ID de la obra: 1433

Doble lealtad

Het
R
En progreso
2
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planificada Midi, escritos 137 páginas, 71.131 palabras, 26 capítulos
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Capítulo 17 : Cómplice

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Tres seres idénticos el uno del otro entraban por la ventana del cuarto común de los Hiverax. A diferencia de las demás salas comunes de otros E-Teens, la de los ciborgs era solo un cuarto vacío, lleno a rebozar de maquinas extrañas en los rincones, dejando en medio solo una mesa con papeles y mapas encima. Había mucho gris, sin mencionar las sombras solo melladas por luces de pantallas e interruptores. Había un contenedor kairu oscuro, pequeño, en medio de la mesa, que proyectaba un oscuro resplandor purpúreo.  Vexus fue el primero en entrar por el ventanal y aterrizar como acróbata en medio de la sala. Los papeles oscilaron con la corriente de aire, mientras él se incorporaba e iba a una esquina, donde un contenedor de kairu reforzado tenía un panel cromado. Ahí colocó su X-Reader que rápidamente descargó la energía recolectada.  Hexus y Dexus, sus figuras oscuras se movieron con paso confiado al interior de la sala. Hexus se apoyó en la mesa, dejando un rastro de sangre oscura que goteaba con un sonido hueco sobre el metal frío. Un corte profundo se extendía por su espalda, desgarrando tanto carne como componentes mecánicos. Sus labios se torcieron en una mueca de dolor contenida, mientras los ojos amarillos de Dexus analizaban la herida con precisión clínica, su brillo reflejando las luces parpadeantes de las máquinas cercanas. —Tienes suerte de seguir caminando, hermano —comentó Dexus, con una mezcla de ironía y desapego mientras sus ojos amarillos recorrían la herida con detenimiento— ese tipo estuvo a punto de cercenarte la columna. —Pero no lo hizo. —respondió Hexus, con una pequeña y fría sonrisa desafiante— Hubiera querido que lo intentara. —Talvez si Dexus no se hubiera creído tan valiente como para ir solo —comentó Vexus fingiendo divagar— no habríamos tenido la necesidad de ir a salvarlo y ahora estarías en una pieza. —No insistas, Vex. —le cortó el del símbolo rojo, resoplando, tratando de mantenerse consciente— Y sigo en una pieza, solo que estoy roto. Fueron movimientos deliberados, pero efectivos. Los ojos amarillos se fijaron con cierto triunfo en Vexus mientras le daba una sonrisa de superioridad. Vexus se cruzó de brazos y bufó por lo bajo— No entiendo porqué lo sigues defendiendo, es como la quinta vez que tú o yo resultamos heridos por culpa suya. —Gracias a mi hemos conseguido más kairu que nunca. —siseó Dexus, volviendo a levantar la mirada de la espalda de su hermano para mirarlo a él con fijeza— Por primera vez en años el equipo Stax ya no es un problema para Lokar.  —¿Quieren callarse los dos y ayudarme? —les recriminó con dureza Hexus, mirándolos alternativamente para dejar clara su postura. Cuando se hallaban los tres en la misma sala no era necesario hablar por telepatía, por lo que esta conversación se llevaba a cabo verbalmente. Aun así, emociones fugaces se colaban en su red compartida, ecos de irritación, dolor, agotamiento y algo parecido al orgullo. Dexus había tomado el mando desde que ingresó al equipo, y sus palabras eran casi una ley. Lokar había colocado una programación en Hexus y en Vexus para que lo siguieran a donde fuera e hicieran lo que dijera el chico del símbolo del búho amarillo.  