ID de la obra: 1416

El portal del sexto árbol

Het
R
Finalizada
2
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
187 páginas, 111.982 palabras, 32 capítulos
Descripción:
Notas:
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2: La formación de árboles

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Earl se acomodó la mochila con un resoplido.—¿Qué empacaron? Parece que toda la casa y los invitados están aquí dentro. J soltó una carcajada.—Nos encontramos a Cindy en el camino y no quiso que Layne fuese sin algunas cosas para comer, abrigos y muchas otras cosas más. —Mujer prevenida vale por dos —recitó Rachel, repartiendo dos botellas de agua y linternas a cada uno. En total, a la expedición de rescate improvisada iban siete personas. Estaba la banda actual: Layne, Geoff, Cesar e Eli. Y también estaban dos de los ex miembros: Earl y J. Todos a excepción de Rachel y Geoff llevaban mochilas, estos últimos dos sólo cargaban sus linternas y botellas. Iban más o menos preparados, pero no demasiado por lo apresurado de todo el asunto.—Hey chicos, ¿no se han puesto a pensar que quizá Tony no haya ido a ningún sitio al que nosotros podamos haber ido? —les llamó la atención Eli, su mochila también se veía pesada y la cargaba como si fuese una montaña sobre su espalda— es decir... Su mente siempre ha funcionado de manera diferente a la nuestra. —Lo que nos faltaba. —se rió entre dientes Cesar— ¿Tratas de decir que él no hubiera entrado en el bosque? ¿Qué hubiera hecho entonces? Eli pensó un momento y luego chasqueó los dedos al dar con una idea.—Layne, tú eres el que pasa más tiempo con Tony. ¿En donde estarías si fueras él? Layne se metió el resto de su salchicha con mostaza a la boca, con todo lo ocurrido no había podido terminar de comérsela. Se había puesto serio por toda la preocupación, pero ahora una sonrisa estalló en sus labios.—Probablemente estaría en el cine viendo BeetleJuice con una hamburguesa y una Coca-Cola light —todos soltaron risas nerviosas. Si, sonaba como algo que él haría. —Tiene razón, Tony ni siquiera se hubiera metido al bosque. No es estúpido. —asintió Earl, riendo aún— algo ingenioso se le hubiera ocurrido. —Pero eso nos deja igual. —murmuró Geoff— y pónganse a pensar: Si te encuentras con un monstruo como el que nos atacó hace media hora, estoy seguro de que más de uno correría a donde fuera sin considerarlo ni una vez. Y si a eso le sumamos que el hombre del que hablamos estaba alcoholizado, las posibilidades se reducen aun más. —El único sitio al que pudo haber ido es el bosque. —asintió Eli, concluyendo— Andando. No quiero ni pensar en lo que le podría ocurrir solo. —Y sin mencionar que hay pajarracos sobrevolando en la oscuridad. —añadió J con un estremecimiento.  —Antes de iniciar, déjenme hacer algo. —les pidió Rachel, extrajo de la mochila de Cesar algo como una bola y de ella sacó un hilo que ató al primer árbol más cercano a la casa. —¿Qué es? ¿Lana? ¿De dónde sacaste eso? —le preguntó Geoff, todos se acercaron para ver, curiosos.  La lana era de fosforescente color coral, un ovillo grande.—Se puede decir que asalté el cuarto de Tony —sonrió avergonzada— mi hijo mayor estaba jugando y encontró esto en el pasillo frente a la puerta del cuarto de Tony, esta tarde, cuando fui a devolverlo hace rato fue cuando no lo encontré en su habitación... No me gustaría que nos perdiésemos. Si seguimos siempre la lana sabremos qué dirección tomar al regresar a casa. He tomado prestadas otras. ¿Quién sabe? talvez nos salven el trasero más adelante. —Quizá fue muy buena idea traerte, Rachel —le sonrió Eli— ¿traes suficiente? —Si y más. Probablemente un par de kilómetros. —Perfecto, chicos, andando. No se separen ¿de acuerdo? no quiero más accidentes esta noche. Encendieron las linternas y se ajustaron las mochilas antes de empezar la expedición. Caminaban con lentitud, atentos a la oscuridad que los rodeaba. Rachel iba de primera, desenrollando la lana para dejar tras de ellos el camino seguro, el resto caminaban a ambos lados de la lana. Cesar estaba siendo picado por los mosquitos, así que lo que se oía de fondo junto