Capítulo 13 : Beneficio
23 de noviembre de 2025, 23:36
Maya regresó agotada de su misión con los Radikor. Habían encontrado kairu en dos ocasiones y luchado ferozmente contra el equipo Stax. Fue especialmente difícil enfrentarlos con plena consciencia, ya que tuvo que fingir odio y actuar como si realmente quisiera lastimarlos. Cada golpe que daba le pesaba en el alma, pero su papel no le permitía mostrar dudas.
Zane no le dio tregua en ningún momento. Rondaba a su alrededor, lanzándole órdenes con un tono autoritario, como si pudiera intimidarla. Contradecía todo lo que decía, hasta lo que no tenía forma de contradecirse. Incluso, Maya se dio cuenta de que no la dejaba sola en ningún momento y que parecía tenerla en la mira constantemente. Quien sabe si Lokar lo había apalabrado antes de salir y el chico era ahora su guardia de seguridad.
Pero Maya, que sabía exactamente lo que ocurría, entendió que debía ponerle un alto a eso antes de que las cosas se pusieran difíciles. Decidió enfrentarlo. Lo retó a un duelo kairu uno contra uno. Solo entonces Zane pareció entender que ella no se dejaría dominar. Había sido una batalla dificil, porque Zane guardaba mucho odio y mucho rencor en su interior corrompido, lo que le daba el combustible para lastimar sin contemplaciones.
No obstante, ahora, él caminaba por el refugio con la nariz rota y una expresión de furia contenida. Eso no fue dentro de la batalla, sino al momento en el que ambos se estaban dando la mano después de un reñido empate. Zane la había intentado doblegar para ponerla en el suelo, para humillarla con su fuerza bruta superior, pero Maya usó su agilidad y le asestó un puñetazo.
Esto sirvió para que todos la respetasen más, hasta el punto de interponerse entre ella y Zane para que este no respondiera al golpe que le había torcido la nariz. Zair y Techris parecían satisfechos. Ver a Maya imponerse de esa manera había fortalecido su respeto por ella como líder.
Maya llegó al refugio más tarde de lo que había planeado, cubierta de polvo y con raspones visibles en su piel oscura. Estaba segura de que Nexus ya habría ido a buscarla a la habitación que Lokar le había asignado y, al no encontrarla, probablemente se habría marchado. Aun así, decidió buscarlo. Con cansancio acumulado pero determinación, se dirigió al pequeño cuarto que había visto en sus exploraciones mentales, el lugar al que sabía que Nexus solía ir.
Maya tocó la puerta dos veces y esperó. Podía sentir la presencia de Nexus al otro lado, pero decidió que era mejor no irrumpir sin previo aviso. Unos segundos después, la puerta se abrió, revelando a Nexus con una expresión tensa y difícil de descifrar, como si algo lo incomodara profundamente. Antes de que pudiera decir nada, algo detrás de él llamó la atención de Maya.
Detrás de él, Maya captó un movimiento y un par de ojos verdes que la observaron con descaro. Vexus, apoyado con desidia en la pared del fondo, la miraba con una sonrisa torcida, esa que hacía hervir la sangre de cualquiera. Era la misma mueca de superioridad que tanto detestaba en él y en otros E-Teens
—Vaya, Nexus, tienes visitas. —La voz de Vexus rezumaba burla, alargando cada palabra como si saboreara el momento. Su mirada recorrió a Maya lentamente, deteniéndose apenas en sus manos y su postura. —¿Es para... charlar? Porque no sé ustedes, pero normalmente, las conversaciones a estas horas tienen un propósito mucho más interesante.
Maya frunció el ceño y entrecerró los ojos, sintiendo cómo las mejillas se le encendían. Antes de que pudiera responder, Vexus continuó, levantando una ceja con aire teatral.
—No me digas que planeas quedarte toda la noche. —Se giró hacia Nexus, su sonrisa ensanchándose mientras lo señalaba con un dedo acusador—. ¡Hermanito! No sabía que eras tan travieso. Aunque claro, —añadió, volviendo su atención a Maya— entiendo perfectamente el interés. Supongo que no vienes con las manos vacías, ¿verdad? Tal vez un poco de café... o el desayuno para mañana.
La burla descarada hizo que Maya diera un paso hacia él, los labios apretados y los ojos brillando con rabia contenida— ¿No tienes algo mejor que hacer, Vexus? Como, no sé, encontrar un poco de dignidad. Si es que te queda algo.
