ID de la obra: 1402

La cura para el amor

Het
R
Finalizada
2
Tamaño:
78 páginas, 40.191 palabras, 25 capítulos
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Voluntad

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Un nuevo grito resonó, más fuerte, más desesperado. Piper había recibido heridas en su vida de batallas y peleas con demonios muchas veces en su vida. Había soportado quemaduras y tajos por parte de enemigos por mucho tiempo. Y había soportado todo con filosofía, apoyada en sus hermanas y en su comprensión, auspiciada por el libro de las sombras. Pero nada, nunca, se compararía con ese momento en el que su bebé se abría paso por sus entrañas al exterior. Por horrible que suene, Piper no estaba enojada, solo desesperada porque nunca acababa. El bebé también estaba débil, era comprensible, ambos habían perdido mucha sangre para ese momento. Así que, cuando tras un instante que se volvió infinito, el llanto agudo y frágil de una criatura llenó la cueva, Piper se dejó caer sobre las mantas del suelo. Sudorosa y cansada a niveles exagerados, vio a Cole alzando al bebé. Se dio cuenta de que todo valía la pena por ver a ese pequeño ser agitándose y anunciando al mundo su existencia. El demonio, con las manos ensangrentadas sostenía aquel pequeño cuerpo que respiraba, que se movía, con ansias de vivir. Había tenido las manos así muchas veces, y no podía evitar pensar que esta era la sangre más limpia que lo había tocado nunca, y que estaba seguro de amar con locura a la mujer delante de él como amaba a ese pequeño y nuevo ser. Ambos lo sentían, en medio de esa tremenda oscuridad, nacía un nuevo hibrido, pero también venía al mundo un ser enteramente creado de magia con dotes poderosos que nadie antes hubiera visto nunca. El hecho de que las heridas de Piper y las mismas que mellaban al recién nacido se estuvieran sanando con rapidez, se los confirmaba a ambos. Cole suspiró cuando el nudo en su pecho se deshizo de golpe y dejó escapar un jadeo entrecortado, entre risa y llanto. Nunca en su vida imaginó ser participe de un nacimiento y de que este fuera tan importante en su vida como ese. Luego lo envolvió con las ropas que pudo improvisar y lo acercó a Piper, que lloraba agotada, sonriendo apenas, rota pero aliviada. Cuando el pequeño estuvo en sus brazos, empezó a calmarse lentamente hasta que dejó por completo de agitarse. Cole y Piper se encontraron contemplando el primer sueño del bebé que ambos esperaban tanto. —Ha terminado, Piper —la consoló el demonio, sentándose a su lado sobre las mantas para mirar al pequeño—. Por fin ha terminado. —Oh no —murmuró ella en un suspiro, aunque sonreía—... No, Cole. Ahora que él ha venido, todo va a cambiar. Es solo el comienzo de algo grande, situaciones como las de hace un momento, seguirán pasando más seguido a partir de ahora... Este pequeño es una amenaza en potencia... Cole pareció quedarse pensando en todo eso unos segundos, sorprendido ante la idea misma. De pronto, su expresión se endureció y sus ojos se oscurecieron. —Que lo intenten... Piper recostó su cabeza en el hombro de Cole y él le pasó un brazo por la espalda, acunándola. La mirada de ambos se hallaba en el rostro del recién llegado, tratando de grabar las formas de su pequeño rostro en sus memorias. Para Piper era especial, pero también para Cole, de alguna forma, ella podía notarlo en la fascinación con la que seguía sus pequeños movimientos. Su mano se movió hacia el cordón umbilical que aún unía a Piper con el bebé. Su sentido común le decía que debía proceder, pero cuando estaba invocando un cuchillo para separarlos, la bruja le tomó de la mano. —Espera, todavía late… —estaba muy débil, su voz fue apenas un hilo tembloroso— no lo cortes todavía. Piper no alcanzó a verlo, porque lentamente el adormecimiento del cansancio y la magia sanadora la estaban dejando fuera de combate, pero la mano de Cole temblaba. Él no sabía cómo, pero en cuanto invocó el arma su intención había sido acabar con Piper. La idea lo dejó sin aliento. El cuchillo resbaló de su mano hasta caer sobre las mantas que cubrían el suelo de piedra. ¿En qué estaba pensando? por un momento había visto claramente ese filo en la garganta de la mujer que amaba. Nunca una idea le había parecido tan sensata y lógica como si toda su vida hubiera esperado a que eso pasara para matar a la madre y quedarse con el bebé. Cole se alejó a rastras de la bruja adormecida, con el niño en brazos, para después incorporarse y quedarse entre las sombras. Desde su más tierna infancia, las sombras lo habían llamado, nunca fueron lo que para otros eran. Para un demonio las sombras siempre representaban refugio y hasta reposo. Ahí acechaban, se resguardaban para planificar su siguiente movimiento. La negrura del interior de la tierra lo tragó hasta que solo sus ojos resplandecían en medio de la oscuridad casi absoluta.  Ahora, en medio de tal confusión, Cole se dio cuenta de que ni si quiera las sombras le otorgaban la calma que en otros tiempos.  ¿Qué estaba sucediendo? ¿Porqué de pronto le parecía como una misión que estaba escrita en su consciencia desde el día de su propio nacimiento? —¿Cole? —musitó Piper, adormecida y el bebé emitió un gorgoreo suave. El demonio se tensó en su posición, como si hubiera recibido una descarga, pero no intentó acercarse. Se cruzó de brazos y apretó los dedos en las mangas de la túnica oscura que aún portaba como disfraz. Él seguía teniendo sus heridas de la batalla de hace un momento, por lo que el dolor lo distrajo lo suficiente. —Aquí estoy. —Mis hermanas —dijo ella con preocupación— ¿Será seguro ir a la mansión y averiguar si Leo las salvó a todas? no podré dormirme si no sé que están seguras. Cole tragó en seco, aún confundido. —Puede que debamos quedarnos aquí otro tiempo más, Piper. —le respondió, tratando de sonar todo lo seguro que debía ser— Ellos no conocen este escondite, mientras estés aquí... —Mientras esté contigo, estaré segura.  Él no la contradijo ni tampoco le confirmó, solo permaneció en silencio, pensando. Podía ser que ni siquiera este fuera el lugar seguro si él estaba ahí. Después de ese instante de locura, ya no sabía qué sería capaz de hacer si bajaba la guardia. Ya no sabía si sería capaz de acercarse a ella más de diez metros. Las posiciones eran cosas reales, las había visto y podía hacerlas de hecho, dado el rango que alcanzó en su momento. Pero Cole no quería pensar que estuviera poseído, porque eso implicaba un bajo grado de consciencia y poca voluntad, y que él supiera, estaba muy consciente y tenía toda la voluntad de evitar cualquier cosa que lastimara a Piper. —Puedo ir a la mansión. —sugirió, después de un momento— Puedo... traerlas aquí y enseñarles la salida de la cueva para que regresen si es necesario que se mantengan resguardadas... —No... no te vayas... no aún, por lo menos... Instintivamente su cuerpo inició el regreso a la luz de la fogata, cerca de la bruja. No podía evitarlo, la amaba y quería su seguridad. Y verla querer su cercanía lo hacía necesitar con locura darle todo lo que quisiera. No se cansaba de decírselo a si mismo, pero nunca en su vida había experimentado un deseo tan vivo de ser el esclavo de una mujer.  Se arrodilló frente a ella y se quedó ahí, porque no se atrevía por prudencia a ir más lejos. Temía a lo que podía hacerle. Era evidente que algo controlaba sus impulsos... y no sabía si sería capaz de evitarlos de nuevo. —Ahor si puedes cortarlo —ella le habló de pronto, alzando con un dedo el cordón umbilical—, ya no le hará daño... En efecto, se había puesto pálido y todos los líquidos habían terminado de pasar de ella al bebé. Cole sintió que era seguro cortarlo pero... no se atrevía a acercarse si quiera, mucho menos a invocar de nuevo el cuchillo para hacer ningún corte. Optó por invocarlo y tomarlo por la hoja, de la parte que no hería obviamente, y ofrecérselo a Piper por el mango para que ella lo hiciese. Y aún así, el metal se sintió caliente entre sus dedos y un ansia asesina se avivó en su pecho por unos segundos. —No quiero lastimarte, prefiero que lo hagas tú misma... Aún no le diría lo que había pasado, si podía nunca lo haría. No quería preocuparla. Ella lo miró extrañada, estaba débil aunque fuera de peligro, así que estiró el brazo y tomó el cuchillo para cortarlo ella misma. Fue cuando el arma estuvo por fin fuera de su alcance, que Cole dejó de sentir todas esas sensaciones raras. —Estoy segura —suspiró ella— de que has usado armas mayores para miles de cosas sanguinarias típicas de demonios. No veo porqué cortar un cordón te sea tan difícil. Sin embargo lo hizo, sin pensar demasiado y con mucho cuidado limpió al pequeño nuevo ser con cuidado entre las mantas. Su piel seguía estando enrojecida y demasiado sensible, así que no quería lastimarlo de ninguna forma. Cole seguía pensando, mirando en todo momento la escena de la madre primeriza y el bebé dormido. —Si nos quedaremos aquí esta noche... —empezó ella, con un nuevo suspiro de cansancio— ¿dormirás también o...? —Estaré de guardia. —completó él, sin contemplaciones— No voy a dejar que nada ocurra. Ella estiró una mano libre hasta tomar la mano de Cole, le dio un apretón suave y en sus ojos había una amable sonrisa somnolienta. Pero luego una suave tristeza se impuso al momento y ella apartó los ojos de él. —Cuando volvamos a la mansión, tomaremos juntos la poción ¿de acuerdo? Cole sintió el abatimiento en su voz al decir eso y él mismo sintió algo parecido, pero quizá más intenso de lo que admitiría. Ya no tenían excusa, porque ahora la poción no podría afectar al pequeño ser recién llegado. Ambos sabían que era hora de hacerlo, después de tanto tiempo... Él asintió. —Así será.  Pero secretamente se preguntó que si era su amor por ella lo que le impedía acabar con su vida y llevarse el niño ¿estaría segura cuando lo que sentía se esfumara? ¿sería capaz de aplacar sus impulsos por la simple voluntad?
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