La única forma
23 de noviembre de 2025, 11:05
Cuando el monstruo estrello un potente ataque contra la pared contraria, ya se estaban escuchando las oleadas de magia abajo y también la algarabía de un pequeño tiroteo mágico. Harry se hizo a un lado antes de que arremetiera contra él el monstruo guardián.
La casa entera se movía, sería cuestión de tiempo para que se colapsara. Era demasiada la fuerza que imprimía en los golpes, que astillas de madera saltaban de aquí y allá. Harry empezó a lanzar sus expelliarmus, sus hechizos más básicos y los más difíciles, pero parecía que el guardián solo absorbía todo para después repelerlo.
—Bien Myrtle, creo que es buena hora de que me muestres de qué eres capaz —gritó, escapando de otro golpe del guardián.
Myrtle apretó una mano contra su boca, intentando contener un sollozo que amenazaba con traicionar el terror que la invadía. Se refugiaba tras su frágil cuerpo físico, rodeada de un eco de sentimientos humanos que había dejado atrás hace tiempo, y ahora, más que nunca, se sentía perdida. En su alma flotaban recuerdos de hechizos poderosos, algunos mortales, otros lo bastante astutos como para despistar criaturas oscuras, pero esta vez... ninguno parecía suficiente.
—Es una raza diferente de sombra, Harry —susurró, esforzándose por ocultar el temblor en su voz.
—¿Estas cosas tienen raza? —replicó él, apenas capaz de ocultar su incredulidad. Con un gesto rápido, lanzó un pulso de luz, esperando distraer al monstruo y buscar la apertura para atacarlo.
La criatura, sin embargo, absorbió la magia como si fuese su alimento, devorando la luz con un brillo cada vez más intenso en sus ojos vacíos.
—No le afecta la magia —repitió Myrtle, su voz teñida de impotencia.
—¿Entonces qué puedo hacer para destruirlo? —jadeó Harry, las palabras entrecortadas por la desesperación—. ¡Piensa rápido, Myrtle!
Myrtle cerró los ojos y sollozó, sus pensamientos revoloteando caóticamente mientras su resplandor fantasmal temblaba, oscilando como una llama atrapada en un viento implacable que amenazaba con apagarla.
—Esto... esto lo hicimos Tom y yo —murmuró en un hilo de voz temblorosa—. Es nuestro monstruo. Lo creamos juntos. Es invencible, Harry. No podrás destruirlo.
Harry maldijo entre dientes mientras intentaba esquivar el golpe, pero el monstruo lo alcanzó con una fuerza brutal, lanzándolo contra una pared con un estruendo. Se desplomó en el suelo, tosiendo y luchando por recobrar el aliento.
—¡Harry! —exclamó Myrtle, su grito un eco que reverberaba con pánico.
Desesperada, Myrtle sintió la marea de impotencia y terror ahogarla; no era solo su propia existencia la que estaba en peligro, sino también la de Harry. Miró frenéticamente a su alrededor, esforzándose por manipular cualquier objeto físico, usando su poder para levantar escombros y formar una barrera entre el guardián y él, aunque sabía que esa barrera sería efímera, apenas una fracción de tiempo.
—Tom y yo... le pusimos todos los hechizos y protecciones que conocíamos —gimió Myrtle, su voz rasgada por la culpa y el temor—. Harry, tienes que salir de aquí. El monstruo es inestable, va a destruir todo, y lo hará sin consciencia. Harry... también destruirá mi cuerpo.
Sus ojos buscaban los de él, suplicantes.
—¡No puedes salvarme, Harry! —Myrtle se aferró a un grito que no podía sostener por más tiempo—. ¡Soy un fantasma! Mi cuerpo ya no importa, ¡pero el tuyo sí! ¡Vete antes de que sea demasiado tarde!
Pero Harry no se movió. Apretó la varita con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.
—Siempre hay una forma —murmuró, más para sí mismo que para Myrtle. Luego alzó la vista hacia ella—. Dices que tú y Tom lo crearon. Entonces tú sabes cómo detenerlo. ¡Piensa, Myrtle!
Ella negó con la cabeza, sus ojos cargados de dolor y culpa.
—No puedo... No... —El resplandor que rodeaba su forma se intensificó un instante, y sus recuerdos empezaron a arremolinarse con una claridad abrumadora—. Era un proyecto para ser invencible... para proteger mi cuerpo. ¡Tom quería que fuera el guardián perfecto!
Harry apretó los dientes y salió de la barrera que Myrtle había creado justo a tiempo para esquivar un zarpazo del monstruo que casi le atinó por poco. Myrtle le lanzó al monstruo una maldición de un rojo potente que calentó el aire a su paso, Harry sintió el resplandor cegador y el calor sobre la piel aunque el rayo pasó a metros de él. Y fue menos que aire para el monstruo, que ni siquiera se movió. La demostración fue suficiente para Harry, al ver los escombros tras el guardián volverse polvo ¿Qué tan fuerte era esa niña? Ni siquiera había sido un hechizo verbal, no separó los labios ni dijo algo, ni usado ningún tipo de varita.
