Capítulo 25 : El caído
26 de noviembre de 2025, 14:59
—¿De qué sirven esos desafíos sino es para malgastar la energía?
Un vendaval de kairu azul salió de los tres guerreros y pasó a Dexus atravesando el vidrio. Cuando llegó a él, se condensó en las palmas de sus manos como dos esferas brillantes.
—Otro día, si consiguen más kairu ¿les parece bien?
Ky, Maya y Nexus se quedaron unos momentos estáticos en el suelo de tierra. Los tres habían sentido como si les arrancaran parte del alma. Ky puso ambas manos en el vidrio para incorporarse, dejando una marca de la tierra sobre la superficie. Y su siguiente movimiento fue para sacar el X-reader.
Oprimió el botón de encendido pero el aparato no respondió, la pantalla permaneció en negro a pesar de su insistencia, devolviéndole su propio reflejo frustrado.
—Perfecto… —gruñó, golpeando el borde con el índice—. Claro, justo cuando más lo necesitamos.
—Nos drenó por completo…—murmuró Nexus, aún aturdido. No era miedo lo que asomaba en su mirada, sino una especie de incredulidad racional.
—¿Qué? ¿Cómo que “drenó”?—Maya se incorporó para mirarlos alternativamente a ambos. La desesperación la hizo manotear hasta que logró sacar su X-reader del cinturón solo para confirmar lo que Nexus dijo y lo que Ky ya había demostrado.
—En algo tenías razón, Maya —continuó Dexus, uno de los paneles del suelo se descorrió con un ligero zumbido, revelando una habitación secreta abajo—, el kairu si estaba bajo sus pies, y sí, había cambiado de posición. De nada les servirán los mapas ahora. Porque el kairu es todo mío, como siempre debió ser.
De sus manos bajó la energía hasta el contenedor, que se abrió por completo, mostrando una gran cantidad de kairu azul. Parecía un mar en miniatura y su brillo azul llenó la habitación y tiñó los rasgos codiciosos de Dexus. Tanta energía brillaba y se movía como corrientes caudalosas, casi como si buscaran escapar de las manos equivocadas.
Ese era el océano que Maya había visto en su visión, ahí estaba el contenido de todos los contenedores de las catacumbas.
—¿Tuyo? —repitió Ky, guardando el X-reader inservible en su cinturón de nuevo con mimo pero también frustración— Querrás decir de Lokar... ¿no? te recuerdo que él reclamará esto para si cuando termines con nosotros. Esta no es tu victoria, no pretendas llevarte el crédito.
El ciborg amarillo oprimió un control y la compuerta del suelo se cerró con otro sonido suave. El brillo azul se apagó y regresó la luz artificial y fría que había iluminado desde el principio la sala.
—Cierto —oprimiendo otro botón en su control de mano, otra de las paredes se corrió a un lado dejando ver otra habitación pequeña dentro, casi un cubículo oscuro—, aún no les he contado la mejor parte.
Ky, Maya y Nexus se tensaron al mismo tiempo, cada uno contuvo el aire sin darse cuenta. Dentro, estaba Lokar en su trono.
Lokar estaba sentado, inconsciente, en apariencia. Se hallaba semi reclinado hacia adelante, con los ojos cerrados como si durmiese, pero por el movimiento de su pecho casi imperceptible, se deducía que respiraba. Grandes grietas purpuras surcaban al señor del kairu oscuro. Parecía como si la energía hubiera buscado la forma de salir desde adentro, destruyendo su piel en el proceso. Su túnica presentaba diversos desgarrones, quemaduras y manchas oscuras.
—¿Nunca te preguntaste de donde vienes, Nexus? —continuó Dexus, con una especie de tono soñador.
Una sensación diferente se coló por el área de la nuca de Nexus. De alguna forma, en la sala mental cada quien tenía un lado en su cabeza. Escuchaba y sentía a Hexus con su severidad de un lado y a Vexus con su sarcasmo y burlas del otro.
Ahora comprendía que el lugar de Dexus siempre fue a la espalda, de ahí venían todas las sensaciones que él le transmitían. Y la mayoría eran frías y con sabor metálico, como el sabor que se inunda la boca después de un puñetazo certero.
Dexus se volvió a la jaula de vidrio donde estaban los Stax y sonrió con suavidad. Aunque su hermano estaba frente a él, Nexus empezó a ver todo desde dentro de su mente. Lo primero que se dio cuenta fue que lo que Dexus transmitía, tenía la misma intensidad que sus propias emociones actuales y que extrañamente, le resultaban muy familiares.
Vio delante de sus ojos un basto horizonte purpúreo delante de si y otros ciborgs como él. Figuras humanoides que se movían y transportaban cosas, trabajando de aquí para allá entre seres biológicos completos en una sociedad diferente. Sintió calma y una sensación de pertenencia, algo semejante a la paz que da el saber el propósito para el que se vive y el saber que se está haciendo exactamente eso.
