Un momento más...
23 de noviembre de 2025, 11:15
Piper se despertó por la vibración de su teléfono. Solo entonces se dio cuenta de que se había quedado dormida en el sillón del estudio de Cole. Todo estaba en penumbras, el fogón y el caldero hervían más allá y el humo rizado subía hacia el tragaluz abierto. Cole se hallaba más allá, en un silla de respaldo alto junto al escritorio.
Él también se había quedado dormido revisando sus contactos. Tenía la cabeza echada hacia atrás en el respaldo, Piper no pudo evitar pensar en el dolor de cuello que ese hombre tendría al despertar.
En el teléfono, un mensaje de Prue se leía en pantalla:
¿Qué tanto estás haciendo? ¿tengo que recordarte que estás embarazada?
Paige está sospechando y Phoebe parece tener mucha curiosidad.
Regresa, debes mentir de forma convincente.
—Genial... —bufó por lo bajo. Se pasó una mano por los ojos antes de responder.
Regreso en media hora... Y no estoy haciendo nada malo.
Hemos ido al mercado por ingredientes y de paso vi al vidente
Parece que se usó magia de la que usan los no magos
¿La de las brujas rurales que aprenden con libros y sin poderes heredados?
¿Los chamanes vudús?
Algo así... si
Cole dice saber de alguien que puede contrarrestar el hechizo con la misma magia
Talvez no sea necesaria la poción...
Yo en tu lugar no me confiaría, Piper...
Conoces cómo es Cole, puede ser un error dejarlo a él manejar la situación.
Tienes razón... sea lo que sea que haga, me encargaré de estar presente
Mas te vale... regresa, ya casi anochece y no puedes quedarte a dormir
...O a cualquier otra actividad con ese demonio
En su asiento, Cole se removió y finalmente se desperezó con cuidado. Cuando se llevó una mano a la nuca, Piper confirmó el pensamiento que había tenido antes. Piper guardó el teléfono, bloqueando la pantalla, y fingió seguir dormida mientras él seguía despertando a pausas. El demonio se incorporó, Piper sintió el crujido suave de la silla cuando Cole se incorporó. Se obligó a mantener la respiración tranquila, fingiendo seguir dormida mientras lo escuchaba acercarse.
Sus pasos fueron dubitativos, pero finalmente se acercó a ella, creyéndola dormida y con delicadeza, sus manos rozaran la tela de la manta, acomodándola con un cuidado casi reverente. Sus dedos rozaron sin querer su brazo, un roce fugaz, pero suficiente para que la piel de Piper se erizara.
Ella contuvo el aliento.
Cuando el roce finalmente llegó, fue apenas una caricia, el pulgar de Cole trazando la curva de su pómulo con una suavidad inesperada. Su mano estaba tibia contra su piel fría, y sin querer, Piper sintió que su corazón latía más fuerte, desbocado.
Él suspiró muy bajo, como si estuviera librando una batalla interna, y entonces, con la misma delicadeza con la que la había arropado, se apartó. Piper no abrió los ojos. No aún. Esperó a que él se alejara, a que la presencia de su calor desapareciera del todo antes de exhalar muy suavemente.
Separó con lentitud las pestañas para observar, en la penumbra de la tarde y la luz del fogón portable de caldero. Vio la figura esbelta y elegante del demonio alejándose. Y sintió la necesidad de levantarse, ir a él, abrazarlo por la espalda y apretarlo por unos instantes entre sus brazos. Pero por supuesto, no lo hizo... No tuvo el valor.
Solo se quedó mirándolo, mientras él se fue al caldero y, para sorpresa de Piper, lo vio inclinar el caldero para deshacerse de la mitad del contenido en un tazón que llevó a la cocina. Piper, con los ojos y la boca muy abiertos, se incorporó con toda la rapidez posible con el vientre así de abultado, para ir a ver.
Cuando Cole vertió en el fregadero el contenido del tazón, Piper se dio cuenta de porqué les estaba llevando tanto tiempo terminarla. Porqué parecía que hervía y se consumía tan rápido. Ella no pudo evitar quedarse unos segundos estática por la impresión en el umbral de la cocina, contemplando como el líquido espeso de esa poción sin terminar se deslizaba para perderse irremediablemente en el desagüe.
Cole, al terminar es pequeña maldad, dejó el tazón en el fregadero con un suspiro pesado. Observó a su vez como el líquido desaparecía hasta la última gota, luego apoyó ambas manos en la encimera y bajó la cabeza.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —espetó Piper, su voz cortante.
Cole se tensó, pero no se giró de inmediato. Tardó un segundo en componer su expresión antes de mirarla de reojo.
—Lo mismo que he estado haciendo desde que empezamos esto —respondió con calma, aunque su mandíbula estaba tensa.
—¿Lanzar nuestra cura al drenaje? —se horrorizó ella, gesticulando dramáticamente, perdiendo el control.
El demonio se volvió por completo a ella para mirarla y hablarle a la cara. Desde su altura, Cole era casi medio metro más alto que ella y aún así, parecía pequeño al hablarle.
—Al saber lo que hacías para que se terminara más rápido... —se detuvo y apretó los labios una vez, conteniéndose— No quiero que termine tan pronto...
