ID de la obra: 1433

Doble lealtad

Het
R
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2
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planificada Midi, escritos 137 páginas, 71.131 palabras, 26 capítulos
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Capítulo 23 : Las grutas

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Los chicos del equipo Stax no entendían qué estaba pasando, pero la incomodidad en el aire era innegable, un hormigueo eléctrico que les erizaba la piel. Nunca antes habían visto a los Hiverax agarrarse la cabeza de esa forma, los músculos de sus mandíbulas estaban tensos hasta el punto de parecer que sus dientes crujirían hasta partirse. Se tambaleaban como si un impacto invisible los estuviera azotando desde adentro, un latido discordante que retumbaba en sus cráneos de metal y carne. Maya reaccionó sin pensar, sus pasos fueron rápidos y sus dedos buscaron el brazo de Nexus antes de que este terminara de deslizarse contra la pared. —¿Qué es? —su voz temblaba entre la alarma y la impotencia, mientras su mano se aferraba instintivamente al del chico— ¿Qué ocurre? Nexus no respondió. Mantuvo los ojos cerrados, su respiración se entrecortaba. El pulso en sus oídos sonaba errático en sus oídos y un par de rechinidos se colaron entre sus pensamientos. Su sistema estaba en paro casi total, una luz de alarma parpadeaba dentro de su cabeza... o talvez era su imaginación. Era como si intentara ordenar su mente en medio del caos. Luego, cuando finalmente los abrió, sus pupilas brillaban con un destello residual, como chispazos apagándose tras un cortocircuito. Al amainar, Maya apareció delante de él.  Se miraron. Ella, transmitiéndole un apoyo mudo, sostenía su brazo con cautela. Él, aturdido pero receptivo, reconoció la intención detrás de su toque. —Estoy bien, ya pasó —murmuró al fin, envolviendo con delicadeza la mano que lo sostenía, su pulgar trazó un leve movimiento tranquilizador sobre la piel de Maya. —¿Qué fue eso? —insistió ella, preocupada— pareció como si te estuviera dando un cortocircuito. Una convulsión. —Así se sintió —suspiró él. Pero la sacudida no había pasado del todo. Cuando Nexus se volvió hacia sus hermanos, su cuerpo todavía temblaba con los espasmos residuales del dolor. Los demás compartieron una mirada cómplice entre ellos. Hexus respiraba con fuerza, tenía los nudillos blancos de tanto apretar los puños y la respiración jadeante y trabajosa. Vexus, que era el que menos había soportado, se hallaba acuclillado en el suelo, jadeando, con los ojos cerrados. —Dexus...  —dijo en voz alta. El chico de ojos verdes no hizo amago de levantarse. Permaneció en el suelo unos segundos más, sus manos aferrándose a su propia frente como si pudiera calmar la presión interna. Finalmente, se dejó caer en una posición más cómoda, igual que Hexus, aunque ambos aún parecían tan sacudidos como un par de licuadoras con tornillos sueltos dentro. Sus rostros estaban más pálidos que de costumbre, y el brillo eléctrico de sus ojos se había desvanecido casi por completo o fluctuaba de forma extraña. —¿Dexus? ¿Hablas del reemplazo? —Ky enarcó una ceja, que no podía seguir indiferente ante una amenaza real— ¿El amarillo? —¿El robot número cuatro? —reforzó Boomer, mirando con inquietud a los tres hermanos— creo que ese tiene el color más alegre y curiosamente es el más amargado y mala onda de ustedes... —El hecho es que está despierto… —interrumpió Vexus, agitando una mano para espantar las palabras de Boomer como si fueran moscas. —Lokar debió haber terminado su restauración antes de lo que pensamos —gruñó Hexus, sacudiendo la cabeza y llevándose los puños a las sienes para apretarse la cabeza, su expresión oscureciéndose con furia e incomodidad—. Está dentro de nuestra sala mental de nuevo… —¿Creen que sepa dónde están ahora? —Ky cruzó los brazos, su tono frío pero con un atisbo de preocupación. Su mente ya calculaba escenarios de riesgo— ¿Puede representarnos un problema?  —Si regresa a nuestra habitación...—bufó Vexus, rodando los ojos con exageración. Luego aclaró— la habitación física, digo... y no nos encuentra, pues obvio que será un problema... —Puede que lo mejor sea que te desconectes de la sala mental —sugirió Hexus, serio y con un decaimiento nuevo en su mirada—. Tus sentimientos son demasiado profundos... —Te sentirá y entonces no habrá escapatoria para ninguno de nosotros —terminó Vexus con un tilde de pánico y urgencia en su voz. —Eso es posible... —coincidió Nexus, sin embargo agregó— pero tenemos dos chips, hay dos salas mentales. La que ustedes tienen con Dexus y la que tienen conmigo. No creo que mis emociones y pensamientos puedan llegar a él. Vexus y Hexus se miraron una vez y ambos voltearon a Nexus con cara de circunstancias. —Hermano —el hermano verde sonrió de lado, parecía estar volviendo a decir algo que le parecía obvio—, es como si gritaras en una habitación pequeña donde nosotros susurramos. —Y tus gritos tienen peso —le recordó Hexus, exasperado, sin sonreir—, forma, color y sensación casi fisica. Nosotros aún no nos acostumbramos a tanto, nos abrumas cada vez que intervienes.  —No sé de qué hablan, pero suena muy cool —le dijo Boomer a Maya— ¿siempre se ponen así cuando hablan los tres con palabras audibles? es como ver la televisión. —¿Qué se supone que le pasa al robot azul? —inquirió Ky, aún enfurruñado— desde que lo vimos antes parece cambiado. —Usé el kairu azul para sanar sus heridas —les confió Maya y decidió contarles brevemente lo ocurrido en el pasillo del refugio y lo ocurrido los días siguientes—, él ahora es diferente, pero puedo asegurarles que en esencia sigue siendo el mismo. Solo purifiqué sin pretenderlo su kairu oscuro. —¿Sin el prisma kairu? —se extrañó Ky, mirándola con incredulidad— eso es dificil de creer. Oigan, chicos robóticos, no es mi intención romper su discusión, pero estamos con el tiempo encima. Los tres chicos se quedaron callados por un momento. Se miraron entre ellos por unos segundos, Maya no creyó que se estuvieran hablando mentalmente porque como ya lo habían dicho, era peligroso. Asi que, a lo mejor se decían cosas solo con la vista.  Al final, Nexus se cruzó de brazos y bajó la vista. Su mano acarició su mentón por unos segundos mientras pensaba. —Qué momento tan conveniente escogió Lokar para encender a Dexus, ¿no? —Tal vez Lokar sepa algo de esto —murmuró Vexus, y sus palabras hicieron que todos lo voltearan a ver de inmediato—. Es extraño que justo ahora lo active, cuando estamos por consumar el robo. Un silencio tenso se extendió entre ellos.  —Esto es más que eso... —habló Nexus, con voz entrecortada— creo que Lokar ha hecho una reconfiguración a distancia. Esto no se siente como solo la entrada de su conciencia a la sala mental... ha sido más doloroso. —No perdamos más el tiempo entonces —Ky alzó la voz con impaciencia—. ¡Debemos hacer algo! El equipo Tiro y los demás ya deben estar en la otra cisterna o quizá ya en el primer contenedor. No podemos perder tiempo con dolores de cabeza. Como si la ira de Hexus rompiese algo dentro de él, el equipo Stax vio como uno de los ojos de pupila roja se encendía en luz carmesí un par de veces antes de apagarse y volver a la normalidad. Él se llevó una mano al ojo fluctuante y bajó la cabeza apenas, con expresión de dolor. —Claro —resopló Hexus con ironía, fulminando a Ky con amenaza— porque tú has sentido esta recalibración de tus engranes internos y seguido adelante como si nada ¿verdad, sabiondo? Maya sintió el aleteo del pánico en su pecho. —Ky, por favor... —le rogó antes de que él pudiera responder— Calmate, no hagas esto más dificil... El chico resopló, dando un paso hacia atrás, por prudencia, no porque ella se lo dijese.  —Ky tiene razón, chicos —lo respaldó Boomer—. Si algo pasó o sigue pasando, lo mejor es actuar antes de que Lokar se salga con la suya.  —Si es un peligro para ustedes, lo mejor será que regresen a sus habitaciones y nosotros sigamos con el mapa —sugirió Maya tímidamente—, así Lokar no sospechará y ustedes pueden actuar como centinelas fuera... y nadie saldría herido. Al decir esto último, se volteó a Nexus, que parecía haberse recuperado por completo, como sus hermanos. No podía evitar recordar el final de su visión una y otra vez. El chico de ojos azules asintió, envalentonado. —¿Hiverax? —preguntó, mirándolos a la espera de respuesta. Esta parecía además una señal para que expusieran su opinión verbalmente, para que los demás los escucharan de igual forma. Vexus se incorporó, tambaleándose un poco y apoyando una mano en la pared. —Si, como sea... acabemos con esto, no puedo esperar a volver a ser enemigos y poder callar de un golpe a Ky. —Todavía puedes intentarlo... —murmuró este, sin bajar la mirada. —No me tientes, Stax. —sonrió de lado el chico verde, con la misma expresión exhausta pero sin perder su aire confiado. —Subiremos e iremos a Dexus... —afirmó Hexus, pasando una de sus manos por sus ojos, como para retirarse el cansancio de encima— pero usaremos a Nexus como nuestro enlace por si pasa algún problema y nos necesitan.  —Genial... —murmuró Ky— Pues, rápido ¿a qué esperan? En el silencio de la gruta, el tronido de los nudillos de Hexus fue audible para todos. Los ojos eléctricos volvían a brillar de la misma forma que antes. Y la misma malicia indómita refulgió en ellos cuando se tuvieron que tragar sus palabras antes de emprender el camino de regreso. —Procura sentir poco. —gruñó Hexus a Nexus, luego se volvió a Maya y la miró con desconfianza— ¡Deja de tocarlo! le provocas cosas raras que a ninguno de nosotros nos alegra sentir.  Maya se ruborizó al ver a Nexus abrir los ojos con pánico y mirarla asustado. Ninguno de los dos se había soltado de las manos antes, desde que se unieron para consolarse mutuamente. A la vez se alejaron el uno del otro, sorprendidos. Él abrió la boca para protestar, pero no encontró nada qué decir, solo volvió a cerrar la boca, cohibido. Entonces Maya sonrió apenas, y bajó la mirada con timidez. —¿Lo ves? —Hexus sacudió la cabeza con aprensión y la comisura del labio alzada por el asco— ¡ahora nos estás bombardeando de cosas que ni siquiera entendemos... pero que desagradan! Boomer estalló en una carcajada potente y Maya se apresuró a taparle la boca con las manos mientras el chico seguía riéndose a pleno pulmón. La situación era patética, pero muy divertida para él. Maya también sonreía apenas, a pesar de tener que controlar a Boomer. Nexus se recompuso rápido y hizo como si nada pasara. —Váyanse ya ¿quieren? ya entendí... —Si nos necesitas, grita —le dijo mentalmente Vexus a Nexus, con una de sus sonrisas traviesas. La desconfianza con Ky y la preocupación por Dexus se instalaba en el centro de la sala mental como escalofríos. Pero los tres chicos coincidieron en mantener el espacio para emergencias, para evitar cualquier altercado o intrusión. —Estaremos atentos. —insistió Hexus, dándole un golpecito fraternal en la conciencia a su hermano azul antes de irse. Nexus los miró desaparecer y sintió que nuevamente eran hermanos. Ahora que Hexus no se mostraba tan harisco y Vexus era menos sarcástico con él. Parecía que tácitamente lo habían perdonado y que buscaban la forma de olvidar el pasado creando un nuevo futuro con él. Quizá simplemente necesitaban volver a trabajar en equipo para darse cuenta de qué tan buenos eran juntos. —Vamos —les anunció con determinación, marcando el paso y guiándolos por el camino que decía en el mapa—. Haremos todo más rápido esta vez.  