Esto no era así cuando Nexus estaba con ellos. Cuando eran un trío de hermanos, sin un líder o una voz que lo dominara todo, dando ordenes. Cada uno se regía por un bien común, en la búsqueda del mismo objetivo. Eso, hasta que Nexus se individualizó de esa forma extraña en la que lo había hecho antes de ser degradado. —El soldador —ordenó el ahora líder— antes de que a nuestro hermano se le acabe la sangre. Era un comentario bastante más exagerado de lo usual, cruel incluso, pero ni Hexus ni Vexus se lo tomaron en serio. El chico de ojos verdes consiguió la herramienta y se la lanzó a su hermano más reciente, Dexus la cogió en el aire sin problemas. Hexus se retiró con lentitud la parte de arriba del traje armadura, para dejar mayor acceso a su hermano a las heridas. Bajo la luz pálida, quedaron al descubierto componentes metálicos integrados a su carne, cicatrices antiguas y suturas más recientes. Al primer contacto del soldador, el calor del fuego se extendió a partes biológicas, arrancándole un gruñido bajo. —El maestro Lokar nos reparaba cada vez que nos rompíamos —murmuró Hexus, la voz entrecortada por el dolor, la respiración pausada, como si no pudiera siquiera concentrarse en otra cosa que no fuese el estallido de calor en la herida. —Eso fue antes de Nexus —añadió el de ojos verdes, tomando asiento frente a la máquina extractora de kairu, poniendo el X-Reader de otro de sus hermanos y esperando a que se descargara para destrabarlo y colocar el siguiente. Este kairu pasaba directo a los depósitos subterráneos. Solo ellos, el equipo de confianza de Lokar, tenía esa ventaja. —Maldito cobarde... Nexus debía de habernos dicho lo que haría... Debió compartirnos sus pensamientos... sus intenciones... —masculló Hexus, entre muecas de dolor. Mientras resistía al dolor lacerante apretando los dientes, los puños y los ojos cerrados, por su parte él usaba de cuando en cuando un laser para regenerar el traje en las áreas cortadas. Las manos le temblaban, por lo que no era tan preciso en esta reparación. La sangre seguía goteando en el suelo, oscura contra el brillo metálico, aunque no lo pareciera, había sido una herida importante. Resquicios del dolor pasaban a sus hermanos, que estaban tan pálidos como él. Vexus se acercó para darle su apoyo a Hexus, colocando una mano sobre su hombro antes de volver a su propio trabajo. El chico de ojos rojos le dedicó una mirada de reconocimiento mientras el cálido agradecimiento se colaba de su conciencia a la suya. —Ese chico trama algo —murmuró Dexus mientras apartaba el soldador, observando cómo el metal recién fusionado emitía un leve brillo naranja antes de enfriarse. Sus ojos amarillos chispeaban con desconfianza, reflejando más que la luz de las máquinas a su alrededor— Nexus demostró ser más diferente de lo que Lokar o cualquiera esperaba. Lo noto en su forma de moverse, en la manera en que evita mirarnos de frente. Está acumulando odio contra todos... Quiere vengarse... del maestro, y de nosotros. Su voz, aunque serena, contenía un peligroso tono que cortaba el aire entre ellos. —Te equivocas, Dex. —intervino desde donde estaba, apoyado en la pared con los brazos cruzados. Su figura tensa por la situación de Hexus parecía contrastar con la gravedad de sus palabras— Nexus no tiene interés en nosotros. Nosotros estamos en paz con él. El soldador chisporroteó, rompiendo el silencio que siguió a la declaración de Vexus. Hexus soltó un gruñido bajo— No sabes de qué hablas, Vex... —dijo entre dientes el chico del símbolo del carnero rojo, con una respiración entrecortada mientras el calor metálico de su blindaje interno aún le quemaba los nervios— No lo vi agradecernos cuando salvamos su estúpida... estructura metálica de los battacor. El desprecio goteaba de sus palabras como aceite quemado, oscuro y corrosivo. Vexus, sin girarse del todo, dejó escapar una sonrisa casi burlona mientras sus ojos verdes parpadeaban con una chispa de humor negro. —¿Si sabes que su "estructura" es la misma que la tuya, la mía y la de Dexus, no? —dijo, arqueando una ceja con una calma que solo encendió más la irritación en el aire— Somos idénticos, los cuatro. Dexus dejó caer el soldador sobre la mesa con un golpe seco, las luces de la sala oscilando por un instante. Se inclinó hacia Vexus, su mirada amarilla fija en la de su hermano como si quisiera perforar su armadura, tanto la física como la emocional. —No nos ofendas, hermano. —gruñó, su tono bajo y amenazante— No somos iguales. Nexus es diferente ahora, demostró ser débil y temperamental. No pertenece