La cura para el amor

La sonrisa traviesa de Piper se desvaneció en un segundo ante la impresión—¡Paige! —exclamó, moviendo rápido los brazos para cubrir sus pechos.  Dio un paso hacia atrás, hasta chocar su espalda contra la mesa. Su hermana presionó el botón de colgar en su celular e instantáneamente, el movil de Piper se calló. Paige la miraba con los ojos bien abiertos, el ceño fruncido y los brazos cruzados. —Bueno… —murmuró, alzando una ceja— Y yo que pensaba que me iba a encontrar con un misterio oscuro e inquietante… No con mi hermana medio desnuda después de una sesión de apasionado reencuentro con nuestro ex cuñado. Piper apretó los labios, sintiendo la sangre hervirle tanto por la vergüenza como por la molestia— ¿¡Qué demonios haces aquí, Paige!? —le gruñó entre dientes, pero procurando hablar en voz baja. Lo ultimo que quería era que Cole se diese cuenta y aplazase la diversión. Paige resopló y se apoyó despreocupadamente en la puerta, sin apartar la mirada reprobatoria de su hermana— Ah, no, la pregunta correcta aquí es: ¿qué demonios haces tú con Cole en su cama? —Es una... una larga historia —suspiró, pasándose una mano por el cabello enredado, sabiendo que ya no había escapatoria— te lo contaré todo pero... pero en casa ¿de acuerdo? regresa y te lo contaré todo. —¿Para que puedas quedarte divirtiéndote con Cole? —le sonrió con malicia, entre cerrando los ojos— Por supuesto que no. Hoy no te saldrás con la tuya ¡Se lo diré a Phoebe! —No —casi gritó ella, aterrorizada ante esa idea— No, Paige, por favor no... No tienes idea del infierno que desatarás si lo haces... —Lo sé —rodó los ojos ella— pero eso debiste haberlo pensado antes de ¡meterte en la cama de Cole! Piper negó varias veces— No puedes decirle... escucha, estamos intentando curarnos. Nos han hechizado y esa poción nos salvará —señaló el caldero humeante— pero aún necesitamos más tiempo... —Oh claro, y darse un revolcón es parte de los ingredientes ¿verdad? —la miró inquisitiva. La mayor de las hermanas se mordió el labio y bajó la mirada, derrotada— Se que parece lo peor... pero llevamos días así tratando de controlarnos... hoy ha sido apenas un desliz... Habla con Prue, ella te lo dirá todo, pero porfavor... no hay necesidad de que Phoebe se entere... Paige, que seguía fulminándola con la mirada, volvió a resoplar. Bajó la vista a sus zapatos y asintió— Está bien... confiaré en ti... pero de verdad que hay de ti si me estás mintiendo. Iré a hablarlo con Prue ¡Y como no me de la misma versión de la historia cantaré como un canario con Phoebe! —Bien, solo vete ya —la rogó ella. Y para su sorpresa, Paige se subió a la mesa y de la mesa saltó al tragaluz antes de trepar al techo. Desde ahí la miró hacia abajo con los ojos entrecerrados con suspicacia. Al desaparecer, la puerta del estudio se abrió y, para enorme sorpresa de Piper, Cole entró. Su pecho desnudo seguía expuesto con la camisa así de desabotonada. Sus ojos muy oscuros de deseo. —¿Tu hermana? —murmuró él con voz grave, dando un paso adelante y cerrando la puerta tras de sí. Piper asintió, tratando de ponerse seria— Era Paige, ya le expliqué todo, espero que no sea un problema. Él la recorrió con la mirada, de arriba abajo, deteniéndose en la manera en que sus brazos intentaban cubrir su cuerpo. Entonces empezó a acercarse de nuevo hasta ella para tomarla de uno de sus brazos, tirando de ella y guiándola esta vez al sillón donde antes se había quedado dormida. Piper tragó saliva cuando ambos se sentaron en ese sofá muy juntos y su cercanía volvió a ser tan cercana. —¿Se ha ido? —preguntó él, inclinándose hasta que sus labios rozaron el borde de su oreja. —Sí… —susurró ella, cerrando los ojos para permitirse sentir todas las sensaciones prohibidas. —Bien… —su voz era pura tentación— Porque no pienso dejarte escapar otra vez. El beso fue profundo, desesperado. Piper la empujó con delicadeza, para que se recostara de lado, de manera que su estomago hinchado no impidiese que su cuerpo se oprimiese con el suyo. —Dime que podemos seguir. —susurró, su pulgar acariciando su mejilla— Dime que no habrá más interrupciones. —No lo retrasemos más —le sonrió ella. Entonces el caldero empezó a hacer un sonido de ebullición fuerte y, al voltear a ver, se había llenado de burbujas y de volumen escapando por los bordes. Piper apagó el fogón abajo con un movimiento mágico de sus manos, antes de que la poción siguiera arruinando la madera de la mesa. —Creo que esa poción quedó arruinada. —murmuró ella— Ya no tiene caso continuarla a menos de que volvamos a empezar de cero. Para este momento, el susto pareció desviar su mente de lo que hasta hace un momento era necesidad. Los dos, volviendo a ser adultos, efectuaron un movimiento para que la ropa volviese a sus cuerpos mágicamente. Cole, a su lado, hizo a su vez un movimiento mágico que eliminó todo el desastre, dejando el caldero y la mesa limpio de la sustancia.  —¿Porqué no nos concentramos ahora en saber quien hizo esto? —sugirió Cole— Quédate conmigo esta noche y lo averiguaremos mañana. —Cole... yo... —ella titubeó antes de empezar a pensar con claridad, llevándose una mano al vientre— Déjame regresar esta noche, para verificar que Paige no haya causado la tercera guerra mundial... El demonio rodó los ojos y resopló, pero sonrió al final— Bien —pero eso no le impidió acercarse y besarla con suavidad en la frente— pero quiero que regreses a mi después... Piper, abrumada por su aroma al volver a estar tan cerca, cerró los ojos y suspiró. Ya no había poción qué hacer pero, el problema seguía ahí. ¿Podían simplemente ignorarlo? ¿podían aceptarlo y buscar permanecer juntos? ¿Qué tal si esto que sentían se acababa más adelante y debían volver a sus vidas arruinadas después de apostarlo todo por ellos? De verdad que no sonaba nada bueno.