El chico soltó una carcajada, inclinándose hacia adelante como si lo que acababa de escuchar fuera la mejor broma de su vida— No te preocupes por mí. Estoy perfectamente bien con lo que tengo. —lanzó una mirada a ambos con evidente sorna— Pero no como ustedes lo estarán, pronto, evidentemente.
Nexus, bajó la mirada y se frotó la nariz con el dorso de la mano— ¿Puedes venir después, Maya? Hoy Vexus está en modo imbécil. —le murmuró a Maya con evidente incomodidad.
—No, hermano, de todas formas ya terminamos aquí. —Vexus se desperezó con desdén y cruzó la habitación hacia la salida, sin molestarse en disimular su actitud altanera—. Que disfruten su "charla", hermanito. Se ve que tendrás acción por muchas horas.
Con un último gesto de burla, Vexus se dirigió hacia la salida. Al pasar junto a Maya, la golpeó con el hombro intencionalmente, provocándola aún más. Su risa burlona resonó por el pasillo mientras desaparecía, dejando tras de sí un rastro de incomodidad y furia.
Nexus se hizo a un lado para permitir que Maya entrara. Ella, aún asimilando el descaro de Vexus, lo siguió con la vista hasta que desapareció. Nexus, todavía junto a la puerta, soltó un suspiro y cerró con firmeza. No dijo nada, pero Maya pudo notar el leve rubor en sus mejillas. Para alguien que se jactaba de ser imperturbable, Nexus no lo estaba consiguiendo en absoluto.
Maya respiró hondo, intentando mantener la calma a pesar de la irritación que hervía bajo la superficie. —Tus hermanos siguen siendo... como siempre. —comentó finalmente, su voz cargada de una ironía seca mientras apretaba los labios en un esfuerzo por contener su frustración— Parece que disfrutan encontrar nuevas formas de irritar y burlarse de todos.
Nexus levantó la vista, la sombra de una sonrisa amarga dibujándose en su rostro. —Y eso que Vexus es el más blando de los tres. —Se encogió de hombros con un gesto resignado— Es Hexus de quien deberías cuidarte, él es el que contiene mayor cantidad de oscuridad.
Ella alzó una ceja, incrédula. —¿En serio? Yo los veo exactamente iguales. —Su tono dejó entrever desdén, pero también algo de confusión—. Si no fuera por sus ojos y el símbolo en el pecho, pensaría que estoy viendo triple.
Él dejó escapar una risa seca, sin rastro de humor. —Cuádruple —corrigió, señalándose a sí mismo—. Yo sigo siendo como ellos también... solo que más apagado, supongo.
Maya lo miró fijamente, sus ojos dorados brillando con una intensidad que lo obligó a sostener su mirada. —No. Tú ya no eres igual. —La firmeza en su voz lo hizo parpadear, desconcertado por la seguridad en sus palabras— De eso estoy segura.
Nexus se aclaró la garganta. Algo en su pecho se revolvió, un calor incómodo que no sabía si era alivio o desconfianza. Aunque el pasillo estaba vacío, echó un vistazo largo y nervioso antes de cerrar la puerta con cuidado. Ladeó la cabeza, como si quisiera analizar a Maya más a fondo, pero al final decidió no responder, en busca de un cambio de tema.
Maya no podía leer sus pensamientos, pero la burla de Vexus seguía resonando en su mente hasta que se perdió por el pasillo y él cerró la comunicación telepática: esa idea maliciosa sobre lo que alguien podría imaginar al verlos juntos, a solas, tan entrada la noche. Por supuesto, Nexus sabía que esas suposiciones eran absurdas. Su propio cuerpo no funcionaba como el de los demás. Aun así, no pudo evitar sentir una incomodidad punzante mientras giraba el cerrojo y se apoyaba contra la puerta.
La incomodidad no desapareció ni cuando Maya rompió el silencio con su pregunta directa— ¿Por qué Vexus estaba aquí? —inquirió, con un tono que mezclaba curiosidad genuina y un dejo de recelo.
Nexus frunció el ceño, no queriendo profundizar en un tema que ni siquiera él estaba listo para analizar— No te incumbe —respondió con sequedad, su voz más cortante de lo que pretendía.