a nuestra élite, nunca lo hizo. Vexus percibió la oleada de desprecio que su nuevo hermano sentía por la traición de Nexus y se dio cuenta de que no podía ponerse a defenderlo. Solo dejaría en lugar su propia parcialidad. En el rincón, el contenedor kairu emitía su resplandor púrpura, arrojando sombras inquietantes sobre sus rostros, como si las paredes mismas estuvieran escuchando. Hexus, por su parte, terminando la reparación de su traje y exhausto, se dejó caer en una silla, sentándose al revés con el pecho apoyado contra el respaldo de madera. Su rostro estaba pálido, un sudor fino perlaba su piel, la mezcla de dolor físico y agotamiento emocional pesándole más de lo que quería admitir. —Dejemos ese tema. —suspiró con fastidio, negando con la cabeza mientras pasaba una mano por su frente— Debemos concentrarnos en la misión que aún no completamos. Lokar se está impacientando... hay mucho kairu de por medio, como el que conseguimos en la luna de Circe. Si lo conseguimos, hasta nos ganaremos la indulgencia de Lokar. —Lokar está concentrado en Maya. —se burló Vexus con un destello de ironía en su voz— Tenemos tiempo, solo necesitamos saber cuándo y dónde atacar para conseguir el cargamento y traérselo al maestro cuando menos lo espere. El sonido metálico de unas pinzas rompiendo el silencio llamó su atención. Dexus había tomado asiento en una esquina, su postura rígida mientras enhebraba una aguja curva de sutura esterilizada, de aspecto inquietante. Sus ojos amarillos los observaban con una intensidad que les resultaba difícil sostener. —Hermanos, —dijo al fin, su tono firme y decidido— yo opino que debemos deshacernos de Nexus. Vexus y Hexus alzaron la vista al unísono, el impacto reflejado en sus rostros. A pesar de su entrenamiento para mantener sus emociones bajo control, las palabras de Dexus habían logrado romper esa fachada. Como una onda expansiva, retazos más intensos del dolor físico de Hexus comenzaron a filtrarse en la consciencia de los otros dos, junto con la sorpresa que la declaración les había provocado. —Estás sugiriendo que hagamos lo mismo que él intentó y que lo llevó a la degradación —espetó Vexus, con una mezcla de escándalo y frialdad en su voz. Su rostro permaneció impasible, pero estaba claro que la idea lo había tocado más de lo que quería admitir. Era evidente que luchaba por mantener sus verdaderos sentimientos enterrados bajo capas de control. —Estoy sugiriendo un acto preventivo para eliminar una amenaza. —corrigió el chico, acercando su asiento al asiento de Hexus, quedándose de espaldas a él, de frente a su herida. —¿Porqué? —murmuró Vexus, con cautela, probando el terreno. —Es evidente porqué, Vex... —rodó los ojos rojos antes de que Dexus iniciara la sutura y la voz se apagó en su garganta, ahogada por un gruñido. El dolor, tangible y crudo, atravesó la red compartida, filtrándose en las mentes de los tres hermanos como un aguijón invisible. Fue un instante fugaz, pero suficiente para que Dexus y Vexus intercambiaran una mirada cargada de mutua comprensión. Sin decir palabra, el líder se desconectó el chip de entrelazamiento mental con un movimiento rápido, dejando a Hexus solo con su sufrimiento. Un gesto frío, calculado, que resaltaba la desconexión emocional que nunca fingió no sentir. Vexus vio este acto como de lo más bajo posible. Él tenía maldad, Vexus era consiente de ello, pero no era un monstruo sádico y frívolo como Dexus. Lo miraba y veía un cascarón vacío de todo sentimiento bueno. Por lo menos ellos se tenían el uno al otro con Hexus. El chico de ojos verdes se acercó al de ojos rojos para volver a darle su apoyo, sintiendo parte del dolor lacerante y penetrante alcanzarlo a él también. Podía verlo en su hermano, él tampoco quería eliminar a Nexus, por mucho que se atrincherara tras el enfado que sentía por él, no podía evitar seguir extrañándolo como Vexus lo hacía. Dexus, con una precisión inhumana, retomó la sutura. Sus manos se movían con la destreza de un cirujano, pero su mirada amarilla, fija en la