ID de la obra: 1431

No necesitamos a Lokar

Gen
G
Finalizada
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
27 páginas, 13.772 palabras, 12 capítulos
Etiquetas:
AU
Descripción:
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Capítulo 4 : Acogedor

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De nuevo se reanudó la marcha, esta vez bordeando el mar helado y permaneciendo en las inmediaciones, donde abajo del hielo hubiera más hielo y no criaturas antediluvianas. Trataron de olvidar el suceso para volver a buscar refugio. Ahora que ya no estaban bajo el ala de Lokar, no se creían muy capaces de luchar con ningún monstruo. Incluso Zylus, se echó para atrás ante la simple idea de tener que vérselas con un ser indeterminado sin su X-Reader. Rynoh y Bash eran de la misma opinión, por lo que siguieron a su líder por el camino lleno de nieve, mientras caminaban aturdidos por le cansancio y el frío. No llegaron tan pronto como había dicho Zylus, cosa de la que se quejaron a más no poder, pero cuando finalmente arribaron al poblado que una vez saquearon para Lokar, lo encontraron deshabitado. Las chozas de piel de animal y troncos seguían en pie, pero parecían espectros de un pasado ya muerto. El viento se colaba entre las grietas de las estructuras, haciendo que las lonas gastadas ondearan con un crujido siniestro. Había huellas en la nieve, pero eran antiguas, medio borradas por el hielo. Zylus frunció el ceño. No se veía rastro de los habitantes. Ni siquiera cadáveres. —Entren ahí —ordenó, señalando la tienda central, la más grande. Bash y Rynoh se movieron sin protestar. En otro tiempo, habrían arrasado con el lugar sin pensar demasiado, pero ahora solo arrancaron tablones de las chozas derruidas para alimentar una fogata encendida con mucho trabajo. Esas construcciones rudimentarias tenían un sistema que permitía mantener el fuego dentro, saliendo el humo por un agujero estratégico en el techo. Cuando la encendieron dentro de la tienda, el humo escapó sin que se perdiera el calor. Rynoh salió un momento y regresó con unos peces pequeños, que había encontrado colgados de una vara, puestos a secar afuera. Los lanzó junto al fuego con una mueca. —Cena de reyes, señoritas. Zylus gruñó en respuesta— Los sirvientes de Lokar comían mejor. Pero supongo que hay que reconocer tu buena obra.  Era mejor que nada, pero no podía evitar compararlo con las incontables veces que Lokar los había tratado como bestias de guerra, asegurándose de alimentarlos bien para que rindieran en batalla. Los sirvientes les daban una ración extra cuando conseguían más kairu para su señor. Y recordar los banquetes cuando lograban derrotar al insufrible equipo Stax... Claro, eso era antes. Ahora, ni siquiera sabían quiénes eran sin alguien que les dijera qué hacer. El silencio pesó entre ellos, solo interrumpido por el crepitar del fuego. No hacía falta pensar mucho para saber que esos banquetes flotaban en la imaginación de los battacor ahora. Zylus mordió el pescado con desgana— ¿Tú si regresarás a tu planeta, Rynoh? —preguntó Zylus de repente, rompiendo la quietud. El chico se encogió de hombros, sin dejar de mirar el fuego— Sería lo más inteligente... supongo. —Tengo curiosidad —dijo el líder, limpiándose los dientes con una espina del pescado— ¿Porqué viniste a este mundo en primer lugar?  