3: Al otro lado del portal
23 de noviembre de 2025, 9:32
Layne se despertó de golpe y en el acto se incorporó muy lentamente. No había ni una sola luz. La oscuridad reinaba de tal forma que Layne se preguntó por un momento si realmente había abierto los ojos. La cabeza le daba vueltas, no estaba seguro, pero sentía que se había golpeado contra algo muy duro antes de perder la consciencia. Le llevó unos largos segundos recordar lo que había pasado en el circulo de arboles, y aun así, no dio crédito a lo que había visto, sentido y experimentado. Debía estar loco. Talvez se había caído en la carrera que todos habían iniciado para ayudar a Tony. No forzó más su cabeza dolorida, luego averiguaría lo que pasó. Tanteó en la oscuridad, que era peor que la de hacía unos minutos, antes del grito. Un escalofrío ascendió por la espalda de Layne, como si un cubo de hielo hubiese recorrido su columna. Recordó el grito de Tony, instantáneamente se repitió en su cabeza y el pánico volvió a aparecer. Había oído gritos de terror en su vida, pero nunca uno de la garganta de su mejor amigo. De una de las personas que más amaba en la vida.
Como pudo, se obligó a permanecer en su sitio, respirando moduladamente, para tratar de calmar sus atribulados nervios. El hecho de no ver lo que tenía frente al rostro, no hacía más fácil el asunto, todo lo contrario. Mientras los recuerdos volvían a ser claros, recordó que no estaba solo en esta desventura. Sus temores entonces pasaron a sus compañeros de viaje. Lo que esperaba en ese momento era que los demás estuvieran bien, porque quería primeramente la seguridad de sus amigos, y en segundo plano, aunque con igual importancia para él, reanudar la búsqueda de su mejor amigo.
La voz de Earl salió de quien sabe donde en la oscuridad, a su derecha.
—Chicos, por favor díganme que me escuchan y que están bien.
—Yo estoy bien. —respondió él.
—Yo también. —dijo Eli, más allá— pero creo que se ha roto uno de los vidrios de mis gafas.
—Que estén bien es música para mis oídos, hermanos —se sumó J— por un momento creí que estaba solito.
—Yo también me asusté por un momento ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente, chicos? —les preguntó Rachel— Siento que dormí horas.
—¿Acabas de despertar?
—Si, hace un momento, cuando empezaron a hablar.
—En lo personal, yo también. —murmuró Layne— Esta debe de ser la peor forma de despertar que he tenido en mi vida.
—No lo creo. —se rió entre dientes Earl— ¿Recuerdan O'Hare?
—¿Qué les pudo pasar en O'Hare que fuera peor que esto? —les dijo asombrado J.
—Ah, es cierto, J aun no estaba con nosotros cuando nos pasó —Eli dejó escapar una risa nerviosa.
—Despertamos semi desnudos en un callejón después de que nos dieran una paliza y nos robaron las billeteras. —explicó Geoff, con desgana.
—¿Qué demonios? —exclamó Rachel, con un deje levemente divertido en la voz— ¿Cómo es que llegaron a esa situación?
—Fue culpa de Tony, la verdad —se desternilló de risa Earl— ¿se acuerdan, chicos?
—¿Recordarlo? A veces aun tengo pesadillas —murmuró Geoff.
Rachel, con la curiosidad en vilo les insistió hasta que Layne le contó como después de una jornada larga en O'Hare, después de un vuelo de noche, una madrugada de viaje en camioneta, tres horas de sueño en el camino, un almuerzo insuficiente y ocho horas de concierto, Tony, estresado y fastidiado como solo él podía estar, se peleó a la salida con el integrante de otra banda que había compartido el escenario con ellos esa tarde y parte de la noche. Al principio no le fue tan mal a Tony, demostró que peleaba tan bien como bailaba, pero luego a su oponente se le sumaron el resto de los de su banda.
—¿Y ustedes intervinieron y lo defendieron? —preguntó asombrada Rachel.
—No, no hubo tiempo. —suspiró resignado Geoff.— no nos dijo lo que iba a hacer, cuando inició la pelea nosotros apenas estábamos saliendo del edificio. Lo hicieron papilla entre todos y después nos agarraron a nosotros. A Eli le fue peor, si mal no recuerdo le rompieron un bote de basura encima ¿te sigo crujiendo el cuello, hermano?
—Déjame ver... —En la oscuridad, escucharon el sonido de un crujido. Earl y J se partieron de la risa, luego los demás se unieron con risas sueltas y nerviosas. La oscuridad dejó de ser aterradora por esos momentos, hasta que todos hicieron silencio otra vez.