carne sintética y biológica de su hermano, no reflejaba más que una gélida indiferencia. —Preguntas porqué, Vexus... Porqué deshacernos de Nexus. Porque lo han visto muy cercano a Maya —murmuró finalmente, su tono bajo pero cargado de desdén—. Y es claro que esa chica no está aquí por amor a su abuelo. —Resopló, tirando del hilo para cerrar el último punto—. Está aquí con un propósito, y tarde o temprano descubriremos cuán malo fue permitirle cruzar nuestras puertas. Les aseguro que el impacto será insuperable. Vexus, quien hasta entonces había permanecido apoyado contra la pared, observaba en silencio. Sus ojos verdes seguían el rastro de sangre oscura que goteaba lentamente desde la herida de Hexus, perdiéndose entre las grietas del suelo metálico. Pero su atención se desvió cuando, con el rabillo del ojo, captó un tenue destello azul en uno de los sensores kairu. El parpadeo era sutil, casi imperceptible, pero suficiente para activar sus alarmas. Sin decir nada, se acercó al interruptor principal y examinó la pantalla con cuidado. El monitor indicaba un flujo de kairu moviéndose en la habitación, como si algo—o alguien—estuviera manipulando la energía sin ser detectado. —Deshacernos de Nexus no es la solución —resopló Hexus, cansado. —¿Entonces qué piensas hacer? —lo interpeló con fuerza Dexus, dándole un empujón en el hombro, dejándole una marca sanguinolenta— Cuando se alie con Maya, si no lo ha hecho ya, Lokar lo torturará hasta la muerte. Es más practico acabar con él ahora. El chico de ojos verdes no sabía si lo que sentía por sus hermanos era o no aprecio fraternal. Es decir, los veía y se veía a si mismo. Pero siempre, de alguna forma, se sintió más cerca de Nexus incluso por encima de Hexus a quien también estaba unido por más que solo biología y telepatía. Eso lo había llevado a buscar a su hermano renegado e intentar ayudarlo. Él sabía que tramaba algo con Maya, eso le fue evidente cuando la chica llegó al cuarto de Nexus cuando ambos estaban juntos hablando. Pero a pesar de que le generaba molestia, fastidio, hasta odio que su hermano confiase en una ex enemiga antes que en él, aún así eso no evitaba que él siguiese queriendo ayudarlo. Porque, a pesar de todo, Vexus no podía evitar pensar que el cambio en Nexus demostraba algo más que simple metamorfosis. Quizá, solo quizá, había algo más allá de la oscuridad en la que ellos vivían. Algo que Nexus veía y que ellos eran incapaces de alcanzar. Y que talvez podrían conseguir en un futuro. Volver a ser los tres hermanos de nuevo... ellos tres contra el universo... No podía anhelar nada más. El parpadeo del sensor volvió a captar su atención, y Vexus entrecerró los ojos, sus dedos rozando el borde del interruptor. ¿Qué estaba ocurriendo en esa habitación? ¿Era solo un fallo en el sistema, o una advertencia de que algo más grande se estaba gestando bajo su vigilancia?  —Eres un cobarde. —le siseó Dexus, con frialdad— ¿Sirves a tu maestro o te sirves a ti mismo? —A Lokar, por supuesto... —se rindió Hexus con un murmullo iracundo— Ninguno de nosotros tiene opción, fuimos creados para ello. —Entonces debemos pensar en su seguridad antes que en la nuestra o en el apego fraternal. —reiteró Dexus, limpiando la herida— A partir de ahora, trazaremos un plan estructurado para deshacernos de Nexus, yo soy el líder aquí y me obedecerán ambos. Vexus decidió no decir nada, al menos por ahora. Hexus gruñía en su asiento mientras Dexus terminaba el trabajo con fría eficiencia, y la tensión en el aire era palpable. Cualquier palabra equivocada podría romper el frágil equilibrio que los mantenía juntos. De la nada lo vio. En la oscuridad de la habitación, Vexus observó algo brillante en una esquina del cuarto. Era el X-Comm de Maya, una pulsera literalmente de oro que ella portaba en su muñeca izquierda, se lo habían quitado la tarde que ella se entregó al lado oscuro. El objeto se estaba moviendo, rodeado de un brillo azul de la energía kairu. Entonces, y solo entonces, Vexus se dio cuenta de lo que ocurría. No solo confirmaba que ocurría algo, sino que le dejaba patente que Maya era más poderosa de lo que aparentaba. Era claro que tenía un plan junto a Nexus, que lo había arrastrado con ella y que ese comunicador era para pasar información al equipo Stax. Vexus tenía razón en todo. Pero ahora debía decidir. ¿Debía dejar que su hermano hiciera lo que quisiera o de plano debía hablarlo con los demás? Ahora o nunca ¿debía intervenir?  