Rynoh parpadeó. Sus brillantes ojos anaranjados sin pupila atrajeron la atención de los otros dos. —Vine a este planeta porque mis superiores en el reino lo quisieron. Necesitaban el kairu. Pactaron con Lokar, me enviaron a mí y acordaron un porcentaje del total cuando lograra recuperar suficientes fuentes. —Le restó importancia con un gesto de la mano—. Ahora que estoy fuera, seguro Lokar se los dirá y enviarán una nave para recogerme… O no, no lo sé. Supongo que si regreso seré un renegado allá también… pero ¿a quién le importa? Se dejó caer de espaldas sobre las mantas que habían encontrado y fijó la vista en el techo de la tienda. Su tono era indiferente, casi burlón, pero Zylus lo conocía lo suficiente como para notar la verdad en su postura. La forma en que tensaba la mandíbula, el ligero fruncimiento de sus cejas. No hacía falta que lo dijera en voz alta: se sentía un fracaso. Zylus se quedó en silencio unos segundos. En otro momento, quizás habría soltado una burla mordaz, algo para restarle importancia o fastidiarlo un poco, pero por alguna razón, no lo hizo. —¿No te queda más remedio que quedarte en este planeta? —preguntó, fingiendo desinterés mientras lo escrutaba con sus ojos morados. Rynoh soltó una risa seca— Supongo. —se limitó a decir. El silencio volvió a instalarse entre ellos. El fuego crepitaba, lanzando sombras oscilantes sobre las paredes de la tienda. Afuera, el viento ululaba como si los llamara a moverse, a seguir adelante. Pero no tenían un destino. Los tres se sentían igual de inútiles, pero no lo decían en voz alta. Era como admitir una debilidad y aunque se tenían confianza, ninguno iba a sincerarse con los demás. —¿Qué hay de ti, grandote? —se volvió a Bash— ¿Cómo era tu planeta y porqué estás aquí? Bash se quedó en silencio un momento, rascándose la cabeza mientras Rynoh hablaba. Luego, cuando ellos lo miraron esperando a que hablara, parpadeó y soltó una risotada torpe. —Ah, sí, mi planeta… Bueno… Es un lugar muy, muy frío —dijo, frotándose las manos para acercarlas al fuego—. Frío como aquí, pero sin toda esta nieve tonta que se mete en la ropa. Allá el suelo es puro hielo y roca dura, y el viento sopla tan fuerte que si eres flacucho como Rynoh, te arrastra lejos. El aludido frunció el ceño y apretó la mandíbula, pero no dijo nada. Bash hizo una pausa para sacudirse la nieve de los hombros y continuó. —Cuando eres un crío, si no aguantas el frío, te dejan afuera hasta que lo hagas. Si sobrevives, eres fuerte. Si no… pues… —Hizo un gesto vago con las manos—. No eres fuerte. Zylus y Rynoh intercambiaron miradas— Suena… acogedor —comentó Rynoh con sarcasmo. —¡Sí, lo es! —afirmó Bash, sin notar el tono— Cuando eras lo bastante grande, te daban algo que romper. Si lo rompías bien, te daban algo más grande. ¡Yo rompí muchas cosas! Por eso fui el más fuerte de mi grupo. Luego, un día, un tipo importante me vio romper un pedazo de nave estrellada con las manos y me reclutó para pelear en otro lado. Luego terminé con Lokar y con ustedes. Sonrió con orgullo, como si fuera la historia más inspiradora jamás contada. —Entonces… ¿qué? —preguntó Zylus—. ¿Quieres volver allí y romper más cosas? Bash se encogió de hombros— No sé. Nunca pensé en volver. Tal vez sí. Tal vez no. Pero seguro que allá no habrá más kairu que buscar. Rynoh resopló— Oh, sí. Te extrañaríamos mucho, Bash. —Zylus vio que al decir esto, aunque usó el tono del sarcasmo, lo hizo mirando hacia otro lado y, sus manos se pusieron nerviosas a atizar el fuego con una rama. —¡Yo también los extrañaré si me voy! —Bash le dio una palmada en la espalda tan fuerte que casi lo tira de cara al fuego— ¡Pero no se preocupen! ¡Si nos volvemos a ver, podemos pelear como en los viejos tiempos! ¡Eso sería divertido! Zylus suspiró, a pesar de todo, él también extrañaría al grandote— Qué cabeza tan simple tienes, Bash… —¡Sí, y muy dura también! —dijo él con orgullo, golpeándose la frente.
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