ID de la obra: 1431

No necesitamos a Lokar

Gen
G
Finalizada
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
27 páginas, 13.772 palabras, 12 capítulos
Etiquetas:
AU
Descripción:
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Capítulo 8 : Estallido

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El estruendo retumbó en la noche gélida, sacudiendo el suelo bajo sus pies. Sin pensarlo dos veces, los tres salieron a toda prisa de la tienda, solo para encontrarse con el caos desatado en medio de la tormenta de nieve. El frío mordía con saña, pero la verdadera helada venía del enfrentamiento que se desarrollaba a escasos metros de ellos: una batalla kairu en su máxima expresión. Los destellos de energía iluminaban la ventisca como relámpagos erráticos, seguidos de explosiones que sacudían el aire con fuerza. La lucha no había comenzado allí. Por la intensidad del combate, parecía que los contendientes venían de lejos, empujados por la misma furia de la batalla hasta la aldea abandonada ¿Era casualidad que el pueblo estuviera vacío o, quizás, esas escaramuzas constantes habían convertido el lugar en un cementerio de habitantes? Lokar y sus esbirros solían dejar tras de sí solo ruinas y silencio. Zylus entrecerró los ojos al distinguir unas figuras entre la tormenta ¿Cómo no reconocerlos? Los Stax peleaban ferozmente en la nieve, su determinación inquebrantable incluso contra enemigos superiores. Solo cuando un Fire Sword se precipitó a su izquierda, cortando el aire con un resplandor abrasador y pasando a escasos centímetros de Rynoh, supieron contra quiénes se enfrentaban. Zylus reaccionó al instante, agarrándolo por el cuello de la camisa y tirando de él con brusquedad para sacarlo del camino del impacto. La nieve explotó donde el ataque se clavó, dejando tras de sí un cráter humeante. —¡Por poco! —exclamó el chico de ojos naranjas. Miró a su líder— Gracias, hombre. Con el ceño fruncido y los dientes apretados, el líder battacor alzó la vista hacia el origen del ataque, fulminando con la mirada a quien lo había lanzado. —¡Oye! —vociferó, irritado— ¿Un poco de respeto, eh? ¡Algunos estamos aquí descansando! ¡Salvaje! Pero nadie le respondió. En su lugar, algo más llamó la atención del trío. A su derecha, una silueta cayó del cielo con un golpe seco contra la nieve. Maya. Su cuerpo rodó unos metros hasta quedar inmóvil, el vapor de su respiración disipándose en el aire helado. Se intentó incorporar, con los brazos temblorosos por el esfuerzo, pero apenas logró levantar la cabeza antes de desplomarse de nuevo, vencida por el agotamiento. De entre la ventisca, la figura de uno de los robots de Lokar apareció. Sus ojos verdes penetrantes atravesaban la corriente de nieve en movimiento. Su sonrisa, frívola. maligna y confiada, solo sirvió para picar más a Zylus que ya de por si estaba molesto. —Zylus, lo más inteligente sería irnos. —La voz de Rynoh era urgente, casi una súplica contenida. Zylus se giró hacia él con incredulidad, sus ojos ardiendo con desafío y frustración— ¿Por qué? —espetó, alzando los brazos, indignado— ¡Tenemos nuestros X-Readers de nuevo! ¡Podemos darles la paliza de sus sueños! Claro, si es que esas latas son capaces de soñar algo más que su propia chatarra oxidándose. Rynoh no se dejó intimidar y le devolvió la mirada con la misma intensidad. —El mío no está listo, ¿lo recuerdas? —replicó con brusquedad— Ellos son tres. Tres. Y nosotros solo dos. ¡Y ya han derrotado a Maya! —Señaló a la chica inconsciente sobre la nieve, con el ceño fruncido— Que, por si lo olvidaste, es la más fuerte de los Stax. ¡No tenemos oportunidad, hombre! —Yo digo que les pateemos el trasero. —intervino Bash, golpeando su puño contra la palma abierta de la otra mano con entusiasmo— Nos serviría de mucho para calentarnos. Rynoh se pasó una mano por la cara, exasperado. —Claro, porque qué mejor forma de entrar en calor que dejarnos electrocutar, congelar o desintegrar por esos malnacidos. Zylus sonrió de lado, ese brillo peligroso resplandeciendo en sus ojos— Bueno, si lo pones así… suena a que la diversión está asegurada. Vexus se acercó, caminando con lentitud y confianza mientras la tormenta aullaba a su alrededor. Se detuvo hasta que estuvo frente a Maya. La lucha se seguía produciendo tras él. Por los estallidos de colores que dispersaban su luz por la atmosfera cargada de nieve por el viento, era obvio que el resto de los Stax seguían dando pelea.  Maya justo se estaba incorporando de nuevo cuando el chico ciborg estuvo a un paso de ella. Su respiración pesada y su cuerpo tenso por el dolor, el vaho de su aliento saliendo a bocanadas. Vexus inclinó la cabeza con diversión, su sonrisa maligna demostrando cuanto disfrutaba de este momento de victoria. —Oh, querida. —se mofó con un tono meloso y cruel, como si realmente sintiera lástima— Porfavor, no me digas que eso fue tu mejor golpe ¿O tu intención era matarnos de la risa?  Desde el caos del combate, una silueta salió disparada como una estrella fugaz. Ky fue lanzado con brutalidad, su cuerpo cortando el aire antes de estrellarse contra la tienda donde antes habían estado los Battacor. La lona y la estructura se vinieron abajo en una lluvia de tela rasgada y astillas de madera. —¿Intervenimos? —preguntó Bash, moviéndose con impaciencia, como un niño esperando permiso para saltar a un charco— ¿Sí? ¿Ahora? Zylus no respondió de inmediato. Su mirada saltó entre la batalla, la silueta de Vexus y la tienda destrozada. No tenía ningún apego especial por los Stax, pero ver a Vexus tan seguro de sí mismo le daba ganas de estropearle el momento. Luego, algo más captó su atención: el tenue resplandor anaranjado que comenzaba a brillar entre los restos de la lona caída. Zylus se quedó inmóvil un instante, pestañeando. Luego, su expresión cambió por completo. Sus ojos se abrieron como platos cuando el fuego se avivó con el viento helado, lamiendo la tela y la madera con hambre creciente. Con Ky dentro. —¡Las cosas! —casi saltó, señalando el desastre, alzando las manos en un gesto dramático. Bash se quedó congelado en su posición, desconcertado— ¿Las cosas…? —Oye, pero... ¿y Maya? —quiso decir Rynoh, pero su líder negó. Zylus ya había tomado su decisión— ¡Cambio de planes, Battacor! ¡Vamos a salvar nuestras cosas! El líder ya se dirigía a la tienda en ruinas, con la determinación de alguien que acababa de perder un tesoro invaluable. Bash fue tras él sin dudarlo, y Rynoh, mascullando una maldición, terminó siguiéndolos.
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