieto, procesando sus palabras. Luego, con un gesto lento, levantó las manos en señal de rendición. —Está bien. No te preguntaré más. Pero… —su tono cambió, adoptando una mezcla de preocupación y seriedad— asegúrate de que lo que sea que estás haciendo no termine destruyéndote. Cuando nos quitemos esto... ¿Qué nos quedará? —Mi bebé, por supuesto —dijo ella por lo bajo— y la vida seguirá adelante. —Cuando nos besamos anoche —Piper se tensó— no parecías querer que se acabara... no parecías recordar siquiera al bebé. Piper no respondió. Se volvió hacia el caldero, revolviendo su contenido con movimientos calculados. Cole la observó un momento más antes de suspirar y volver a su tarea con el mortero.
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