—Chicos, por Dios, volviendo a la realidad... Ha sido una fea caída ¿Cómo es que no hemos muerto? —indagó extrañado Geoff que sonaba como si se estuviera dando la vuelta muy dolorosamente en el suelo— porque, quiero creer que lo que recuerdo que pasó no pasó... ¿O sí?
Los demás volvieron a la seriedad que el momento requería y nadie dijo nada. —¿Tengo que tomar eso como un sí? —insistió Geoff.
—Creo que si —concluyó J— porque no hay otra explicación ¿cierto?
—Si hemos sobrevivido todos ¿quiere decir que Tony también podría estar vivo?
Rachel fue la última en hablar. Pero todos guardaron silencio, pensando. Geoff y Layne, desde sus posiciones diferentes, no evitaron sonreír de lado. No se podían ver entre ellos, la oscuridad era total y no había más pistas acerca del sitio en el que estaban, que el suelo de tierra removida y suelta.
—Esperemos que así sea. —suspiró Layne— ¿Cesar? ¿Te encuentras bien? no te he oído en toda esta plática inconexa. ¿Cesar? ¿tienes tu linterna de mano?
—Si, hombre. No hagan tanto escandalo, tengo una orquesta de magulladuras en varias partes del cuerpo y sobre todo en la cabeza. Todo bien por aquí, pero creo que me rompí algo cercano al coxis en algún lugar de esa caída estroboscópica.
Si esta hubiera sido una situación normal Layne hubiera sido el primero en reírse, pero ya no había nada gracioso ahora. La caída había sido real, ahora la recordaba con lujo de detalles, había sido como si hubieran caído por un enorme torbellino al centro de la tierra o a otra dimensión. Él recordaba vagamente sensaciones sin nombre, terror y luego... fue como caer inconsciente. César encendió la linterna y un rayo de luz rasgó la negrura en la que se encontraban. Las caras de todos aparecieron a la vista, con una palidez casi fantasmal, la mayoría tenía tierra en la ropa, cabello y rostro por acción de la caída, pero todos se veían bien. A excepción de Cesar, que parecía como si le hubiesen pasado un rastrillo por la cabeza y las hojas secas, la tierra y uno que otro insecto se hubieran quedado enredadas en su pelo crespo.
—Fue una caída de locura —murmuró con una mueca J— por un instante, sentí como si flotara.
—Yo también... —murmuró Eli— ¿creen que nos ha absorbido algún tipo de portal interdimensional? Recuerdo haber leído al respecto en un libro. Solo que, era un libro de Ciencia Ficción.
—O quizá simplemente todos estamos muertos —aventuró Earl. J hizo un gemido ligeramente angustiado.
—Quizá lo mejor sea saber con qué contamos en vez de seguir dándole vueltas a lo que ya pasó... —dijo Geoff— de todas formas, es muy probable que no lo entendamos nunca.
—Excelente idea, hermano. Entonces... ¿De cuantas mochilas disponemos? lo digo porque yo desafortunadamente, perdí la mía —Eli se volvió a colocar los lentes rotos para examinar lo que los demás le mostraban mientras se ponía en pie. A la luz de la linterna, se alzaron tres mochilas tan sucias como ellos— ¿y agua?
Cuando solo Rachel mostró dos botellas llenas hasta la mitad y una más, semivacía, Eli volvió a sentarse a meditar y respiró hondo un par de veces. Después de un momento, empezó a hablar para sí mismo: Tenemos a nuestro favor algunas provisiones. Pero el agua no nos durará más de media hora, somos demasiados.
—Cindy empacó un par de ollas pequeñas de aluminio. —dijo Layne— si conseguimos encontrar un arroyo o río y hacemos fuego, talvez podamos hervirla y rellenar las botellas.
—¿Qué les parece si nos dividimos para buscar una fuente de agua? —añadió Cesar, que se había dado cuenta del estado de su cabello y se afanaba por sacarse lo más grande, que resultó ser un gran escarabajo. Cuando lo tuvo entre los dedos dio un respingo de susto y sin pensar se lo tiró a Earl.
—Otra buena idea. —aceptó Eli— necesitaremos hacer algún tipo de... campamento improvisado.
—¿Qué hay de Tony? —curiosamente, esto lo preguntaron Layne y Rachel a la vez. Los dos se miraron por una fracción de segundo, antes de que Layne volviera a intentar apartar el escarabajo de la camiseta de Earl dándole con la gorra de Tony. Earl le quitó la gorra a Layne, pues solo lo estaba golpeando con ella sin apuntarle al insecto, y sin miedo tomó al escarabajo y lo lanzó lejos.