al sonido de los grillos, las ranas y sus pisadas silenciosas era como de vez en cuando aplaudía a algún mosquito que se posaba sobre él. —¿Nadie trae repelente para mosquitos de casualidad, cierto? —Ni por casualidad —se rió J. —¿porqué solo te pican a ti? —se unió a la broma Earl. —Mi sangre debe de ser dulce. —Si lo que nos atacó en la casa fue un murciélago vampiro, tú puedes servir como carnada ¿sabes? —le sonrió Eli. —Chicos, silencio, no sabemos que hay en este bosque —les regañó Geoff, que tenía los pelos de punta por los escalofríos del miedo— si hacemos escandalo estaremos dando nuestra posición descubierta.No se sentía nada bien en ese bosque, se sentía tragado por la oscuridad más absoluta. Cada rama que se partía le parecía que podría ser algún depredador al acecho. La herida del brazo le dolía, y percibía alrededor miradas donde no las había. Era raro. Era ilógico, no sabía qué ocurría, pero su valor se había esfumado de un momento para otro. Agradecía que su hijo y esposa se hubieran quedado en casa, no hubiera soportado estarlos poniendo en peligro ahora.  —¿No pudo escoger Tony una noche con luna llena para perderse? —se quejó Earl con una risa irónica, ignorando a Geoff— aquí está oscuro como boca de lobo. Aunque pensándolo bien, a él le encantaba la oscuridad ¿recuerdan? Tanto que le gustaba jugar al vampiro. —¿No tienen miedo, hermanos? —les preguntó con los ojos grandes J, mirando continuamente a todos lados— es una noche horrible, y con esos murciélagos sueltos... —Yo tendría miedo si no estuviera con ustedes. —confesó Cesar. —¿Te infundimos valor? —sonrió Eli. —No, para nada. Sé que si algo nos ataca se comerá a Earl y no tendrá hambre cuando llegue a nosotros. Earl le hizo una llave al cuello y le restregó el cabello con el puño mientras todos reían. Cuando lo soltó, Cesar estaba terriblemente despeinado pero se reía igual que los demás. Siguieron adelante bromeando de vez en cuando, porque algunos de ellos no se quedaban callados ni aunque Geoff les dijese algo. Quizá porque el único que había salido lastimado para tomar en serio la situación era él. Incluso Rachel y Eli bromeaban para mitigar la preocupación, recordando sucesos divertidos que les había ocurrido con Tony en el pasado. Ni por un momento se les pasó por la cabeza que su amigo la estuviera pasando mal realmente. —¿Y porqué estaba bebiendo? Ni siquiera bebe. ¿Saben lo que cuesta que ese hombre acepte sostener una botella? —se carcajeó Layne— la ultima vez que lo obligué a que me ayudara a comprar los vinos de la cena navideña me dio en la cabeza con una de las botellas cuando iba a servirme un trago. Todos sonrieron. Geoff, que sí sabía la razón por la que su amigo se había estado ahogando en alcohol, guardó silencio. Pero miró sin disimular a Rachel cuando esta habló, con cierta nostalgia. —Cuando yo lo conocí si bebía. Y mucho ¿se acuerdan? —Lo conocimos al mismo tiempo —asintió Layne— él no habla mucho al respecto. En ese teatro del parque temático donde bailaba disfrazado de varios personajes raros. ¡Y Geoff! tú te disfrazabas de Frankenstein ¿lo recuerdas? te quedaba bien el maquillaje. Entonces te veías monstruoso. Geoff le dio un empujón amistoso con el hombro bueno, pero la verdad es que no le gustaba recordar esa época. No era muy grata para él, y por lo que sabía, tampoco había sido la mejor para Tony. En ese tiempo, Rachel, Tony, Kathy y él compartieron escenario muchas veces. De ese sitio salieron varias parejas, él y su esposa se conocieron así, hubiera jurado que Rachel y Tony se iban a casar en un futuro, porque entre ellos había ardido algo que parecía destinado al altar. Pero su amigo no era ese tipo de hombre, no era un hombre de hogar, hijos y esposa, sino... Bueno, ni siquiera sabía qué clase de hombre era Tony. Quizá nunca maduró lo suficiente como para sentir la necesidad de formar una familia, como Geoff y Kathy. Y Rachel quizá había dejado de esperarlo.   —Chicos ¿ven eso? —les preguntó Earl señalando algo más adelante.No habían recorrido más de un kilometro, en silencio total, cuando Earl había dicho eso. Todas las linternas apuntaron al frente, al objeto en el suelo frente a ellos. Layne abandonó la formación y avanzó hasta el objeto, estaba enredado en los arbustos más allá, así que él tuvo que caminar un poco mientras los demás esperaban en silencio.  —¿Qué es? —le apremió con impaciencia J— ¿Qué diablos es? —No me lo van a creer... —Layne se incorporó y los miró antes de alzar el objeto: era la gorra de Tony. La que decía "New York" en el ala interior. Tenía varias de esa ciudad, pero en definitiva, una de sus favoritas era esa. Rachel profirió un grito ahogado. Esa gorra. Que curioso que fuera ésa gorra específicamente la que encontraran. Era la favorita de Tony desde hacía ya bastante tiempo, de hecho, de los tiempos en los que... —¿Te encuentras bien, Rachel? —quiso saber Layne— ¿porqué no avanzas? Ella sacudió la cabeza, los recuerdos eran demasiados para pensar ahora, debía hacerlos a un lado si quería concentrarse en lo que era necesario. Pero aun así, no podía negar que le era un trago amargo que lo que encontrasen ahora de su amigo, fuera esa gorra. Muchos de los recuerdos que tenía con él tenían esa gorra en ellos, era algo que identificaba a ese hombre. Solo entonces se imaginó de verdad la posibilidad de que no pudieran encontrarlo y el dolor que sintió fue real. —Estoy bien. Sólo... preocupada. —confesó— ¿Qué pasará si no lo encontramos? J apareció de la nada detrás de ella y le puso la mano en el hombro después de pasársela distraídamente por su frente sudorosa. —No te preocupes, si encontramos algo de él significa que vamos por el camino correcto.  —Significa que él estuvo aquí. —añadió Earl. —Y que no tardaremos en encontrarlo. —completó Layne, sonriendo. Ella les devolvió la sonrisa, mientras se limpiaba con disimulo el hombro. Los apreciaba mucho, eran buenos amigos y su optimismo la recompuso casi al instante. —Tienen razón. No sé en qué estoy pensando. Lo encontraremos, por supuesto. ¡Sigamos adelante! —Así se habla —jadeó Eli, que seguía caminando trabajosamente con su mochila pesada. Layne asintió y se encasquetó la gorra "New York" en la cabeza. Regresaron a la formación y reanudaron el paso por el inexistente sendero del bosque otra media hora más. Eran más o menos las once de la noche, llevaban hora y media avanzando con lentitud. Pero su perseverancia rendía frutos, delante de ellos habían encontrado una especie de camino hecho por alguien que pasó a través de la maleza, probablemente no mucho antes que ellos.  —Chicos, pausa, por favor... —gimió Cesar, que sin esperar a ver que decían los demás, se desplomó en un tocón de árbol— no estoy en forma para esto. —Espérenme cinco minutos. —les avisó J antes de caminar hacia los arbustos. —¿A donde vas? —inquirió Geoff— no es bueno que nos separemos. —La naturaleza llama, hermano. —¿Naturaleza? —preguntó Rachel. —No preguntes. —negó Earl.   Los demás tampoco dijeron mucho, solo tomaron asiento en el suelo para descansar, hasta Rachel se sentó sobre un montón de hojas bajo un árbol. Estaba cansada, todos lo estaban, este viaje no les estaba resultando muy fácil. Probablemente, si lo encontraban, no podrían regresar esa misma noche, ya era muy tarde como para que pudiesen desandar lo caminado por otras largas horas hasta la casa sin descansar. Tendrían que averiguar la forma de pasar la noche en medio del bosque para regresar al día siguiente a la casa veraniega. Aunque eso no lo podían pensar ahora, ni siquiera lo habían encontrado. —No se les vaya a ocurrir dormirse —les ordenó Eli, que se frotaba los ojos bajo los lentes.  —No se me ocurre, tranquilo. —dijo Geoff, que estaba atento a todo lo que le rodeaba— sería lo último en lo que pensaría hacer. —Chicos, me quedé sin linterna —les avisó Earl— le han fallado las baterías. —La mía tampoco durará demasiado —suspiró con frustración Rachel— odiaría quedarme a oscuras en un sitio como este. Se imaginó a Tony ahí, a oscuras, caminando sin rumbo, tropezando con raíces y piedras. Completamente solo en ese bosque. Se le oprimió el corazón. Sabía que él ya debía contar treinta y nueve años, era un adulto más o menos responsable, ¿se asustaría con tanta oscuridad y soledad? ¿O estaría lo suficientemente borracho como para no estar consciente de lo que hacía? Rachel se dio cuenta de que lo que más deseaba en ése momento era encontrar a Tony sano y salvo, y eso la hizo molestarse consigo misma. No debía estar tan preocupada por un hombre que no era su esposo.   —¡Hey! ¿Vieron eso? —todos miraron a Cesar, se había puesto de pie de nuevo y señalaba hacia adelante— creo que vi algo pasar entre los arboles. Rachel no midió lo que hacía y se puso en pie para gritar— ¿Tony... ? —Geoff le había tapado la boca y no la dejó terminar la frase. —¿No has visto películas? —le susurró al oído— La chica que grita es la primera que muere. Ella le apartó la mano de un empujón— Me hubieras dicho que me callara y ya. Creo que tengo pedazos de tierra y hojas en la boca por tu culpa. —De todas formas no era nada, era J que venía de ir al baño. —se disculpó Cesar. —Quien sea que hizo la cena, le agregó demasiado picante. —gimió J, que aun se estaba ajustando el cinturón.  Layne se soltó a reír a carcajadas y Geoff le tiró un puñado de hojas para que se callara. Pero Layne siguió riendo por un rato más. Reanudaron el camino sin más comentarios. El ambiente pronto se tornó levemente pesado después de esas risas, como si el aire estuviese viciado. Los arboles se fueron haciendo cada vez más escasos y con menos hojas. Como si las estaciones hubieran saltado de verano a otoño de un momento para otro. Después el suelo dejó de tener hojas, y se les presentó duro, gris y estéril. Las estrellas en el cielo se veían con mucha intensidad para este punto. Solo se oían las respiraciones de los chicos, agitadas por el cansancio y el aire delgado. —¿Estaremos ascendiendo? —murmuró Eli— siento como si estuviese respirando a través de una esponja seca. —La verdad es que yo no he sentido que subiéramos. —negó Earl— es un camino plano completamente.   Siguieron caminando en silencio. El ovillo de lana se acabó, e hicieron una parada para que Rachel pudiese atar el comienzo de otro color azul profundo al final del anterior. El resto de los chicos tomaron asiento alrededor de ella y se sacaron de encima las mochilas para descansar solo un momento. Todos querían recuperar el aliento, Eli estaba cabeceando por el sueño y Cesar intentaba mantenerlo despierto haciéndole conversación. Earl tenía ya círculos de sudor en las axilas y el cuello de la camisa al igual que Geoff, que se estaba ajustando el vendaje con cuidado. Todos estaban distraídos, J incluso se estaba tragando un twinkie que había sacado de la mochila de Earl, hasta que escucharon un grito masculino. La linterna de Geoff cayó al suelo y se estrelló contra una roca, apagándose completamente. Ese grito les había helado la sangre a todos, no fue hecho por ninguno de ellos, venía de adelante, a unos doscientos metros más adelante. Si hubiera sido un grito común y corriente hubiera sido aterrador, pero este no fue cualquier grito, conocían demasiado la voz de Tony para reconocerla en cualquier situación: había sido él.Todos intercambiaron miradas de alarmante preocupación. La mayoría habían perdido repentinamente el color de sus rostros.El primero en reaccionar fue Layne, sacó de su mochila su cuchillo de cocina y corrió hacia el sitio del que había provenido el sonido, gritando el nombre de su amigo. Lo siguiente ocurrió por inercia, el resto de los chicos sacaron sus improvisadas armas, la escoba de Earl y los atizadores de fuego de Eli, J y Cesar, todos corrieron en la dirección en que se había escuchado el grito sin preocuparse porque atrás de ellos se quedaron varias de las mochilas y el ovillo de lana. Corrieron gritando el nombre de Tony en la oscuridad, guiándose por las estrellas que resplandecían arriba y las figuras negras de los arboles que aparecían cada vez menos. Sea lo que sea que lo había hecho gritar así, no era nada bueno. La desesperación que los hizo presa en ese momento los inundó de la adrenalina suficiente para seguir corriendo sin importar que no supiesen exactamente a donde iban. Entonces, los arboles quedaron atrás y delante de ellos se abrió un claro en el bosque. La noche no dejaba calcular que tan grande y abierto era.   