Dexus había sido un ciborg manufacturado en otro mundo, un sitio completamente ajeno a la tierra. Tenía misiones, tareas importantes y cosas que ocupaban su tiempo. La civilización construía una serie de pilares para captar energía cósmica y él era de los que supervisaban todo. La energía kairu se recolectaba y los guerreros crecían y vivían en una vida tranquila, en armonía espiritual y mental. Hombre y máquina eran uno y coexistían sin problemas. Todos compartían una misma sala mental, como los Hiverax, pero a gran escala.
De pronto, el cielo purpura se tornó negro.
Estallidos y grandes colapsos de los pilares levantaban grandes nubes a la atmosfera. Guerreros extraños aparecían para robarse la energía y con ella invocaban monstruos para saquear los recursos. La desesperación fue como un latido vertiginoso en el pecho de Nexus cuando las creaciones más sublimes de la sociedad se venían abajo y con ellas la civilización entera. En la sala mental, el dolor y la muerte se sentían más intensos que nunca antes, porque podía sentir cómo los suyos caían también y sus mentes y emociones se apagaban con ellos.
La impotencia acalambraba sus miembros, pero el deseo de justicia era suficiente para seguir adelante y arriesgarlo todo. No había necesidad de X-readers o algo parecido, los seres de la raza de Dexus podían invocar los monstruos kairu sin necesidad de aparatos futuristas.
Entre los saqueadores, vio a Lokar. Él lideraba la colonización, él era el responsable de todo. Después, el ambiente se enfrió. La luz del recuerdo se llenó de sombras rojizas y el aire olía a herrumbre caliente. Dexus tuvo que luchar contra Lokar, su monstruo era un titán más grande que el Hydrax de Hiverax.
Era un dragón, un enorme reptil. Se parecía incluso a Neurax, el monstruo de Nexus, pero sus escamas eran blancas y las líneas que lo decoraban eran amarillas brillantes. Se llamaba Noctyrax y tenía rasgos semejantes a los de un ave, tenía la mandíbula más fina, con una forma más redondeada que recordaba sutilmente a un pico. En su espalda dos apéndices se alzaban desplegándose en alas de unos siete metros, casi ocho. Con textura que sugería plumas, aunque seguían siendo escamas.
En ese mudo había una relación entre invocador y monstruo más estrecha y más profunda que cualquier cosa que se pudiera hacer en la tierra con los X-readers. Nexus sintió la confianza arraigada, plena y sólida entre ambos como propia.
Noctyrax era puro kairu y su fuerza y vibración parecían invencibles, hasta que Lokar mostró su Draquilar.
Un reto kairu no lastimaba hasta la muerte a sus guerreros, porque los monstruos no están ahí realmente, solo su energía. Cuando Noctyrax y Draquilar se enfrentaron, la lucha duró días enteros. Dos fuerzas semejantes en poder y opuestas en esencia se herían mutuamente.
Lokar usaba Vampiric Nightmare que lanzaba volutas de murcielagos oscuros que arañaban y mordían las escamas blancas. Nexus aquí sintió los desgarrones como propios y apretó los dientes ante el dolor lacerante. Dexus contraatacaba con Auric Insight, iluminando la oscuridad y dispersando el ataque de Lokar lejos. Mientras Draquilar cubría sus ojos con las garras, Noctyrax invocaba Feather of Judgment y dagas con forma de pluma se dispararon hacia Lokar hiriendo y rasgando las membranas de sus alas de murciélago.
Nunca antes se había visto un desafío como este, la destrucción y las heridas no eran cuestión de broma. Nexus sintió la adrenalina, la ira, el deseo de prevalecer y hacer justicia, pero también el cansancio que se sentía como si su sangre se espesara y el peso de toda su civilización lo empujase más que fortalecerlo. El peso de tanto miedo y desesperación de todos era agotador.
Draquilar tenía una técnica más refinada hacia la destrucción y la aniquilación, mientras que Noctyrax se defendía más que atacar. Pero la fuerza oscura de Lokar era demasiado intensa y las heridas eran de gravedad. Lokar actuó con estrategia, al saber que asesinar a uno de los hermanos de Dexus, este sentía su sufrimiento, esto lo llevó a actuar de forma inteligente y más ingeniosa según se iba incrementando la batalla.
Destruir a Noctyrax era una cuestión rápida si se le quitaba el porqué luchar.
Nexus percibió hasta en el último nervio la honda desesperanza cuando Draquilar derribó a Noctyrax del cielo. En la caída, el monstruo se diluyó en energía azul antes de que Dexus chocase contra el suelo, averiando sus partes positrónicas y arrebatándole hasta la última chispa de energía para continuar. El saberse derrotado, el fracaso y la impotencia, le impidieron moverse siquiera.
Como desde muy lejos, como en un vacío interminable, la voz de Lokar se alzó sobre él.
—Eres un guerrero fuerte, más fuerte que tus compañeros muertos. Peleas en el lado equivocado, Dexus... déjame mostrarte cuales son los ideales correctos y cual es el verdadero poder.