—Tranquilos, chicos, no he olvidado ni por un momento a Tony. Es por él que estamos aquí. Y ya que... es evidente que él cayó aquí antes que nosotros, no debe andar muy lejos. Planeemos bien lo que haremos y nada más nos sorprenderá.
—Lo mejor será que regresemos, —intervino Geoff— avisar a la policía de que seguimos su rastro y que oímos el grito y que creemos que está aquí en algún sitio. Ellos están más preparados que nosotros para este tipo de cosas. Además, llevamos varias horas fuera, preocuparemos a nuestras familias.Layne se puso en pie. Todos lo miraron, Cesar lo apuntó con la linterna.—¿Qué pretendes? —le preguntó Geoff.—Iré a buscarlo. —Él se encogió de hombros— No sé si te has dado cuenta, pero tampoco veo forma de regresar por el portal que nos trajo hasta aquí. Y aunque hubiera una forma —insistió él negando enérgicamente— no podemos abandonarlo aquí. Puede ser que hablar a las autoridades sea buena idea, pero creo que ya que nosotros estamos aquí debemos actuar mientras podamos. Aún no es tarde.—Eso no lo sabemos. —añadió Geoff mirando hacia otro lado.—Por eso mismo debemos seguir adelante. —reiteró, más firme que nunca, se había encasquetado la gorra otra vez en la cabeza— podríamos llegar a él en el último momento y estamos perdiendo el tiempo... Yo iré. ¡Tony es mi amigo! Ha hecho por mi mucho más de lo que estoy dispuesto a admitir. Y no lo abandonaré ahora, a la primera oportunidad. Y si ustedes no me acompañan, iré solo.
—Layne, por favor, deja de tratarnos como si fuéramos cobardes —sonrió J— no es como si nos tuvieras que convencer, hermano.
—Tony es amigo de todos, además —agregó Earl.
—No lo dejaríamos aquí por nada del mundo. —secundó Eli.
—Cuenten conmigo —dijo Cesar— aunque no me haya querido prestar su auto, el tipo es agradable. También quiero ayudar a encontrarlo.
Rachel no hacía falta que dijese nada, todos sabían que si estaba ahí era porque quería como todos los demás encontrar a Tony. Geoff, entonces, se dio cuenta de que todos lo estaban viendo a él, que no había expresado su conformismo con la idea de seguir adelante. Ellos continuarían sin él si era necesario y tenía que admitir, que lo correcto era eso.—Está bien, vamos a salvar a Tony.El sonido del estómago de alguien les hizo detenerse en seco.—Pero chicos... Salgamos ahora, para desayunar lo antes posible —les pidió Cesar, sonriendo nerviosamente.
Se dividieron: Layne, Eli, Cesar, Earl y J tomaron dos de las tres mochilas y fueron a dar una vuelta a la redonda, mientras Geoff y Rachel plantaban una especie de campamento improvisado al límite del bosque con otra de las mochilas a resguardo. En el camino, Earl quiso hacer una llamada a la casa, pero no había señal disponible. El móvil era inservible completamente, más que para matar insectos, que seguían picando a Cesar. Cuando regresaron, comenzando a rayar el alba, no habían encontrado ningún indicio de su amigo ni tampoco esperanzas. Pero ahora sabían más del sitio en el que estaban. Era un bosque parecido al que dejaron al otro lado del portal del sexto árbol, salvo que en éste, los arboles parecían retorcerse en formas grotescas, con sus ramas desnudas creciendo por encima de las cabezas de todos. La tierra era dura y polvorienta, pero había indicios de ceniza en varios sitios, además de más madera carbonizada, como los aquellos cinco primeros arboles. Parecía un escenario de pesadilla, o de película de terror. Encontraron un nacimiento de agua más allá, sospechosamente cristalina, pero que su rumor al correr sobre las rocas oscuras no sonaba como ningún arroyo que hubieran oído antes. Con la promesa de hervirla cuando pudieran o purificarla de alguna forma, rellenaron una botellita vacía que descubrieron de coca-cola en el fondo de una de las mochilas y las ollas pequeñas de latón. En un momento, Eli comentó que se sentía observado, sensación que los demás confirmaron sentir también, entonces al volverse de pronto creyó ver algo moverse entre unas rocas, cuando todos miraron en la misma dirección, no lograron ver nada. No obstante, la sensación de no estar solos siguió con ellos cuando regresaron.