Rachel se las había arreglado para ir de primera en la carrera, y fue la primera en detenerse, sin aliento, y más confundida que nunca. La noche después de aquel grito sonaba en contraposición mil veces más ruidosa. Rachel estaba asustada, su respiración agitada y el terror que sentía la hacían ver hacia todos lados como si algo pudiera salir en cualquier momento de entre la maleza y hacerle daño. Lo peor: estaba sola. Los chicos estaban retrasados, por lo que ella tuvo un instante de privacidad para asimilar lo que estaba viendo. Delante suyo, habían seis gruesos arboles plantados en circulo. Con lentitud recelosa avanzó hacia ellos. No sabía exactamente como, pero tuvo la certeza de que no era la primera vez que los veía. En la penumbra dio unos pasos hacia adelante, su vista aun no se acostumbraba a la oscuridad casi total de una noche sin luna. Un escalofrío le corrió por la espalda. —¿Tony? Entonces él gritó una vez más, y Rachel reanudó la carrera, esta vez sabía hacia a donde se dirigía, hasta el centro de esa formación de los seis arboles. Esta vez la voz de Tony sonaba diferente puesto que esta vez sonó como si estuviera cayendo. Como si estuviera en una caída muy larga hasta un punto en el que ya no se le oía. Ella miró hacia todos lados pero no fue capaz de encontrar el sitio en el que se perdía la voz de el hombre que buscaban, hasta que vio la abertura en el árbol. A su lado llegó Layne, se le había caído el cuchillo quien sabe donde. De tercero y cuarto, sin aliento, llegaron Cesar y Earl. Geoff, J e Eli los últimos. Todos, como Rachel, se quedaron de piedra al observar los seis arboles. Con la misma impresión ominosamente familiar. Rachel estaba de pie, muy quieta en el centro de la formación de arboles, como si estuviera atenta a algo. —¿Qué pasó? ¿Dónde está? —la tomaron por los hombros y quisieron hacerla reaccionar. Ella señaló el sexto árbol.    La única linterna era la de Cesar y esta fue la que usaron para iluminar el sitio en el que se encontraban y hacia donde Rachel señalaba. Era un circulo perfecto de arboles gruesos y bastante altos. Las bases de cinco de los seis arboles había profundas quemaduras en la corteza. Como si hubiesen sido quemados con fuego abrazador y voraz que los consumió hasta el centro. No obstante, el sexto árbol, el que la única mujer del grupo señalaba, tenía una puerta redonda abierta. Su interior era oscuro y profundo, como si tuviera que caminarse kilómetros hasta encontrar su fondo, ninguno de ellos se acercó demasiado al principio, pues toda la escena era lo suficientemente poética y perturbadora como para mantenerse a distancia. Pero resultaba imposible no querer ver más de cerca, pues la puerta en el sexto árbol tenía una imagen vistosa y extraña. La imagen de una calabaza de Halloween. La típica lampara de calabaza horadada de manera que sus agujeros parecieran una boca congelada en medio de una risa diabólica, con unos ojos maléficos.  Geoff y Earl sostenían a Rachel, pero antes de que ella pudiera recobrarse completamente del susto, se soltó del agarre de ellos y avanzó con rápidos pasos hasta estar frente a la abertura. Los chicos, alterados por ese arrebato de ella, permanecieron un segundo en shock mientras veían como una luz anaranjada se alzaba desde el interior del sexto árbol y envolvía a Rachel. Un viento huracanado se levantó alrededor de ellos y las hojas secas empezaron a girar en todas direcciones.  Cuando Ellos decidieron actuar y apartar a la mujer del peligro sin explicación, el viento adoptó una trayectoria definida: el interior del árbol. Los primeros en ser arrastrados fueron Rachel y Geoff, los más cercanos. Layne y los demás no tuvieron tiempo ni de pensar, puesto que sus pies se despegaron del suelo y fueron atraídos al interior junto a las hojas secas. El viento rugió con estrépito ahogando cualquier palabra que se hubieran querido dirigir los unos a los otros y pareció que caían a una hoguera cuando la luz anaranjada los tragó a todos y la puerta se cerró.
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