No necesitamos a Lokar

—Ustedes dos son un par de imbéciles. —soltó Bash de pronto, negando— Todavía podemos ser guerreros kairu y se comportan como dos... enemigos. Yo digo que dejemos las peleas para cuando volvamos a ver a esos cobardes de los Stax y que pensemos como los derrotaremos. Los dos chicos lo miraron de nuevo— El único imbécil aquí eres tú —casi gritó Zylus, exasperado— Ni siquiera sabes de qué hablas ¿Cómo podríamos regresar a ser guerreros kairu si Lokar nos quitó todo?  —Se te ha zafado el último tornillo que te quedaba. —añadió Rynoh, apoyando al chico que antes estuvo a punto de apuñalar con la espina de pescado que tenía en la mano— No podemos ni siquiera volar o hacer una fogata decente y ya lo dijo Zylus. Aquí se acaba todo. Aquí nos separamos. Zylus miró a Rynoh y este le devolvió la mirada con el resquemor de la ira aun latente. Pero ambos se veían igual de amargados y decepcionados. Bash se quedó mirándolos otro poco más antes de soltar una risa tonta. —¡Ah, ya entendí! ustedes creen que Lokar nos quitó todo —les sonrió con complicidad el rubio— Pues, por una vez puedo decirlo ¡Se equivocan! Antes de que los tres pudieran decir algo, se volvió a su bulto, el saco en el que había estado sentado, para abrirlo. De su interior extrajo algunas tonterías, como comics y calcetines sucios, antes de encontrar en el fondo sus X-Readers. Al extraerlos y alzarlos en el aire, como trofeos, tanto Zylus como Rynoh soltaron un grito ahogado.  —¿¡Los has tenido ahí desde que salimos de la guarida de Lokar!? —gritó Rynoh, abalanzándose para quitarle el suyo de la mano a Bash— No lo puedo creer, hombre ¡¿porqué no dijiste nada antes?! Zylus parpadeó un par de veces, como si su cerebro se negara a procesar lo que estaba viendo. Su mandíbula se tensó y sus ojos brillaron con incredulidad y furia. —¿¡Me estás jodiendo, Bash!? —rugió, dando un paso adelante, con los músculos del cuello marcándose por la frustración— ¡Nos hemos estado revolcando en la miseria mientras tú tenías esto guardado como si fuera un maldito recuerdo de viaje! Antes de que siguiera gritando, Bash le lanzó el suyo, encogiéndose de hombros con esa sonrisa despreocupada que lo hacía ver todavía más idiota. Pero claro, ahora era un héroe para sus otros dos compañeros, así que a nadie le interesó esa circunstancia. —No quería que Lokar los encontrara, por eso los escondí en mis calcetines. —dijo con simpleza, como si hubiera hecho lo más lógico del mundo— Después de que los rompiera, los tiró a un lado de la guarida. No fue dificil tomarlos al irnos. —Eres... —Zylus apretó los labios, su mirada se oscureció por un instante, pero enseguida resopló y se pasó una mano por el cabello, exasperado— Eres un tonto... pero supongo que no el más grande de todos. —¡Lo tomaré como un cumplido! —respondió el rubio con una sonrisa radiante, colgándose su X-Reader apagado en el cinturón sin símbolo de la cintura. El líder miró su X-Reader en sus manos, sintiendo el peso de lo que significaba. Su mandíbula se apretó y sus ojos centellearon con esa arrogancia de siempre, pero su agarre firme traicionaba la emoción que no admitiría en voz alta. Rynoh bufó, cruzándose de brazos— Como sea… ahora tenemos una oportunidad. —probó con impaciencia a encenderlo, pero la pantalla siguió en negro a pesar de que este le dio varias veces al botón de encendido—... Bueno, era mucho pedir... —Aun podemos repararlos. —sugirió el líder, buscando el punto de presión que abría el aparato por una esquina— Lokar de verdad quería que nos quedásemos sin nuestros bebés... —Maldito. —masculló Rynoh, mirando aun con ojos entrecerrados su X-Reader recuperado— Ojalá se atreva a molestarnos de nuevo... —Eres un cobarde y lo sabes. —rodó los ojos Zylus, mirándolo de reojo— si Lokar apareciera, seguro que te mearías encima. Rynoh gruñó algo pero Zylus ya no lo escuchaba. Lokar buscó sobrecargar las baterías hasta fundirlas por dentro. Pero el suyo se veía en mejor condición que el de los otros tres. Talvez si... —¿En tu cofre tienes aún tus destornilladores? —quiso saber, y Rynoh, aún molesto, extrajo las herramientas de su cofre con fastidio. Se las lanzó y el líder las atrapó en el aire— Gracias, señorita.  Luego de unos segundos, la pantalla se encendió y Zylus sonrió ampliamente como los demás. Ante él, el holograma en carrusel giró con la luz blanca característica antes de detenerse en Magnox, con sus ataques Bone Crusher y Cyber Leeches a ambos lados. Funcionaba. —No sabía que se te daban bien estas cosas, Zylus —comentó con cierto resquemor de envidia Rynoh, cuando el líder alzó el aparato al aire en gesto de victoria mientras Bash aplaudía. —Ni yo... se aprende algo nuevo cada día ¿o no, Rynoh? —le sonrió con malicia. —¿Puedes reparar el mío también? —preguntó Bash, ilusionado y feliz. —¿Porqué no? —se encogió de hombros, indulgente— Será mejor que aprovechemos esta repentina suerte. —los miró con seriedad para enfatizar sus palabras, luego sonrió malignamente— Tendremos que repararlos, pero eso es lo de menos. Cuando estén listos... ¡Volveremos a buscar kairu! Rynoh alzó un puño al aire, en señal de victoria— ¡Si, nena! ¡Los Battacor han vuelto! Bash aplaudió con una enorme sonrisa en su rostro— ¡Yo les dije que aun podíamos ser piratas! El fuego chisporroteó a su lado, proyectando sombras alargadas en la nieve. Algo en la postura del líder Battacor, en la manera en que su mandíbula se tensó, delataba que no era solo un simple deseo de seguir adelante. Era un juramento. Un desafío. Porque si algo quedaba claro, era que Zylus nunca admitiría la derrota. —No necesitamos a Lokar —murmuró, sus dedos apretando el dispositivo con fuerza—. Seguiremos siendo guerreros kairu... Y esta vez seremos los mejores, porque haremos lo que queramos siempre que queramos... Lokar ha decidido echarnos, pues bien ¡Peor para él! cuando se entere de quienes son su nueva competencia, se olvidará por completo del equipo Stax... Un nuevo enemigo ha surgido para ti, Lokar.