Layne estaba desmoralizado cuando regresó y se apartó a una esquina del campamento sin hablar con nadie por un largo rato mientras los demás estaban deliberando qué hacer después. J se encargó de subirle el animo con una zanahoria llavero que tenía en su billetera, pero aún así permanecía alicaído cuando Geoff y él hicieron lo que pudieron con la comida para poder repartir entre todos una ración justa y que quedase lo suficiente para un par de días más de viaje.Cuando todos estaban sentados alrededor de un fuego acogedor que le había costado a Earl y a Eli más de alguna quemadura, Rachel se sentó al lado de la Layne que estaba vertiendo agua caliente en un par de vasitos térmicos, a la vez que batallaba con la bolsita de ramen.
—¿Necesitas ayuda?
Layne tenía la bolsita entre los dientes y los vasos en una mano y en la otra, protegido por un pañuelo de Geoff, la olla de latón con el agua caliente. Dándose cuenta de que era inútil en esas circunstancias, asintió por fin. Rachel lo ayudó a verter el agua mientras él rasgaba la bolsita de ramen y la dividía entre dos vasos.—Esta será para Geoff. —le dijo él— ojalá que no se moleste por que sea una sopa sin condimento. Me preocupa su brazo. La verdad es que estoy pensando si no sería mejor que tú y él regresen a la casa para que los demás no se preocupen tanto.
—Sabes que yo no lo haré. —le aseguró ella— ni siquiera sabemos si podremos volver. Pero estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para ayudar a salvarlo.
Layne sonrió divertido, su buen humor volvió lentamente.—Si no es demasiado tarde, eso lo hará muy feliz, puedes darlo por hecho. —había algo en el brillo de esa mirada que hizo que Rachel pensase que Layne sabía algo que ella no.
Geoff al otro lado del campamento se estaba arreglando el vendaje otra vez, Cesar intentaba ayudar, estaba cortando los pedazos de esparadrapo con los dientes y se los iba pasando a Geoff que los pegaba donde creía correcto. Rachel sonrió, el menor de los dos hombres tenía un pedazo de esparadrapo en la oreja, lo que confirmaba que no sabía ni qué estaba haciendo. Layne se levantó y fue hasta ambos para darle a uno la sopa instantánea y al otro una barrita de algo que ella no vio.Cuando Layne volvió, le entregó a ella lo poco que podían permitirse en ese momento.—Lo que dijiste antes fue muy admirable. —le dijo Rachel a Layne cuando estaban comiendo— Tony debe ser como un hermano para ti.
—Es un dolor de cabeza. —Layne sonrió ampliamente, como si recordara alguna broma pasada— Ese hombre se llega a comportar como una colegial en pleno descubrimiento de la pubertad. Cuando se estresa molesta como no tienes idea. Pero es muy divertido, es agradable pasar tiempo con él. Tiene unas ideas tremendamente originales pero siempre piensa en grande, por eso se termina abrumando demasiado rápido si no estoy para ayudarlo... A veces puede molestarme con un asunto hasta cansarme. Otras veces, es mi mayor apoyo cuando las cosas se ponen difíciles, cuando siento que no podré seguir adelante sé que él estará para mi de la misma forma en que estoy yo para él. Nos cubrimos las espaldas... Lo siento, hablo demasiado, pero es que... me preocupa. Ya sabes que es raro encontrar verdaderos amigos en éste mundo tan difícil de enfrentar... Es que Tony es mi mejor amigo. Lo valoro mucho, si le pasara algo... no me perdonaría el no haberlo ayudado.
Rachel se detuvo a pensar un momento, masticando con mucha paciencia la cecina y la crema de maní, terrible combinación, pero era lo que había para llenar el estómago por lo que no se iba a quejar tampoco. Tony, descrito por sus amigos íntimos, se oía como un tipo grandioso, ella misma lo recordaba como un chico increíble cuando eran más cercanos. Se preguntó si aun sería tan dulce y amable como lo había sido cuando ella lo conoció. Cuando parecía que no estaba tan fastidiado por la vida. Si aun era un buen confidente y un mejor amigo irremplazable. Se preguntó si aun pensaba en ella como ella lo hacía muy a veces en él, aunque fuera en sus sueños.
Layne la observaba de reojo con media sonrisa traviesa cuando Rachel se dio cuenta, y ella quiso saber la razón que tenía para verla así, como si él supiera algo que ella ignoraba. Layne negó haciéndose el desentendido por un instante y le dio un par de vueltas con la cuchara a su insípida sopa instantánea. Pero finalmente dijo: Solo recordaba la última vez que Tony me habló de ti.
