Esperanza para un fantasma
23 de noviembre de 2025, 11:05
Myrtle balanceaba los pies lentamente, subida a su lavamanos favorito, con las manos espectrales ocupadas en pasar las páginas de un nuevo libro prohibido. Harry se hallaba a su lado, mirando las láminas con los ojos algo desenfocados, estaba pensativo y no prestaba atención a nada en específico. Pero le gustaba estar ahí con las chicas, era de alguna forma algo pacífico escucharlas de fondo para sus pensamientos. A sus pies, Luna y Hermione estudiaban para la semana de exámenes y charlaban en voz baja. Resultaba que Myrtle era una ranvenclaw ejemplar, ya que había leído tanto o más que Hermione, sus conocimientos les estaban ayudando incluso a ellas, que se suponía que estaban en grados superiores a ella.
Cuando ella se olvidaba de sus penurias y tristezas, era bastante divertida y lista. Sabía muchas cosas, le encantaban las plantas, su mismo nombre hacía alusión a una. Habían pasado un rato hablando sobre eso, y otros temas, cuando Viktor regresó en forma de aguila a posarse en la ventana de los aseos. Hermione alzó la vista a él y le sonrió con complicidad antes de que él bajase y, al llegar al suelo volvió a su forma humana. La chica lo recibió con un beso y un abrazo antes de que él saludase a las demás chicas y a Harry.
—He descubierto cómo puede ayudarnos Myrtle.
La fantasma se incorporó en silencio, adoptando un repetido aire de seriedad solemne. El libro se deslizó de su regazo al suelo, casi dándole a Luna en la cabeza— ¿De verdad? ¡Oh! —luz planitada se desprendió de su cuerpo incorpóreo.
Harry también bajó del borde del lavamanos, serio— No hablemos de eso aquí... Salgamos esta noche al bosque prohibido.
—Perfecto —respondió Viktor—. De todas formas, puedo mostrarles lo que he descubierto.
—¡Oh, pero eso no es justo! —resopló Myrtle volviendo a apagarse y a su vez a tomar asiento en el lavamanos— yo no puedo acompañarlos
—Solo será por esta noche, y talvez un par más. —la consoló Hermione— Si vamos a actuar, debe ser de forma inteligente, de manera que McGonagall no se lo espere de ninguna forma. No sabemos hasta qué punto llega su omnipresencia de directora, talvez pueda saber también lo que hablamos.
—Pero es de mi de quien se trata todo esto... debería poder trabajar activamente junto a ustedes— masculló con tristeza Myrtle, una tristeza diferente a la que mostraba antes, esta era más callada, menos teatral, contagiaba antes de dar vergüenza ajena.
—Puedo prometerte que lo que a partir de mañana, podrás ayudarnos mucho más que ahora —intervino Viktor— he descubierto...
Hermione lo detuvo poniéndole una mano en el pecho— Esta noche lo sabremos, pero debemos esperar a estar todos.
—Draco irá también —añadió Luna, para mayor molestia de Harry— él conoce bastante bien el bosque prohibido ahora que pasa más tiempo conmigo. Será de bastante ayuda.
—Yo dije que los acompañaría por si pasaba algo. —se apresuró a decir Harry.
—Si, estamos muy al tanto de eso —soltó una risa Myrtle— pero tengan cuidado. Creo recordar que había duendes entre los arboles.
—Créeme, los duendes no son lo peor que puedes encontrar en ese bosque. —Draco apareció en la puerta, con una mirada sombría y la boca en una fina línea— Entonces ¿en el punto secreto del bosque esta noche?
—¿Punto secreto? —inquirió Harry, alarmado por pensar que ya habían acordado algo de lo que él no estaba enterado.
—Ah si, Harry —Hermione salió en su ayuda— Te haremos llegar la ubicación. No es seguro ni siquiera decirlo en voz alta. Esta noche, tras la cabaña de Hagrid, te mandaremos un mensaje. Ahí todos sabrán dónde encontrarnos.
Harry sintió una espinita de molestia ante el hecho de que hicieran planes sin preguntarle a él. Pero se mostró de acuerdo ya que no había de otra. La idea es que cada uno recibiría un camino diferente, así quien lo siguiera se perdería o se confundiría al intentar entender sus pasos sin sentido. Y pensándolo bien, esa idea le parecía buena, porque McGonagall ya sabía que estaban intentando, ya sabía que Harry y los demás no se rendirían, que harían lo posible por romper el hechizo y liberar a Myrtle. Por lo que era seguro que los estaría vigilando con ojo avizor, ante cualquier progreso que hicieran.
Todo el castillo les estaba vedado, hasta la sala de menesteres obviamente. Debían hacer lo posible por reunirse sin que se dieran cuenta. Por suerte, esta vez Draco jugaba del mismo bando, aunque Harry lo siguiera mirando con desconfianza.
No obstante, no dejaba de traer a su mente su conversación con McGonagall de la vez anterior. Recordaba la forma en la que ella le había alejado del cofre con runas, el cómo le había advertido y se había negado a responder a sus preguntas. Alegando siempre como excusa que él no lo entendería. ¿Qué podría haber tras todo este asunto que podría ser malo? solo era traer a la vida a una adolescente para que terminase su vida como merecía. Para que se le devolviese lo que le fue arrebatado, para que pudiera tener todas las oportunidades que él y todos tenían.
Myrtle lo volteó a ver y le sonrió, emocionada ante la idea de poder ayudar de verdad. Harry sintió un delicado crepitar de sentimientos agradables en su estómago ante la idea de verla viva de verdad. Ella de verdad merecía vivir.
Harry se halló pensando que las personas realmente no eran fastidiosas porque sí, sino porque estaban mal, porque tenían razones reales y contundentes para actuar como lo hacían. Si Myrtle era insufrible en su momento, era porque no tenía nada más que su dolor, su patética tristeza y el hecho de sentirse victima todo el tiempo. Eso la hacía ser como era. Ahora, de verdad que era otra.
Los demás se fueron entonces, cada uno rumbo a sus respectivos sitios. Sabía que Luna y Draco pasaban mucho tiempo hablando frente el lago, con él recostado sobre el regazo de ella hasta que se quedaba dormido. También que Hermione pasaba todas las horas libres estudiando con Krum en su cuarto, aunque talvez estudiar fuera lo último que hicieran. Harry, por su parte, se había quedado al lado de Myrtle otra vez.
A veces simplemente estaban en silencio, uno al lado del otro, después de que la fantasma se saciara de la atención de Harry ante sus palabrerías sobre cualquier tema. Harry no entendía porque de la nada esa fantasma era interesante.
—¿Qué hay en Suiza para que quieras ir allí? —atinó a decir, interrumpiéndola en un momento.
Myrtle no lo tomó a mal, como en otro momento habría hecho, sino que se detuvo a pensarlo un rato. Pareció que sus ojos veían muy lejos cuando respondió— mi cadáver.