Piper sintió un nudo en la garganta. Lo observó, el hombre que alguna vez había sido su enemigo, su amante, su condena… Y aún así, en este instante, solo era Cole, parado frente a ella. No pudo dejar de pensar en ese
—Mi parte demoníaca me dice que lo haga. Que tome la poción, que acabe con esto de una vez… Pero mi lado humano… —cerró los ojos y negó con la cabeza— Mi lado humano quiere seguir amándote, aunque me mate por dentro.
Ella retrocedió y trató de organizar sus ideas con sangre fría. Ella también lo deseaba, lo amaba, lo necesitaba, pero aun así no podía seguir. Piper sintió su respiración entrecortarse. Sus manos se cerraron en puños a los costados.
—No puedes hacer esto, Cole —susurró, pero su voz no tenía mucha fuerza.
—Ya lo hice.
Ante el encogimiento de sus hombros y su sonrisa ladeada, Piper negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre su pecho— No podemos seguir así. Esto... —alzó una mano entre ambos, señalando el espacio que los separaba, la historia que los unía— Sabes que no, Cole. Tú lo sabes muy bien. Esta es nuestra cura.
Él se acercó a ella de la nada y la tomó de los hombros, sosteniéndola con delicadeza pero con una firmeza sólida y posesiva— ¿Y qué te hace pensar que dejar de amarte me curará? —Se inclinó a ella y, antes de que Piper pudiese decir nada, su boca cubrió la suya.
Piper sintió su mundo tambalearse. Su cuerpo se tensó al instante, su mente gritó que lo apartara, que recordara por qué estaban haciendo esto, pero su corazón… su corazón se rindió en el acto. Porque Cole la besó como si fuese la última vez. Como si el solo hecho de separarse pudiera destruirlo.
El calor de sus labios contra los suyos la hizo temblar. Sus manos, que habían quedado atrapadas entre ambos, se cerraron débilmente sobre la tela de su camisa. No quería sostenerlo, pero tampoco quería soltarlo. Fue Cole quien rompió el beso primero, pero no se alejó.
—Esto no me hace perdonar lo que hiciste —murmuró ella, sintiendo media sonrisa perfilarse en su rostro.
—No buscaba tu perdón —se rió él suavemente.
Piper se retiró con lentitud de él, para mirarlo a los ojos mientras pensaba. Lo observó con el ceño ligeramente fruncido— Entonces, ¿Qué buscabas? —preguntó en voz baja.
Cole la estudió fijamente por unos segundos y desvió la mirada por un instante, como si intentara ordenar sus pensamientos. Luego, con un suspiro, respondió:
—Un momento más.
—Un momento más… —repitió ella, casi para sí misma. Y en ese instante, Piper entendió— ¿Querías ganar tiempo?
Retrocedió más, antes de que él se acercase o la volviese a tocar. Cole, herido por esta acción, retrocedió a su vez, y volvió a suspirar.
—No quiero que esto termine. Simplemente. —sentenció— Si es real o no, quiero que se conserve tal cual es ahora... y por la forma en la que me respondiste el beso, veo que tú también, Piper.
Ella bajó la mirada y, inconscientemente alzó una mano para apoyarla en la pared, buscando un apoyo sólido— Escucha. —ordenó, con seriedad— Lo que hiciste no solo fue infantil y emocional... fue una estupidez que no voy a tolerar de nuevo ¿me escuchaste? estás cegado, más que yo... tienes que traer de regreso a ese demonio que solo veía el cuerpo de Phoebe y no más.
La mención de su hermana hizo que Cole desviase la mirada y apretase los labios con fuerza. Sus pupilas se contrajeron, un tic tensando su mejilla. Pareció como si le hubiese propinado una sonora bofetada y él ahora se hallase en momentáneo shock. Por un momento, no dijo nada. El silencio entre ellos se volvió pesado, asfixiante.
—¿Es que de verdad quieres destruir esto? —la retó, subiendo la voz y conectando su fría mirada demoníaca con ella— ¿No ha significado nada para ti estos días?
A Piper le tembló el labio inferior y se abstuvo de responder. Se llevó una mano al vientre y luego tomó aire— No es justo para nadie. —declaró, encogiéndose de hombros, como si fuera obvio— ¿Y qué si llega un momento en el que se termina? si yo decidiera hacer como tú y eso pasara ¿que sería de ambos entonces después de haber abandonado nuestras vidas normales? ¿de que yo echara por la borda a Leo y a este bebé?
Cole se acercó entonces. En pocos pasos estuvo de nuevo tan cerca de ella que el calor de su piel acarició la suya con un tacto peligroso y Piper sintió que se le cortaba la respiración. Puso ambas manos a los lados de su rostro y, de la nada, la amenaza latente del demonio se volvió ternura infinita.
—No sabes mentir... —le murmuró, con los labios apenas tocando los suyos, sus respiraciones mezclándose, provocándola, tentándola— Me prefieres a él...
La garganta de Piper se cerró— No…
—Dímelo. —Cole rozó su nariz contra la suya, apenas conteniendo su propio deseo—. Dime que él te hace sentir lo que yo en este momento. Atrévete a decírmelo.
Era un desafío. Y Piper lo odió por eso, o tal vez se odió más a sí misma por no poder hacerlo. Sintió entonces que todas sus barreras se desvanecían. La tentación era terriblemente insalvable. Sus propias manos se acercaron a las de él y su boca buscó la suya para cerrar el espacio que los dividía.