—¿te habló de mi...?
Layne sonrió, satisfecho de haberla sorprendido— no fue hace mucho ¿sabes? fue justo antes de venir a la casa de verano.
Rachel lo contempló un instante, pensando si Layne tendría algún propósito oculto para mentirle. Pero ella lo conocía y él nunca le había mentido de ninguna forma. Antes de desviar la mirada a Cesar, al otro extremo del improvisado campamento, se dio cuenta de lo que significaba que Tony hubiera hablado de ella. Significaba que talvez no se había olvidado del todo de lo que pasó entre ellos. No obstante, se distrajo intentando prestar atención a Cesar, que masticaba dificultosamente una barrita de almendras confitadas que sospechaba que ya se habían vencido.
—¿Habló de mi, en serio? —quiso sonar desinteresada— pensé que no hablaban más que de trabajo.
Layne fingió exageradamente hacer memoria.— La verdad es que Tony habla de todo cada vez que tiene oportunidad. Y cuando digo todo, me refiero a las cosas más raras que te puedes imaginar. Le gusta hacer bromas sobre el cabello de Geoff o de las modelos demasiado delgadas que han puesto este verano en los teatros y a lucir la ropa de diseñadores. Siempre ha dicho que si de él dependiera, él mismo se pondría esa ropa y modelaría mil veces mejor que ellas. Ya sabes que él recibió un mini curso de modelaje hace una década y que sabe andar en tacones sin romperse los tobillos, desde entonces se cree critico experto.
Rachel dejó escapar una risa ruidosa al imaginarse al hombre del que hablaban vistiendo vestidos de alta costura y luciéndolos en una pasarela ante las cámaras con esa mirada suya hipnótica de ojos verdes y pestañas oscuras. Layne le hizo coro a su risa hasta que ella se calmó por completo. No obstante, Rachel insistió de nuevo, intentando ser sutil y no verse tan interesada en saber la respuesta. El beatboxter no había dejado de sonreír, se hallaba completamente recompuesto emocionalmente para éste momento, y en secreto se lo agradecía. No hacía mucho, había experimentado pánico al no saber si sus amigos estaban o no bien, al no recordar, al sentirse de pronto solo en el mundo. Al pensar que Tony ya no podría ser salvado. Hizo un esfuerzo por no pensar en la idea de que no pudieran salir de ese sitio, ni encontrar una salida para volver a la casa de verano y a su familia. A su esposa y a su Doris.
Se concentró en Rachel, sentada a su lado, que esperaba una respuesta. Si ella supiera que uno de los temas favoritos de su amigo era ella y que muchas de sus tristezas se debían a ella aun después de tanto tiempo, probablemente en ese momento no estarían en esa situación tan engorrosa. Layne volvió a sonreír.
—Cuando lo encontremos, no le digas que yo te lo dije o me meterás en problemas con él. —le dijo, a modo de confidencia— Pero si, Tony a veces habla mucho de ti.
—No puedo creerlo... —murmuró ella, con voz afectada.
—Créelo. —se sentó al lado de ellos Cesar, se estaba aclarando la garganta, parecía que una de las almendras se le había atorado hacía unos minutos y había renunciado a la tarea de tragársela— te tiene de fondo de pantalla. —entonces se volvió a Layne— te cambio la barra de almendras vencidas por tu sopa sosa.
—Hecho. Pero solo si consigues que Earl te de un cuarto de su Twinkie y que J te entregue una medialuna de pan tostado.
—Subestimas mis dones de convencimiento, hermano. —se rió él corriendo al otro lado del campamento para iniciar un regateo apresurado y lleno de trampas con sus amigos.
—Chicos, si están listos sería este el mejor momento de partir —anunció Eli, echando agua del arroyo a la fogata.
—Ya era hora. —saltó J— ya me estaba aburriendo.
Rachel se mordió el interior de la mejilla. Se daba cuenta de que ya no podría seguir indagando más sin parecer desesperada por saber. Pero lo estaba. Tony quizá siguiera sintiendo algo por ella, después de tanto tiempo y tantos problemas. Un sentimiento agradable floreció en su interior por un segundo, luego, lo apagó de golpe el hecho de que ¿de qué demonios servía que Tony sintiese algo por ella, si Rachel estaba casada y tenía además dos pequeños niños? se sintió culpable por siquiera emocionarse. ¿Era acaso que ella sentía también algo por él?