Maya arqueó una ceja, claramente poco impresionada— Claro, olvidé lo accesible que eres, Nexus. —dijo con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Aunque sus palabras estaban teñidas de sarcasmo, había en ellas una ligereza que sugería que no se ofendía realmente— Solo espero no haber interrumpido nada importante.
Él desvió la mirada, sus dedos jugando con el borde del guante de trabajo aún en su mano izquierda— No importa. —murmuró al fin, como si quisiese descartar tanto sus palabras como la incomodidad que aún lo inquietaba— Lo mejor será ir al grano.
Maya suspiró, realmente el chico era un caso perdido. Ni con el kairu bueno era posible cambiar toda su esencia incrédula y distante. Aunque, si era completamente honesta consigo misma, los cambios, aunque sutiles, eran visibles. Él la dejaba entrar en su cuarto, algo impensable hacía semanas. Además, hablaba más, aunque sus palabras fueran cortantes, y sus defensas, aunque aún firmes, parecían ceder poco a poco ante sus intentos de acercamiento.
Maya lo observó en silencio mientras un torbellino de pensamientos pasaba por su mente. ¿Era suficiente con estos pequeños avances? ¿Valía la pena seguir intentándolo, o él terminaría por alejarla del todo? Pero había algo en sus ojos—en esos ojos azules, mecánicos e inhumanos—que la hacía mantenerse firme. Porque detrás de su frialdad y reserva había dudas, muchas, y tal vez también miedo.
El contacto visual entre ambos se extendió, Nexus permanecía inmóvil, con esa expresión imperturbable que ella ya había aprendido a leer. No era simple indiferencia, era análisis, una mirada que la estudiaba como si intentara descifrarla, como si cada palabra que pensara decir requiriera una cuidadosa deliberación.
Ella, a la expectativa, no apartó la mirada, esperando que él decidiera hablar primero. Había aprendido que forzarlo nunca daba resultados. Él era como una puerta oxidada que se abría solo con paciencia. Finalmente, Nexus dejó escapar un leve suspiro, desviando apenas la mirada hacia el suelo.
—Sé dónde están los depósitos de kairu oscuro. —dijo de pronto, sin rodeos, rompiendo la tensión— Pero no te lo diré hasta que veamos cómo esto me beneficia.
—¿Qué? —Maya arqueó una ceja, cruzándose de brazos— ¿No te basta con humillar a tu maestro?
—Él no es el único del que deseo vengarme... y ya no es mi maestro. —El rostro de Nexus se endureció mientras su tono adquiría un filo cortante— Los Battacor tampoco me lo han puesto fácil. Si encontramos una forma de ponerlos a ellos en la mira de Lokar cuando parte del kairu desaparezca, incluso tú podrías salir ilesa ¿Lo entiendes? todos ganamos de alguna forma, incluso podrías seguir aquí con tu fachada otro tiempo más, y dar un segundo golpe más adelante, mayor, acaparando todo el kairu.
Maya reflexionó unos segundos, sopesando las palabras de Nexus. El chico era inteligente, calculador e inteligente. De hecho, eso era peligroso antes de cualquier cosa.
—Sí... entiendo. Pero... ¿no nos tomará más tiempo?
Él se encogió de hombros, como si no le importara— También puedes olvidarte de mí, hacerlo tú misma con tu visión remota y vértelas sola con los E-Teens y Lokar.
Ella torció una sonrisa— Aún conservas algo de lo que tienen tus hermanos, esa arrogancia, pero eres diferente. Eso es lo que me hace confiar en ti. Está bien, Nexus, así será.
Maya extendió la mano hacia él. Nexus, sin decir nada, se quitó el guante que llevaba puesto, uno desgastado y tosco, hecho para trabajo de carpintería que había sido su trabajo los últimos días. Había reparado goteras y grandes surcos en la madera que dejaban pasar corrientes de aire. Parecía que la princesa Diara se quejaba de sus pies fríos desde hace un mes y ningún sirviente había querido reparar su techo. Eran guantes muy distintos al equipo que usaba como parte de los Hiverax. Su piel, más clara y vulnerable, rozó la de Maya mientras estrechaban sus manos. Por un momento, sus miradas se encontraron. El azul y el dorado fijándose unos segundos.
Ella sonrió, brillando con un entusiasmo genuino— Al fin algo bueno salió de todo esto.
Nexus frunció el ceño, desconcertado— ¿Qué?
—Tú —respondió ella con naturalidad, su sonrisa ampliándose.
