ID de la obra: 1418

Muchos secretos para un monorrail

Het
PG-13
Finalizada
1
Tamaño:
25 páginas, 11.305 palabras, 10 capítulos
Descripción:
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Francis/Lila: 1

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Era una oscura noche, había unos nubarrones de tormenta que amenazaban con empapar a los transeuntes de la estación. En ese momento, el monorrail se detenía en la estación hogar, curiosamente era donde vivían la mayoría de la tripulación. Por fin un descanso después de un año completo viajando alrededor del mundo dentro de un monorrail con las mismas personas llevando alegría a los chicos y chicas. Ya era tiempo de un verdadero descanso para todos para luego reemprender el viaje en otro momento. —Francis, entonces dice que estudiará cocina— dijo Arnoldo, el cocinero italiano del monorrail colocándose su abrigo para ir por el avión que lo llevaría a su país natal. —Sisi, pero no ahora, luego de visitar varios países como tengo pensado, regresaré a florida a casa de mi padre y mis hermanas— murmuró pensativo, casi soñando. —Bueno Francis, ojalá le vaya muy bien, yo me voy ya que a lo mejor ya he perdido el avión y no me han dicho nada Luego de despedirse y de que los bagones quedasen vacíos, Francis se encontraba recorriendo por ultima vez el lugar que una vez llamó hogar. Lentamente escudriñando de aquí para allá mientras se concentraba en el recuerdo que cada objeto le evocaba a su cabecilla llena de rulos. Pasó delante de varios escenarios diferentes, pertenecientes a cada miembro de la tripulación, cuando hubo recorrido cada centímetro llegó a la cabina de control, el ultimo extremo de Junior Express que no había recorrido y miró para ambos lados percatándose de sólo haber estado justo ahí pocas veces, tan pocas que la verdad que no tenia casi ningún recuerdo feliz o de mayor importancia que pudiera extrañar cuando se fuera. Por lo que se dispuso a irse al hotel que le quedaba a unas cuantas cuadras, la verdad que no había hecho reservación por adelantado, pero eso tenía poco peso en ese momento.   —¡Francis!— La voz de Lila, la conductora del monorrail lo sorprendió de tal forma que su pequeña balija con uniformes rebotó por el suelo. —Perdóneme Francis, es que me sorprendió mucho verlo todavía por aquí si ya han pasado dos horas desde que todos se fueron— se excusó ella, había estado bajo el panel de botones de la consola y hasta ese momento hubiera sido imposible verla. Se incorporó tomando la balija y entregándosela a su dueño. —Gracias... Sólo estaba, dando el último adiós al monorrail— dijo alzando ambos brazos para abarcar más de la cabina, pero sin duda algo nervioso. Las chicas lo ponían nervioso —¿Y... usted Lila? —Bueno si, lo entiendo, yo tenía que apagar las últimas unidades, ¿Y su casa? ¿Vive aquí cerca?— indagó dejando las herramientas en su estuche. —No, la verdad que no... en Florida. Es que mi padre y mis hermanas están ahí y es a donde iré... Luego de hacer otras paradas— titubeó nervioso de nuevo. —¡Oh! que coincidencia Francis, mis padres también viven ahí ¿podríamos viajar juntos?— dijo ella riendo y bajando del monorrail por una de las compuertas. —Puuuuuues— Francis pensó en el tipo de viaje aburrido que tendría junto a Lila —Es que viajaré a varios países en el transcurso de estos meses, bueno, no lo tengo decidido, ni siquiera he hecho reservación o algo así.... y así que no creo que a usted, Lila, le agrade...  —Francis, soy conductora de monorrail ¿sabe? Mi vida practicamente se compone de viajes, me encanta lo que es andar de aquí para allá— exclamó ella emocionada pero al ver el rostro más bien asustado del chico entendió el asunto, él no quería viajar con ella. —Pero igual no tenía ganas de seguir viajando, vaya usted Francis... y disfrute— murmuró con voz apagada dirigiéndose a los vestidores.   Francis suspiró con alivio, casi caía en una de la que no se salvaba, pero de igual manera se percató de que lastimó en cierta forma a Lila, sabía que se iba a odiar por el resto de su existencia por hacer tal cosa pero la verdad que no quería verla triste. —Lila— llamó y ella se volteó hacia él con mirada curiosa —Sería muy lindo que usted me acompañara.  Se extendió por el rostro de la pelirroja una gran sonrisa. —Gracias Francis— le dijo cuando estuvieron frente a frente. —Pero ¿porqué? ¿No hice nada?