2
23 de noviembre de 2025, 8:55
Entonces ocurrió...Un estridente rugido, los sobresaltó rompiendo la trayectoria de sus labios. Andy reconoció el sonido como si lo hubiera escuchado tanto como los trinares de los petirrojos de su ventana.
—Un Deinonicus —dijo aterrado.—¿¡QUEE?! —grita Jenny asustada— ¿pero que no los Deinonicus vivieron en el periodo cretáceo temprano?—¡Efectivamente, Jenny! ¡has estudiado los libros que te presté! —dijo orgulloso de su asistente sonriéndole.—Pero Andy, si es un Deinonicus real y como dijiste que cazan en grupo...—Significa que habrá un grupo de Deinonicus hambrientos.—Dispuestos a devorarnos.Andy volvió a sonreír a pesar de la situación. Su asistente y alumna lo estaba superando. No podía estar más feliz y orgulloso.
—Vamos Andy, debemos escondernos —chilló la joven. Lo agarró de las manos y lo Jaló para que la siguiera.—Espera Jenny, no conoces estos lugares —trató de decir el morocho siendo arrastrado por la orilla de un lago donde un enjambre de libélulas zumbaban y volaban sobre sus cabezas.—Tu tampoco los conoces ¿o me equivoco? —dijo ella.—Touché —dijo Andy riendo tratando de ponerse al lado de su asistente— Pero ya he estado aquí antes y sé a ciencia cierta que hay una cueva si giramos ahora en ese árbol —dijo exhausto.Jenny se detuvo en seco parando para respirar un poco. Andy no fue tan preciso al parar y derrapa en el lodo de la orilla del lago yéndose de narices contra el agua. Jenny se da cuenta de que su superior no podía nadar y que se estaba ahogando por la forma en que salpicaba dando manotadas al agua. La joven no perdió tiempo y quitándose la camiseta, las gafas y las bambas se lanza al lago para rescatar a Andy.
Bajo un atardecer con colores variados y exuberantes, un hombre y una joven estaban sentados en el interior de una cueva mientras el mayor trataba de prender una miseria fogata con yesca y piedras.—Gracias... de nuevo —dijo Andy ruborizado.Realmente le avergonzada pensar que Jenny se vio en la necesidad de salvarlo y que además se quitó la camiseta del uniforme de trabajo.La joven que había estado observando los terosaurios volar en círculos, tal vez en una especie de danza de apareamiento, pero igual no dejaba de ser hermoso; prestó atención al ruborizado Andy que se esforzaba en chocar dos rocas para hacer chispas.
—No tienes porque agradecerlo —sonrió la peli negra— Pero fue mejor, pudimos quitarnos el barro ¿no? —le dió un ligero empujón bromeando. Andy sonrió sintiendo un choque eléctrico con el roce de la piel de su asistente. Asintió sin mirarla, aun sentía vergüenza por lo sucedido.—Andy —murmuró Jenny sentándose junto a él.—¿Que-que pasa Jenny? —respondió nervioso por la cercanía que la peli negra le ofrecía.—¿Cuánto tiempo tenemos para regresar? —preguntó empujando sus gafas hacia arriba en el puente de su nariz.Andy empezó a dar choques más rápidos con las rocas tratando de encender la fogata antes de que otra cosa ocurriera.
—Yo siempre me tardo unas cuantas horas, ocho por lo mucho. Pero cuando entran más de una persona el tiempo se duplica —dijo sonriéndole hasta que el recuerdo de Haty asalta su mente de nuevo. Con un movimiento rápido logró producir suficientes chispas para encender la yesca.—¿Ya has traído a alguien más? —pregunta curiosa.—Si... —la mirada nostálgica de Andy lo delata— ...A Haty.
Jenny no pudo ocultar su sorpresa— ¡Woo! ¿en serio? ¿Y como lo tomó? —se acerca más a la llama dorada que crecía entre unos palitos que Andy colocaba uno a uno haciendo una especie de pirámide.—Em... —Andy se levanta y camina hacia la entrada de la cueva para cubrirla con las hojas de palma súper grandes que lograron arrancar para mantenerse más o menos seguros de los Deinonicus.—¿Qué tan malo fue? —Jenny ya había captado el punto.—Se desmayó y un centrosaurius estuvo a nada de aplastarla —dijo el morocho expresando toda su frustración y dándole una manotada a la pared arrepintiéndose al instante— roca estúpida —murmuró agarrándose la mano.—¡¡Oh Dios!! —exclamó ella fijando sus ojos en el fuego— Tu la amabas ¿cierto? —dijo tristemente tras meter una última hoja seca sobre la fogata que ya era grande y lo suficientemente acogedora para calentarlos a ambos. Andy sonríe recordando con tristeza esos sentimientos que ya no eran más que recuerdos.
Amó en su momento a Haty, igual como amó a esa chica que le regalo a Kitt su gata, también como ahora ama a Jenny. Pero ese fascinante sentimiento por su asistente va más allá del afecto fraternal o el simple cariño entre superior y auxiliar. Si se ponía a pensarlo, nunca había sentido algo tan fuerte y tan lindo por nadie excepto por Jenny.
—La quería, si —algo en Jenny se rompió sin que su rostro lo demostrara, algunas chicas son muy buenas ocultando sus emociones ya que cuando no lo hicieron fueron lastimadas o se han burlado en sus caras. Jenny era una de ellas. Tenía experiencia en lo que a dolor se refiere, ya le era normal sentirlo y aún más normal tener que esconderlo. — …pero sabes, fue un error —dijo el morocho yendo a sentarse a su lado.Jenny levanta su vista para ver a los ojos a su superior.—¿A que te refieres con eso? —preguntó conectando sus ojos de nuevo.—hay personas que llegan para quedarse... y otras solo pasan de largo, para enseñarte lecciones... siempre sentí una gran fascinación y admiración por Haty... pero ella no era para mi...Andy observaba a los ojos a Jenny perdiéndose en lo hermosos y castaños orbes que a la luz de la fogata se veían rojizos y misteriosos. Jenny, por el contrario miraba los labios de su superior que ardían en pación por un beso. Poco a poco se fueron acercando cerrando con suavidad los ojos para que el momento fuera mas intimo. Cuando sus bocas estaban por tocarse Jenny despego un ojo fijándose en Andy. Sus ojos cerrados y ceño ligeramente fruncido dándole un aspecto masculino y muy atractivo. Quería besarlo, quería mostrarle cuanto lo amaba... ¿Pero que tal si las cosas entre ambos cambiaban?