La fantasma suspiró con fuerza, con pesar— Debes salir de aquí, Harry.
—No, tiene que haber una forma —repitió— hemos llegado muy lejos como para huir simplemente ahora.
—Harry... —suplicó ella antes de volver a lanzar otro hechizo que pasó a través del guardián como nada, como si nunca hubiera existido.
—Piensa en una forma.
Myrtle se irguió y se aproximó al monstruo posicionándose frente a él y, antes de que el monstruo volviese a moverse, ella alzó las manos y dijo unas palabras en parsel que Harry no entendió. Desde que Voldemort fue derrotado definitivamente, él ya no podía hablar esa lengua ni entenderla. Por eso ahora reconoció los sonidos, pero no captó ninguna palabra.
El monstruo, por el contrario, no dio ninguna muestra de haber oído. Se abalanzó contra Harry atravesando a la espectro sin problemas. Harry habría tenido solo un segundo para reaccionar y lo había perdido mirando el intento de Myrtle. El monstruo le asestó un golpe que lo envió volando contra la pared exterior de la casa, que estalló en astillas lanzándolo al suelo.
Todo había pasado demasiado rápido, pero el dolor tardó en llegar unos segundos. Cuando el sordo estallido de dolor le sobrevino, él ya estaba incorporándose. Tuvo que volver a tenderse un momento. El cielo despejado y tremendamente estrellado se veía por encima de su cabeza, hasta que las formas traslúcidas de la niña se encontraron en su campo de visión, con luces apagadas y platinadas, una expresión de preocupación tangible.
Dentro de la casa en ruinas, cayéndose a pedazos, los aurores y los demás amigos seguían en su lucha de poderes, incrementando por momentos los tiroteos de luces y maldiciones.
—Creo que me rompí una costilla o algo así —gimió en un ahogado suspiro, pero volvió a intentar incorporarse.
—No, te llevaré de regreso con los centauros —dijo firmemente ella poniendo una fantasmal mano contra el pecho de Harry para evitar que se levante— los aurores no tardarán en terminar con los chicos, debemos sacarte de aquí para que yo pueda ayudarlos.
—¿Vas a echar a perder todo lo que hemos hecho hasta ahora por mi? —gruñó él con fastidio, pero en el fondo sabía que ella tenía razón.
—No quiero que te maten —sollozó— entiende, yo puedo seguir muerta el resto de mi existencia... tengo ahora todo lo que quería: amigos reales que no me juzgan ni me tienen de menos... Te tengo a ti, Harry. Y no quiero perderte...
El monstruo cayó al suelo, que retumbó con fuerza hasta donde estaban ellos. Se alzó los tres metros que tenía y los contempló como sólo puede hacerlo un ser sin ojos reconocibles. Se había liberado, ahora estaba suelto y defendería el cuerpo a capa y espada. Myrtle volvió a poner su mano sobre el pecho de Harry y solo entonces él se dio cuenta de que podía sentirla.
—No me iré —dijo con firmeza el chico, incorporándose a pesar de los esfuerzos de Myrtle por evitarlo— Moriré en el intento si es necesario.
—Estás loco... —exclamó la niña con un suspiro, negando— pero te lo agradezco mucho.
Ella volvió a conjurar una pared de los escombros que habían caído al suelo para contrarrestar el impulso del monstruo. Harry se atrincheró con ella ahí y se miraron a los ojos, mientras ambos pensaban qué hacer.
—Haré un patronus —improvisó Harry— ¿Consideraron eso cuando lo crearon?
Myrtle lo pensó y asintió con pesar— Pero talvez si fuera un patronus en colectivo... Con los demás...
Harry asintió, pensándolo vivamente— yo me quedaré a distraer al monstruo, tú salva a los demás. —El monstruo azotó con fiereza la pared, resquebrajando las defensas mientras Myrtle se esforzaba por repararlas de inmediato para resistir el siguiente embiste— es la única forma.
La chica se negó de inmediato, negando molesta— Parece que quieres que te maten —resopló mirándolo con impotencia— Estas herido.
—Confía en mi, Myrtle, soy capaz de muchas cosas, lo sabes muy bien. Ahora, hazme caso, debemos deshacernos de McGonagall.
La chica volvió a mirarlo a los ojos y Harry vio autenticas lágrimas fantasmales en sus ojos, tras esas pequeñas gafas. La chica realmente temía por su seguridad, realmente estaba asustada, pero esa era la única forma. Así que ella resopló ante el esfuerzo de mantener la pared antes de asentir por fin.