— preguntó extrañado. —Por darme una oportunidad Francis no comprendía en el momento esa respuesta pero vaya que la entendería luego. —¿tiene donde quedarse? oh, puede quedarse en mi casa si lo prefiere, Francis ¿Puede esperarme?, sólo voy a los vestidores para quitarme el traje— le dijo alzando su propia balija que era incluso más grande que la del camarero. —No no se preocupe, son las once de la noche, todavía puedo esperar otra hora por hoy— dijo riendo nerviosamente haciendo un pésimo chiste. Ella le sonrió dulcemente antes de entrar por la puertesilla y cerrarla tras de sí. Francis se recostó sobre la puerta con los brazos cruzados mientras se regañaba a sí mismo por haber arruinado sus vacaciones desde antes que comiencen. Sí, arruinado no era una palabra demasiado grande para el contexto que estaba viviendo. Seguro Lila querría que fueran a hacer algo aburrido como clasificar calcetines en su casa y eso.   —Oh, Francis ¿vio a Topa salir?— dijo Lila desde adentro. —Si, se fue con su abuela— dijo recordando —Espere, ¿no eran ustedes novios?— Hubo un feo silencio incómodo en el que Francis volvió a regañarse a sí mismo por ser tan bocón. —Lo siento, no quise decir nada malo— murmuró. —No importa— dijo ella empujando la puerta y a él también. —todo ha terminado ya y... lo bueno es que ya no tengo que usar esta peluca pelirroja nunca más para complacerlo.  Francis se fijó en como Lila había cambiado completamente. Su falda, medias y tacones ya no estaban en su lugar habían jeans y tenis, su uniforme tampoco estaba y ahora traía una blusa negra con un dibujo y la letra de una canción. Y su cabello, ya no estaba corto de esa manera tan formal sino que era castaño claro con ondas y un poco más largo, hasta sus hombros de piel tan blanca... e inexplorada.   —¿Lila?— murmuró sin molestarse por disimular su asombro. —Lo sé, es muy extraño verme así— exclamó riendo ciertamente nerviosa tomando su bolso —Ahora puedes hablarme de tú, Francis, ahora que soy yo... Podemos quedarnos en mi casa esta noche y mañana veremos.  Francis a pesar de todo mantenía sus ojos muy abiertos sin despegarlos de Lila, es que hasta parecía haber rejuvenecido cinco o seis años y ahora veía con más claridad sus ojos azules como el mismísimo cielo y sus mejillas tenían un rubor especialmente mágico. Podría decir que todo rastro de la mujer aburrida había desaparecido de todo su ser. La nueva y mejorada Lila se volvió a Francis que seguía de pie estudiándola como a un fenómeno con los claros ojos muy abiertos. —Si le resulta demasiado abominable Francis, podemos olvidarnos del viaje— musitó la conductora del monorrail sonriendo tristemente pero sin perder su determinada y autoritaria voz de la antigua Lila.   Francis tardó unos segundos en volver a la realidad del asunto. —¿Eh?... ¡No! no no no,— se apresuró a aclarar pues no quería hacerla sentir mal de ningún modo —es que me impresiona demasiado que ust... que tú, Lila pudieras verte tan hermosa La elogiada sonrió desviando la mirada pues hacia tiempo que no recibía un elogio tan azucarado como ese. Francis se dio cuenta de que de verdad que bocón no era ni de cerca la palabra que lo definía. Pero antes de que pudiera arrepentirse Lila lo tomó de la mano y lo arrastró hacia ella, había comenzado una suave lluvia de la cual la ahora castaña planeaba protegerlo con un pequeño paraguas.   No se dijo mucho mientras caminaban hombro con hombro, la lluvia se hizo mucho más fuerte y les era imposible hablar sin gritar por el estruendo de los truenos y las gotas que salpicaban a su alrededor. Se detuvieron frente a una casa de dos pisos que no era ni muy bonita ni muy común. Parecía hasta en cierto modo acogedora y, por la sutil luz que ofrecía el poste de la esquina, llegaba a envolverse en una tenebrosa aura. Lila gira su llave en el cerrojo y tanto ella como Francis entraron dejando sus abrigos en el tendedero. Ella le mostró el cuarto de invitados y le explicó que ésta era la casa que compartía con su hermano hasta que él se fuera de regreso a Colombia y ella consiguiera el trabajo en el monorrail gracias a Topa, que se interesó en ella desde la primera entrevista. Francis estaba muy escéptico en todo sentido, de pronto Lila no era aburrida y además era hermosa y ahora la estaba escuchando cantar en la ducha y sus oídos se maravillaban por antes no poder haber presenciado tal voz.   Se llevó las manos a la cabeza recordando que compartiría con ella todo el mes y un poco mas sacrificando sus bien planeadas vacaciones. ¿Qué le deparaba? No sabía y eso era lo que más le asustaba.
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