Boomer le dio un leve codazo a Maya en el antebrazo, sonriéndole con complicidad. Ella rodó los ojos, fingiendo fastidio antes de soltar una risita. Era un gesto pequeño, pero bastó para aliviar un poco la tensión. Aunque no lo pareciera, Boomer y ella eran más unidos entre ellos que con Ky. Algo fraternal que los entrelazaba como una familia. Por eso, Boom se comportaba como el hermano mayor que ella necesitaba. Uno que la molestaría en el momento justo. Ky pronto tomó la delantera, asumiendo su rol de líder como si fuera lo más natural del mundo. Nexus reprimió un suspiro y aceleró para caminar a su lado. Pelear con él ahora solo retrasaría todo. Los cuatro continuaron por las grutas, moviéndose con un paso más seguro. A cada metro que avanzaban, el olor a tierra húmeda y agua estancada se volvía más pesado, pegándose a sus gargantas. A pesar de ello, nadie titubeó.  —Hey... —De repente, Boomer se detuvo en seco— Escucho voces... Antes de que pudiera gritar para llamar la atención, Maya reaccionó rápido, cubriéndole la boca con la mano una vez más— Eso pudo ser desastroso —murmuró y los demás sonrieron. El chico la miró en disculpa, llevándose una mano a la nuca mientras sonreía. Sin embargo, las voces regresaron de nuevo y, esta vez, todos las escucharon con claridad. Eran más de uno y se hallaban en la galería siguiente. Debían pensar rápido en lo que harían. —Lo mejor será evadirlos —susurró Nexus, entrecerrando los ojos en la penumbra—. No creo que sean los del equipo Tiro… —¿Y por qué no dejas que yo lo decida? —espetó Ky, irritado, dando un paso desafiante hacia la siguiente galería. Antes de que cualquiera de los tres pudiera reaccionar, una luz intensa los cegó momentáneamente. Tres figuras conocidas, más confiadas que nunca, acercándose a ellos con total soltura y despreocupación. El resplandor de un X-Reader destelló en el rostro de Ky, obligándolo a retroceder instintivamente. Los Battacor estaban allí. —Si esto no es la mejor sorpresa del día, de verdad que no sé qué lo será. —se echó a reir Zylus, hablando con un marcado sarcasmo malicioso— el quipo Stax en medio de nuestras grutas y... Su sonrisa se ensanchó al fijarse en el cuarto integrante de infiltrados. —Y miren quién está aquí. ¿Nexus? —ladeó la cabeza con fingido desconcierto antes de soltar una carcajada—. ¿Desde cuándo nuestro sirviente juega a ser héroe? —Le quedaba mejor el papel de cenicienta. —soltó Bash con una risa profunda. —¿Acaso planeaban robar la cocina? —se burló Rynoh, cruzándose de brazos—. Porque si es así… me temo que se han equivocado de piso. —Las cocinas están arriba —añadió Bash con sorna, estirando los nudillos—. Pero si lo que buscan es una paliza, están justo donde deben estar. Maya bufó interiormente. Sus visiones nunca eran específicas, apenas vislumbraban retazos de cosas que pasarían si o si. Sin embargo, nunca mostraban lo que de verdad sería útil saber. En este caso, habría apreciado en gran medida el saber qué pasaría justo antes de doblar esa galería. —Bueno, tienen razón, ahora subiremos —murmuró Boomer, tragando saliva mientras buscaba con la mirada una posible vía de escape. —Oh, no, chicos… —Zylus se llevó una mano al