Con cuidado, deslizó el chip de telepatía que lo unía a Hexus y a Dexus, para reemplazarlo con el que compartía con Nexus en el espacio vacío. La sensación de la conciencia de su hermano, vibrante y de emociones intensas, lo abrumó como si destapara un bote de perfume nuevo justo debajo de la nariz. —Nexus... —llamó mentalmente, con urgencia y reproche— contesta, hermano. La respuesta mental de su hermano le llegó instantánea, teñida de sarcasmo— ¿Ya no estás haciendo berrinche? Vexus rodó los ojos, reprimiendo un gruñido de frustración. Incluso ahora, Nexus seguía con sus juegos— Maya se está intentando llevar su comunicador de nuestro cuarto común. Tú tienes que ver en esto ¿verdad? El silencio que siguió fue casi opresivo, un vacío cargado de tensión que parecía durar siglos. Vexus pudo sentir cómo Nexus evaluaba sus opciones, sopesando las consecuencias. Finalmente, su voz mental rompió el mutismo: —Vexus, escucha... —¿Me lo dirás todo? —le murmuró él mentalmente, interrumpiéndolo tajante, dejando que Nexus sintiese el peso frío y latente de su amenaza llegar hasta su conciencia— ¿O prefieres que se lo diga a los demás? La presión mental que ejercía sobre Nexus era palpable, aunque ahora solo lo presionase falsamente para que hablase. Nexus pareció darse por vencido, o al menos así se sintió en la conexión. —Está bien, lo haré, te lo diré. Permítele a Maya llevárselo, Vexus, me has dicho que quieres ayudarme... demuéstramelo. Vexus se puso de pie, sus movimientos deliberados. Se colocó frente al X-Comm flotante, bloqueando la vista de sus hermanos. Hexus y Dexus, ocupados en sus propios problemas, apenas levantaron la vista, seguían disertando al respecto del tema. Aprovechó la distracción para acercarse a la ventana, el frío cristal empañándose con su respiración agitada. No sabía si hacía o no lo correcto. Con una última mirada al objeto, abrió la ventana apenas lo suficiente. La energía kairu que rodeaba el comunicador pareció intensificarse, como si reconociera la oportunidad. Flotó hacia afuera en completo silencio, desapareciendo en la negrura de la noche. Vexus cerró la ventana con cuidado, su mente un torbellino de dudas. Había dado un paso que no podía deshacer. —Más te vale tener una buena excusa. —masculló. El agradecimiento de su hermano se sintió como un respiro del aire fresco del otro lado de la ventana. Pero el chico no dejó que su hermano respondiera, se quitó el chip con fastidio, guardándolo en su bolsillo. —Trazaremos un buen plan, primero dormiremos. —anunció Dexus, echando la aguja curva ensangrentada a un cuenco de aluminio con alcohol— Pronto verán, hermanos, que esto es lo que se debía hacer desde el principio. Hexus se levantó, tembloroso y mascullante, sin despedirse directo a su cama. Pero Vexus lo sostuvo del brazo antes de que saliera. —Te ayudaré a lavar el resto de la sangre —le dijo, pero cuando Hexus iba a restarle importancia, Vexus lo miró de forma significativa. —Hasta que se te ocurrió hacer algo útil, Vex. —alzó la voz el líder desde el otro lado de la sala, ya listo para ir a su cama en la litera compartida.  El chico de los ojos verdes esperó a que su reciente hermano se fuera, y luego arrastró a Hexus a los baños, cerrando la puerta tras él y abriendo las llaves de agua en su máxima potencia. Solo entonces Vexus resopló, esto lo sobrepasaba, ahora él también era un cómplice del traidor de su hermano y estaba por involucrar a su otro hermano. Si Lokar se enteraba, los despedazaría a los tres y arrojaría a un horno fundidor las partes.
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