—Yo soy yo, no exageres —sonrió de medio lado él.
—No, me refiero a que has cambiado tanto que sé que tendremos éxito en esto porque tú estarás ayudándome. —su mano ejerció un suave apretón mientras lo decía— Siento que puedo confiar en ti.
Nexus pensó en esto y contrario a todo, se sintió más alejado de su pasado que nunca— No digas más eso. —gruñó con suavidad— No me hace sentir bien ser diferente.
—Bien.. yo... lo dejaré de decir... —aceptó ella, sorprendida de la honestidad del chico ciborg— Pero debes entender que ya no eres parte de los Hiverax, que ya no eres el mismo interior y exteriormente.
—Ya no pertenezco al lado oscuro ¿es eso lo que quieres decir? —murmuró.
—Eso no es nada malo, Nexus. Es más, cuando todo esto termine, puedes regresar conmigo al monasterio. —la idea sorpresivamente la hace sonreír aun más— Serías un guerrero kairu, de nuevo, pero del lado bueno, Nexus. Tendrías una habitación en el X-Scaper con Ky, Boomer, Mookee y yo. Saldríamos de aventuras juntos a buscar kairu y aprenderías nuestras bases. Ya no más lavar trastos y cocinar, ya no más ser sirviente. ¡Serías importante de nuevo!
Por un instante, Nexus sonrió sin darse cuenta. Pero al procesar sus palabras, la expresión desapareció. La miró con atención, buscando algún rastro de sarcasmo o mentira, pero solo encontró sinceridad en su rostro.
—No pensemos en el después. —murmuró, desviando la mirada— Será mejor que regreses a tu cuarto.
Solo entonces ambos notaron que seguían con las manos entrelazadas. Nexus soltó su agarre con rapidez, apartándose, dio un paso atrás, evitando mirar directamente a Maya, mientras ella bajaba la vista a sus propias manos. Aún sentía el calor residual del toque, como un recordatorio silencioso de que, pese a todo, él seguía siendo más humano de lo que quería admitir.
—Lokar me... —Nexus carraspeó, intentando recomponerse, aunque el leve titubeo en su voz lo delataba— me ordenó conseguir los pergaminos que necesitas para tus estudios. —Su ceño se frunció, y por un instante pareció perdido en sus pensamientos, como si su mente se hubiera quedado atrapada en aquel breve contacto en lugar de concentrarse en lo que decía— Están en la biblioteca, en un anaquel accesible. Hay una sección al fondo, con luz natural y una ventana. Podrás trabajar ahí sin interrupciones.
Hizo una pausa, y Maya, aún sosteniendo su mirada, notó cómo su semblante se endurecía al cambiar de tema— También Lokar dijo que debes presentarte mañana al amanecer en su salón de entrenamiento. —La seriedad de su tono no dejó lugar a dudas— Quiere volver a probarte con esa roca.
Maya apretó los labios. Era evidente que la idea no le agradaba en absoluto, pero también sabía que no tenía opción. Suspiró, intentando esconder su desagrado, y luego decidió abordarlo desde otro ángulo.
—¿Por qué no me acompañas? —preguntó, tratando de sonar casual mientras cruzaba los brazos— A entrenar, digo. Estoy segura de que sabes más movimientos interesantes de los que mostraste en los retos de Kairu.
Nexus levantó una ceja, casi como si considerara la idea por un breve instante, pero pronto recuperó su actitud indiferente. Con un movimiento calculado, se giró hacia la puerta y la abrió, señalando con un gesto claro que la conversación había terminado.
—Tengo cosas más importantes que hacer. —Su voz, aunque cortante, llevaba un ligero dejo de burla— Pero si se lo pides a tu maestro, tal vez te permita usarme como saco de boxeo.
La sombra de una sonrisa burlona cruzó su rostro antes de que volviera a mirar al pasillo, dándole a Maya la oportunidad de salir. Ella lo observó un momento más, con una mezcla de frustración y algo que no alcanzaba a definir. Finalmente, dejó escapar un leve suspiro y cruzó el umbral, aunque la sensación de haber sido rechazada quedaba rondando en su pecho.
—¿Cuándo comenzaremos con el plan? —dijo antes de que él cerrase la puerta.
—Dices que confías en mi, así que no tienes de qué preocuparte —murmuró él— yo te avisaré lo que haremos.