Nexus cayó de rodillas cuando la visión se acabó. Se quedó mirando el suelo por unos segundos, presa de un temblor irracional.
Se llevó las manos a los hombros, al costado, a la garganta, con gestos espasmódicos en busca de quitar el dolor fantasma de las heridas que una vez aquejaron a Dexus. A pesar de no encontrar nada, siguió sintiendo toda esa adrenalina por unos segundos hasta que empezó a entender donde estaba. Estuvo a nada de empujar a Maya cuando ella se acercó a él, pero reaccionó a tiempo.
—¿Qué te hizo? —quiso saber ella, tomándolo de ambos lados del rostro— ¡Nexus! ¿Qué te hizo?
Nexus respiró hondo antes de empezar a ordenar todos sus pensamientos. Volvía a ser él mismo, volvía a estar ahí, en esa jaula de cristal, atrapado. La luz sobre su cabeza era la luz frívola y artificial de un laboratorio y no la de los ataques kairu. Tuvo que mentalizarse por un momento, para dejar de sentir tanto dolor emocional por lo que acababa de vivir. Todas esas personas no eran realmente su familia, amigos ni hermanos... eran los de Dexus...
Ky se acercó a él, entrando en su rango de visión, y Nexus vio en él una mirada de aprensión.
—Estoy bien... —les aseguró a ambos con seriedad— solo me... me mostró de donde veníamos...
Llevó una mano a la de Maya y buscó reincorporarse, ella lo ayudó con cuidado. El mundo de alguna forma se veía diferente ahora.
Dexus se había quedado observándolo mientras él se recomponía. Ver su rostro en otra persona nunca le fue algo desagradable, asociaba sus facciones al bienestar que le traían la compañía de sus hermanos. Pero ver a Dexus representaba ver un lado suyo magnificado por la maldad, la cual esculpía todos sus rasgos.
—Así que tú... —empezó a decir, pero no encontró las palabras correctas.
—No importa —le cortó él, con un parpadeo igual de serio—. Ahora me entiendes y entiendes que busque venganza...
La ira de Dexus en su sala mental se estaba volviendo algo a lo que Nexus podía acostumbrarse. Por alguna razón, si sentía que lo comprendía. De algún modo, casi lo había convencido.
—Tú y yo no somos tan diferentes, Nexus —continuó—. Tú fuiste sanado con kairu azul, yo fui corrompido con kairu oscuro. Tú tuviste un renacimiento a base de limpiar y purificar partes de tu espíritu con la energía vital del universo.
Una puerta suplementaria se abrió en una pared al fondo, sin hacer ruido, Boomer entró en la habitación. Solo Ky pareció apercibirse de él mientras los demás estaban concentrados en Dexus y sus palabras. El ciborg amarillo se había acercado al vidrio y observaba de frente a su contraparte azul.
—Tus emociones, sensaciones y pensamientos dejaron de ser los de un máquina semi biológica, Nexus, hasta pasar a ser más los de un ser humano. Yo, fui llevado más allá de la muerte a este punto donde solo importa qué tan fuerte y poderoso puedes llegar a ser... mi estado actual es el que Lokar creó para mi... No le estoy agradecido, pero admito que cuando acabe con él y con ustedes, no daré ni un paso atrás.
—Él no era un prototipo... —explicó Nexus, con la mirada perdida en sus recuerdos que ahora eran suyos— Dexus siempre fue el original, nosotros somos copias de él.
Para este momento, Maya también vio a Boomer, que avanzaba con mucho cuidado y lentitud hacia una de las mesas que había en un rincón. Según lo que parecía, había una consola de controles ahí parecida a la de la nave de Mookee. Si lograba dar con el botón correcto, talvez podría liberarlos y así luchar todos contra Dexus.
—Lokar me rearmó y desarmó muchas veces —continuó, sin percatarse de que ahora no estaban solos—, aprendió mi estructura y poco después no le fue dificil hacerlos a ustedes tres con parte de mi materia. Al ser parecidos a mi, sus mentes se hallaban conectadas por enlaces cuánticos, pero Lokar suprimió varias funciones de mi cerebro al igual que en los suyos. El chip que usan simplemente activa esa zona de su cerebro que permite el entrelazamiento y la creación de la sala mental.
Boomer llegó frente a la consola y Ky asintió hacia él mientras lo veía disimuladamente. Maya presionaba una mano sobre su corazón, esperanzada pero alerta tanto a Dexus como a su compañero de equipo. Nexus, por su parte, estaba aturdido aún, centrado en las palabras de su igual.
Entonces, Dexus movió el brazo derecho en un arco por debajo del pecho hacia el lado izquierdo. Un haz de luz morado se perfiló entre sus dedos y al soltar el brazo como una catapulta hacia el lado derecho, un látigo de energía kairu restalló dando de lleno en el rostro de Boomer.
Los tres chicos gritaron al ver al rubio salir despedido hacia atrás y caer inconsciente en el suelo. Maya observó, horrorizada, el corte en la mejilla de Boomer.