pecho, fingiendo indignación antes de soltar una carcajada—. ¿En serio creen que los dejaremos ir sin darles al menos una pequeña lección? Vamos, eso sería… —miró de reojo a sus compañeros—. Sería dejar de ser nosotros mismos, ¿verdad, Battacor? Bash y Rynoh respondieron con sonrisas feroces. —Está claro que vinieron por nuestro kairu —continuó Zylus, alzando el puño descomunal con el X-Reader brillando entre sus dedos—. Pero nosotros jamás lo permitiremos. —Y además… tenemos una cuenta pendiente con esa lata de chatarra —intervino Bash, mirando fijamente a Nexus—. Ya extrañábamos nuestro saco de boxeo. Nexus apretó los puños, cruzando la mirada con Zylus en un duelo silencioso. A su alrededor, los stax se preparaban instintivamente para el enfrentamiento. Ky, siempre el estratega, dio un paso adelante para tomar el control. —No sean ridículos, este sitio es muy angosto para un reto kairu —dijo con calma, aunque sus ojos destellaban desafío. Las paredes apenas sobrepasaban sus cabezas y Rynoh tenía que caminar encorvado para que su diadema no rozara el techo de tierra. —¿Y qué? —escupió Zylus con una sonrisa torcida—. ¿Acaso tienes miedo de que se te ensucien los pantalones, Stax? —No es miedo, es estrategia —respondió Ky, mirándolo con fastidio—. Pero entiendo que no sepas lo que significa. —No te quieras pasar de listo, Ky. —alzó la voz Zylus— Llevo meses esperando encontrar una excusa para machacar a Nexus... Desde que aparecieron estas tres latas, nos quitaron el crédito con Lokar y nos hicieron a un lado ¿Crees que voy a desaprovechar un solo segundo? no me hagas reír. Bash rió estruendosamente, chocando los nudillos con entusiasmo. —Les ganaremos aunque estemos metidos en una cueva de ratones —declaró, lleno de confianza. —Tampoco exageres —bufó Rynoh, cruzándose de brazos—. El hecho es que los destruiremos, y punto. La sensación de peligro crecía, pero antes de que cualquiera hiciera nada, algo nuevo sucedió. Un destello en los ojos de Maya, una chispa oscura recorriéndole ambos brazos. Fue apenas un instante, pero Nexus entendió lo que significaba. Una sacudida recorrió la cueva, como un latido bajo sus pies. Nexus sintió cómo su pulso se aceleraba al reconocer la presencia frívola de una energía conocida agitándose a su alrededor. Antes de que pudiera reaccionar, el relámpago de kairu oscuro estalló desde las palmas de Maya, impactando el techo con un estruendo ensordecedor. El temblor que siguió fue instantáneo. La tierra crujió y se quebró. Trozos del techo comenzaron a desprenderse, y el eco del derrumbe llenó la cueva con un rugido ensordecedor. Por primera vez en mucho tiempo, Zylus perdió su sonrisa— ¿Pero qué…? Ky reaccionó de inmediato— ¡Corran! El derrumbe no se hizo esperar y, mientras ellos corrían, la nube de polvo, tierra y rocas les cegó. Saltaron más allá para escapar y lograron llegar más lejos de donde los escombros cayeron. Nexus fue el primero en volverse hacia atrás para mirar lo que había sucedido antes de voltear a Maya. —Ahora, también puedo controlar el kairu oscuro —confesó ella en un murmullo, ante la mirada inquisitiva de los demás— y puedo usar ataques sin necesidad de un X-Reader. —Está bien, eso es... —Ky trató de buscar la palabra adecuada, pero no la encontró— el maestro Boaddai tiene que saberlo cuando regresemos. —Si es que regresamos —se quejó Boomer, mirando en derredor— nos salvaste de un reto kairu imposible en un sitio reducido, pero también nos has dejado en medio de una galería cerrada. —Hay otros caminos —se apresuró a decir Nexus— Hay que buscar al equipo Tiro y salir de aquí... vamos, conozco otros atajos.
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